Los gatos tienen fama de estar siempre acicalándose. Pueden dedicar la cuarta parte del tiempo que están despiertos al aseo personal. Los hábitos de limpieza del gato son tan efectivos gracias al fascinante diseño de su lengua.
Piense en lo siguiente: La lengua del gato está cubierta de 290 papilas, unas pequeñas espinas que apuntan hacia atrás y que son tan duras como nuestras uñas. Cada papila tiene una cavidad que, de forma instantánea, recoge saliva cada vez que el gato mete la lengua en su boca. A medida que el gato se va lamiendo, las papilas penetran en el pelaje y sueltan la saliva en la piel.
Todos los días, la lengua de un gato puede depositar cerca de 48 mililitros (1,6 onzas) de saliva en su pelo y su piel. Esta saliva contiene enzimas que descomponen los elementos contaminantes. Además, la saliva va evaporándose, y eso ayuda al gato a refrescarse y a regular su temperatura corporal, algo muy importante en vista de que los gatos tienen pocas glándulas sudoríparas.
Si una papila encuentra un nudo, se hunde más en el pelaje. Eso aumenta mucho la fuerza con la que tira del nudo y le permite desenredarlo. Las puntas de las papilas también pueden estimular la piel del gato cuando se está acicalando. Los investigadores hicieron un experimento y crearon un cepillo de pelo basándose en las características de la lengua del gato. Este cepillo peina el pelo con más suavidad que un cepillo normal, es más fácil de limpiar y, además, desenreda los nudos. Los científicos creen que la lengua de los gatos puede inspirarlos a desarrollar mejores maneras de limpiar superficies con pelo o enmarañadas. También puede ayudarlos a mejorar la forma de aplicar cremas o medicamentos en piel cubierta de pelo.
¿Qué le parece? ¿Es la lengua del gato producto de la evolución, o la diseñó alguien?