¿Es el infierno parte de la justicia divina?
¿Es el infierno parte de la justicia divina?
¿Ha visto alguna vez a una persona torturar a otra? Esperamos que no. Atormentar a propósito a un ser humano es un acto repugnante y aborrecible. Ahora bien, ¿y si el torturador es Dios? ¿Puede concebirlo? Pues bien, eso es exactamente lo que implica la enseñanza del fuego del infierno, doctrina oficial de muchas religiones.
Imagínese por un momento esta espantosa escena. Están quemando a una persona en una plancha de hierro caliente. Desesperada de dolor, suplica a gritos que se compadezcan de ella, pero nadie la escucha. La tortura continúa sin parar hora tras hora y día tras día.
Independientemente del delito que hubiera cometido, ¿no sentiría lástima de ella? ¿Y qué decir de quien ordenó el tormento? ¿Sería posible afirmar que se trata de alguien amoroso? De ningún modo. El amor es misericordioso y compasivo. Los padres amorosos tal vez castiguen a sus hijos, pero jamás los torturarían.
Pese a todo, muchas religiones enseñan que Dios atormenta a los pecadores en las llamas eternas del infierno. Dicen que esta es la justicia divina. Si eso es verdad, ¿quién creó ese horrible lugar de tormento eterno? ¿Y quién es responsable de los atroces suplicios allí infligidos? La respuesta parece obvia.
Si existe un lugar así, Dios es su creador y, por tanto, responsable de lo que en él sucede.¿Le es posible aceptar esa idea? La Biblia * dice que “Dios es amor” (1 Juan 4:8). ¿Aplicaría un Dios de amor una tortura que repugna a cualquier persona con un mínimo de decencia? Claro que no.
Una enseñanza irrazonable
A pesar de todo, mucha gente cree que los malvados irán al infierno, donde se les torturará por la eternidad. ¿Tiene sentido esta enseñanza? Los seres humanos no viven más que setenta u ochenta años. Aun en el caso de que alguien fuera extremadamente malvado durante toda su existencia, ¿sería justo castigarlo con el suplicio eterno? No. Sería muy injusto atormentar para siempre a un hombre en pago por la cantidad limitada de pecados que cometió durante su vida.
¿Quién conoce la verdad sobre lo que sucede cuando morimos? Solo Dios puede revelárnosla, y lo ha hecho en su Palabra escrita, la Biblia, a la que hicimos referencia antes. Esto es lo que dice: “Como muere [la bestia], así muere [el hombre]; y todos tienen un solo espíritu [...]. Todos van a un solo lugar. Del polvo han llegado a ser todos, y todos vuelven al polvo” (Eclesiastés 3:19, 20). Aquí no se menciona el infierno. Al morir, los hombres vuelven al polvo, a la inexistencia.
Para que a alguien se le atormente, debe estar consciente. ¿Están conscientes los muertos? No. “Los vivos tienen conciencia de que morirán; pero en cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto, ni tienen ya más salario, Eclesiastés 9:5.) Es imposible que los muertos, que “no tienen conciencia de nada en absoluto”, sufran los tormentos del fuego del infierno.
porque el recuerdo de ellos se ha olvidado.” (Una doctrina nociva
Algunas personas afirman que la doctrina del infierno, sea verdadera o no, es útil. ¿Por qué? Porque —según dicen— sirve para disuadirnos de hacer lo malo. ¿Es cierto? Pues bien, ¿hay menos delito en los lugares donde la gente cree en el infierno? Claro que no. De hecho, la doctrina del infierno es muy nociva. ¿Aborrecerá la tortura quien cree que Dios atormenta a la gente? ¿Por qué debería hacerlo? Los que creen en un dios cruel suelen ser igual de crueles que su dios.
Se mire por donde se mire, las personas razonables no pueden aceptar la existencia de los tormentos del infierno. Es una idea ilógica. La naturaleza humana la rechaza. Y lo más importante es que la Palabra de Dios no dice que exista un lugar así. Cuando alguien muere, “vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos” (Salmo 146:4).
¿Cómo se castiga el pecado?
¿Significa lo que hemos explicado que no se nos sanciona por los pecados? No, no queremos decir eso. Nuestro santo Dios castiga a los pecadores, pero no los tortura. Y cuando se arrepienten, los perdona. ¿Cómo se castiga el pecado? La Biblia da una respuesta categórica: “El salario que el pecado paga es muerte” (Romanos 6:23). La vida es un regalo divino. Cuando pecamos, dejamos de merecer esa dádiva y morimos.
“¿Es eso justo? —tal vez se pregunte—. Todos morimos.” Tal hecho se debe a que somos pecadores. En realidad, nadie merece la vida. “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y la muerte mediante el pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.” (Romanos 5:12.)
Romanos 12:2). Estas verdades son la base de una esperanza maravillosa.
Tal vez en este momento esté pensando lo siguiente: “Si todos pecamos y morimos, ¿qué sentido tiene que intentemos ser virtuosos? Al parecer, a los que obran mal se les trata exactamente igual que a quienes procuran servir a Dios”. Pero no es así. Aunque todos somos pecadores, Dios perdona a los que se arrepienten con sinceridad y luchan por cambiar. Recompensa nuestro empeño por ‘rehacer la mente’ y obrar bien (La recompensa de los buenos
Cuando morimos, dejamos de existir, lo cual no significa que se haya acabado todo. El fiel Job sabía que iría a la tumba (Seol) cuando falleciera. Pero veamos lo que pidió en oración a Dios: “¡Oh que en el Seol me ocultaras, que me mantuvieras secreto hasta que tu cólera se volviera atrás, que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí! Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir? [...] Tú llamarás, y yo mismo te responderé” (Job 14:13-15).
Job creía que Dios lo recordaría y lo resucitaría si era fiel hasta la muerte. Esta era la convicción de todos los siervos de Dios de tiempos antiguos. Jesús mismo confirmó esta esperanza cuando dijo: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio” (Juan 5:28, 29).
¿Cuándo comenzará la resurrección? Según la Biblia, muy pronto. Las profecías bíblicas indican que en 1914 este mundo entró en sus “últimos días” (2 Timoteo 3:1). Dentro de muy poco, en lo que muchos llaman “el fin del mundo”, Dios quitará la maldad e instaurará un nuevo mundo bajo la gobernación celestial (Mateo, capítulo 24; Marcos, capítulo 13; Lucas, capítulo 21; Revelación [Apocalipsis] 16:14).
el Salmo 37:10, 11 leemos: “El inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”.
El resultado será un paraíso por toda la Tierra, habitado por quienes han tratado sinceramente de servir a Dios. Los malvados, para los que no habrá lugar en el Paraíso venidero, no se quemarán en el infierno. En¿Es todo esto solo un sueño? No, es la promesa de Dios. La Biblia dice lo siguiente: “Oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’” (Revelación 21:3, 4).
¿Cree usted estas palabras? Debería hacerlo, pues lo que Dios dice siempre se cumple (Isaías 55:11). Lo instamos a aprender más sobre los propósitos divinos para la humanidad. Los testigos de Jehová le brindarán su ayuda encantados. Si la desea, puede escribir a una de las direcciones que aparecen a continuación.
Salvo que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas están tomadas de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras.
[Nota]
^ párr. 6 En el islam, la Biblia consta de los libros conocidos como la Torá, los Salmos y el Evangelio. Al menos sesenta y cuatro versículos del Corán dicen que estos libros son la Palabra de Dios y recalcan la necesidad de leerlos y llevar a cabo sus mandamientos. Hay quien asegura que la Torá, los Salmos y el Evangelio han sido alterados, pero hacer tal afirmación equivale a decir que Dios no es capaz de conservar su Palabra.