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Albarracín, un “nido de águila” muy especial

Albarracín, un “nido de águila” muy especial

Albarracín, un “nido de águila” muy especial

“Visite una de las ciudades más bonitas de España, visite Albarracín.” (José Martínez Ruiz, Azorín, escritor español [1873-1967])

ALBARRACÍN es única. ¿Qué singulariza a esta pequeña ciudad de la provincia de Teruel? Su geografía, su historia y sus bellos entornos. Por eso, el gobierno español la declaró monumento nacional en 1961, y en 2005, un grupo de cualificados expertos la eligieron como “el pueblo más bonito de España”.

Enclavada en las montañas del centro del país, esta antigua ciudad, de unos 1.000 habitantes, se encuentra rodeada de verdes prados regados por varios ríos y de una cadena montañosa con la que comparte nombre: la sierra de Albarracín.

Comida y agua en abundancia

En la antigüedad, sus pobladores llegaron atraídos por la abundancia de caza. Las pinturas rupestres que se han hallado demuestran que fueron buenos artistas y agudos observadores de la naturaleza. Entre sus dibujos figuran grandes bóvidos y otros animales coloreados con un pigmento blanco exclusivo de la zona. Los expertos creen que las cuevas, donde se pintaron escenas de la vida diaria, se utilizaban como lugares de reunión para celebrar ceremonias religiosas u otras actividades sociales.

En la actualidad, todavía abundan los ciervos, los jabalíes y la caza menor en la cercana reserva de los montes Universales. Y si hablamos de pesca, el Guadalaviar (“río Blanco” en árabe) es uno de los mejores ríos trucheros del país.

En el año 133 antes de nuestra era, los romanos subyugaron las tribus celtíberas y fundaron varios asentamientos en la región de Albarracín. Ya en el siglo primero, sus ingenieros construyeron una obra pública que figura entre las más complejas que edificaron en la península ibérica: un acueducto (1) de 18 kilómetros (12 millas). Su religión también dejó huella: un grabado descubierto en una lápida romana en la ciudad de Albarracín revela que se rendía culto al emperador.

Prosperidad bajo el dominio musulmán

Con la invasión musulmana en el siglo IX llegó la tribu bereber de los Banu Razin, de donde se cree que deriva el nombre de Albarracín. En la Edad Media, moros, judíos y cristianos convivieron juntos demostrándose respeto y tolerancia, lo que se tradujo en la época de mayor prosperidad de la villa.

Los artesanos fabricaban objetos primorosos, y es evidente que la medicina también tuvo su apogeo, pues se ha desenterrado un juego de instrumentos quirúrgicos que atestigua que los cirujanos incluso operaban cataratas. Albarracín continuó bajo el dominio musulmán hasta fines del siglo XII, cuando pasó a manos de una familia católica. Cabe destacar que es la única ocasión en la historia de España que un cambio de este tipo tuvo lugar de forma pacífica.

¿Cómo es hoy Albarracín? El visitante puede recorrer las callejuelas de su casco antiguo y apreciar cómo aún conserva intacto su viejo carácter medieval.

Su increíble perfil

El filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955) describió así Albarracín: “La ciudad que lanza a las alturas su increíble perfil alucinado”. Y qué descripción tan acertada, pues la ciudad se alza sobre una mole de piedra que se eleva unos 1.200 metros (4.000 pies) sobre el nivel del mar y a su vez está rodeada por un profundo tajo a modo de foso defensivo. Esta fortaleza natural ha protegido la ciudad a lo largo de los siglos y le ha ganado el sobrenombre de “nido de águila”.

Serpenteando por las angostas calles empedradas de la ciudad, el turista observará la cautivadora arquitectura de una época remota. Algunos de sus exponentes más destacados son el balcón esquinero, la casa de los Arzuriaga o casa azul (2), y la de la Julianeta (3). Esta última da la impresión de estar guardando el equilibrio en el cruce de dos calles.

Las casas antiguas están edificadas con madera y yeso —materiales mucho más ligeros que la piedra—, un factor clave si se construye sobre una cima. El visitante se siente atraído por las diminutas ventanas con sus cortinas de encaje y sus rejas (4). Aportan otra pincelada de distinción los aleros a punto de tocarse, los balcones de madera labrada y los originales picaportes, que a menudo adoptan formas de animales.

Todo el que padezca de vértigo debe evitar mirar al fondo del barranco cuando entre en una de las casas colgantes. Como la ciudad está encaramada en un gran peñasco y el espacio es reducido, se colocaron algunas de las casas justo al borde del tajo.

Corona la colina un castillo árabe, donde una vez estuvo el corazón de Albarracín. La torre del Andador es parte de la muralla original construida por los musulmanes en el siglo X. Otras construcciones de fechas más tardías son la catedral gótica (siglo XVI) y el ayuntamiento en forma de U, con sus pórticos de arcos de medio punto.

Maravillas de la naturaleza en sus cercanías

Albarracín tiene mucho más que ofrecer a los amantes de la naturaleza. La sierra posee una gran variedad de ecosistemas, con una generosa fauna y flora. Las fuentes, los manantiales y las cascadas salpican los montes poblados de árboles, y quienes acampan en estos parajes pueden disfrutar de noches estrelladas de suma belleza.

En la zona residen varias familias de testigos de Jehová. Los bellos alrededores les recuerdan la promesa bíblica de que bajo el Reino de Dios todos los seres humanos obedientes vivirán en un paraíso. Ese es el mensaje que procuran difundir entre sus vecinos (Salmo 98:7-9; Mateo 24:14).

Más de cien mil turistas pasean anualmente por las callejuelas de Albarracín. Si viene a España, no olvide visitar este “nido de águila” tan especial apostado entre montañas.

[Ilustraciones y recuadro de la página 18]

JOYAS ARTÍSTICAS

Esenciero de plata. Está dedicado por el rey moro Abdelmelik a su esposa Zahr, que en árabe significa “Flor”. Una inscripción dorada reza en parte: “Bendición perenne [...], ayuda divina y buena dirección hacia el bien y la equidad”. La pieza es una de las joyas en plata más preciadas del arte hispano musulmán.

Pez tallado en cristal de roca. Además de escamas labradas, perlas y rubíes que lo adornan, posee la boca de plata y las aletas de oro. Su talla es tan intrincada que los expertos piensan que un solo artesano no pudo haberlo cincelado en toda su vida.

[Reconocimientos]

Esenciero: Museo de Teruel. Foto Jorge Escudero; pez de cristal: Fundación Santa María de Albarracín

[Mapa de la página 16]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

PORTUGAL

ESPAÑA

MADRID

Albarracín

[Ilustración de la páginas 17]

1 acueducto

[Ilustraciones de la página 18]

2 la casa de los Arzuriaga o casa azul

3 la de la Julianeta

4 sus rejas

[Reconocimiento de la página 17]

© Ioseba Egibar/age fotostock