Towajla al contenido

Towajla al liweka lopalaykopa lin tema

LASHUEYA 7

Liwik’ijle awena masweme al Biblia

Liwik’ijle awena masweme al Biblia

“¿Te kaynijliya al Ley? ¿Te kufshuepa ijlpiya?” (LUC. 10:26).

LASHO-OYA 97 Nuestra vida depende de la Palabra de Dios

AVANCE a

1. ¿Tej prueba tipa-a Jesús ishinpa tikuikonma al Biblia?

 ¿HEMOS pensado en cómo debió ser escuchar a Jesús cuando enseñaba? Él tenía la costumbre de citar de las Sagradas Escrituras, y siempre de memoria. Prueba de esto son sus primeras palabras registradas después de su bautismo, así como algunas de las últimas que dijo antes de morir (Deut. 8:3; Sal. 31:5; Luc. 4:4; 23:46). b Y, durante los tres años y medio que duró su ministerio, Jesús a menudo leyó de las Escrituras, citó de ellas y las explicó (Mat. 5:17, 18, 21, 22, 27, 28; Luc. 4:16-20).

Durante su vida, Jesús demostró que amaba las Escrituras y permitió que influyeran en sus acciones. (Vea el párrafo 2).

2. ¿Te li tok’ipa Jesús tishin-ufla awena al Biblia aka mitoki? (Toshomtsejla al dibujo lopan-okopa).

2 Incluso antes de que Jesús empezara su ministerio, tenía la costumbre de leer la Palabra de Dios y escuchar a otros cuando la leían y hablaban de ella. De seguro que en su casa oía a María y a José citar de las Escrituras cuando conversaban en familia (Deut. 6:6, 7). c Estamos seguros de que Jesús iba todos los sábados a la sinagoga con su familia y de que prestaba mucha atención a la lectura de las Escrituras (Luc. 4:16). Y con el tiempo comenzó a leerlas por sí mismo. El resultado fue que no solo llegó a saber lo que decían, sino que llegó a amarlas y a permitir que tuvieran un efecto en él. Un ejemplo de esto fue lo que pasó en el templo cuando apenas tenía 12 años. Los maestros, que conocían muy bien la Ley de Moisés, quedaron “asombrados al ver su entendimiento de los asuntos y las respuestas que daba” (Luc. 2:46, 47, 52).

3. ¿Te kaliwik’iyaku ijlta-a al artículo?

3 Nosotros también podemos llegar a conocer y amar la Palabra de Dios si la leemos con frecuencia. ¿Pero qué podemos hacer para sacarle el jugo a nuestra lectura de la Biblia? Para descubrirlo, veremos lo que Jesús les dijo a quienes conocían muy bien la Ley, como los escribas, los fariseos y los saduceos. Aunque esos líderes religiosos tenían la costumbre de leer las Escrituras, no lograban sacarles provecho. Jesús destacó tres cosas que ellos debieron haber hecho para lograr ese objetivo. Las palabras de Jesús nos ayudarán a 1) entender mejor lo que leemos, 2) descubrir más tesoros espirituales y 3) dejar que la Palabra de Dios influya en nosotros aún más.

AJL KIEK’EJLE PE LA SUEPA

4. ¿Te kajl muk’ipon-a Lucas 10:25-​29 masweme lajl lectura de Biblia?

4 Queremos entender lo que leemos en la Biblia porque, si no lo hacemos, no podremos sacarle el máximo provecho. Pensemos en la conversación que tuvo Jesús con “un hombre experto en la Ley” (lea Lucas 10:25-29). El hombre quería saber lo que tenía que hacer para obtener la vida eterna, y para responderle Jesús lo hizo pensar en la Palabra de Dios. Le dijo: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. El hombre dio la respuesta correcta. Citando de las Escrituras, dijo que había que amar a Dios y al prójimo (Lev. 19:18; Deut. 6:5). Pero después preguntó: “Y ¿quién es en realidad mi prójimo?”. Con estas palabras demostró que no entendía de verdad lo que había leído. Y como consecuencia no sabía cómo ponerlo en práctica correctamente.

Todos podemos aprender a entender mejor lo que leemos

5. ¿Te pera kajl tok’ikopon-a ajl kiek’ejle awena lo kopa al Biblia majl eme la naja je asweme apanka?

5 Tener buenos hábitos de lectura nos ayuda a entender mejor la Palabra de Dios. Hay varias cosas que podemos hacer. Primero, tenemos que orar antes de empezar a leer. No podemos entender la Biblia sin la ayuda de Jehová, por eso le pedimos espíritu santo para que nos ayude a concentrarnos. Luego empecemos a leer, pero no a la carrera, sino a un ritmo que nos permita ir asimilando la información. También nos puede ayudar leer en voz alta o reproducir la grabación de la Biblia mientras la leemos. Esto nos ayudará a meternos en el relato, y así se nos grabará la información en la mente y en el corazón (Jos. 1:8). Cuando terminemos de leer, volvamos a orarle a Jehová para darle las gracias por su Palabra y pidámosle que nos ayude a poner en práctica lo que leímos.

¿Por qué nos ayudan las notas breves a entender mejor lo que leemos y a recordarlo? (Vea el párrafo 6).

6. ¿Te kajl tok’ipon-a malikuisf’emojltsi je majl panof’ime masweme al Biblia? (Toshomtsejla jowk’a lin imágenes).

6 ¿Qué más nos ayudará a entender mejor lo que leemos en la Biblia? Hacernos preguntas sobre el relato. Por ejemplo, ¿quiénes son los personajes principales?, ¿quién está hablando?, ¿a quién se está dirigiendo y por qué?, ¿dónde y cuándo está ocurriendo todo? Estas preguntas nos ayudarán a pensar y a concentrarnos en las ideas principales. También podemos tomar notas breves. Poner algo por escrito nos obliga a ordenar las ideas. Y eso nos ayuda a entender mejor lo que hemos leído y a grabarlo en la mente. ¿Qué podríamos apuntar? Las preguntas que nos hicimos, lo que investigamos, los puntos principales, cómo podemos usar lo que leímos o simplemente lo que nos hizo sentir el relato. Si al leer la Biblia hacemos este ejercicio, sentiremos que Jehová nos está hablando personalmente.

7. ¿Tej cualidad tikuikonma masweme al Biblia, je te pera? (Mateo 24:15).

7 Jesús mencionó una cualidad esencial para entender la Biblia: el discernimiento (lea Mateo 24:15). ¿Qué es el discernimiento? Es la capacidad de ver cómo se relacionan las ideas entre sí y la diferencia que hay entre ellas. También implica ver más allá de lo que es obvio. Y, tal como Jesús dijo, el discernimiento nos ayudará a ver que ciertos sucesos cumplen profecías bíblicas. Además, esta cualidad es indispensable para sacarle el máximo provecho a todo lo que leemos en la Biblia.

8. ¿Te kajl eyaku ijma asweme je ajl kiek’eme?

8 Jehová es quien les da discernimiento a sus siervos. Por eso debemos orarle y pedirle que nos ayude a desarrollar esta cualidad (Prov. 2:6). Pero debemos hacer más que solo orar. Debemos analizar sin prisa lo que leemos y fijarnos en cómo se relaciona con lo que ya sabemos. Hay muchas publicaciones bíblicas que nos ayudarán a hacer esto, como la Guía de estudio para los testigos de Jehová. Si las consultamos, podremos percibir el significado de los relatos bíblicos y veremos cómo poner en práctica lo que aprendemos (Heb. 5:14). Si leemos las Escrituras con discernimiento, las entenderemos cada vez mejor.

LAWEJLE TESOROS ESPIRITUALES

9. ¿Te jlinka laykuikonma imenk’ekopa lin saduceo?

9 Aunque los saduceos conocían muy bien los primeros cinco libros de las Escrituras Hebreas, pasaban por alto verdades fundamentales que estaban en esos libros inspirados por Dios. Piense, por ejemplo, en lo que Jesús les dijo a los saduceos cuando intentaron entramparlo con el tema de la resurrección. Él les preguntó: “¿No leyeron en el libro de Moisés, en el relato de la zarza, que Dios le dijo: ‘Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’?” (Mar. 12:18, 26). Seguro que los saduceos habían leído muchas veces el relato, pero la pregunta de Jesús demostró que habían pasado por alto una enseñanza bíblica muy importante: la resurrección (Mar. 12:27; Luc. 20:38). d

10. ¿Te kajl eyaku cuidado masweme al Biblia?

10 ¿Qué aprendemos de aquella conversación? Que, cuando leemos la Biblia, debemos estar muy pendientes de todo lo que nos puede enseñar un versículo o un relato. No nos quedamos en la superficie; queremos descubrir las verdades profundas y los principios que están escondidos en las páginas de la Biblia.

11. To mikua 2 Timoteo 3:​16, 17, ¿te koiya malaweyaku tesoros espirituales al Biblia?

11 ¿Cómo podemos encontrar esos tesoros que están en la Biblia? Analicemos 2 Timoteo 3:16, 17 (léalo). Ahí dice que “toda la Escritura […] es útil” para cuatro cosas: enseñar, censurar, rectificar las cosas y educar. Incluso libros de la Biblia que no se mencionan tanto sirven para todo esto. Analicemos lo que leemos para ver lo que nos enseña sobre Jehová, su propósito o sus principios. Para que un relato sea útil para censurar, ¿qué debemos buscar en él? Cualquier cosa que contribuya a identificar y rechazar nuestras malas tendencias y actitudes, y que nos ayude a seguir siendo fieles a Jehová. Pensemos en cómo el pasaje puede rectificar o corregir un punto de vista equivocado, quizás algo que nos dijeron en la predicación. ¿Y qué debemos hacer para que un relato nos eduque? Buscar todo lo que nos ayude a pensar como Jehová. Si tenemos presentes estas cuatro ideas útiles, descubriremos más tesoros espirituales que enriquecerán nuestra lectura de la Biblia.

MASWEME AL BIBLIA AJL TOK’IN-A IYANK’

12. ¿Te pera kikuisf’ekopola Jesús lin fariseo jani a-i kisuef’ke lo kopa al Biblia?

12 Los fariseos leían la Palabra de Dios con una mala actitud. Jesús dejó eso claro cuando les preguntó si no habían leído lo que decían las Escrituras (Mat. 12:1-7). e En aquella ocasión, los fariseos acusaron a los discípulos de Jesús de violar la ley del sábado. Para responderles, Jesús mencionó dos ejemplos de las Escrituras y citó de un versículo de Oseas. Así demostró que los fariseos no entendían el propósito de esa ley y que habían actuado sin compasión. Estos hombres leían la Palabra de Dios, pero esta no influía en ellos. ¿Por qué? Porque eran orgullosos y la leían solo para criticar a otros. Su mala actitud impidió que entendieran el verdadero significado de lo que leían (Mat. 23:23; Juan 5:39, 40).

13. ¿Te kajl mujyaku masweme al Biblia, je te pera?

13 Las palabras de Jesús nos enseñan que hay que leer la Biblia con la actitud correcta. No copiemos a los fariseos. Más bien, seamos humildes y dejemos que Jehová nos enseñe. Como dice Santiago 1:21, “acepten con apacibilidad que la palabra […] eche raíces en ustedes”. Si somos apacibles, dejaremos que la Palabra de Dios se arraigue en nuestro corazón. Cuando leemos la Biblia, no debemos ser orgullosos ni andar pensando en las faltas de los demás. Solo así permitiremos que lo que nos enseña sobre la misericordia, la compasión y el amor cale hondo en nosotros.

¿Cómo podemos saber si estamos dejando que la Palabra de Dios influya en nosotros? (Vea el párrafo 14). f

14. ¿Te koiya majl tsinyaku jani al Biblia ajl tok’in-a? (Toshomtsejla jowk’a lin imágenes).

14 La manera como tratamos a los demás muestra si estamos dejando que la Biblia influya en nosotros. Como los fariseos tenían el corazón cerrado al mensaje de la Palabra de Dios, condenaban a los que no eran culpables (Mat. 12:7). Así que fijémonos en cómo vemos y tratamos a los demás. Por ejemplo, ¿tenemos la costumbre de hablar de las buenas cualidades de otros, o nos enfocamos en sus defectos? ¿Estamos siempre dispuestos a perdonar, o somos criticones y rencorosos? Lo que respondamos revelará si estamos dejando que la Biblia influya en lo que pensamos, sentimos y hacemos (1 Tim. 4:12, 15; Heb. 4:12).

MASWEME AL BIBLIA LISHOK’IN-A KALATA

15. ¿To lishimpa Jesús lin Sagradas Escrituras?

15 Jesús amaba las Sagradas Escrituras. De hecho, Salmo 40:8 predijo cuánto las valoraría: “Hacer tu voluntad, oh, Dios mío, es un placer para mí, y tu ley está en lo más hondo de mi ser”. Apreciarlas tanto lo ayudó a ser feliz y a seguir sirviendo a Jehová. Nosotros lograremos el mismo resultado si nos esforzamos por leer la Palabra de Dios y amarla (Sal. 1:1-3).

16. ¿Te kufshuejlkopa luf-eya ijma taywik’ima awena al Biblia? (Toshomtsejla al recuadro “ Las palabras de Jesús nos ayudan a entender lo que leemos”).

16 Las palabras y el ejemplo de Jesús nos motivan a mejorar nuestros hábitos de lectura y estudio de la Biblia. Para entender mejor lo que leemos, orémosle a Jehová, leamos sin prisa, hagámonos preguntas y tomemos notas breves. Para leer con discernimiento, analicemos con calma el relato y consultemos nuestras publicaciones. Para conocer mejor las Escrituras, busquemos tesoros espirituales en sus páginas, incluso en los relatos menos conocidos. Y, para dejar que la Palabra de Dios influya en nosotros, leámosla siempre con la actitud correcta. Si hacemos todo esto, le sacaremos el jugo a nuestra lectura de la Biblia y nos acercaremos más a Jehová (Sal. 119:17, 18; Sant. 4:8).

LASHO-OYA 95 La luz brilla más cada día

a Los siervos de Jehová nos esforzamos por leer la Biblia todos los días. Muchas otras personas también la leen, pero no la entienden bien. Lo mismo pasaba en la época de Jesús. Veamos lo que él les dijo a quienes leían la Palabra de Dios y aprendamos a sacarle el jugo cuando nos ponemos a leerla.

b Cuando Jesús fue bautizado y ungido con espíritu santo, al parecer los recuerdos de su vida en el cielo antes de venir a la Tierra volvieron a su memoria (Mat. 3:16).

c María conocía muy bien las Escrituras y citó de ellas varias veces (Luc. 1:46-55). Lo más probable es que ella y José no tuvieran dinero para conseguir alguna copia de las Escrituras. Seguramente prestaban tanta atención a la lectura de la Palabra de Dios en la sinagoga que después podían recordar lo que se había dicho.

d Vea el artículo “Acérquese a Dios: ‘Él es el Dios [...] de los vivos’”, de La Atalaya del 1 de febrero de 2013.

e En Mateo 19:4-6 encontrará otro relato en el que Jesús les preguntó a los fariseos si no habían leído lo que decían las Escrituras. Aunque ellos conocían el relato de la creación, pasaron por alto lo que pensaba Dios sobre el matrimonio.

f DESCRIPCIÓN DE LAS IMÁGENES: En el Salón del Reino, uno de los hermanos encargados del audio y del video se equivoca varias veces. Pero después de la reunión los hermanos lo felicitan por sus esfuerzos, en vez de concentrarse en sus errores.