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Demuestre amor y respeto controlando su lengua

Demuestre amor y respeto controlando su lengua

Demuestre amor y respeto controlando su lengua

“Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo.” (EFESIOS 5:33.)

1, 2. ¿Qué importante pregunta deben hacerse todas las personas casadas, y por qué?

 SUPONGA que recibe un paquete envuelto en papel de regalo con una etiqueta que dice “Frágil”. ¿Cómo lo trataría? Sin duda tendría mucho cuidado para no dañarlo. Ahora piense en otro valioso regalo: el matrimonio.

2 Noemí, una viuda israelita, dijo en cierta ocasión a dos mujeres jóvenes llamadas Orpá y Rut: “Que Jehová les haga una dádiva, y de veras hallen un lugar de descanso, cada cual en la casa de su esposo” (Rut 1:3-9). Respecto al valor de una buena esposa, la Biblia afirma: “La herencia de parte de los padres es una casa y riqueza, pero la esposa discreta es de parte de Jehová” (Proverbios 19:14). Si usted está casado, debe ver a su pareja como una dádiva de parte de Jehová. Por eso, ¿cómo está tratando ese regalo que Dios le ha dado?

3. ¿Qué consejo de Pablo hacen bien en aplicar ambos cónyuges?

3 El apóstol Pablo escribió lo siguiente a los cristianos del siglo primero: “Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa tal como se ama a sí mismo; por otra parte, la esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:33). Veamos cómo pueden ambos cónyuges aplicar este consejo a la forma en que se hablan el uno al otro.

La lengua, “ingobernable y perjudicial”

4. ¿Cómo es que la lengua puede tener un efecto positivo o negativo?

4 El escritor bíblico Santiago señala que la lengua es una “cosa ingobernable y perjudicial” que “está llena de veneno mortífero” (Santiago 3:8). Santiago estaba al tanto de esta verdad esencial: una lengua ingobernable es destructiva. De seguro conocía bien el proverbio inspirado que compara las palabras dichas sin pensar a “las estocadas de una espada”. Sin embargo, el mismo proverbio declara que “la lengua de los sabios es una curación” (Proverbios 12:18). Así es, las palabras tienen mucho poder. Pueden herir y pueden sanar. ¿Qué efecto tienen sus palabras en su cónyuge? Si usted le hiciera esta pregunta a su pareja, ¿qué respuesta daría él o ella?

5, 6. ¿Qué factores hacen que a algunas personas les resulte difícil controlar la lengua?

5 ¿Se ha infiltrado el habla hiriente en su matrimonio? En tal caso, usted puede hacer mucho para mejorar la situación. Pero eso va a requerir esfuerzo. ¿Por qué? Para empezar, porque tenemos que luchar contra nuestra carne imperfecta. El pecado heredado ejerce una influencia negativa en lo que pensamos de los demás y en cómo les hablamos. “Si alguno no tropieza en palabra —escribió Santiago—, este es varón perfecto, capaz de refrenar también su cuerpo entero.” (Santiago 3:2.)

6 Además de la imperfección humana, el ambiente familiar es otro factor implicado en el mal uso de la lengua. Algunas personas se han criado en hogares con padres “no dispuestos a ningún acuerdo, [...] sin autodominio, feroces” (2 Timoteo 3:1-3). A menudo, los niños que crecen en este ambiente manifiestan esas mismas características cuando se hacen adultos. Claro está, ni la imperfección ni la crianza justifican que alguien recurra a palabras hirientes. Sin embargo, tener en cuenta estos factores nos ayuda a entender por qué a algunas personas les resulta tan difícil controlar la lengua.

‘Deseche toda difamación’

7. ¿Qué quiso decir Pedro cuando animó a los cristianos a ‘desechar toda difamación solapada’?

7 Sea cual sea la causa, dirigir palabras ásperas al cónyuge puede revelar falta de amor y respeto por él. Así pues, Pedro tenía buenas razones para animar a los cristianos a ‘desechar toda difamación solapada’ (1 Pedro 2:1). El término griego traducido “difamación solapada” significa “palabra insultante”. Transmite la idea de “disparar palabras al prójimo”. ¡Qué buena descripción de los efectos de una lengua sin freno!

8, 9. ¿Qué es probable que ocurra cuando los cónyuges se insultan, y por qué deben evitar las palabras hirientes?

8 Insultarse quizá no parezca tan grave, pero piense en lo que puede provocar. Cuando alguien llama a su cónyuge “estúpido”, “holgazán” o “egoísta”, está resumiendo toda su personalidad en una sola etiqueta que lo único que hace es degradarlo. Sin duda, eso es una crueldad. ¿Y qué puede decirse de las afirmaciones que subrayan los defectos del esposo o la esposa? ¿Verdad que frases como “Siempre llegamos tarde por tu culpa” o “Nunca me escuchas” son realmente exageraciones? Lo más seguro es que el otro se ponga a la defensiva y los dos terminen envueltos en una riña acalorada (Santiago 3:5).

9 Cuando los cónyuges no dejan de atacarse en sus conversaciones, el matrimonio se ve sometido a mucha tensión, y las consecuencias pueden ser muy graves. Proverbios 25:24 dice: “Mejor es morar en un rincón de un techo que con una esposa contenciosa, aunque en una casa en común”. Por supuesto, lo mismo puede decirse de un esposo que siempre está discutiendo. Con el tiempo, las palabras hirientes socavarán la relación, y tal vez hagan que el otro no se sienta amado o incluso se convenza de que no merece que lo amen. Como hemos visto, controlar la lengua es sumamente importante. Pero ¿cómo se puede lograr?

‘Refrene su lengua’

10. ¿Por qué es importante refrenar la lengua?

10 “La lengua —dice Santiago 3:8—, nadie de la humanidad puede domarla.” Sin embargo, tal como un jinete usa las riendas para refrenar al caballo, nosotros debemos hacer todo lo posible por refrenar la lengua. “Si a un hombre le parece que es adorador formal, y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre es vana.” (Santiago 1:26; 3:2, 3.) Estas palabras indican que el uso que usted le dé a la lengua es un asunto muy serio. En realidad, no solo repercute en su relación marital, sino también en su relación con Jehová Dios mismo (1 Pedro 3:7).

11. ¿Qué se puede hacer para que un simple desacuerdo no se convierta en una discusión acalorada?

11 Por lo tanto, es importante que usted se fije en cómo le habla a su cónyuge. Si surge una situación estresante, haga lo posible por aliviar la tensión. Veamos un episodio de la vida de Isaac y su esposa, Rebeca, que se registra en Génesis 27:46–28:4: “Rebeca siguió diciendo a Isaac: ‘He llegado a aborrecer esta vida mía a causa de las hijas de Het. Si alguna vez Jacob toma esposa de las hijas de Het como estas de las hijas del país, ¿de qué me sirve la vida?’”. No hay ninguna indicación de que Isaac le respondiera con aspereza. Más bien, envió a su hijo Jacob a una tierra distante para buscar una esposa que temiera a Dios y que no llegara a ser una fuente de angustia para Rebeca. Suponga que se produce un desacuerdo entre los cónyuges. A la hora de hablar, quizá sea suficiente con emplear el “yo” en lugar del “tú” para evitar que una pequeña desavenencia se convierta en una discusión acalorada. Por ejemplo, en vez de decir “¡Tú nunca estás conmigo!”, ¿por qué no decir “Yo quisiera que pasáramos más tiempo juntos”? Concéntrese en el problema, no en la persona. Resista el impulso de determinar quién tiene la razón y quién no. “Sigamos tras las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificación mutua”, nos recuerda Romanos 14:19.

Evite “toda amargura maliciosa y cólera e ira”

12. Para controlar la lengua, ¿qué debemos pedir en oración, y por qué?

12 Para refrenar la lengua, no basta con vigilar lo que decimos. Al fin y al cabo, las palabras proceden en realidad del corazón, no de la boca. Jesús explicó: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón produce lo bueno; pero el hombre inicuo produce lo que es inicuo de su tesoro inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca” (Lucas 6:45). Por consiguiente, para controlar la lengua es necesario pedir en oración lo mismo que pidió David: “Crea en mí hasta un corazón puro, oh Dios, y pon en mí un espíritu nuevo, uno que sea constante” (Salmo 51:10).

13. ¿Cómo pueden la amargura maliciosa, la cólera y la ira llevarnos a hablar injuriosamente?

13 En este mismo sentido, Pablo instó a los cristianos de Éfeso a evitar, no solo las palabras ásperas, sino también los sentimientos que hay tras ellas. Escribió: “Que se quiten toda amargura maliciosa y cólera e ira y gritería y habla injuriosa, junto con toda maldad” (Efesios 4:31). Observe que antes de mencionar la “gritería y [el] habla injuriosa”, el apóstol se refirió a la “amargura maliciosa y cólera e ira”. La rabia contenida puede explotar en un estallido de palabras hirientes. Por eso, pregúntese: “¿Guardo amargura o ira en el corazón? ¿Estoy ‘dispuesto a la furia’?” (Proverbios 29:22). Si eso es cierto en su caso, pídale a Dios que le ayude a vencer esas tendencias y a manifestar autodominio, pues así podrá evitar los arranques de ira. Salmo 4:4 aconseja: “Agítense, pero no pequen. Digan lo que quieran en su corazón, sobre su cama, y callen”. Cuando los ánimos estén caldeados y tema no poder controlarse, siga la exhortación de Proverbios 17:14: “Antes que haya estallado la riña, retírate”. En efecto, aléjese de la situación hasta que se sienta más calmado.

14. ¿Cómo perjudica el resentimiento al matrimonio?

14 No es fácil controlar la cólera, sobre todo cuando brota de lo que Pablo llamó “amargura maliciosa”. El apóstol empleó un vocablo griego que se define como “un resentimiento imborrable, como el espíritu que se niega a aceptar la reconciliación”. El término también describe “un rencor que lleva cuenta de los agravios”. Algunas veces, la hostilidad entre los esposos flota en el ambiente como una densa niebla que persiste durante largo tiempo. Cuando un motivo de queja no se ha aclarado por completo, puede hacer que la persona herida trate con frialdad a su cónyuge. Pero de nada vale guardar resentimiento por faltas anteriores. Como dice el refrán: Lo pasado, pasado, y lo mal hecho, perdonado. Recuerde: el amor “no lleva cuenta del daño” (1 Corintios 13:4, 5).

15. ¿Qué deben hacer las personas acostumbradas a hablar con rudeza si quieren abandonar ese hábito?

15 ¿Y si usted tiene la costumbre de hablar con rudeza porque se crió en una familia donde eso era lo habitual? No piense que no va a poder cambiar. Usted ya se ha fijado límites en otros campos de la vida y se ha determinado a no actuar de cierto modo. Entonces, ¿dónde fijará el límite a la hora de hablar? ¿Se detendrá antes de que sus palabras se vuelvan ofensivas? Póngase el límite descrito en Efesios 4:29: “No proceda de la boca de ustedes ningún dicho corrompido”. Para ello, debe “[desnudarse] de la vieja personalidad con sus prácticas, y [vestirse] de la nueva personalidad, que mediante conocimiento exacto va haciéndose nueva según la imagen de Aquel que la ha creado” (Colosenses 3:9, 10).

El “habla confidencial”, imprescindible en su matrimonio

16. ¿Por qué hace tanto daño al matrimonio la táctica de no dirigirse la palabra?

16 Poco se logra —y mucho se pierde— cuando un cónyuge recurre a la táctica de no dirigirle la palabra al otro. Es posible que no siempre lo haga para castigar a su pareja, sino porque se siente demasiado frustrado o desanimado. Pero al negarse a hablar, lo único que se consigue es aumentar la tensión, y el problema queda sin resolverse. Cierta esposa lo expresó así: “Cuando por fin nos hablamos, ya no volvemos a tocar el tema”.

17. ¿Qué deben hacer los cristianos que tienen problemas matrimoniales?

17 Cuando la tensión persiste en el matrimonio, no hay soluciones fáciles. Proverbios 15:22 declara: “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial, pero en la multitud de consejeros hay logro”. Por lo tanto, usted debe sentarse con su cónyuge y hablar del asunto. Por encima de todo, escuche lo que le diga con un corazón receptivo y una mente abierta. Si eso parece imposible, ¿por qué no pedir ayuda a los ancianos de la congregación cristiana? Estos hombres conocen bien las Escrituras y tienen experiencia en aplicar los principios bíblicos. Por eso se dice que son “como escondite contra el viento y escondrijo contra la tempestad de lluvia” (Isaías 32:2).

Una batalla que puede ganarse

18. ¿Qué lucha se describe en Romanos 7:18-23?

18 Dominar la lengua es una lucha continua, y lo mismo puede decirse de controlar nuestras acciones. El apóstol Pablo describió así su propia batalla: “Sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno mora; porque la facultad de desear está presente conmigo, pero la facultad de obrar lo que es excelente no está presente. Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. Ahora, pues, si lo que no deseo es lo que hago, el que lo obra ya no soy yo, sino el pecado que mora en mí”. Debido a “la ley del pecado que está en [nuestros] miembros”, todos tendemos a usar mal la lengua (Romanos 7:18-23). Sin embargo, esa es una batalla que debemos pelear y que, con la ayuda de Dios, podemos ganar.

19, 20. ¿Cómo ayuda el ejemplo de Jesús a ambos cónyuges a refrenar su lengua?

19 En una relación que se caracteriza por el amor y el respeto, no hay lugar para las palabras irreflexivas o ásperas. Piense en el ejemplo de Jesucristo. El Hijo de Dios nunca habló con rudeza a sus discípulos. Por ejemplo, durante la última noche de su vida terrestre, sus apóstoles discutieron sobre quién de ellos era el más importante, pero ni siquiera en esa ocasión los regañó con aspereza (Lucas 22:24-27). La Biblia exhorta a los hombres casados: “Continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella” (Efesios 5:25).

20 Pero ¿y la esposa? Ella “debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:33). ¿Acaso gritaría o insultaría a su marido una esposa que siente respeto por él? “Quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo —escribió Pablo—; a su vez, la cabeza de la mujer es el varón; a su vez, la cabeza del Cristo es Dios.” (1 Corintios 11:3.) Por lo tanto, las esposas deben seguir el modelo de Cristo y respetar la autoridad de su cabeza (Colosenses 3:18). Es cierto que ningún ser humano imperfecto puede imitar a la perfección a Jesús. Pero si ambos cónyuges se esfuerzan por “[seguir] sus pasos con sumo cuidado”, ganarán la batalla contra el mal uso de la lengua (1 Pedro 2:21).

¿Qué ha aprendido?

¿Cómo perjudica al matrimonio una lengua ingobernable?

• ¿Por qué es tan difícil dominar la lengua?

• ¿Qué nos ayudará a controlar nuestras palabras?

• ¿Qué deben hacer quienes tengan problemas matrimoniales?

[Preguntas del estudio]

[Ilustración de la página 24]

Los ancianos dan ayuda basada en la Biblia