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En busca del cielo

En busca del cielo

En busca del cielo

IR AL cielo... ¿a quién no le resulta atractiva la idea? Muchísimas personas albergan esa esperanza, entre ellas musulmanes, hindúes, budistas, cristianos e incluso algunos que no practican ninguna religión. Pero ¿qué es el cielo? Por lo general, se asocia con un hermoso lugar donde no existe el sufrimiento y las personas buenas se reencuentran con sus familiares fallecidos. Eso sí, aunque todo el mundo quiere ir al cielo, lo cierto es que muy pocos quieren morirse para ir allá. ¿Por qué será?

Si se supone que hemos sido creados para morir y luego ascender al cielo, ¿no deberíamos desearlo tanto como un niño desea hacerse mayor o una novia anhela que llegue el día de su boda? Y sin embargo, la inmensa mayoría de nosotros se aferra a la vida.

Con todo, numerosos ministros religiosos sostienen que estamos de paso en la Tierra y que nuestro verdadero destino es el cielo. Por ejemplo, Theodore Edgar Cardinal McCarrick, arzobispo emérito de la ciudad de Washington, dijo: “Fuimos creados para vivir en el cielo, no en la Tierra”. Algo parecido afirmó un ex presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos, de Estados Unidos: “Estamos aquí para glorificar a Dios e ir al cielo. Ese es nuestro hogar”.

No obstante, hay que admitir que, en muchos casos, la fe en la vida celestial no cuenta con una base sólida. Según George Barna, presidente de una compañía que realiza encuestas religiosas, “muchas creencias sobre la vida y el más allá proceden de fuentes muy dispares, como el cine, la música o las novelas”. Y un pastor de la Iglesia Episcopal en Florida declaró: “Lo único que sabemos del cielo es que es la morada de Dios”.

Está claro, pues, que este tema plantea muchos interrogantes. ¿Cómo es el cielo? ¿De verdad fuimos creados para vivir en él? ¿Quiénes van al cielo, y qué hacen allí? Como veremos a continuación, la Biblia responde a estas preguntas.

[Comentario de la página 3]

Si tantos quieren ir al cielo, ¿por qué tan pocos quieren morirse para ir allá?