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La navegación automática

La navegación automática

La navegación automática

TODOS sabemos lo difícil que resulta moverse en una ciudad desconocida. Entonces, ¿cómo se orienta un navegante en el océano si no hay señales? El mero hecho de contar con una brújula no le es útil a menos que sepa cuál es su posición con relación al lugar de destino. No fue hasta la invención del sextante y el cronómetro marino en la década de 1730 que los navegantes pudieron calcular su ubicación exacta y trazar su rumbo en un mapa; pero el proceso era muy laborioso y tomaba horas.

Hoy, los automovilistas de muchos países circulan valiéndose de un aparatito relativamente económico conectado al sistema de posicionamiento global (GPS). Tan solo tenemos que introducir la dirección de destino, y el dispositivo se encarga de mostrarnos nuestra ubicación en una pantalla y de guiarnos hasta el lugar deseado. ¿Cómo funciona?

Los dispositivos de navegación satelital dependen de unos treinta satélites que emiten señales indicando su posición y la hora con una exactitud de milmillonésimas de segundo. En cuanto el receptor establece contacto con varios satélites, mide exactamente cuánto tarda en llegarle la señal. Con esta información, determina su posición. ¿No es asombrosa la complejidad de estos cálculos matemáticos? En pocos segundos, el receptor mide las distancias que lo separan de tres satélites, los cuales viajan a miles de kilómetros de altura en diferentes direcciones y a muchos kilómetros por segundo.

Los profesores Bradford Parkinson e Ivan Getting inventaron el GPS a principios de la década de 1960. Aunque se creó con fines militares, después se puso a disposición del público en general y alcanzó su plena operatividad en 1996. Un receptor de GPS es una maravilla de la tecnología, pero ¿fue el primer dispositivo automático de navegación?

[Reconocimiento de la página 8]

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