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¡Hay una hoja en la telaraña!

¡Hay una hoja en la telaraña!

¡Hay una hoja en la telaraña!

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN AUSTRALIA

¿VE USTED esa hoja seca tan bien enrollada? Observe que está suspendida en una telaraña. Aunque a primera vista se diría que fue arrastrada por el viento, esa hoja tiene algo especial.

Lo que usted tiene ante sus ojos es el singular refugio de la araña Phonognatha, una criatura en verdad sorprendente. Hasta donde se sabe, es la única araña que construye su hogar en una hoja, la cual enrolla y recubre por dentro con seda, el mismo material de su tela. ¿Utiliza cualquier hoja que arrastre el viento? Tal vez dé esa impresión, pero al examinarla con mayor detenimiento notamos que todo está bien planificado. La artista ha seleccionado con cuidado una hoja, quizás de entre las que yacen en el suelo, y cuando la ha enrollado en forma de espiral, la asegura con hebras para que no se desenrede.

Sin embargo, estas arañas no solo usan hojas para fabricar sus refugios. En los patios de las casas de zonas urbanas suelen utilizar pedazos de periódico, cartulina o boletos viejos. Por sorprendente que parezca, hasta llegan a elegir como hogar conchas de caracol, que en ocasiones pesan seis veces más que la inquilina.

Imagínese que queremos saber si la araña está en casa ahora mismo. Pues damos un golpecito a la hoja y, ¡aquí la tenemos! ¿La ve? De su interior sale una pequeña criatura de hermosos colores que desciende por su hilo de seda hasta el suelo. No se preocupe, no corremos peligro. Es inofensiva para el hombre, aunque le picará en el dedo si la trata con brusquedad.

De día, la araña suele descansar dentro de su hoja. Pero de noche, cuando hay más insectos en el ambiente, la verá agazapada a la entrada de su refugio. Desde ese observatorio vigila con cuidado su tela al mantener una de las patas sobre una “línea telegráfica”: un hilo especial que corre desde la hoja hasta el centro de la tela. En caso de que un insecto quede atrapado, la araña acudirá con rapidez, lo inmovilizará y se lo comerá.

Esta pequeña e ingeniosa tejedora es tan solo una de tantas criaturas fascinantes que habitan el monte bajo de Australia.