ARTÍCULO DE ESTUDIO 7
Seamos mansos y agrademos a Jehová
“Busquen a Jehová, todos ustedes los mansos de la tierra, [...] busquen mansedumbre” (SOF. 2:3).
CANCIÓN 45 ¡Adelante!
AVANCE a
1, 2. a) ¿Qué dice la Biblia sobre Moisés, y qué hizo él? b) ¿Qué razón tenemos para esforzarnos por ser mansos?
LA Biblia dice que Moisés era “con mucho el más manso de todos los hombres que había sobre la superficie del suelo” (Núm. 12:3). ¿Significa esto que era un hombre débil, indeciso y cobarde? Así es como algunos describirían a una persona mansa. Pero nada más lejos de la realidad. Moisés fue un siervo de Dios fuerte, decidido y valiente. Con la ayuda de Jehová, se enfrentó al poderoso rey de Egipto, fue el líder de quizás tres millones de personas en un viaje a través del desierto y ayudó a la nación de Israel a vencer a sus enemigos.
2 Es cierto que nosotros no tenemos los problemas que Moisés tuvo, pero todos los días lidiamos con personas o situaciones que nos hacen difícil ser mansos. Ahora bien, tenemos una poderosa razón para esforzarnos por serlo. Jehová promete que “los mansos mismos poseerán la tierra” (Sal. 37:11). Preguntémonos: “¿Diría yo que soy una persona mansa? ¿Dirían otras personas que lo soy?”. Para poder responder a estas preguntas importantes, tenemos que entender qué significa ser manso.
¿QUÉ SIGNIFICA SER MANSO?
3, 4. a) ¿Por qué decimos que ser manso es como pintar un cuadro? b) ¿Qué cuatro cualidades necesitamos para ser mansos, y por qué?
3 Ser manso b es como pintar un hermoso cuadro. ¿Por qué decimos esto? Para pintar un cuadro, hay que combinar varios colores atractivos. De manera parecida, para ser mansos, debemos combinar varias cualidades atractivas. Entre estas, se destacan la humildad, la obediencia, la apacibilidad y la valentía. Si queremos agradar a Jehová, necesitamos estas cualidades en particular. Veamos por qué.
4 Solo las personas humildes son obedientes a Dios y hacen su voluntad. Y parte de su voluntad es que seamos apacibles (Mat. 5:5; Gál. 5:23). Pero Satanás se enfurece cuando hacemos lo que Jehová quiere. Por eso, aunque seamos humildes y apacibles, muchas personas que forman parte del mundo de Satanás nos odian (Juan 15:18, 19). Por todo esto, debemos ser valientes.
5, 6. a) ¿Por qué odia Satanás a las personas mansas? b) ¿Qué preguntas vamos a responder?
5 Lo contrario de ser mansos es ser arrogantes, coléricos y desobedientes a Jehová. Así mismo es Satanás. Con razón odia a las personas mansas, pues ponen al descubierto con sus buenas cualidades lo malvado que es. Y, lo que es peor para él, demuestran que es un mentiroso, porque sin importar lo que diga o haga no puede impedir que los mansos sirvan a Jehová (Job 2:3-5).
6 Ahora bien, ¿en qué situaciones quizás se nos haga difícil ser mansos? Y ¿por qué debemos seguir esforzándonos por serlo? Para responder estas preguntas, veamos el ejemplo de Moisés, los tres hebreos y Jesús.
SITUACIONES EN LAS QUE SE NOS HACE DIFÍCIL SER MANSOS
7, 8. ¿Cómo reaccionó Moisés cuando lo trataron con falta de respeto?
7 Cuando tenemos autoridad. En este caso, se nos puede hacer difícil ser mansos, sobre todo cuando alguien que está bajo nuestra autoridad nos trata con falta de respeto o cuestiona nuestras decisiones. ¿Nos ha pasado esto alguna vez? ¿Cómo reaccionaríamos si un miembro de nuestra familia hiciera eso? Veamos lo que hizo Moisés.
8 Jehová lo nombró líder de Israel y le permitió poner por escrito las leyes que le dio a la nación. Así que estaba claro que Moisés contaba con el apoyo de Dios. Aun así, sus propios hermanos, Míriam y Aarón, hablaron contra él y lo criticaron por la mujer con la que se había casado. Cualquier otro en su posición tal vez se habría enojado y vengado. Pero Moisés no se ofendió con facilidad. Hasta le rogó a Jehová que pusiera fin al castigo de Míriam (Núm. 12:1-13). ¿Por qué reaccionó así?
9, 10. a) ¿Qué comprendió Moisés con la ayuda de Jehová? b) ¿Qué pueden aprender de Moisés los cabezas de familia y los ancianos?
9 Moisés reaccionó así porque había aprendido mucho de Jehová. Unos cuarenta años antes, cuando pertenecía a la familia real de Egipto, no era un hombre manso. De hecho, tenía tan mal carácter que hasta mató a un hombre porque a su parecer estaba actuando de manera injusta. Dio por sentado que Dios aprobaría lo que había hecho. Jehová pasó cuarenta años ayudándolo a comprender que para liderar a Israel no bastaba con que fuera valiente, tenía que ser manso. Y para serlo también debía ser humilde, obediente y apacible. Aprendió bien la lección y llegó a ser un líder excelente (Éx. 2:11, 12; Hech. 7:21-30, 36).
10 Hoy día, los cabezas de familia y los ancianos hacen bien en seguir el ejemplo de Moisés. Si usted es uno de ellos, no se ofenda con facilidad cuando lo traten con falta de respeto. Reconozca con humildad sus errores (Ecl. 7:9, 20). Muestre obediencia y maneje los problemas como Jehová manda, y reaccione siempre con apacibilidad (Prov. 15:1). Los cabezas de familia y los superintendentes que responden así complacen a Jehová, fomentan la paz y dan un buen ejemplo de lo que significa ser manso.
11-13. ¿Qué ejemplo nos dejaron tres jóvenes hebreos?
11 Cuando se nos persigue. A lo largo de la historia, muchos gobernantes han perseguido al pueblo de Jehová. ¿Por qué? Tal vez afirmen que hemos cometido algún delito, pero la verdadera razón de que nos persigan es que hemos decidido “obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hech. 5:29). Quizás se burlen de nosotros, nos encarcelen o incluso nos golpeen. Pero con la ayuda de Jehová no nos vengamos, sino que mantenemos la calma durante la prueba.
12 Pensemos en el ejemplo que nos dejaron tres jóvenes hebreos que fueron llevados cautivos a Babilonia: Hananías, Misael y Azarías. c El rey de Babilonia les ordenó que se inclinaran ante una enorme estatua de oro. Con calma y respeto, le explicaron que no adorarían la estatua y la razón por la que no lo harían. Fueron obedientes a Dios pese a que el rey los amenazó con arrojarlos a un horno de fuego ardiente. Ellos no dieron por sentado que Dios decidiría salvarlos de inmediato, aunque eso fue lo que finalmente sucedió. Más bien, estuvieron dispuestos a aceptar lo que Jehová permitiera (Dan. 3:1, 8-28). Así demostraron que las personas mansas son valientes y que no existe gobernante, amenaza o castigo capaz de impedir que adoremos solo a Jehová (Éx. 20:4, 5).
13 ¿Cómo podemos imitar a los tres hebreos cuando se pone a prueba nuestra lealtad a Jehová? Siendo humildes y confiando en que él nos cuidará (Sal. 118:6, 7). Y, cuando alguien nos acusa de algo malo, le respondemos con calma y respeto (1 Ped. 3:15). Además, nos negamos rotundamente a hacer cualquier cosa que dañe la amistad que tenemos con nuestro amoroso Padre celestial.
14, 15. a) ¿Qué puede pasar cuando estamos bajo estrés? b) Según Isaías 53:7, 10, ¿por qué es Jesús el mejor ejemplo de lo que significa ser manso a pesar de estar bajo estrés?
14 Cuando estamos bajo estrés. Todos nos sentimos estresados por diversos motivos. Por ejemplo, puede que nos hayamos sentido así porque vamos a hacer un examen en la escuela o un proyecto en nuestro lugar de empleo. O quizás nos ponga tensos la sola idea de someternos a una operación o prueba médica que tal vez necesitemos. No es fácil ser mansos cuando estamos bajo tensión. Es posible que empiecen a irritarnos situaciones que por lo general no nos molestan. Y puede que les digamos cosas desconsideradas a los demás o los tratemos mal. Si alguna vez nos hemos sentido estresados, pensemos en el caso de Jesús.
15 Durante sus últimos meses de vida en la Tierra, tuvo que soportar mucha presión. Sabía que lo iban a matar y que iba a sufrir una horrible tortura (Juan 3:14, 15; Gál. 3:13). Unos meses antes de morir, dijo que se sentía muy angustiado (Luc. 12:50). Y pocos días antes de su muerte reconoció: “Mi alma está perturbada”. Podemos ver su humildad y su obediencia a Dios por la forma en que le abrió el corazón cuando le pidió: “Padre, sálvame de esta hora. No obstante, por esto he venido a esta hora. Padre, glorifica tu nombre” (Juan 12:27, 28). Cuando llegó el momento, fue valiente y se entregó a los enemigos de Dios, quienes lo asesinaron de la manera más humillante y cruel imaginable. Pese a tanto estrés y sufrimiento, Jesús fue manso e hizo la voluntad de Dios. Sin duda, él es el mejor ejemplo de lo que significa ser manso a pesar de estar bajo estrés (lea Isaías 53:7, 10).
16, 17. a) ¿De qué manera pusieron a prueba los apóstoles el carácter manso de Jesús? b) ¿Cómo podemos imitar a Jesús?
16 La última noche que Jesús vivió en la Tierra, sus mejores amigos —los apóstoles— pusieron a prueba su carácter manso. Imaginemos la tensión emocional que experimentó aquella noche. Las vidas de miles de millones de personas dependían de que se mantuviera totalmente fiel hasta la muerte. ¿Lo lograría? (Rom. 5:18, 19). Y, más importante aún, estaba en juego la reputación de su Padre (Job 2:4). Pues bien, mientras celebraba la última cena con sus queridos amigos, la conversación acabó convirtiéndose en “una disputa acalorada sobre quién de ellos parecía ser el mayor”. Él ya los había corregido por este motivo varias veces, ¡incluso esa misma tarde! Aun así, es digno de notar que Jesús no se enojó con ellos, sino que mantuvo la calma. Con bondad pero con firmeza, una vez más les explicó cómo debían comportarse. Luego, los felicitó por mantenerse lealmente a su lado (Luc. 22:24-28; Juan 13:1-5, 12-15).
17 ¿Cómo habríamos respondido ante una situación parecida? Podemos imitar a Jesús manteniendo la calma aunque estemos estresados. Obedezcamos de buena gana este mandato de Jehová: “Continúen soportándose unos a otros” (Col. 3:13). Lo haremos si recordamos que todos decimos y hacemos cosas que molestan a los demás (Prov. 12:18; Sant. 3:2, 5). También conviene que elogiemos a los que nos rodean por sus buenas cualidades (Efes. 4:29).
POR QUÉ DEBEMOS SEGUIR ESFORZÁNDONOS POR SER MANSOS
18. a) ¿Cómo ayuda Jehová a los mansos a tomar buenas decisiones? b) ¿Qué deben hacer ellos para que Dios los ayude?
18 Porque así tomaremos mejores decisiones. Cuando tengamos que tomar decisiones difíciles en la vida, Jehová nos ayudará, siempre y cuando seamos mansos. Nos promete que escuchará el ruego de quienes son así (Sal. 10:17). Y no solo hará eso, pues la Biblia promete que también los guiará. Dice: “Hará que los mansos anden en Su decisión judicial, y enseñará a los mansos Su camino” (Sal. 25:9). Jehová nos da esa guía mediante la Biblia y a través de las publicaciones, d videos y reuniones que produce “el esclavo fiel y discreto” (Mat. 24:45-47). Pero debemos hacer nuestra parte reconociendo con humildad que necesitamos ayuda, estudiando la información que Jehová nos da y obedeciendo de buena gana lo que aprendemos.
19-21. a) ¿Qué error cometió Moisés en Qadés? b) ¿Qué lecciones aprendemos de lo que le pasó?
19 Porque así cometeremos menos errores. Pensemos de nuevo en Moisés. Durante décadas, fue un hombre manso y agradó a Jehová. Pero, hacia el final de los cuarenta años de duro viaje de los israelitas por el desierto, no fue manso. Su hermana, quien muy probablemente había ayudado a salvarle la vida en Egipto, acababa de morir y ser enterrada en Qadés. Entonces, los israelitas empezaron a quejarse otra vez de que no tenían las cosas necesarias. La Biblia dice que “el pueblo se puso a reñir con Moisés” porque le faltaba agua. A pesar de todos los milagros que Jehová había hecho mediante Moisés y de que este llevaba tantos años siendo un buen líder para ellos, seguían protestando. Y se quejaban también de Moisés, como si él tuviera la culpa de que no hubiera agua (Núm. 20:1-5, 9-11).
20 En aquel momento tan tenso, la ira hizo que Moisés perdiera la calma. En vez de hablarle con fe al peñasco, como Jehová le había mandado, les habló con amargura a los israelitas y les dijo que iba a hacer un milagro. Entonces, golpeó dos veces la roca, y salió una gran cantidad de agua. El orgullo y la cólera lo llevaron a cometer un lamentable error (Sal. 106:32, 33). Por haber perdido la mansedumbre durante unos instantes, Jehová no le permitió entrar en la Tierra Prometida (Núm. 20:12).
21 ¿Qué valiosas lecciones aprendemos de lo que le pasó a Moisés? Primero, que debemos hacer un esfuerzo constante por seguir siendo mansos. Si nos descuidamos, aunque sea por un momento, el orgullo puede asomar y hacer que hablemos y actuemos de manera imprudente. Segundo, que el estrés puede debilitarnos, así que esforcémonos por ser mansos incluso cuando estamos bajo presión.
22, 23. a) ¿Por qué debemos seguir esforzándonos por ser mansos? b) ¿Qué indican las palabras de Sofonías 2:3?
22 Porque así recibiremos protección. Dentro de poco, Jehová borrará de la Tierra a la gente mala y solo dejará vivos a los mansos. Entonces, el planeta disfrutará de auténtica paz (Sal. 37:10, 11). ¿Estaremos entre las personas mansas que vivan allí? Podremos estar si hacemos lo que Jehová nos pide en Sofonías 2:3 (léalo).
23 ¿Por qué dice Sofonías que “probablemente” se nos oculte? ¿Quiere decir que no es seguro que Jehová pueda proteger a sus amados siervos que se esfuerzan por agradarlo? No. Más bien, indica que nosotros también debemos poner de nuestra parte. Podremos sobrevivir al “día de la cólera de Jehová” y vivir para siempre si nos esforzamos ahora por ser mansos y agradar a Jehová.
CANCIÓN 84 “Quiero”
a Todos debemos esforzarnos por cultivar la hermosa cualidad de la mansedumbre, pues nadie nace con ella. Quizás nos parezca fácil mostrarla cuando estamos con gente pacífica, pero puede ser difícil cuando tratamos con personas orgullosas. Este artículo analizará varias situaciones en las que tal vez no nos resulte sencillo mantener esta cualidad.
b IDEA IMPORTANTE: Ser manso significa tratar con amabilidad a los demás y permanecer calmado incluso ante las provocaciones. Ser humilde significa actuar sin orgullo ni arrogancia y ver a los demás como superiores a nosotros. Cuando la Biblia dice que Jehová es humilde, quiere decir que trata con amor y misericordia a los que son inferiores a él.
d Por ejemplo, vea el artículo “¿Cómo toma usted sus decisiones?”, que se publicó en el número del mayo de 2016 de La Atalaya.
e DESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN. Jesús mantiene la calma y corrige con bondad a sus discípulos, que estaban discutiendo sobre quién era más importante.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)