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¿Qué puedo hacer si me veo atrapado entre dos culturas?

¿Qué puedo hacer si me veo atrapado entre dos culturas?

CAPÍTULO 22

¿Qué puedo hacer si me veo atrapado entre dos culturas?

¿Son tus padres inmigrantes?

□ Sí □ No

¿Son la cultura o el idioma de tu casa diferentes a los de tu escuela?

□ Sí □ No

“Como buenos italianos, en casa todos son muy efusivos y cariñosos. Pero la gente de Gran Bretaña, donde vivimos ahora, es muy metódica y correcta. No me identifico con ninguna de las dos culturas: soy demasiado italiano para ser inglés, y demasiado inglés para ser italiano.” (Giosuè, residente en Gran Bretaña)

“En la escuela, mi maestro insiste en que le mire a la cara cuando me habla. Pero si hago lo mismo con mi padre, se molesta y dice que es de mala educación. Me siento atrapado entre dos culturas.” (Patrick, nacido en Francia de padres argelinos)

SI TUS padres son inmigrantes, probablemente no lo hayan tenido fácil. En un abrir y cerrar de ojos se encontraron en un lugar con costumbres distintas, donde la gente habla y se viste diferente. Y al no ser como los demás, es posible que algunos los trataran mal y que fueran víctimas del prejuicio.

¿Te ha pasado a ti lo mismo? Aquí tienes una lista con algunas dificultades a las que se enfrentan otros jóvenes en tu situación. Marca (✔) la que más te afecte a ti.

Las burlas. Noor era una niña cuando su familia emigró de Jordania a Estados Unidos. “La gente se reía de nosotros por nuestra forma de vestir —cuenta ella—. Y nosotros no entendíamos qué le veían los americanos de gracioso.”

La crisis de identidad. “Aunque nací en Alemania, mis padres son italianos —explica una joven llamada Nadia—, así que en la escuela hablaba alemán con acento. Para los otros niños era la ‘estúpida extranjera’. Sin embargo, cuando voy a Italia, dicen que hablo con acento alemán. No sé con quiénes identificarme. Vaya a donde vaya, soy una extraña.”

La brecha cultural entre padres e hijos. La familia de Ana emigró a Gran Bretaña cuando ella tenía ocho años. “Mi hermano y yo nos adaptamos a la vida en Londres enseguida —explica ella—. Pero a mis padres se les hizo bastante más difícil, pues habían vivido toda su vida en la pequeña isla portuguesa de Madeira.”

Voeun, hija de padres camboyanos, tenía tres años cuando su familia se mudó a Australia. “A mis padres les ha costado adaptarse —reconoce ella—. Es más, mi padre se molestaba mucho conmigo cada vez que yo no entendía su actitud o su forma de pensar.”

La barrera del idioma en el hogar. Ian tenía ocho años cuando emigró del Ecuador a Nueva York. Tras seis años en Estados Unidos, dice: “Hablo más inglés que español. Las clases son en inglés, mis amigos hablan inglés y mi hermano y yo nos comunicamos en inglés. Cada vez pienso más en inglés y menos en español”.

Una chica australiana llamada Lee, cuyos padres son camboyanos, comenta: “A la hora de explicarles a mis padres lo que pienso sobre algunas cuestiones, noto que no soy capaz de expresarme con total claridad en su idioma”.

Noor, citada antes, tenía un problema parecido. “Mi padre siempre insistía en que habláramos árabe en casa, pero nosotros no queríamos. Con todo lo que hacíamos, ¿también teníamos que aprender árabe? Nuestros amigos hablaban inglés. Los programas de televisión que nos gustaban estaban en inglés. ¿De qué nos servía el árabe?”

¿Hay algo que tú puedas hacer?

A estas alturas ya te habrás dado cuenta de que no eres el único que se enfrenta a estas dificultades. Pero ¿qué puedes hacer? Una opción sería tratar de borrar todo rastro de la cultura de tus padres para integrarte en la de tu país de adopción. Sin embargo, así ofenderías a tus padres y acabarías sintiéndote frustrado. Quizás te convenga más aprender a superar esas dificultades y sacar provecho a tus circunstancias. Veamos cómo.

No hagas caso de las burlas. Hagas lo que hagas, nunca serás del agrado de todo el mundo. Quienes disfrutan burlándose de los demás siempre encontrarán alguna excusa para hacerlo (Proverbios 18:24). Así que no gastes saliva intentando convencerlos de que están equivocados, pues como bien indicó el rey Salomón, “los burlones odian ser corregidos” (Proverbios 15:12, Nueva Traducción Viviente). Además, con sus burlas ponen al descubierto su propia ignorancia, y no tus supuestas faltas.

Resuelve tu crisis de identidad. Es natural querer sentir que uno pertenece a un grupo, ya sea una familia o una cultura específica. Pero no cometas el error de pensar que eso determina cuánto vales. Jehová no te juzga basándose en el origen o la cultura de tu familia, como sí hace mucha gente. “Dios no es parcial”, declaró el apóstol Pedro. Y luego añadió: “En toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35). Si de verdad quieres pertenecer a un grupo, preocúpate por agradar a Jehová Dios para que él te incluya en su familia (Isaías 43:10; Marcos 10:29, 30). Y siendo francos, ¿no es ese el mejor grupo al que puedes pertenecer?

Salva la brecha cultural en tu casa. En todas las familias hay diferencias de opinión entre padres e hijos, aunque en tu caso puede que esas diferencias sean mayores. Quizás tus padres quieran que vivas según sus costumbres, pero tú quieras vivir según las de tu nuevo entorno. Aun así, recuerda que para que te vaya bien en la vida, tienes que “honra[r] a tu padre y a tu madre” (Efesios 6:2, 3).

En lugar de rebelarte contra sus costumbres porque no van contigo, trata de entender por qué son tan importantes para ellos (Proverbios 2:10, 11). Pregúntate también: “¿Están sus costumbres condenadas por algún principio bíblico? Si no es así, ¿por qué me molestan? ¿Y cómo puedo explicárselo a mis padres sin ofenderlos?” (Hechos 5:29). Claro está, te será mucho más fácil honrar a tus padres —tratar de entender su forma de pensar y expresarles con respeto tu opinión— si hablas con fluidez su idioma.

Pon fin a la barrera del idioma. Muchos jóvenes terminaron dominando dos idiomas debido a que sus padres insistieron en que hablaran su lengua materna en casa. ¿Podrías ser tú uno de ellos? Tal vez puedas pedirles a tus padres que te enseñen también a escribir en su idioma. Stelios, por ejemplo, se crió en Alemania, pero su primera lengua es el griego. “Mis padres analizaban conmigo un texto bíblico todos los días. Lo leían en voz alta, y yo lo escribía. Hoy leo y escribo tanto en griego como en alemán.”

Pero ese no es el único beneficio. “Quise aprender el idioma de mis padres para estar más cerca de ellos en sentido emocional y, sobre todo, espiritual —explica Giosuè, mencionado antes—. Gracias a eso, yo los entiendo a ellos, y ellos me entienden a mí.”

¿Un muro, o un puente?

¿Cómo ves tus orígenes? ¿Como un muro que te separa de los demás? ¿No sería mejor verlos como un puente que te une a la gente? Los jóvenes cristianos tienen otra buena razón para verlos así: poder enseñarles a los inmigrantes las buenas noticias acerca del Reino de Dios (Mateo 24:14; 28:19, 20). “¡Es maravilloso ser capaz de explicar la Biblia en dos idiomas! —cuenta Salomão, un joven que vive en Londres desde los cinco años—. Casi había olvidado mi lengua materna, pero ahora que asisto a la congregación portuguesa, hablo inglés y portugués con fluidez.”

Noor vio que había mucha necesidad de evangelizadores que hablaran árabe. ¿Qué hizo ella? “Estoy tomando clases para recuperar lo que perdí. Mi actitud ha cambiado completamente: ahora quiero aprender y que me corrijan.”

No se puede negar que conocer bien dos culturas y hablar dos o más idiomas es una gran ventaja. Sin duda, te permite entender mejor los sentimientos de la gente de ambos orígenes y responder sus preguntas sobre Dios (Proverbios 15:23). Los padres de Preeti, por ejemplo, son de la India, pero ella nació en Gran Bretaña. “Al estar familiarizada con dos culturas —explica—, me siento más segura en mi predicación. Soy capaz de ponerme en el lugar de personas de ambos orígenes y, por tanto, sé lo que creen y cómo van a reaccionar.”

¿Por qué no tratas tú también de ver tus circunstancias como una ventaja? Recuerda que Jehová te ama por lo que eres, y no por tus orígenes o los de tus padres. Al igual que los jóvenes de este capítulo, podrías dar buen uso a tu conocimiento de la cultura de tus padres y ayudar a otros de su mismo origen a conocer al Dios imparcial y amoroso, Jehová. Hazlo y verás lo feliz que te sentirás (Hechos 20:35).

TEXTO BÍBLICO CLAVE

“Para Dios todos somos iguales.” (Hechos 10:34, Traducción en lenguaje actual)

UNA SUGERENCIA

Tómate con sentido del humor las burlas de tus compañeros y verás que no te afectan tanto. Hasta es probable que se aburran y dejen de burlarse de tus orígenes.

¿SABÍAS ESTO?

Hablar bien dos idiomas puede aumentar tus posibilidades de encontrar trabajo.

¡MANOS A LA OBRA!

¿Qué puedo hacer para aprender mejor el idioma de mis padres? ․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

● ¿Es posible que la cultura de tus padres haya influido en algunos rasgos de tu personalidad?

● ¿Qué ventajas tienes tú, a diferencia de otros jóvenes, por criarte entre dos culturas?

[Comentario de la página 160]

“Ayudar a otros me causa gran satisfacción. Puedo enseñar la verdad bíblica en ruso, francés y moldavo.” (Oleg)

[Ilustración de la página 161]

Aprovecha tus orígenes para tender puentes entre tú y quienes te rodean