Siguiendo el modelo establecido por los cristianos del primer siglo, los testigos de Jehová no tienen una clase clerical. Todos los Testigos bautizados son ministros ordenados que participan en la obra de educación bíblica. Cada congregación está compuesta de unas cien personas y tiene hombres maduros que sirven de “ancianos” (Tito 1:5). Nadie cobra por sus servicios.