CAPÍTULO 11
“Que el matrimonio sea honorable”
“Regocíjate con la esposa de tu juventud.” (PROVERBIOS 5:18.)
1, 2. ¿Qué cuestión examinaremos, y por qué motivo?
SI USTED es una persona casada, ¿cómo definiría su matrimonio? ¿Diría que es una fuente de felicidad, o más bien de pesar? ¿Le parece que usted y su cónyuge se han ido distanciando, o peor aún, que se limitan a sobrellevar insatisfechos la vida en pareja? De ser ese su caso, sin duda lamenta que se haya enfriado la relación. Además, si usted es cristiano, puede que le llene de ansiedad y dolor tener un matrimonio que no cumple con sus deseos de honrar a Jehová, el Dios al que ama. Pero ¡ánimo! Las cosas tienen remedio.
2 Recordemos que hay muchos matrimonios cristianos que en su día sobrevivían a duras penas y hoy son todo un ejemplo de solidez. Obviamente, encontraron la fórmula para fortalecer su unión. Y usted también puede hallarla. La cuestión es: ¿qué puede hacerse para que el matrimonio sea más feliz?
MÁS CERCA DE DIOS, MÁS CERCA DEL CÓNYUGE
3, 4. ¿Por qué se reduce la distancia entre los cónyuges cuando ambos se esfuerzan por acercarse a Dios? Ilústrelo con un ejemplo.
3 Cuando ambos cónyuges se esfuerzan por acercarse a Dios, también se acercan el uno al otro. Ilustrémoslo. Al pie de una gran montaña con forma de pirámide se hallan un hombre y una mujer. Él está en el lado norte y ella en el sur, y los separa una distancia considerable. Pero los dos inician al mismo tiempo el ascenso. ¿Qué ocurre? Que la separación se reduce a medida que suben hacia la cúspide. ¿Cómo puede animarnos este ejemplo?
4 Pues bien, el ascenso a la montaña representa el esfuerzo que hacemos los cristianos por servir a Jehová con toda el alma. Seguramente usted y su cónyuge aman a Jehová y están poniendo todo su empeño en la escalada. Pero si se encuentran distanciados, es como si estuvieran subiendo por laderas opuestas. ¿Qué ocurrirá si continúan avanzando hacia la cumbre? Aunque al principio haya un gran espacio entre los dos, cuanto más se esfuercen por ascender —es decir, por acercarse a Dios—, más cerca estarán el uno del otro. No hay duda: la clave para reducir las distancias entre marido y mujer es acercarse a Dios. Pero ¿cómo se logra ese objetivo?
El conocimiento bíblico llevado a la práctica fortalece el matrimonio
5. a) ¿Cuál es una de las mejores formas de acercarse a Jehová y, al mismo tiempo, a su cónyuge? b) ¿Cómo considera Jehová el matrimonio?
5 Una de las mejores formas de realizar este “ascenso” es aplicando los buenos consejos que brinda la Biblia a los cónyuges (Salmo 25:4; Isaías 48:17, 18). Examinemos con detalle uno de ellos, el que dio el apóstol Pablo cuando dijo: “Que el matrimonio sea honorable entre todos” (Hebreos 13:4). ¿Qué quería dar a entender con estas palabras? En primer lugar, fijémonos en el término “honorable”. En el idioma original, transmite la idea de estimado y precioso. Por lo tanto, el empleo de esta palabra nos muestra cómo considera Jehová el matrimonio: como algo de inapreciable valor.
EL AMOR A JEHOVÁ ES LA MEJOR MOTIVACIÓN
6. Al examinar en su contexto las palabras de Pablo sobre el matrimonio, ¿qué hecho llegamos a entender, y por qué es importante tenerlo en cuenta?
6 Si usted y su esposa sirven a Dios, es obvio que ambos saben que el matrimonio es algo inestimable y, de hecho, sagrado, pues lo instituyó Jehová (Mateo 19:4-6). No obstante, si se enfrentan a problemas conyugales, ¿les bastará con saber que el matrimonio es honorable? Probablemente necesiten una motivación más poderosa para tratarse con amor y respeto. ¿Cuál? Para ver de qué se trata, fijémonos de nuevo en las palabras de Pablo. Él no dijo: “El matrimonio es honorable”; más bien señaló: “Que el matrimonio sea honorable”. Por tanto, no estaba haciendo una simple observación, sino una exhortación o mandato. * Es importante tener en cuenta este hecho, pues nos permite ver otra cosa que nos motivará a avivar el aprecio en la pareja. ¿Por qué decimos esto?
7, 8. ¿Qué mandatos bíblicos cumplimos, y por qué?
7 Pausemos por un momento. ¿Cómo ve usted otros mandatos bíblicos, como el de hacer discípulos o el de reunirse para adorar a Dios? (Mateo 28:19; Hebreos 10:24, 25.) Sin duda los cumple, aunque no siempre le resulte fácil. Así, sale a predicar aunque las personas sean indiferentes al mensaje del Reino. Y también asiste a las reuniones cristianas aunque salga muy cansado del trabajo. A pesar de los pesares, no deja de predicar ni de reunirse. Nada ni nadie logra detenerlo, ni siquiera Satanás. ¿Por qué? Porque usted ama a Jehová de todo corazón, y eso lo motiva a obedecer sus mandamientos (1 Juan 5:3). ¿Y qué beneficios obtiene al predicar y reunirse? Como sabe que está haciendo la voluntad de Dios, siente paz y gozo en su interior. Y estos sentimientos lo revitalizan (Nehemías 8:10). ¿Qué lección se desprende de lo anterior?
8 Como vemos, el amor a Dios nos motiva a obedecer los mandamientos de predicar y reunirnos a pesar de los obstáculos que se presenten. Pues bien, ese es el mismo amor que debe motivarnos a obedecer la exhortación bíblica de luchar por “que el matrimonio sea honorable”, aun si nos parece difícil (Hebreos 13:4; Salmo 18:29; Eclesiastés 5:4). Y tal como Jehová bendice los esfuerzos que hacemos por predicar y reunirnos, también bendecirá generosamente los esfuerzos que hagamos por demostrar que valoramos el matrimonio (1 Tesalonicenses 1:3; Hebreos 6:10).
9. ¿Qué dos puntos examinaremos a continuación?
9 Entonces, ¿cómo se consigue que el matrimonio sea honorable? Primero, evitando toda clase de conductas que lo deterioren y, segundo, tomando medidas para fortalecerlo.
EVITEMOS LAS PALABRAS Y ACCIONES QUE DESHONREN EL MATRIMONIO
10, 11. a) ¿Qué comportamiento deshonra al matrimonio? b) ¿Qué pregunta debería hacer uno a su cónyuge?
10 Hace ya tiempo, una cristiana realizó este comentario: “Le pido a Jehová que me dé fuerzas para soportarlo”. ¿Soportar qué? Ella misma lo explica: “Mi marido me hiere con sus palabras. Por fuera no tengo moretones, pero por dentro estoy llena de cicatrices, pues a cada paso me dice: ‘Eres una carga’ o ‘Eres una inútil’”. Esta esposa trajo a colación un asunto muy inquietante: los abusos verbales en el matrimonio.
11 ¡Qué lamentable es que cónyuges cristianos intercambien palabras crueles, palabras que dejan heridas difíciles de curar! Es obvio que quienes emplean con frecuencia este tipo de lenguaje no tienen un matrimonio honorable. Ahora bien, ¿qué puede decirse de usted? Para averiguarlo, pregunte con humildad a su cónyuge: “¿Qué efecto tienen en ti las cosas que te digo?”. Si le responde que muchas veces le hacen daño, debe estar dispuesto a cambiar (Gálatas 5:15; Efesios 4:31).
12. ¿Cómo pudiera perder su valor la adoración que rendimos a Dios?
12 Recordemos que si hablamos mal al cónyuge se perjudicará nuestra relación con Jehová. La Palabra de Dios señala: “Si a un hombre le parece que es [un buen] adorador [...], y con todo no refrena su lengua, sino que sigue engañando su propio corazón, la forma de adoración de este hombre es vana” (Santiago 1:26). No debemos pensar que el uso que hacemos del lenguaje es una cosa totalmente independiente de nuestra adoración. Como muestra la Biblia, sería un error creer que, como uno está sirviendo a Dios —o al menos eso es lo que dice—, no importa lo que ocurra en el hogar. No nos engañemos: es un asunto muy serio (1 Pedro 3:7). Una persona puede ser muy fervorosa y hábil en la congregación. Pero si emplea palabras hirientes en su casa, estará deshonrando su matrimonio, y Dios considerará que la adoración que le rinde es vana, o lo que es lo mismo, de ningún valor.
13. ¿De qué otras formas pudiera un cristiano hacerle daño a su cónyuge?
13 Los casados también deben tener cuidado de no hacer daño de formas menos directas. Veamos dos ejemplos. Un padre de familia pasa horas atendiendo las llamadas de una madre de su congregación que cría sola a sus hijos y quiere pedirle consejo. Por otro lado, una hermana casada pasa mucho tiempo todas las semanas predicando con un soltero. Tanto el padre como la hermana casada seguramente actúan de buena fe; pero, ¿cómo se estarán sintiendo sus respectivos cónyuges? Una cristiana en esa situación dijo: “Me duele mucho ver a mi marido dedicando tanto tiempo y atención a una hermana de la congregación. Me hace sentir inferior”.
14. a) Según Génesis 2:24, ¿qué obligación tienen ambos cónyuges? b) ¿Qué preguntas deberían hacerse los casados?
14 Se comprende que esta hermana sienta un gran dolor. Y lo mismo puede decirse de quienes, de igual modo, ven que sus cónyuges pasan por alto la norma fundamental que Dios da a los casados: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa” (Génesis 2:24). ¿Quiere decir este versículo que cuando alguien contrae matrimonio puede desatender a sus padres? Claro que no. Lo único que indica es que, a partir de ese momento, debe preocuparse primero por su pareja. Y ocurre igual con sus hermanos en la fe: aunque los quiere mucho, su principal responsabilidad sigue siendo con su cónyuge. Por eso, si les dedica demasiado tiempo o los trata con excesiva confianza —sobre todo si son del sexo contrario—, se producirá tirantez en su casa. Pregúntese: “¿Será esa la razón por la que hay tensiones en mi hogar? ¿Le dedico a mi cónyuge el tiempo, atención y cariño que legítimamente merece?”.
15. Según indica Mateo 5:28, ¿por qué deben evitar los esposos cristianos dar atención indebida a alguien del sexo opuesto?
15 Además, cuando un cónyuge da atención indebida a alguien del sexo opuesto y lo trata con demasiada familiaridad, entra en terreno peligroso. Lamentablemente, algunos cristianos han actuado así y han llegado a tener sentimientos románticos (Mateo 5:28). Y, en muchos casos, esto los ha llevado a actos que deshonran el matrimonio aún más. Veamos qué dijo el apóstol Pablo sobre este particular.
“EL LECHO CONYUGAL SEA SIN CONTAMINACIÓN”
16. ¿Qué advertencia añade Pablo al hablar sobre el matrimonio?
16 Después de exhortar a “que el matrimonio sea honorable”, Pablo añade la advertencia de que “el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). En este pasaje, la expresión “lecho conyugal” nos lleva al ámbito de las relaciones íntimas. Para que el lecho conyugal permanezca “sin contaminación”, o moralmente limpio, las relaciones sexuales han de tener lugar únicamente dentro del matrimonio, en conformidad con las siguientes palabras inspiradas: “Regocíjate con la esposa de tu juventud” (Proverbios 5:18).
17. a) ¿Por qué no debemos adoptar los criterios de este mundo acerca del adulterio? b) ¿Cómo podemos imitar el ejemplo de Job?
17 El adulterio —las relaciones sexuales con alguien ajeno al matrimonio— es una grave falta de respeto a las leyes morales de Dios. Aunque a mucha gente del mundo le parezca un comportamiento aceptable, los cristianos verdaderos no adoptamos los criterios del hombre. Comprendemos que es “Dios [quien] juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”, y no algún ser humano (Hebreos 10:31; 12:29). Por consiguiente, respetamos la norma de Jehová (Romanos 12:9). Imitamos al patriarca Job, quien dijo: “Un pacto he celebrado con mis ojos” (Job 31:1). En efecto, nos comprometemos solemnemente a no permitir que nuestros ojos se queden mirando con pasión a nadie más que al cónyuge. Así, nos negamos a dar el primero de los pasos que pueden llevar al adulterio (consulte el apéndice “¿Qué dice la Biblia sobre el divorcio y la separación?”).
18. a) A los ojos de Jehová, ¿cuánta gravedad tiene el adulterio? b) ¿En qué se parecen el adulterio y la idolatría?
18 ¿Cuánta gravedad tiene para Jehová el adulterio? La Ley que él entregó mediante Moisés nos da una idea, pues sentenciaba a muerte a los israelitas que cometían adulterio o caían en la idolatría (Levítico 20:2, 10). ¿En qué se parecían esos pecados? En que ambos violaban un compromiso solemne: adorando un ídolo se rompía el pacto con Jehová, y cometiendo adulterio se incumplían las promesas matrimoniales. Tanto el uno como el otro eran actos de traición (Éxodo 19:5, 6; Deuteronomio 5:9; Malaquías 2:14). Por consiguiente, eran condenados por Jehová, el Dios leal y confiable (Salmo 33:4).
19. ¿Qué nos ayudará a reafirmarnos en nuestra decisión de no cometer adulterio, y por qué?
19 Es cierto que, a diferencia de los israelitas, los cristianos no tenemos que obedecer la Ley de Moisés. Aun así, nos conviene recordar la firmeza con que ese código condenaba el adulterio. ¿Por qué? Porque nos ayudará a reafirmarnos en nuestra decisión de no cometerlo nunca. Pongamos una comparación. ¿Entraría usted en un templo y se pondría de rodillas a rezar delante de una imagen? “¡Jamás!”, dirá rotundamente. ¿Y si le ofrecieran muchísimo dinero? “¡Ni hablar!”, contestará sin dudar. Y es natural, pues a los cristianos verdaderos nos produce repugnancia la idea de traicionar a Jehová adorando un ídolo. Y lo mismo tendría que ocurrirnos con la idea de traicionar a Dios, así como al cónyuge, cometiendo adulterio, sin importar qué alicientes tengamos para hacerlo (Salmo 51:1, 4; Colosenses 3:5). Nunca querríamos darle esa alegría a Satanás y causar una grave deshonra a Jehová y a la sagrada unión del matrimonio.
CÓMO FORTALECER EL MATRIMONIO
20. Ilustre con una comparación lo que ha sucedido en algunos matrimonios.
20 Claro, para que crezca el respeto mutuo no basta con evitar la conducta que deshonra la unión conyugal. ¿Qué otros pasos hay que dar? Para responder esta pregunta, comparemos el matrimonio con una casa. ¿Cuáles serían los objetos que la decoran? Algunos serían las palabras amables y otras muestras de atención, delicadeza y aprecio. Cuando reina la unión entre esposos, hay, por así decirlo, muchos adornos que aportan color y calidez al hogar. Pero si el cariño disminuye, esos adornos desaparecen uno tras otro, dejando un vacío desolador. Ahora bien, usted no quiere que eso suceda. Quiere que “[su] matrimonio sea honorable”, tal y como Dios manda. Sabe que es una estructura valiosa que vale la pena conservar y restaurar. Por eso, tomará medidas para detener y corregir cualquier deterioro que se produzca. Y la Palabra de Dios señala cómo: “Con sabiduría se edifica la casa, y con discernimiento resulta firmemente establecida. Y con conocimiento los cuartos interiores se llenan de todas las cosas preciosas y agradables de valor” (Proverbios 24:3, 4). Veamos cómo aplicar estas palabras al matrimonio.
21. ¿Cómo podemos fortalecer gradualmente el matrimonio? (Véase también el recuadro “ ¿Cómo puedo fortalecer mi matrimonio?”.)
21 Entre las “cosas preciosas” que llenan los hogares felices figuran también el amor verdadero, el temor de Dios y la fe firme (Proverbios 15:16, 17; 1 Pedro 1:7). Estas y otras cualidades semejantes fortalecen el matrimonio. Pero ¿ha observado en Proverbios 24:4 cómo se llenan las habitaciones con esas “cosas preciosas”? “Con [la ayuda del] conocimiento.” Por tanto, los cónyuges que deseen transformar sus actitudes y avivar su amor deben adquirir conocimiento bíblico y luego aplicarlo (Romanos 12:2; Filipenses 1:9). Sentarse a repasar tranquilamente la información bíblica del texto diario o de algún artículo sobre el matrimonio publicado en La Atalaya o ¡Despertad! les servirá para ver qué “cosas preciosas” necesitan para adornar su hogar. Luego tendrán que introducir esos adornos en “los cuartos interiores”. En otras palabras: movidos por el amor a Jehová, aplicarán los consejos que han examinado. Así conseguirán que regrese a su hogar parte del colorido y la calidez que tuvo en su día.
22. ¿Qué satisfacción tendremos si nos esforzamos por cumplir con la parte que nos toca a la hora de fortalecer nuestro matrimonio?
22 Por supuesto, volver a colocar todos estos adornos, uno tras otro, tomará su tiempo. Pero los cristianos que se esfuercen por cumplir con la parte que les toca, tendrán una gran satisfacción: la tranquilidad de saber que están obedeciendo el mandato bíblico de tomar la iniciativa a la hora de mostrarse honra mutuamente (Romanos 12:10; Salmo 147:11). Y, sobre todo, su esfuerzo sincero por honrar el matrimonio los mantendrá en el amor de Dios.
^ párr. 6 El consejo de Pablo sobre el matrimonio aparece en el contexto de una serie de exhortaciones (Hebreos 13:1-5).
“MANTÉNGANSE EN EL AMOR DE DIOS”