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“Manténganse en el amor de Dios”

“Manténganse en el amor de Dios”

“Manténganse en el amor de Dios”

“Manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo con vida eterna en mira.” (JUD. 21)

1, 2. a) ¿Cómo nos ha demostrado Jehová su amor? b) ¿Nos permitirá Dios disfrutar de su amor sin importar lo que hagamos? Explique por qué contesta así.

JEHOVÁ nos ha demostrado su afecto de muchísimas maneras. Sin duda alguna, la mayor demostración de amor que hizo fue entregar a su Hijo para rescatarnos. El amor que siente por la humanidad es tan inmenso que estuvo dispuesto a enviar a su Hijo amado a la Tierra y dejar que muriera por nosotros (Juan 3:16). Y actuó así porque quiere que alcancemos la vida eterna y que disfrutemos de su amor por toda la eternidad.

2 Ahora bien, ¿nos permitirá Jehová disfrutar de su amor sin importar lo que hagamos? No, pues en el versículo 21 de Judas leemos estas palabras: “Manténganse en el amor de Dios, mientras esperan la misericordia de nuestro Señor Jesucristo con vida eterna en mira”. La expresión “Manténganse en el amor de Dios” indica que no podemos quedarnos con los brazos cruzados. ¿Qué debemos hacer, entonces, para mantenernos en el amor de Dios?

¿Qué debemos hacer para mantenernos en el amor de Dios?

3. ¿Qué debía hacer Jesús para mantenerse en el amor de su Padre?

3 Para saber la respuesta a esta pregunta, veamos las palabras que pronunció Jesús la noche antes de morir. Él dijo: “Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor” (Juan 15:10). Jesús sabía que si deseaba mantenerse cerca de su Padre, debía obedecer sus mandamientos. Y si esto era cierto en el caso del Hijo perfecto de Dios, mucho más lo es en el nuestro.

4, 5. a) ¿Cuál es la mejor manera de demostrarle a Jehová que lo queremos? b) ¿Por qué no debe molestarnos la idea de obedecer los mandamientos de Dios?

4 La mejor manera de demostrarle a Jehová que lo queremos es obedeciéndole. El apóstol Juan lo expresó así: “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos; y, sin embargo, sus mandamientos no son gravosos” (1 Juan 5:3). Es cierto que a la gente en general no le gusta obedecer. No obstante, este versículo aclara que los mandamientos de Dios “no son gravosos”. Así es, Jehová nunca nos pide nada que no podamos hacer.

5 Pongamos un ejemplo: ¿le pediría a uno de sus mejores amigos que cargara un objeto si supiera que es demasiado pesado para él? ¡Claro que no! Lo mismo ocurre con Jehová. Él es sumamente bondadoso y conoce mejor que nadie nuestras limitaciones. La Biblia nos asegura que “se acuerda de que somos polvo” (Sal. 103:14). Él nunca nos pediría algo que fuera demasiado difícil para nosotros. Así que no tiene por qué molestarnos la idea de obedecer sus mandamientos. Por el contrario, los cristianos vemos la obediencia como una maravillosa oportunidad de demostrarle a Dios que lo amamos y que deseamos mantenernos en su amor.

Un regalo muy especial de Jehová

6, 7. a) ¿Qué es la conciencia? b) Ponga un ejemplo que ilustre cómo nos ayuda la conciencia a mantenernos en el amor de Dios.

6 En el complejo mundo en el que vivimos tenemos que tomar muchas decisiones. ¿Qué debemos hacer para estar seguros de que nuestras decisiones están en conformidad con la voluntad divina? Jehová nos ha hecho un regalo que nos ayuda muchísimo a obedecerle. Nos referimos a la conciencia. ¿Qué es la conciencia? Es la capacidad que tenemos de autoexaminarnos; es como un juez de nuestras propias acciones. Por un lado, nos ayuda a analizar las opciones que tenemos a la hora de tomar una decisión, y por el otro, evalúa las cosas que ya hemos hecho y determina si son buenas o malas, justas o injustas (léase Romanos 2:14, 15).

7 ¿Cómo nos ayuda la conciencia? Veamos una comparación. Un explorador está atravesando una zona remota donde no hay senderos ni carreteras ni señales. Sin embargo, avanza a paso firme hacia su destino. ¿Cómo logra orientarse? Gracias a su brújula. Este pequeño instrumento, formado por una esfera con los cuatro puntos cardinales y una aguja imantada, siempre señala al norte. Si no fuera por la brújula, el explorador estaría completamente perdido. De igual modo, si no fuera por nuestra conciencia, los seres humanos estaríamos perdidos y no podríamos tomar decisiones que estuvieran de acuerdo con la moralidad, la ética y la justicia.

8, 9. a) ¿Qué limitaciones tiene la conciencia? b) ¿Qué podemos hacer para que nuestra conciencia sea un instrumento realmente útil?

8 Pero al igual que la brújula, la conciencia tiene limitaciones. Si el explorador colocara un imán cerca de la brújula, la aguja dejaría de señalar al norte. De igual modo, si nosotros nos dejáramos controlar por los deseos egoístas del corazón, estos distorsionarían el funcionamiento de nuestra conciencia. No hay que olvidar que “el corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado” (Jer. 17:9; Pro. 4:23). Por otro lado, de poco le serviría la brújula al explorador si no contara con un mapa confiable. De la misma manera, si no recurriéramos a la infalible orientación de la Biblia, de poco nos serviría tener una conciencia (Sal. 119:105). Lamentablemente, mucha gente se deja dominar por su corazón y apenas se preocupa por las normas expuestas en la Palabra de Dios (léase Efesios 4:17-19). Eso explica por qué tantas personas llegan a cometer auténticas atrocidades a pesar de tener la facultad de la conciencia (1 Tim. 4:2).

9 Nosotros no queremos ser así. Por eso, dejamos que la Palabra de Dios eduque nuestra conciencia para que esta sea un instrumento realmente útil. Y en vez de permitir que nuestros deseos apaguen la voz de la conciencia, la escuchamos con atención. Al mismo tiempo, tratamos de respetar la conciencia de nuestros amados hermanos en la fe. Por eso nos esforzamos por no hacerlos tropezar y tenemos presente que su conciencia puede ser más sensible o restrictiva que la nuestra (1 Cor. 8:12; 2 Cor. 4:2; 1 Ped. 3:16).

10. ¿Qué vamos a analizar a continuación?

10 Veamos ahora tres maneras en las que podemos demostrarle a Jehová que somos obedientes y que de verdad lo amamos: 1) amando a quienes él ama, 2) respetando la autoridad y 3) luchando por mantenernos limpios y puros a sus ojos. Al repasar estos tres puntos, veremos que para que la conciencia sea una guía confiable, debe regirse por los principios divinos que encontramos en la Biblia.

Amemos a quienes Jehová ama

11. ¿Por qué debemos amar a quienes Jehová ama?

11 Primero, debemos amar a quienes Jehová ama. En muchos sentidos, las personas somos como esponjas: absorbemos lo que nos rodea. El Creador sabe que los amigos pueden tener en nosotros una influencia muy negativa o muy positiva. De ahí que nos dé este buen consejo: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal” (Pro. 13:20; 1 Cor. 15:33). Todos queremos ser sabios, pues no nos gustaría que nos fuera mal en la vida. Por eso debemos seguir el magnífico ejemplo que nos da el propio Jehová. Es interesante notar que aunque él no puede hacerse más sabio ni tampoco verse afectado por las malas influencias, elige muy bien sus amistades. Pues bien, ¿a qué humanos imperfectos ha escogido Dios como amigos?

12. ¿A quiénes escoge Jehová como amigos?

12 Seguramente recordamos que Jehová llamó “mi amigo” a Abrahán (Isa. 41:8). Este patriarca se destacó por su fe y su lealtad, por su justicia y su obediencia (Sant. 2:21-23). Ese es el tipo de amigos que busca Jehová. Si él tiene tanto cuidado al elegir sus amistades, ¿no deberíamos tenerlo con mucha más razón nosotros? Así pues, andemos con personas sabias a fin de hacernos sabios.

13. ¿Qué nos ayudará a elegir bien nuestras amistades?

13 ¿Qué nos ayudará a elegir bien nuestras amistades? Algo que será de utilidad es ver algunos ejemplos bíblicos. Pensemos en la amistad que había entre Rut y su suegra Noemí, entre David y Jonatán, o entre Timoteo y Pablo (Rut 1:16, 17; 1 Sam. 23:16-18; Fili. 2:19-22). La principal razón por la que estas amistades eran tan sólidas era porque todos ellos amaban profundamente a Jehová. ¿Puede decirse lo mismo en nuestro caso? ¿Buscamos amigos que amen a Jehová tanto como nosotros? Podemos estar seguros de que en la congregación es posible encontrar muchos amigos de esa clase. Tales amigos no nos perjudicarán espiritualmente; todo lo contrario: nos ayudarán a obedecer a Jehová, a crecer como cristianos y a sembrar con miras al espíritu (léase Gálatas 6:7, 8). En efecto, de esta manera nos mantendremos en el amor de Dios.

Respetemos la autoridad

14. ¿Por qué no nos resulta fácil en ocasiones respetar la autoridad?

14 La segunda manera en la que demostramos nuestro amor a Jehová es respetando la autoridad. Ahora bien, en ocasiones puede ser difícil hacerlo. ¿Por qué? Por un lado, porque los seres humanos que tienen autoridad sobre nosotros son personas imperfectas. Y por otro lado, porque nosotros mismos somos imperfectos y, por tanto, tenemos una tendencia innata a la rebeldía.

15, 16. a) ¿Por qué es importante respetar a las personas a las que Jehová ha colocado al cuidado de su pueblo? b) ¿Qué valiosa lección aprendemos de la rebelión de los israelitas contra Moisés?

15 Por eso, quizás alguien se pregunte: “Si cuesta tanto trabajo respetar la autoridad, ¿por qué hay que hacerlo?”. La respuesta se relaciona directamente con la cuestión de la soberanía de Dios. Si una persona elige a Jehová como soberano, debe respetar su autoridad. Si no, sería difícil creer que lo acepta como Rey. Además, Jehová suele ejercer su autoridad valiéndose de humanos imperfectos a quienes coloca al cuidado de su pueblo. Si nos rebeláramos contra ellos, ¿cómo nos vería Jehová? (Léase 1 Tesalonicenses 5:12, 13.)

16 Por ejemplo, cuando los israelitas se quejaron de Moisés y se rebelaron contra él, Jehová lo vio como una insubordinación contra su propia persona (Núm. 14:26, 27). Dios no ha cambiado. Rebelarse contra aquellos a quienes ha concedido autoridad equivale a rebelarse contra él.

17. ¿Qué actitud debemos tener hacia quienes ejercen autoridad en la congregación?

17 El apóstol Pablo revela la actitud que debemos tener hacia quienes ejercen autoridad en la congregación. Él escribió: “Sean obedientes a los que llevan la delantera entre ustedes, y sean sumisos, porque ellos están velando por las almas de ustedes como los que han de rendir cuenta; para que ellos lo hagan con gozo y no con suspiros, por cuanto esto les sería gravemente dañoso a ustedes” (Heb. 13:17). Es verdad que no siempre es fácil ser obedientes y sumisos. Pero recordemos que de esa manera lograremos mantenernos en el amor de Dios. ¿Verdad que vale la pena el esfuerzo?

Luchemos por mantenernos limpios y puros a los ojos de Jehová

18. ¿Por qué quiere Jehová que permanezcamos limpios y puros?

18 Veamos ahora la tercera manera en la que demostramos nuestro amor a Dios: luchando por mantenernos limpios y puros a sus ojos. Por lo general, los padres procuran que sus hijos estén siempre limpios y presentables. ¿Por qué les preocupa tanto la higiene de sus niños? Por un lado, porque contribuye a su bienestar físico. Y por el otro, porque cuando la gente ve a un niño bien arreglado, se forma un buen concepto de los padres y concluye que lo quieren y lo cuidan como es debido. Las razones por las que Jehová desea que nos mantengamos limpios y puros son muy parecidas. Nuestro Padre celestial sabe que la limpieza contribuye a nuestro bienestar y que la gente se formará un buen concepto de él si nos ve limpios. Este punto es muy importante, pues muchas personas pudieran sentirse atraídas a nuestro Dios si ven que somos diferentes de este mundo sucio.

19. ¿Por qué es tan importante la limpieza?

19 Los cristianos debemos mantenernos limpios y puros en todo aspecto de nuestra vida. Jehová explicó a los antiguos israelitas que la limpieza era fundamental (Lev. 15:31). Así, la Ley mosaica hablaba de asuntos como la eliminación de desechos, la limpieza de vasijas y el lavado de las manos, los pies y la ropa (Éxo. 30:17-21; Lev. 11:32; Núm. 19:17-20; Deu. 23:13, 14). Esta ley le recordó a la nación de Israel que su Dios, Jehová, es santo, o lo que es lo mismo, limpio, puro y sagrado. Los siervos de un Dios tan santo también tenemos que ser santos (léase Levítico 11:44, 45).

20. ¿En qué aspectos de la vida debemos mantenernos limpios?

20 Pero no basta con mantener limpio nuestro cuerpo; también debemos mantener limpios la mente y el corazón. Por ejemplo, procuramos que nuestros pensamientos sean puros y seguimos fielmente las normas de pureza moral de Jehová a pesar de la degradación sexual de este mundo. Lo que es más importante, nos esforzamos por mantener pura la adoración que le damos a Dios evitando toda contaminación de la religión falsa. Tenemos siempre presente la advertencia inspirada de Isaías 52:11: “Apártense, apártense, sálganse de allí, no toquen nada inmundo; sálganse de en medio de ella, manténganse limpios”. Nos mantenemos limpios espiritualmente cuando, por decirlo así, ni siquiera tocamos lo que nuestro Padre celestial considera inmundo en sentido religioso. Por eso evitamos al máximo cosas como las fiestas y celebraciones de la religión falsa que tan populares son hoy día. Es cierto que no es nada fácil permanecer puros, pero si lo hacemos, nos mantendremos en el amor de Dios.

21. ¿Qué debemos hacer para mantenernos en el amor de Dios?

21 Jehová quiere que nos mantengamos en su amor por toda la eternidad. Pero cada uno de nosotros debe poner todo su empeño para lograrlo. Sigamos, pues, el ejemplo de Jesús y demostremos nuestro amor a Dios obedeciendo sus mandamientos. Así no habrá nada que pueda “separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8:38, 39).

¿Recuerda estos puntos?

• ¿Cómo nos ayuda la conciencia a mantenernos en el amor de Dios?

• ¿Por qué debemos amar a quienes Dios ama?

• ¿Por qué es fundamental que respetemos la autoridad?

• ¿Por qué son tan importantes la limpieza y la pureza para el pueblo de Dios?

[Preguntas del estudio]

[Ilustración y recuadro de la página 20]

UNA PUBLICACIÓN QUE PROMUEVE LA CONDUCTA CRISTIANA

Durante las asambleas de distrito 2008-2009 se presentó el libro de 224 páginas “Manténganse en el amor de Dios”. ¿Qué objetivo tiene esta nueva publicación? Que los siervos de Dios conozcan mejor las normas divinas y las aprecien más. Si estudiamos cuidadosamente este libro, que se centra en la conducta cristiana, nos convenceremos aún más de que lo mejor que podemos hacer es cumplir las normas de Jehová y de que eso es lo que nos llevará a la vida eterna.

Además, este libro nos ayuda a ver que la obediencia a Jehová no es una carga, sino una forma de demostrarle cuánto lo amamos. Su lectura debe hacer que nos preguntemos: “¿Por qué estoy sirviendo a Jehová?”.

Lamentablemente, algunos cristianos han cometido el error de alejarse de Dios y de su amor. ¿Qué los ha llevado a hacerlo? En la mayoría de los casos no se debe a que no hayan entendido bien alguna doctrina, sino a que han hecho algo malo. Por tanto, es imprescindible que fortalezcamos el amor y el aprecio que tenemos por las leyes y los principios de Jehová, que nos guían día tras día. Estamos seguros de que esta nueva publicación ayudará a las ovejas de Jehová de todo el mundo a defender las justas normas divinas, a demostrar que Satanás es un mentiroso y, sobre todo, a mantenerse en el amor de Dios (Jud. 21).

[Ilustración de la página 18]

“Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor”