Ir al contenido

Ir al índice

Buenos ejemplos: Pablo

Buenos ejemplos: Pablo

Buenos ejemplos: Pablo

El apóstol Pablo es honesto consigo mismo. Por eso admite con total franqueza: “Cuando deseo hacer lo que es correcto, lo que es malo está presente conmigo”. Sin embargo, él es un buen hombre y quiere hacer bien las cosas. “Verdaderamente me deleito en la ley de Dios conforme al hombre que soy por dentro”, escribe. Entonces, ¿cuál es el problema? “Contemplo [...] otra ley que guerrea contra la ley de mi mente y que me conduce cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Y claro, sus errores lo entristecen y lo llevan a exclamar: “¡Hombre desdichado que soy!” (Romanos 7:21-24).

¿Te pasa a ti lo mismo? ¿Te entristeces cuando ves que te equivocas? Recuerda que Pablo también se sintió así a veces. Pero como sabía que Cristo había muerto por todos nosotros para liberarnos del pecado, dijo: “¡Gracias a Dios mediante Jesucristo nuestro Señor!” (Romanos 7:25). Para él, el rescate era como un regalo que alguien le había hecho con mucho amor. Mira lo que dijo: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí” (Gálatas 2:20). Si tus errores te desaniman, piensa en el rescate. Jamás olvides que Cristo dio su vida por pecadores, y no por gente perfecta.