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¿Por qué lo hacen?

¿Por qué lo hacen?

¿Por qué lo hacen?

“No lo veo como un hurto, sino como una redistribución de las riquezas sumamente necesaria.”—UN SACERDOTE ANGLICANO.

DE HABER algo de cierto en las leyendas, Robin Hood no sentía ningún escrúpulo al apropiarse de lo ajeno. Según la tradición inglesa, desvalijaba a los ricos para dar a los pobres. El clérigo citado al principio de este artículo también cree que la pobreza es razón suficiente para el hurto, y por ello dice lo siguiente de quienes sustraen mercancías de las tiendas: “Gozan de todas mis simpatías; de hecho, considero su conducta totalmente justificada”. Hasta recomienda a los grandes almacenes que abran sus puertas a los necesitados una vez al año y les dejen llevarse lo que quieran sin pagar.

Pero muchas veces este tipo de hurto no se debe a apuros económicos. Por ejemplo, la policía de Japón detuvo a dos de sus oficiales por este delito. En Estados Unidos, a un miembro de la junta directiva de una cooperativa alimentaria sin fines de lucro lo sorprendieron robando en la tienda de la asociación. Y no es raro que adolescentes con dinero en el bolsillo se apropien de artículos que no necesitan. ¿Por qué actúan así tales personas?

“Da gusto hacerlo”

Emoción. Miedo. Poder. Al igual que las dos muchachas del artículo anterior, algunas personas que roban en los comercios experimentan dichas sensaciones en grandes dosis, de modo que reinciden para volver a sumergirse en ese torbellino de emociones. Comentando lo que sintió la primera vez que cometió un hurto, una mujer dijo: “¡Qué emoción! Lo había logrado y era excitante”. Tras haberlo repetido varias veces, explicó cómo se sentía: “Estaba avergonzada de mí misma, pero también eufórica. Me sentía más viva que nunca. Cada vez que conseguía salir de una tienda sin ser descubierta, experimentaba una enorme sensación de poder”.

Un joven llamado Hector explica que, cuando dejó esta práctica, durante meses sintió el deseo casi irrefrenable de volver a las andadas. * “Me perseguía como una adicción. Si iba al centro comercial y veía un aparato de radio, pensaba: ‘Sería facilísimo llevármelo sin que me atraparan’.”

Algunas personas sustraen artículos que ni siquiera desean tan solo por la excitación que esto les produce. Un periódico de la India hace el siguiente comentario: “Los psicólogos señalan que estos individuos se comportan así por la emoción de hacer algo prohibido. [...] Algunos hasta devuelven lo que han robado”.

Otras razones

Entre los millones de personas que padecen depresión hay quienes la exteriorizan mediante conductas impropias, como robar en las tiendas.

A pesar de pertenecer a una familia estable y adinerada, una chica de 14 años sentía que la desesperación “era como una nube suspendida sobre [su] cabeza de la que no lograba librar[s]e”. Comenzó a consumir alcohol y diversas drogas. Un día la atraparon robando en una tienda. Luego trató de suicidarse en dos ocasiones.

Cuando un joven de pronto deja de comportarse bien y comienza a robar en las tiendas, los padres deben plantearse la posibilidad de que tenga problemas emocionales. El doctor Richard MacKenzie, especialista en salud de adolescentes, comentó: “Creo que todo tipo de conducta que resulte extraña en el hijo debe considerarse indicio de una posible depresión, a menos que se demuestre lo contrario”.

Algunos jóvenes roban en las tiendas incitados por sus compañeros, quizás como rito de iniciación para entrar en un círculo de amistades. Otros lo hacen para matar el aburrimiento. Y los rateros profesionales, para ganarse la vida. Sean cuales sean sus motivos, los amigos de lo ajeno sustraen todos los años de los establecimientos comerciales mercancías por valor de millones de dólares. Pero alguien tiene que correr con los gastos.

[Nota]

^ párr. 7 En este reportaje se han cambiado algunos nombres.

[Recuadro de la página 5]

CLEPTOMANÍA

“Desde la adolescencia he tenido problemas con llevarme cosas de las tiendas —relata Maria—. La inclinación fue cobrando tanta fuerza que llegué al punto de robar artículos por valor de 500 dólares todos los días.

”No es que me guste hacerlo, pero el impulso es muy fuerte. De verdad, quiero cambiar.” Como le resulta muy difícil controlarse, Maria sospecha que tal vez padezca cleptomanía.

La cleptomanía es la “tendencia neurótica a robar, particularmente sin razones económicas”. Las causas de este tipo de adicción no son simples, sino que parecen obedecer a profundos problemas emocionales.

Aunque a veces se emplea de forma imprecisa la palabra cleptómano para designar a cualquier ladrón empedernido, los médicos consideran que la verdadera cleptomanía no es frecuente. Según la Asociación Americana de Psiquiatría, menos del cinco por ciento de quienes roban en las tiendas padecen este trastorno. Por consiguiente, conviene ser cautos antes de afirmar que alguien comete este delito por cleptomanía. Quizás lo haga por otras razones.

[Ilustración de la página 5]

Si un hijo roba en las tiendas, los buenos padres tratarán de averiguar por qué