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Compasión en medio de un mundo cruel

Compasión en medio de un mundo cruel

Compasión en medio de un mundo cruel

EN Burundi, un hombre enferma gravemente de paludismo y necesita con urgencia que lo atiendan en un hospital. Pero, en vista de que no hay ningún vehículo disponible para trasladarlo, ¿cómo logrará llegar? Dos buenos amigos acuden entonces en su ayuda y lo sientan en una bicicleta que van empujando durante un agotador viaje de cinco horas por terreno montañoso. Luego lo suben a un autobús que lo lleva hasta el hospital más cercano. Pocos días después, el hombre se siente bastante mejor.

Al otro lado del mundo, tras el paso del huracán Katrina (que en agosto de 2005 devastó la costa estadounidense del golfo de México), un grupo de voluntarios encuentra una casa derribada bajo unos árboles caídos. Aunque no conocen de nada a la dueña de la casa, aquellos voluntarios pasan todo el día cortando los troncos con motosierras y retirando los escombros. La señora admite: “Me faltan palabras para agradecerles todo lo que han hecho”.

Los medios de comunicación sensacionalistas tienden a destacar los sucesos más brutales, que con frecuencia empañan los actos cotidianos de compasión y bondad. Sin embargo, eso no cambia el hecho de que en todas partes las personas buscan desesperadamente amor, afecto y, sobre todo, compasión. Tal sentimiento suele ser más común durante la época navideña, cuando es habitual hablar de “paz” y “buena voluntad para con los hombres” o entonar canciones sobre ese tema (Lucas 2:14, Reina-Valera, 1909).

Quizás no resulte fácil mostrar compasión en una sociedad donde la frialdad y la falta de hospitalidad parecen ser la nota dominante. La mayoría de las personas piensan que la crueldad y la insensibilidad facilitan el éxito. Dan la impresión de vivir según una filosofía atribuida a Nicolás Maquiavelo: vale más ser cruel que compasivo. Por otra parte, la avaricia y el egoísmo sofocan fácilmente la compasión.

Como consecuencia, mucha gente antepone sus propios intereses o sentimientos a los de los demás. A menudo se pinta a los héroes masculinos del deporte y del entretenimiento como “hombres de verdad”, es decir, hombres agresivos que no muestran amabilidad ni afecto. Algunos gobernantes, por su parte, se comportan del mismo modo.

Por lo tanto, hacemos bien en preguntarnos: “¿Por qué deberíamos mostrar compasión? ¿Es dicha cualidad una influencia positiva? ¿Qué puede ayudarnos a manifestarla?”. El artículo siguiente analizará estas interrogantes.

[Recuadro de la página 3]

• ¿Es un signo de debilidad mostrar compasión?

• ¿Es dicha cualidad una influencia positiva?

• ¿De qué formas prácticas podemos manifestarla?