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OBAMETAANTSI 3

“Noñakero paitarika irashi Tasorentsi”

“Noñakero paitarika irashi Tasorentsi”

EZEQUIEL 1:1

PIYOTERO OKA: ¡Ezequiel iñakero ishiakomento Tasorentsi!

1-3. a) ¿Paita iñakeri aisati ikemakeri Ezequiel? (Pamenero shiakaantsi intanakarori). b) ¿Jaanika ashitarori shiakaantsi iñakeri Ezequiel? ¿Paita abishimotakeriri Ezequiel?

EZEQUIEL mira a lo lejos; parece que hay algo más allá, en la llanura desértica. Está forzando la vista y, de repente, abre los ojos de par en par. No puede creer lo que ve: allá, en el horizonte, se está formando una tempestad, pero no es una tormenta común y corriente. Mientras un viento fuerte del norte agita su ropa y su pelo, ve un inmenso nubarrón que por dentro se ilumina con un fuego centelleante; un brillo que Ezequiel asocia con un metal precioso. * A medida que el nubarrón se aproxima rápidamente a Ezequiel, se escucha con más fuerza un estruendo parecido al de un ejército en plena marcha (Ezeq. 1:4, 24).

2 Esta es la primera de las muchas experiencias inolvidables que le esperan a Ezequiel, que para entonces tiene unos 30 años. Ahora siente sobre él “la mano de Jehová”, el inmenso poder del espíritu santo de Dios. Dicho espíritu hará que Ezequiel vea y escuche algo realmente espectacular, algo mucho más fascinante que los efectos especiales de cualquier película. Tanto le abrumará esta visión a Ezequiel que lo dejará tendido “rostro a tierra” (Ezeq. 1:3, 28).

3 Pero la intención de Jehová no es solo llenar de asombro a este hombre. La primera visión de Ezequiel —así como las demás que se registran en este emocionante libro profético— está cargada de significado, tanto para él como para los siervos actuales de Jehová. Por eso, prestemos mucha atención a lo que Ezequiel ve y escucha.

¿Jaoka okaratiri abisanake oka?

4, 5. Osarentsiki 616, ¿paita abisayetaintsiri?

4 Lea Ezequiel 1:1-3. Para empezar, tengamos claro el contexto histórico. Era el año 613 antes de nuestra era. Como vimos en el capítulo anterior, Ezequiel estaba en Babilonia con otros desterrados judíos. Vivía en una población cerca del río Kebar, que al parecer era un canal artificial navegable que nacía y desembocaba en el río Éufrates.

Ezequiel vivía cerca del río Kebar junto con otros desterrados judíos. (Vea el párrafo 4).

5 Jerusalén, la ciudad natal de los desterrados, estaba a unos 800 kilómetros (500 millas). * El templo, donde el padre de Ezequiel había sido sacerdote, estaba lleno de idolatría y de suciedad espiritual. El trono que había sido la sede de los gloriosos reinados de David y Salomón ahora solo daba vergüenza. El infiel rey Joaquín estaba con los desterrados en Babilonia. Y su sucesor, Sedequías, era un tipo malvado y un simple títere en el trono (2 Rey. 24:8-12, 17, 19).

6, 7. ¿Paita ibashiretantakari Ezequiel?

6 Para una persona de fe como Ezequiel, estos años debieron ser los más sombríos de su vida. Quizás otros desterrados judíos llegaron a pensar que Jehová ya no se acordaba de ellos. Tal vez creyeron que la malvada y poderosa Babilonia, junto con todos sus dioses, eliminaría la adoración pura de Jehová y el gobierno de Dios en la Tierra.

7 Con toda esta información en mente, ¿qué tal si comienza su estudio personal de la primera visión leyendo los versículos de esta vívida descripción? (Ezeq. 1:4-28). Mientras lo hace, póngase en el lugar de Ezequiel; trate de ver lo que él vio y de escuchar lo que él escuchó.

El río Éufrates a su paso por la región cercana a Carquemis. (Vea los párrafos 5 a 7).

Aparo shiakomentotsi onashita

8. ¿Paita iñakeri Ezequiel? ¿Paita oshiakantiri oka?

8 ¿Qué es lo que vio Ezequiel? Algo que parecía un vehículo enorme e impresionante, algo así como un carruaje. Tenía cuatro ruedas gigantes acompañadas de cuatro seres espirituales fuera de lo común; más tarde se aclara que esos seres son querubines (Ezeq. 10:1). Por encima de ellos se extiende una inmensa plataforma o superficie como de hielo, sobre la cual está el glorioso trono de Dios, ¡y el mismísimo Jehová está sentado allí! ¿Qué representa ese vehículo? El vehículo o carro de la visión de Ezequiel solo podría representar una cosa: la parte celestial de la gloriosa organización universal de Jehová. ¿Por qué decimos eso? Veamos tres factores que nos llevan a pensar así.

9. ¿Paita ayotakoteri iñakeri Ezequiel?

9 La posición de Jehová con relación a sus criaturas celestiales. Note que en esta visión, el trono de Jehová está por encima de los querubines. Otros versículos de la Biblia también representan a Jehová sentado en un trono sobre sus querubines o entre ellos (lea 2 Reyes 19:15; Éx. 25:22; Sal. 80:1). Es obvio que Jehová no está literalmente sentado encima de los querubines —como si estas poderosas criaturas tuvieran que transportarlo— ni necesita un carro para desplazarse. Más bien, esto significa que los querubines apoyan su soberanía y que él puede enviarlos a cualquier rincón del universo para que hagan realidad su voluntad. Al igual que todos los santos ángeles de Dios, los querubines son sus siervos o ministros y llevan a cabo las decisiones de Jehová (Sal. 104:4). Es como si Jehová fuera montado sobre todos ellos y los dirigiera como el gobernante y soberano que es. Y, en conjunto, forman un solo vehículo de enormes dimensiones.

10. Ishiakomentoki Tasorentsi, ¿ainirimpa apinto otsi inampire pajitachari querubin?

10 El vehículo no solo representa a los querubines. Ezequiel vio cuatro querubines. El número cuatro en la Biblia suele transmitir la idea de universalidad, de algo simétrico y completo. El hecho de que aparezcan cuatro querubines indica que en esta visión ellos representan a todos los hijos espirituales de Dios. Además, fíjese en que las ruedas y hasta los querubines están llenos de ojos, lo cual da a entender que todos los seres espirituales —y no solo esos cuatro querubines— están atentos a todo lo que sucede. Y lo que Ezequiel dice acerca del vehículo da a entender que es tan grande que hasta los imponentes querubines parecen pequeños (Ezeq. 1:18, 22; 10:12). Del mismo modo, la parte celestial de la organización de Jehová es inmensa, no se limita a cuatro querubines.

Ezequiel quedó impactado con la visión del carro celestial de Jehová. (Vea los párrafos 8 a 10).

11. Kemperi Ezequiel, ¿paita iñakeri Daniel? ¿Paita obameteeri oka?

11 Daniel tuvo una visión de los cielos muy parecida. El profeta Daniel vivió en la ciudad de Babilonia todos los años que duró el exilio y él también recibió una visión de los cielos. Curiosamente, el trono de Jehová en la visión de Daniel también tenía ruedas. Esta visión se centró en la innumerable familia espiritual que Jehová tiene en los cielos. Y es que el profeta vio una asombrosa cantidad de hijos espirituales de Dios de pie ante Jehová. Escribió: “Había mil millares [...] y diez mil veces diez mil”. Y, como parte del Tribunal celestial, cada uno de ellos tomó asiento en su lugar asignado (Dan. 7:9, 10, 13-18). ¿Verdad que es lógico pensar que el carro de la visión de Ezequiel representa al mismo conjunto de gloriosos seres espirituales?

12. ¿Paita okameetsatantari ashitoriatero iñakeri Ezequiel?

12 Jehová sabe que algo que nos protege a los seres humanos es enfocar nuestra mente en realidades espirituales, “las cosas que no se ven”, como las llamó el apóstol Pablo. ¿Por qué? Porque, como somos criaturas de carne y hueso, tendemos a pensar demasiado en “las cosas que se ven”, es decir, nuestras necesidades físicas e inquietudes diarias, que son temporales (lea 2 Corintios 4:18). Satanás se aprovecha de esa tendencia y nos presiona para que seamos personas carnales, que solo piensan en satisfacer sus deseos. Pero Jehová nos quiere, y nos ayuda a resistir esa presión. Con relatos como este de la profecía de Ezequiel, nos recuerda la impresionante grandeza de su familia celestial. ¡Qué imágenes tan impactantes!

Oitipee ishiakomento Tasorentsi

13, 14. a) Yora Ezequiel ¿paita ikantakotiri oitipee ishiakomento Tasorentsi? b) ¿Paita obameteeri oitipee ishiakomento Tasorentsi?

13 Ezequiel primero se centró en los cuatro querubines. Ya veremos en el capítulo 4 de este libro lo que estos seres y su aspecto tan especial nos enseñan sobre Jehová. Ahora bien, Ezequiel también vio las cuatro ruedas —justo al lado de los querubines—, que al parecer se ubicaban en cuatro puntos y formaban un cuadrado enorme (lea Ezequiel 1:16-18). Las ruedas brillaban como si fueran de crisólito, una piedra preciosa de color verde amarillento que puede ser transparente o translúcida.

14 La visión de Ezequiel pone de relieve las ruedas del carro. Imagínese: ¡un trono con ruedas! ¡Qué extraña combinación! Y es que los tronos de los reyes se suelen quedar en un mismo sitio. Claro, los reyes humanos no pueden ejercer su autoridad fuera de los límites de su territorio. Pero la soberanía de Jehová es totalmente distinta a la de cualquier gobierno humano. Ezequiel comprenderá muy pronto que el poder y la soberanía de Jehová no tienen límites (Neh. 9:6). ¡Este soberano puede ejercer su autoridad literalmente en cualquier lugar!

15. Aisati, ¿paita ikantakotirori Ezequiel oitipee ishiakomento Tasorentsi?

15 Ezequiel quedó impactado con el tamaño de las ruedas. Escribió: “Sus llantas tenían una altura que impresionaba”. Imaginemos a Ezequiel echando la cabeza hacia atrás para poder ver en el cielo las enormes y relucientes llantas o aros. Y fíjese en este curioso detalle sobre las ruedas: “Las llantas de las cuatro estaban llenas de ojos todo alrededor”. No obstante, lo más sorprendente de todo quizá sea la estructura de estas ruedas: “Su aspecto y su estructura eran como si hubiera una rueda dentro de otra rueda”. ¿Qué representaba esto?

16, 17. a) Aisati, ¿jaoka okantakari oitipee ishiakomento Tasorentsi? ¿Paita oshiakantiri oka? b) ¿Paita antiri ishiakomento Tasorentsi? ¿Paita obameteeri oka?

16 Todo parece indicar que cada rueda de la visión se componía, en realidad, de dos ruedas que formaban ángulos rectos al cruzarse por la parte central. Esto explicaría por qué funcionaban como dijo Ezequiel: “Cuando se movían, podían ir en cualquiera de las cuatro direcciones sin girar al avanzar”. ¿Qué nos enseña esto sobre el vehículo celestial que vio Ezequiel?

17 Con dimensiones tan descomunales, las ruedas recorrerían una gran distancia en una sola vuelta. Y es que la visión muestra que el vehículo se desplazaba a la velocidad del relámpago (Ezeq. 1:14). Además, estas sorprendentes ruedas que avanzan en todas direcciones revelan una capacidad extraordinaria para maniobrar, un sueño inalcanzable para cualquier ingeniero. Este vehículo cambia de dirección sin necesidad de frenar; es más, ¡ni siquiera tiene que girar! Eso sí: no se mueve a ciegas. Las llantas repletas de ojos transmiten la idea de que a este vehículo no se le escapa nada, puede mirar a todos lados.

Las ruedas eran gigantescas y se movían a una velocidad increíble. (Vea el párrafo 17).

18. Tempa oitipee ishiakomento Tasorentsi irointini antyaroite aisati otimini okipee, ¿paita obameteeri oka?

18 ¿Qué quería Jehová que entendieran Ezequiel y todo su pueblo fiel sobre la parte celestial de su organización? Repasemos lo que ya hemos aprendido sobre ella. Es impresionante y gloriosa, como lo indican las dimensiones y el brillante material de las ruedas. Está al tanto de todo, como lo indica la gran cantidad de ojos que tienen las ruedas. De hecho, los ojos de Jehová lo ven todo (Prov. 15:3; Jer. 23:24). Además, Jehová cuenta con millones y millones de ángeles, quienes, bajo sus órdenes, pueden ir a cualquier rincón del universo, fijarse muy bien en lo que sucede y volver para informar a su Soberano (lea Hebreos 1:13, 14).

El diseño de las ruedas hace pensar en una perfecta capacidad para maniobrar. (Vea los párrafos 17 y 19).

19. Tempa ishiakomento Tasorentsi oshiye osheki, ¿paita obametakoteeri Yioba aisati ishaninkapee inkitesati?

19 También aprendimos que este es el carro más rápido y maniobrable que existe. ¡Y qué gran diferencia hay entre la parte celestial de la organización de Jehová y los gobiernos, instituciones y organizaciones de este mundo! Las entidades humanas suelen ir a ciegas. Además, incapaces de adaptarse a los cambios de circunstancias, acaban desapareciendo de golpe y porrazo, o se van quedando desfasadas. En contraste con ellas, el carro de Jehová refleja a la perfección lo razonable y flexible que es el Dios que lo controla. Su mismo nombre lo confirma: él puede convertirse en lo que sea necesario a fin de cumplir su propósito (Éx. 3:13, 14). Por ejemplo, puede convertirse rápidamente en un poderoso guerrero que pelea a favor de su pueblo, pero en un instante puede volverse un Dios misericordioso que perdona los pecados y que cuida y reaviva hasta al más destrozado de los pecadores arrepentidos (Sal. 30:5; Is. 66:13).

20. ¿Paita obameteeri ishiakomento Tasorentsi?

20 Llegados a este punto de la visión de Ezequiel, cada uno hace bien en preguntarse: “Y a mí, ¿me llena de admiración y respeto el carro de Jehová?”. Recordemos que el carro representa una realidad vigente. Que nunca se nos pase por la cabeza que Jehová, su Hijo y los ángeles cierran los ojos ante cierta situación que nos roba el ánimo. Tampoco nos preocupemos pensando que nuestro Dios tardará en darnos lo que necesitamos o que su organización no podrá adaptarse a cualquier cosa que pueda surgir en este mundo tan inestable. Haremos bien en recordar que la organización de Jehová está activa, que siempre está en marcha. De hecho, Ezequiel oyó una voz que gritó “¡Ruedas!”, que al parecer es una orden dirigida a las ruedas para que entren en movimiento (Ezeq. 10:13). ¿No es asombroso ver cómo Jehová mueve su organización? Claro está, lo más impresionante de todo es el propio Jehová.

¿Jaanika jibakantirori?

21, 22. ¿Paita omatantari oshebata ishiakomento Tasorentsi?

21 A continuación, Ezequiel se centró en lo que estaba por encima de aquellas ruedas, y entonces vio “una especie de plataforma que brillaba como el hielo y era impresionante” (Ezeq. 1:22). Muy por encima de los querubines, se extendía la plataforma translúcida que brillaba con todo su esplendor. Puede que a los lectores que entienden de mecánica les surjan ahora muchas preguntas. Por ejemplo, ¿qué hay encima de la plataforma que está sobre las ruedas? ¿Y cómo funcionan las ruedas, si no tienen ejes que las unan? No olvidemos que este vehículo no se rige por leyes físicas, pues es simbólico; es una representación de algo que existe en la región espiritual. Fijémonos también en esta importante afirmación: “El espíritu que actuaba en los seres vivientes también estaba en las ruedas” (Ezeq. 1:20, 21). ¿A qué espíritu se refieren estas palabras?

22 Sin lugar a dudas, se trata del espíritu santo de Jehová, la fuerza más poderosa del universo. Esta fuerza activa es la fuente de energía del vehículo, es la que mantiene unidas sus partes y dirige sus movimientos perfectamente sincronizados. Y ahora Ezequiel se fija en el que está al mando. Prestemos atención a lo que ve.

Ezequiel tuvo que buscar palabras para describir escenas casi indescriptibles

23. ¿Paita ikantayetakeri Ezequiel? ¿Paita ikantantakari oka?

23 Lea Ezequiel 1:26-28. Al contar esta visión, Ezequiel repite expresiones como “parecía”, “parecido” y “algo así como”. Pero en estos versículos las utiliza todavía más. Da la impresión de estar tratando de encontrar palabras para describir escenas casi indescriptibles. Vio que “había algo así como una piedra de zafiro, que parecía un trono”. Intente imaginar un trono esculpido en una enorme piedra de zafiro azul oscuro. Y, sentado en ese trono, había alguien importante, “alguien que parecía un ser humano”.

24, 25. a) ¿Paita akenkeshireakotajiri sabirentsi? b) Yorajei kemisantatsiniri iñakeri kemperi Ezequiel, ¿jaoka ikantashirejeitakari?

24 Aquella majestuosa figura no se podía ver con todo detalle. Y es que Jehová irradiaba destellos de gloria de la cintura para abajo y de la cintura para arriba. Podemos imaginarnos al profeta con los ojos entreabiertos, protegiéndolos con su mano del brillo deslumbrante mientras observa esa gloriosa figura. Ahora la visión cierra con broche de oro; Ezequiel ve algo fascinante: “Alrededor de él había un resplandor como el del arcoíris en las nubes de un día lluvioso”. ¿Alguna vez se ha quedado boquiabierto al contemplar un arcoíris? ¡Con cuánta fuerza nos recuerda lo glorioso que es nuestro Creador! Este colorido arco en el cielo, que da una sensación de tranquilidad, también nos recuerda el pacto de paz que Jehová estableció tras el Diluvio (Gén. 9:11-16). Así es, el Altísimo irradia poder y a la vez es un Dios de paz (Heb. 13:20). En su corazón reina la paz, y él se la brinda a todos los que lo adoran fielmente.

El glorioso arcoíris alrededor del trono de Jehová nos recuerda que servimos al Dios de la paz. (Vea el párrafo 24).

25 ¿Cómo reaccionó Ezequiel ante tal representación de la gloria de Jehová Dios? El profeta nos cuenta: “Cuando lo vi, caí rostro a tierra”. Lleno de asombro y temor reverencial, Ezequiel cae al suelo. Otros profetas reaccionaron de un modo parecido al recibir visiones de parte de Jehová; con una experiencia así, cualquiera se siente insignificante y abrumado de emoción (Is. 6:1-5; Dan. 10:8, 9; Apoc. 1:12-17). Con todo, esos hombres terminaron muy fortalecidos por lo que Jehová les reveló. Y seguro que a Ezequiel le pasó lo mismo. Y en nuestro caso, ¿qué efecto debería tener en nosotros la lectura de este tipo de pasajes bíblicos?

26. ¿Paita obametakerori iñakeri Ezequiel?

26 Si Ezequiel estaba inquieto y preocupado por la situación que sufría el pueblo de Dios en Babilonia, aquella visión debió fortalecerlo mucho. Sin importar que el pueblo fiel de Dios estuviera en Jerusalén o en Babilonia, nunca estaría fuera del alcance del deslumbrante carro de Jehová. Ninguna fuerza diabólica puede oponer resistencia al Dios que está al mando de una gloriosa organización celestial como esta (lea Salmo 118:6). Además, Ezequiel vio que el vehículo celestial no estaba lejos de los seres humanos. ¡Sus ruedas hasta tocaban el suelo! (Ezeq. 1:19). De modo que Jehová seguía muy pendiente del pueblo suyo que estaba desterrado. Siempre estarían al alcance del cuidado tierno y protector de su Padre.

¿Paita ayotakotantari ishiakomento Tasorentsi?

27. Meeka, ¿jaoka onkantyari amitakotanteeri iñakeri Ezequiel?

27 ¿Tiene algo que ver con nosotros la visión de Ezequiel? ¡Por supuesto que sí! No olvidemos que Satanás está preparando ataques cada vez más intensos contra la adoración pura de Jehová. Le encantaría convencernos de que estamos solos, aislados, fuera del alcance de nuestro Padre celestial y su organización. ¡Nunca permitamos que esas mentiras echen raíces en nuestra mente o en nuestro corazón! (Sal. 139:7-12). Igual que Ezequiel, tenemos razones de sobra para llenarnos de admiración y respeto. Quizá no caigamos rostro a tierra como él. Pero seguro que la parte celestial de la organización universal de Jehová nos deja muy impresionados. Vemos su grandeza, poder y velocidad, así como su capacidad para maniobrar y adaptarse a las circunstancias.

28, 29. Osarentsiki 1914 irosati meeka, ¿paita akantantari oshebata ishiakomento Tasorentsi?

28 Tampoco olvidemos que la organización de Jehová tiene una parte terrestre. Es cierto que esa parte está compuesta por seres humanos imperfectos; pero pensemos en lo que Jehová ha llevado a cabo en la Tierra. Por todo el mundo ha impulsado a simples seres humanos a hacer cosas que no podrían haber hecho por sí mismos (Juan 14:12). ¿Qué tal si le echamos un vistazo al libro El Reino de Dios ya está gobernando? Esto nos ayudaría a recordar el sorprendente alcance que ha tenido la predicación en los últimos cien años. También nos permitiría darnos cuenta de que la organización de Jehová ha dado pasos gigantes en campos como la educación cristiana, las batallas y victorias legales, y hasta en el uso de los adelantos tecnológicos para cumplir la voluntad divina.

29 Ciertamente, se ha logrado mucho en la labor de restaurar la adoración pura en los últimos días de este malvado sistema. Esto nos confirma que el carro de Jehová sigue en marcha. ¡Y pensar que formamos parte de esa organización y servimos al gran Soberano! ¡Qué honor tan grande! (Sal. 84:10).

La parte terrestre de la organización de Jehová siempre está en marcha. (Vea los párrafos 28 y 29).

30. ¿Paita ayoteri otsipaniki yotaantsi?

30 Pero aún podemos extraer más lecciones de la visión de Ezequiel. En el siguiente capítulo hablaremos con más detenimiento de los cuatro “seres vivientes” o querubines. ¿Qué nos enseñan estas extraordinarias criaturas acerca de nuestro glorioso Soberano, Jehová Dios?

^ párr. 1 Ezequiel se refiere al electro, una aleación de plata y oro.

^ párr. 5 Esa era la distancia en línea recta, pero la ruta que probablemente siguieron los desterrados era casi el doble de larga.