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¿Lo sabía?

¿Lo sabía?

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¿Qué idioma hablaba Jesús?

Entre los eruditos existen diferentes opiniones al respecto. Sin embargo, lo más probable es que Jesús hablara cierto tipo de hebreo y un dialecto del arameo. El hecho de que en aquel tiempo la gente entendía la lengua hebrea se deduce, en parte, de lo que sucedió cuando Jesús asistió a una sinagoga en la localidad galilea de Nazaret. Allí leyó un pasaje de la profecía de Isaías que, sin duda, estaba escrito en hebreo, y la Biblia no indica que él tuviera que traducirlo al arameo (Lucas 4:16-21).

Con respecto a los idiomas que se hablaban en Palestina en tiempos de Jesús, el catedrático G. Ernest Wright señala: “Los más comunes eran, evidentemente, el griego y el arameo [...]. Los soldados y funcionarios romanos hablarían entre sí el latín, mientras que los judíos ortodoxos se entenderían en una variedad tardía del hebreo”. Eso explica por qué la inscripción que Pilato colocó en el madero de Jesús estaba escrita en tres idiomas: hebreo, latín y griego (Juan 19:20).

En su libro Discoveries From the Time of Jesus (Descubrimientos del tiempo de Jesús), Alan Millard señala: “Los gobernadores romanos sin duda hablaban griego en sus actividades diarias, por lo que es probable que Jesús empleara ese idioma cuando fue interrogado por Pilato”. Aunque la Biblia no confirma ni desmiente esta afirmación, lo cierto es que el pasaje no menciona que se utilizara un intérprete (Juan 18:28-40).

El profesor Wright concluye: “No contamos con medio alguno para saber si [Jesús] era capaz de hablar en latín o en griego, pero en su predicación al pueblo se serviría del arameo o del hebreo popular, fuertemente teñido de aramaísmo” (Arqueología bíblica, 1975, página 349).

¿De qué tamaño eran las piedras del templo de Jerusalén?

Hablando con Jesús acerca del templo de Jerusalén, uno de sus discípulos le dijo: “Maestro, ¡mira!, ¡qué clase de piedras y qué clase de edificios!” (Marcos 13:1). ¿De qué tamaño eran aquellas piedras?

Para los días de Jesús, el rey Herodes había ampliado la zona donde se asentaba el templo, conocida como el monte del Templo. De hecho, esta llegó a ser la mayor plataforma artificial del mundo antiguo. Medía unos 480 metros (1.575 pies) por 280 metros (910 pies), alrededor del doble que en tiempos de Salomón. Se dice que algunos de los bloques de piedra tenían aproximadamente 11 metros (35 pies) de largo por 5 metros (15 pies) de ancho y 3 metros (10 pies) de alto. Había piedras que pesaban más de 50 toneladas. Una de ellas casi alcanzaba las 400 y, según dijo cierto erudito, “su tamaño no tenía igual en todo el mundo antiguo”.

¿Cómo respondió Jesús al comentario de su discípulo? Le dijo: “¿Contemplas estos grandes edificios? De ningún modo se dejará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13:2). Y así fue. Hoy día, algunos de aquellos enormes bloques de piedra continúan en el mismo lugar en el que los arrojaron los soldados romanos en el año 70 de nuestra era.

[Ilustración de la página 26]

BLOQUES DE PIEDRA ARROJADOS FUERA DEL MONTE DEL TEMPLO (JERUSALÉN)