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Alimentos de su propio huerto

Alimentos de su propio huerto

Alimentos de su propio huerto

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN LA REPÚBLICA CENTROAFRICANA

EN MUCHOS países, una preocupación diaria de las personas es dar de comer a sus familias. A menudo, esto resulta un auténtico desafío debido al elevado precio de verduras comunes. Sin embargo, hay quienes han hallado una solución relativamente sencilla: cultivar parte de sus propios alimentos.

Es muy posible que usted también desee tener su pequeño huerto. Tal vez no disponga de mucho terreno alrededor de su casa, pero quizás haya alguna parcela cerca que pueda utilizar para ese propósito. ¡Piense en todo el dinero que se ahorrará cultivando sabrosos y saludables alimentos! Además de brindarle la oportunidad de realizar un poco del ejercicio físico necesario, cuidar un huerto puede convertirse en una actividad familiar de la que disfruten sus hijos. Es más, cultivar la tierra resulta instructivo, pues enseña cualidades como la paciencia (Santiago 5:7). Y ver crecer las hortalizas también nos acerca al Creador de todas las cosas buenas (Salmo 104:14).

Ahora bien, no crea que cultivar sus propias verduras le costará poco trabajo o que los resultados serán rápidos. No obstante, con determinación y unos cuantos consejos, lo logrará.

Una familia supera el reto

Tomemos por ejemplo a Timothée y Lucie, un matrimonio cristiano que tiene dos hijos y vive en Bangui, capital de la República Centroafricana. Ellos descubrieron que plantar un huerto era una forma práctica y agradable de estirar sus modestos ingresos.

Cuando Lucie tenía 13 años, trabajaba al volver de la escuela y durante los fines de semana en un huerto que había al lado de su casa. Disfrutaba mucho viendo crecer las hortalizas. Sin embargo, no fue sino hasta años después que se le ocurrió cultivar uno para su familia. Hizo los preparativos para utilizar un terreno próximo que se usaba fundamentalmente como basurero, pero al que le vio posibilidades. Lejos de resultar una parcela de tierra echada a perder, la descomposición de la basura había generado con los años un suelo fértil para el cultivo. Lucie y Timothée decidieron transformar ese lugar en un fructífero huerto.

Los comienzos

Antes que nada tuvieron que investigar un poco. Hablaron con personas que sabían del cultivo de verduras y prestaron cuidadosa atención a sus recomendaciones. Como el terreno precisaba riego, incluso aprendieron cómo excavar su propio pozo. También fueron útiles los libros de horticultura.

Leyendo sobre la interrelación de las plantas descubrieron que algunas se ayudan mutuamente a crecer con fuerza, mientras que otras se entorpecen entre sí. Se dice que las zanahorias y los tomates son compañeros ideales en un huerto, y lo mismo sucede con el apio y la coliflor. Guisantes, pepinos, lechugas y cebollas tienen un “amigo” en común: el eneldo. Por el contrario, la lechuga verde y el perejil no se llevan bien, y las cebollas perjudicarán a las habichuelas verdes y los guisantes. Si las plantas se perjudican entre sí, se debilitan y se convierten en blanco fácil de plagas e insectos dañinos.

Timothée y Lucie también aprendieron que no era conveniente plantar en su parcela un único cultivo, pues si los insectos o las enfermedades lo atacaban, lo perderían todo. Una variedad de plantas bien escogidas contribuyó a reducir el riesgo. Las hierbas aromáticas y las flores aportaron colorido, vida y belleza al terreno, a la vez que atrajeron a abejas y otros insectos que son beneficiosos para el huerto.

Asimismo, este matrimonio halló formas de evitar el uso de pesticidas en sus cultivos. Aprendieron que con solo plantar ajo ya libraban a su huerto de ciertas plagas. *

Requirió mucho trabajo arduo y paciencia, pero ahora Timothée y Lucie disfrutan de un floreciente huerto que produce repollos, perejil, tomates, zanahorias, pepinos y berenjenas. ¡A veces recogen más verduras de las que la familia puede consumir!

Cultive su propio huerto

Pero tener un huerto propio no resulta práctico solo en África. En Alemania, por ejemplo, hay más de un millón de huertos próximos a las zonas urbanas. Llamados en ocasiones Schrebergaerten (en honor del médico alemán Daniel Schreber), este tipo de huertos son agrupaciones de pequeños terrenos (de 200 a 400 metros cuadrados) que alquilan quienes viven en la ciudad. Según cierto investigador, estos diminutos vergeles “desempeñan un papel importante en la producción de frutas y verduras frescas”. También cumplen la función de ser pequeños “paraísos” para los horticultores: un lugar donde trabajar y relajarse.

La Biblia promete que un día cercano la Tierra entera será un jardín, un verdadero paraíso (Lucas 23:43). Mientras tanto, quizás usted pueda encontrar una porción de terreno y disfrutar de la satisfacción de obtener alimentos de su propio huerto.

[Nota]

^ párr. 13 En el artículo “Horticultura orgánica”, de ¡Despertad! del 22 de marzo de 2002, hallará otras sugerencias para librar al huerto de plagas sin emplear pesticidas.

[Ilustración de la página 24]

Timothée y Lucie sacando agua para su huerto familiar

[Ilustración de la página 24]

Huertos particulares de Munich (Alemania)