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Hablan los padres

Hablan los padres

Hablan los padres

Si usted tiene hijos en edad preescolar, seguramente va a encontrarse con situaciones difíciles: ¿qué hacer ante sus rabietas?, ¿cómo enseñarles a discernir lo bueno de lo malo?, ¿cómo corregirlos de forma equilibrada?, etc. Escuche lo que han dicho algunos padres.

LAS RABIETAS

“Durante la etapa de los ‘terribles dos’, el niño espera conseguir siempre lo que quiere. Nuestro hijo tenía ese problema. Si no lo complacíamos, tiraba cosas. Como era el primero, no teníamos experiencia con las rabietas. Y tampoco ayudaba que nos dijeran que ese tipo de comportamiento era normal.” (Susan, Kenia.)

“A los dos años, nuestra hija se tiraba al suelo a gritar, llorar, patalear... ¡Era desesperante! Intentar hablar con ella en ese momento no servía de nada. Entonces, mi esposo y yo la mandábamos a su cuarto y le decíamos calmadamente que cuando se tranquilizara podría salir y hablaríamos del asunto. Una vez que se le pasaba, uno de los dos iba y le explicaba por qué su comportamiento era inaceptable. Este método funcionó muy bien. Incluso, en cierta ocasión la oímos pidiéndole a Dios que la perdonara. Con el tiempo, las rabietas fueron disminuyendo hasta desaparecer.” (Yolanda, España.)

“Los niños tantean los límites para ver hasta dónde pueden llegar. Dejar que un niño haga algo que tiene claramente prohibido es enviarle un mensaje confuso. Como actuábamos con firmeza y no cambiábamos las reglas, nuestros hijos aprendieron poco a poco que con gritar no lograrían nada.” (Neil, Gran Bretaña.)

LA DISCIPLINA

“Es difícil saber cuánta atención presta un niño menor de cinco años a lo que le dicen. La clave está en la repetición. Hay que repetirle las cosas miles de veces, y usar gestos y un tono de voz firme.” (Serge, Francia.)

“Aunque nuestros cuatro hijos se criaron en el mismo ambiente, todos eran diferentes. Una lloraba con solo saber que nos había decepcionado, mientras que otra presionaba para ver hasta dónde podía llegar. Algunas veces les bastaba con una mirada o un regaño; en otras ocasiones teníamos que aplicarles una disciplina más severa.” (Nathan, Canadá.)

“Es importante hacer valer las reglas, pero sin ser dogmáticos o demasiado rígidos. Cuando el niño de verdad se siente mal por lo que ha hecho, es mejor ser razonables y suavizar la disciplina.” (Matthieu, Francia.)

“Trato de no imponer demasiadas reglas, pero las que existen no son negociables. Mi hijo de tres años sabe cuáles son las consecuencias de la desobediencia, y eso le ayuda a controlarse. Es cierto que cuando estoy cansada es más fácil pasar por alto sus malas acciones; pero sé que debo ser consecuente con las normas que he establecido, y por eso me obligo a tomar acción. Esa es la clave.” (Natalie, Canadá.)

SEA CONSECUENTE

“Parece que los niños tuvieran un chip de memoria que grabara cada vez que los padres actúan de una manera contradictoria.” (Milton, Bolivia.)

“A veces, nuestro hijo pide lo mismo de diferentes formas para ver si le damos la misma respuesta. O si yo digo una cosa y su madre dice otra, trata de colarse por ese hueco.” (Ángel, España.)

“Algunas veces pasaba por alto el mal comportamiento de mi hijo y otras lo disciplinaba con severidad, dependiendo del humor que tuviera; pero me di cuenta de que eso solo agravaba su mal comportamiento.” (Gyeong-ok, Corea.)

“Es importante que los niños entiendan que si una conducta es mala hoy, será mala siempre.” (Antonio, Brasil.)

“Si los padres no son consecuentes, el niño creerá que son imprevisibles, que sus decisiones dependen del humor que tengan en el momento; pero si se atienen a sus principios, los hijos sabrán que lo malo es siempre malo. Esta es una forma de brindarles seguridad y amor.” (Gilmar, Brasil.)

“Los niños se aprovechan de las situaciones en que parece que los padres no tienen más remedio que acceder a lo que piden, como cuando hay otras personas presentes. Si mi respuesta es no, desde el principio le dejo muy claro a mi hijo que no voy a cambiar aunque me ruegue.” (Chang-seok, Corea.)

“El padre y la madre deben formar un frente unido. Si mi esposa y yo no concordamos en algo, lo hablamos en privado. Los hijos detectan cuando sus padres no piensan igual sobre un asunto, y tratan de sacarle partido a la situación.” (Jesús, España.)

“El niño que sabe que sus padres están unidos y no se dejan manipular se siente seguro. Sabe qué esperar si es obediente o si es desobediente.” (Damaris, Alemania.)

“Para ser consecuentes, mi esposa y yo también cumplimos cuando le prometemos algo bueno a nuestra hija; así nos ganamos su confianza.” (Hendrick, Alemania.)

“Si mi jefe me cambiara constantemente las reglas del juego, me irritaría. Con los niños pasa lo mismo. Les da seguridad saber cuáles son las reglas del juego y que estas no van a cambiar, como tampoco van a cambiar las consecuencias de la desobediencia.” (Glenn, Canadá.)

[Comentario de la página 8]

“Que su signifique Sí, y su No, No.” (Santiago 5:12)

[Ilustraciones y recuadro de la página 9]

HISTORIAS FAMILIARES

Un embarazo no planeado

CÓMO NOS ADAPTAMOS

Relatado por Tom y Yoonhee Han

Tom: Solo llevábamos seis meses de casados cuando mi esposa descubrió que estaba embarazada. Mantuve la calma porque quería transmitirle la seguridad de que podía contar con mi apoyo, pero por dentro estaba muerto de miedo.

Yoonhee: Yo estaba desconsolada... y muy asustada. Lloré y lloré. Sentía que no estaba preparada para ser madre.

Tom: Ni yo estaba preparado para ser padre. Pero después de conversar con otros padres, nos dimos cuenta de que tener un embarazo no planeado era más común de lo que creíamos. También nos ayudó mucho oír hablar de las alegrías de ser padres. Poco a poco, el temor y la incertidumbre fueron dando paso a la ilusión.

Yoonhee: Cuando Amanda nació, atravesamos situaciones totalmente nuevas. Ella no paraba de llorar, y yo estuve semanas sin dormir. Perdí el apetito y experimenté fatiga extrema. Al principio no quería ver a nadie, pero luego comprendí que encerrándome en casa no arreglaba nada. Comencé a tratar con otras nuevas madres y a cambiar impresiones, lo que me hizo entender que yo no era la única que tenía inquietudes.

Tom: Hice todo lo posible por conservar la rutina familiar. Por ejemplo, como Yoonhee y yo somos testigos de Jehová, tomamos la determinación de seguir participando en el ministerio y no faltar a las reuniones cristianas. Y ya que la llegada de un niño implica gastos —algunos de ellos imprevistos⁠—, nos pusimos la meta de vivir dentro de nuestras posibilidades en vez de endeudarnos, pues las deudas solo aumentan la tensión.

Yoonhee: Al principio pensé que era mejor no ir al ministerio porque los bebés son revoltosos. Pero la verdad es que a la gente le encantan los bebés. Eso me ayudó a seguir activa y ver a mi hija con una actitud más positiva.

Tom: La Biblia dice que los hijos “son una herencia de parte de Jehová” y “un galardón” (Salmo 127:3). Para mí, esas palabras indican que los hijos son un regalo precioso. Y como sucede con toda herencia, solo hay dos posibilidades: invertirla bien, o malgastarla. Estoy aprendiendo que cada etapa del desarrollo de un niño es singular, y quiero ser parte de la vida de mi hija en cada una de ellas. Es una oportunidad que no se repetirá.

Yoonhee: A veces, la vida nos da sorpresas, y tener un hijo sin planearlo no es una sorpresa mala. Amanda tiene ya seis años, y no puedo imaginarme la vida sin ella.

[Ilustración]

Tom y Yoonhee con su hija, Amanda