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¿Crece el rechazo a los impuestos?

¿Crece el rechazo a los impuestos?

¿Crece el rechazo a los impuestos?

“Cuanto más trabajo, más me quitan.” Proverbio babilonio (alrededor de 2300 antes de nuestra era).

“En este mundo no hay nada tan seguro como la muerte y los impuestos.” Benjamin Franklin, político estadounidense (1789).

CASI un tercio del sueldo que tanto le cuesta ganar a Reuben tiene por destino el pago de impuestos. “No sé adónde va a parar el dinero —se queja este vendedor—. Con tantos recortes presupuestarios, cada vez tenemos menos servicios.”

Nos guste o no, los impuestos forman parte de la vida. El escritor Charles Adams señala: “Desde el inicio de la civilización, los gobiernos han ideado todo tipo de tributos”. Estos han generado rechazo e incluso desatado revueltas. Los antiguos britanos, en pugna con Roma, alegaron: “Hubiéramos preferido que nos mataran a tener que vivir con la carga de un impuesto”. En Francia, la indignación que suscitó la gabela, tasa con que se gravaba la sal, fue uno de los detonantes de la Revolución francesa, en la que se guillotinó a los recaudadores. Asimismo, la política fiscal fue decisiva en la guerra de la Independencia estadounidense, lucha en la que se enfrentaron los colonos contra Gran Bretaña.

No sorprende, pues, que los impuestos sigan generando rechazo. A juicio de los entendidos, los sistemas tributarios de las naciones en desarrollo son “ineficaces” e “injustos”. Según cierto investigador, un país africano pobre contaba con “más de trescientos impuestos municipales, cuya gestión resultaba imposible incluso para la oficina más competente. Los procedimientos de recaudación y control, si los había, no funcionaban, [...] lo que favorecía la malversación”. El servicio de noticias de la BBC informó que funcionarios de un país asiático “gravaron ilegalmente decenas de actividades (desde el cultivo de bananas hasta la matanza de cerdos) a fin de mejorar la economía pública o llenar sus propios bolsillos”.

La brecha entre ricos y pobres agrava la situación. Según la revista de la ONU Africa Recovery, “una de las muchas diferencias económicas entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas es que las primeras subvencionan a los trabajadores del campo, mientras que las últimas los cargan de impuestos. [...] Los estudios del Banco Mundial indican que tan solo con los subsidios que se conceden en Estados Unidos, la exportación de algodón de África occidental se reduce en 250 millones de dólares al año”. Por ello, a las comunidades rurales de los países en desarrollo les indigna que sus gobiernos graven sus ya escasas ganancias. Un agricultor asiático afirma: “Cuando vienen [los funcionarios] por aquí, estamos seguros de que buscan dinero”.

Similar indignación se observó hace poco cuando el gobierno sudafricano decretó una contribución para las fincas del campo. Los perjudicados amenazaron con emprender acciones legales, pues, como dijo un portavoz, “agricultores y ganaderos se arruinarán, y aumentará el desempleo”. En ocasiones, el rechazo a los impuestos sigue provocando estallidos de violencia. Según la BBC, “dos campesinos [asiáticos] resultaron muertos el año pasado cuando la policía irrumpió en una aldea cuyos pobladores protestaban por las tasas excesivas”.

Pero los pobres no son los únicos que se resisten a pagar. Una encuesta realizada en Sudáfrica reveló que numerosos contribuyentes acomodados “no quieren pagar más, aunque esto suponga que las autoridades no mejoren los servicios necesarios”. Famosos del mundo de la música, el cine, el deporte y la política han aparecido en los titulares acusados de fraude fiscal. El libro The Decline (and Fall?) of the Income Tax (La decadencia [¿y caída?] del impuesto sobre la renta) observa: “Lamentablemente, nuestros más altos funcionarios, nuestros presidentes, también distan mucho de ser ejemplos que motiven a los ciudadanos comunes a obedecer las leyes fiscales”.

Tal vez usted también opine que los impuestos son excesivos, injustos e insoportables. ¿Cómo, pues, debe ver el pago de impuestos? ¿De verdad sirven para algo? ¿Por qué son los sistemas tributarios tan complejos y aparentemente tan injustos? Los siguientes artículos abordarán estas cuestiones.

[Ilustración de la página 4]

En los países en desarrollo, los pobres soportan una carga tributaria desproporcionada

[Reconocimiento]

Godo-Foto