“Mi reino no es parte de este mundo”
“Para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad” (JUAN 18:37).
CANCIONES: 109, 28
1, 2. a) ¿Qué tendencia creciente existe en el mundo actual? b) ¿Qué preguntas responderemos en este estudio?
UNA hermana del sur de Europa dice reflexionando sobre su pasado: “Desde que era una niña, solo vi injusticias. Por eso, rechacé el sistema político de mi país y apoyé ideas que muchos consideraban radicales. De hecho, durante muchos años, fui novia de un terrorista”. Un hermano del sur de África también justificaba la violencia antes de hacerse testigo de Jehová. Dice: “Creía que mi tribu era superior a todas las demás, y me afilié a un partido político. En él, nos enseñaron a matar con lanzas a nuestros rivales políticos, incluso a los de nuestra propia tribu”. Y una hermana que vive en Europa central admite: “Tenía muchos prejuicios y odiaba a todos los que eran de otra nacionalidad o religión”.
2 Estos comentarios reflejan una tendencia creciente en el mundo actual: florecen los movimientos independentistas violentos, las cuestiones políticas dividen más y más a la gente y en muchos países a los extranjeros se les rechaza cada vez más. Como predijo la Biblia, las personas en estos últimos días no están dispuestas a llegar a ningún acuerdo (2 Tim. 3:1, 3). ¿Cómo podemos los cristianos proteger nuestra unidad en un mundo cada vez más dividido? Podemos aprender mucho de lo que Jesús hizo cuando estuvo en la Tierra, porque en la región donde vivía también había mucha agitación política. En este estudio, vamos a responder tres preguntas: ¿Por qué no quiso Jesús apoyar los movimientos separatistas? ¿Cómo demostró que los siervos de Dios no deben tomar partido en asuntos políticos? Y ¿cómo nos enseñó que nunca debemos recurrir a la violencia?
LA POSTURA DE JESÚS ANTE LOS MOVIMIENTOS INDEPENDENTISTAS
3, 4. a) ¿Qué expectativas políticas tenían los judíos en tiempos de Jesús? b) ¿Qué efecto tuvieron esas expectativas en los discípulos de Jesús?
3 Muchos de los judíos a los que Jesús predicó anhelaban independizarse de Roma. Los celotes eran un grupo nacionalista judío que fomentaba estos sentimientos. Un gran número de aquellos extremistas seguían las ideas de Judas el Galileo, un falso mesías del siglo primero que engañó a muchas personas. El historiador judío Josefo dice que este hombre “incitó a sublevarse a los habitantes del lugar, pues les reprochaba que soportasen el pagar tributos a los romanos”. Los romanos ejecutaron a Judas (Hech. 5:37). Algunos celotes llegaron a emplear la violencia para alcanzar sus fines.
4 En realidad, los judíos en general estaban deseando que llegara el Mesías, pues esperaban que fuera un líder político que los liberara del yugo de Roma y devolviera el esplendor a la nación judía (Luc. 2:38; 3:15). Muchos creían que el Mesías fundaría un reino terrestre en Israel. Cuando eso ocurriera, los millones de judíos que vivían dispersados por otros lugares regresarían a su patria. De hecho, Juan el Bautista le preguntó una vez a Jesús: “¿Eres tú Aquel Que Viene, o hemos de esperar a uno diferente?” (Mat. 11:2, 3). Es posible que él quisiera saber si sería otra persona la que hiciera realidad los sueños de los judíos. Tras la resurrección de Jesús, dos discípulos se lo encontraron de camino a Emaús y le dijeron que el Mesías no había hecho lo que ellos esperaban (lea Lucas 24:21). Y, poco después, los apóstoles le preguntaron a Jesús: “Señor, ¿estás restaurando el reino a Israel en este tiempo?” (Hech. 1:6).
5. a) ¿Por qué querían los galileos que Jesús fuera su rey? b) ¿Cómo los corrigió Jesús?
5 Sin duda, aquellas expectativas sobre el Mesías contribuyeron a que los galileos quisieran que Jesús fuera su rey. Seguro que lo veían como el gobernante perfecto: era un orador extraordinario y tenía poder para curar a los enfermos y hasta alimentar a los hambrientos. Después de dar de comer a unos cinco mil hombres, se dio cuenta de que “estaban a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey”, así que “se retiró otra vez a la montaña, él solo” (Juan 6:10-15). Al día siguiente, al otro lado del mar de Galilea, es posible que el entusiasmo se hubiera enfriado hasta cierto punto. Entonces, Jesús le explicó a la multitud que él había venido a la Tierra para ayudarlos en sentido espiritual, no material. Les dijo: “Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna” (Juan 6:25-27).
6. ¿Cómo dejó claro Jesús que no buscaba poder político en la Tierra? (Vea el dibujo del principio).
6 Poco antes de morir, Jesús se dio cuenta de que algunos de sus seguidores esperaban que fundara un reino terrestre con su sede en Jerusalén. Para ayudarlos a entender que él no iba a hacer eso, les contó la parábola de las minas. En ella, se comparó a un “hombre de noble nacimiento” que tendría que irse durante mucho tiempo (Luc. 19:11-13, 15). En otra ocasión, Jesús también les explicó su postura neutral a las autoridades romanas. El gobernador Poncio Pilato le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?” (Juan 18:33). Mientras estuvo en el cargo, una de las grandes preocupaciones de Pilato fueron las sublevaciones políticas. Así que quizás tenía miedo de que Jesús ocasionara una rebelión. Pero Jesús le respondió: “Mi reino no es parte de este mundo” (Juan 18:36). Él no se iba a meter en política, pues su Reino sería un gobierno celestial. Además, le aclaró que su labor en la Tierra era “dar testimonio acerca de la verdad” (lea Juan 18:37).
7. ¿Por qué puede ser difícil no apoyar en el corazón los movimientos independentistas?
7 Jesús tenía muy claro qué obra debía hacer. Si nosotros también tenemos claro qué obra debemos hacer, no apoyaremos los movimientos políticos independentistas, ni siquiera en el corazón. Esto puede resultarnos difícil. Un superintendente viajante indica: “La gente en nuestra zona es cada vez más radical. Predomina un espíritu nacionalista, y muchos dan por sentado que la independencia política mejorará sus vidas. Afortunadamente, los hermanos han protegido su unidad cristiana al concentrarse en predicar las buenas nuevas del Reino. Confían en que Dios resolverá la injusticia y los demás problemas que afrontamos”.
¿CÓMO ACTUÓ JESÚS ANTE LAS CUESTIONES POLÍTICAS QUE DIVIDÍAN A LA GENTE?
8. ¿Qué injusticias soportaban los judíos en el siglo primero?
8 Por regla general, las injusticias encienden las pasiones políticas. En los días de Jesús, el pago de impuestos era una cuestión candente. De hecho, la chispa que prendió la rebelión de Judas el Galileo fue un censo ordenado por los romanos para garantizar el pago de los tributos. Los súbditos del Imperio romano, entre ellos las personas que escuchaban a Jesús, tenían que pagar muchos impuestos, como por ejemplo sobre los bienes, las tierras y las viviendas. Y, como los recaudadores de impuestos eran muy corruptos, la gente sentía que llevaba una carga muy pesada. A veces, los recaudadores les pagaban a los funcionarios para acceder a ciertos puestos y luego usaban su autoridad para enriquecerse. Zaqueo, el principal recaudador de impuestos de Jericó, se hizo rico extorsionando a los ciudadanos (Luc. 19:2, 8). Y lo más probable es que no fuera el único que se valiera de estas prácticas.
9, 10. a) ¿Cómo trataron de conseguir los enemigos de Jesús que él tomara partido en una cuestión política? b) ¿Qué aprendemos de la reacción de Jesús? (Vea el dibujo del principio).
9 Los enemigos de Jesús trataron de conseguir que él tomara partido en una cuestión relacionada con los impuestos. Para entramparlo, le preguntaron por “la capitación”, un impuesto de un denario que debían pagar todos los habitantes del Imperio romano (lea Mateo 22:16-18). Este era uno de los tributos que más molestaba a los judíos, porque representaba que estaban sometidos a Roma. La trampa de los “partidarios de Herodes” era la siguiente: si Jesús criticaba el impuesto, podría ser acusado de rebelión contra el Imperio, pero, si decía que había que pagarlo, sus seguidores tal vez lo abandonarían.
10 A fin de mantenerse neutral, Jesús tuvo mucho cuidado con su respuesta. Dijo: “Paguen a César las cosas de César, pero a Dios las cosas de Dios” (Mat. 22:21). Claro, sabía que muchos recaudadores eran corruptos. Pero no quería que estas cosas lo distrajeran de la cuestión más importante: que la verdadera solución para los problemas de la humanidad es el Reino de Dios. Así puso un modelo que todos debemos seguir. Aunque una causa parezca muy noble, nunca debemos meternos en temas políticos. En lugar de formarnos opiniones muy categóricas sobre las injusticias o hablar en contra de ellas, los cristianos buscamos el Reino y la justicia de Dios (Mat. 6:33).
11. ¿Cuál es la mejor manera de luchar contra las injusticias?
11 Muchos testigos de Jehová han logrado dejar atrás las ideas políticas que tenían arraigadas. Una hermana de Gran Bretaña cuenta: “Después de estudiar Sociología en la universidad, mis ideas se volvieron radicales. Quería defender los derechos de los negros, pues habíamos sufrido muchísimas injusticias. Casi siempre ganaba las discusiones, pero acababa frustrada. No me daba cuenta de que las causas de las injusticias raciales están en el corazón de la gente, y de allí hay que desarraigarlas. Pero, cuando comencé a estudiar la Biblia, comprendí que tenía que empezar arrancándolas de mi propio corazón. Y fue una hermana blanca muy paciente quien me ayudó a lograrlo. En la actualidad, soy precursora regular en una congregación de lenguaje de señas. Estoy aprendiendo a llegar a todo tipo de personas”.
“VUELVE TU ESPADA A SU LUGAR”
12. ¿Qué era “la levadura” que debían evitar los discípulos de Jesús?
12 En los días de Jesús, la religión estaba muy mezclada con la política. El libro La vida cotidiana en Palestina en tiempo de Jesús explica que “las sectas religiosas en que se dividían los judíos correspondían”, más o menos, “a lo que llamamos partidos políticos”. Por eso, Jesús les dio a sus discípulos esta advertencia: “Mantengan los ojos abiertos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes” (Mar. 8:15). Al mencionar a Herodes, probablemente se refería a los partidarios de este. El otro grupo, los fariseos, estaba a favor de que los judíos se independizaran. Según el Evangelio de Mateo, Jesús también mencionó en esta conversación a los saduceos. Estos preferían continuar bajo el gobierno romano, pues muchos de ellos disfrutaban de poder político. Jesús les advirtió con firmeza a sus discípulos que no se contaminaran con “la levadura” de estos tres grupos, es decir, sus enseñanzas (Mat. 16:6, 12). Es digno de destacar que esta conversación tuvo lugar poco después de que los galileos quisieron hacer rey a Jesús.
13, 14. a) ¿Qué ocurre cuando la religión se mezcla en la política? b) ¿Por qué no podemos usar las injusticias como excusa para recurrir a la violencia? (Vea el dibujo del principio).
13 Cuando la religión se mezcla en la política, es fácil que estalle la violencia. Jesús les enseñó a sus discípulos que, en esas circunstancias, era imprescindible que se mantuvieran neutrales. Por eso, los sacerdotes principales y los fariseos tramaron asesinar a Jesús. Lo consideraban un rival político y religioso, una amenaza para su posición. Decían: “Si lo dejamos así, todos pondrán fe en él, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar así como nuestra nación” (Juan 11:48). Por eso, el sumo sacerdote Caifás encabezó el complot para acabar con la vida de Jesús (Juan 11:49-53; 18:14).
14 Caifás envió soldados para que detuvieran a Jesús al amparo de la noche. Jesús era consciente de este acto tan cobarde. Por eso, durante la última cena con sus apóstoles, les pidió que buscaran unas espadas. Con dos sería suficiente para enseñarles una lección fundamental (Luc. 22:36-38). Esa misma noche, Pedro se indignó tanto por lo injusto de la situación que atacó con una espada a uno de los que llegaron para detener a Jesús (Juan 18:10). Pero Cristo le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que toman la espada perecerán por la espada” (Mat. 26:52, 53). Aquella clara lección concordaba con lo que Jesús había dicho en oración un poco antes: que sus discípulos no debían ser parte del mundo (lea Juan 17:16). Tenían que dejar que fuera Dios quien luchara contra las injusticias.
15, 16. a) ¿Cómo ha ayudado la Palabra de Dios a los cristianos a evitar los conflictos? b) ¿Qué contraste observa Jehová hoy día?
15 Los hermanos mencionados en el primer párrafo aprendieron esa misma lección y cambiaron porque deseaban ser como Cristo. La hermana del sur de Europa explica: “He visto que la violencia no trae justicia. Los que recurren a ella a menudo mueren y muchos otros acaban amargados. Aprender en la Biblia que solo Dios puede traer justicia verdadera a la Tierra me hizo muy feliz. Este es el mensaje que he predicado durante los últimos veinticinco años”. El hermano del sur de África ha sustituido la lanza por “la espada del espíritu”, es decir, la Palabra de Dios (Efes. 6:17). Ahora les predica un mensaje de paz a todas las personas, no importa de qué tribu sean. En cuanto a la hermana de Europa central, después de hacerse Testigo se casó con un hermano de un grupo étnico que antes odiaba.
16 ¡Y qué importante es hacer estos cambios! La Biblia compara a la gente de este mundo con un mar revuelto, que nunca está en calma (Is. 17:12; 57:20, 21; Rev. 13:1). Las personas permiten que las cuestiones políticas causen división, enfrentamientos y violencia sin sentido. En cambio, nosotros mantenemos la paz y la unidad. Sin duda, a Jehová le alegra ver el contraste que existe entre la división de este mundo y la unidad de su pueblo (lea Sofonías 3:17).
17. a) ¿De qué tres maneras podemos fomentar la unidad? b) ¿Qué veremos en el siguiente artículo?
17 En este artículo, hemos visto tres maneras de fomentar la unidad cristiana. Primero, confiando en que el Reino celestial de Dios corregirá las injusticias. Segundo, no tomando partido en cuestiones políticas. Y, tercero, rechazando la violencia. Sin embargo, los prejuicios pueden a veces poner en peligro nuestra unidad. En el siguiente artículo, veremos cómo luchar contra los prejuicios, igual que hicieron los primeros cristianos.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)