El hijo mayor del rey Saúl se llamaba Jonatán, y era un guerrero valiente. David dijo que Jonatán era más rápido que un águila y más fuerte que un león. Un día, Jonatán vio a unos soldados filisteos en una colina. Así que le dijo a su escudero, el ayudante que le llevaba las armas: “Los atacaremos solo si Jehová nos da una señal. Si los filisteos nos dicen que subamos, sabremos que debemos atacar”. Los filisteos gritaron: “¡Suban a pelear!”. Entonces Jonatán y su escudero subieron a la colina y vencieron a 20 soldados.
Como Jonatán era el hijo mayor de Saúl, tenía que ser el rey después que su padre muriera. Pero Jonatán sabía que Jehová había elegido a David para que fuera el siguiente rey de Israel, y no le tenía envidia. Más bien, Jonatán y David se hicieron muy buenos amigos. Prometieron que se protegerían y defenderían el uno al otro. Para mostrar que eran amigos, Jonatán le dio a David su túnica, su espada, su arco y su cinturón.
Cuando David estaba huyendo de Saúl, Jonatán fue a verlo y le dijo: “Tienes que ser fuerte y valiente. Jehová te ha elegido para que seas el rey. Hasta mi padre lo sabe bien”. ¿Te gustaría tener un amigo tan bueno como Jonatán?
Jonatán arriesgó su vida varias veces para ayudar a su amigo. Él sabía que su padre, el rey Saúl, quería matar a David, así que le dijo: “Si matas a David, cometerás un pecado. Él no ha hecho nada malo”. Saúl se puso furioso con Jonatán. Unos años después, Saúl y Jonatán murieron juntos en una batalla.
Después que Jonatán murió, David buscó a Mefibóset, que era hijo de Jonatán. Cuando lo encontró, le dijo: “Te cuidaré toda tu vida porque tu padre era un buen amigo mío. Vivirás en mi palacio y comerás conmigo en mi mesa”. David nunca olvidó a su amigo Jonatán.
“Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros tal como yo los he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da su vida por sus amigos” (Juan 15:12, 13).