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OBAMETAANTSI 6

“Meeka ari noasanketaakempi”

“Meeka ari noasanketaakempi”

EZEQUIEL 7:3

PIYOTERO OKA: Ikamantajeitakeri Yioba jerosarenisatipee iroasanketayempi. Aisati jaoka ikantakari Yioba imonkaratakero ikamantakeri

1, 2. a) ¿Paita yantayetakeri Ezequiel? (Pamenero shiakaantsi intanakarori). b) ¿Paita oshiakantiri yantayetakeri Ezequiel?

TODO el mundo habla del extraño comportamiento de Ezequiel. Los judíos desterrados en Babilonia han estado observándolo. Lleva una semana sentado, aturdido y sin hablar; pero de repente se levanta y se encierra en su casa. Los vecinos no entienden nada de lo que pasa. Entonces el profeta aparece de nuevo, toma un ladrillo, se lo pone delante y hace un grabado en él. Y ahora, sin decir ni una palabra, Ezequiel empieza a construir una muralla en miniatura (Ezeq. 3:10, 11, 15, 24-26; 4:1, 2).

2 Los curiosos, que no paran de llegar, quizá se pregunten: “¿Qué significa todo esto?”. Solo tiempo después, los judíos desterrados comprenderían plenamente que ese comportamiento tan extraño del profeta predecía la llegada de un acontecimiento terrible, una expresión de la justa indignación de Dios. ¿Qué tipo de acontecimiento sería ese? ¿Cómo repercutiría en la nación de Israel? ¿Y tiene algún significado para los que adoramos hoy a Jehová?

“Aparoni ladrillo, tirico aisati aparoni besamentotsi”

3, 4. a) Inkamantantyariri Yioba jerosarenisatipee, ¿paita maba ikantakeri Ezequiel? b) ¿Jaoka ikantakari Ezequiel iyotakaakeri jerosarenisatipee irareejeitya kisanentantatsiri?

3 Alrededor del año 613 antes de nuestra era, Jehová le pidió a Ezequiel que escenificara tres aspectos de la sentencia de Dios contra Jerusalén: el asedio de la ciudad, el sufrimiento de los habitantes y la destrucción de la ciudad y su gente. * Veamos más detalles sobre estos tres aspectos de una sentencia que pronto se ejecutaría.

4 El asedio de Jerusalén. Jehová le dijo a Ezequiel: “Toma un ladrillo y ponlo delante de ti. Graba en él una ciudad [...]. Cércala” (lea Ezequiel 4:1-3). El ladrillo representaba la ciudad de Jerusalén, y el propio Ezequiel personificaba al ejército babilonio, que sería usado por Jehová. También se le pidió que construyera una muralla en miniatura, una rampa de ataque y unos arietes. * Después colocó todos esos instrumentos de guerra alrededor del ladrillo. Estos sirvieron para indicar que los enemigos de Jerusalén los iban a usar para cercar la ciudad y atacarla. A fin de mostrar que los soldados enemigos serían tan fuertes como el hierro, Ezequiel puso una lámina o “plancha de hierro” entre él y la ciudad, y luego fijó su mirada en la ciudad. Todas esas acciones hostiles sirvieron de “señal para la casa de Israel”, una señal de que algo inesperado les pasaría pronto. Jehová usaría al ejército enemigo para asediar Jerusalén, la principal ciudad de su pueblo, ¡el lugar donde estaba el templo de Dios!

5. ¿Jaoka ikantakari Ezequiel iyotakaakeri jerosarenisatipee irashinonkaajeitempa?

5 El sufrimiento de los habitantes de Jerusalén. Jehová le pide a Ezequiel: “Debes tomar trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta [una clase de trigo]; [...] y haz con eso tu pan”. También le dijo: “Pesarás y comerás 20 siclos [unos 230 gramos] de alimento al día”. Entonces Jehová le explicó: “Voy a cortar el suministro de alimento” (Ezeq. 4:9-16). En esta escena, Ezequiel ya no personificaba al ejército babilonio, sino a los habitantes de Jerusalén. Lo que hizo el profeta indicó que por culpa del asedio escasearía la comida en la ciudad. Preparó el pan con una mezcla rara de ingredientes, lo que mostró que la gente comería lo primero que encontrara. ¿Hasta qué extremo llegaría el hambre? Como si les hablara directamente a los habitantes de Jerusalén, Ezequiel dijo: “Habrá padres entre ustedes que se comerán a sus hijos y habrá hijos que se comerán a sus padres”. Al final, “las flechas mortales del hambre” causarían mucho sufrimiento y la gente quedaría consumida (Ezeq. 4:17; 5:10, 16).

6. a) ¿Paita oshiakantiri yantakeri Ezequiel? Pinkante apiteroite. b) Impoiji, ¿paita ikantakeriri Yioba Ezequiel? ¿Paita oshiakantiri oka?

6 La destrucción de Jerusalén y su gente. En esta parte de la escenificación profética, Ezequiel interpretó dos papeles a la vez. En primer lugar, representó lo que Jehová haría. Él le había dicho: “Toma para ti una espada afilada y úsala como navaja de barbero” (lea Ezequiel 5:1, 2). La mano con la que Ezequiel sostenía la espada simbolizaba la mano de Jehová, es decir, la sentencia que Jehová ejecutaría por medio del ejército babilonio. En segundo lugar, Ezequiel escenificó el sufrimiento por el que pasarían los judíos. Jehová le había mandado: “Aféitate la cabeza y la barba”. Esto representó que los judíos serían atacados y que habría una gran matanza. Además, le había dado la siguiente orden: “Pesa en una balanza el pelo cortado y divídelo en porciones”. Eso demostró que la sentencia de Jehová contra Jerusalén no se llevaría a cabo a lo loco o sin control, sino de manera meticulosa y total.

7. Aisati, ¿paita ikantakeriri Yioba Ezequiel? ¿Paita ikantantakariri oka?

 7 Como vimos, Jehová le dijo a Ezequiel que dividiera el pelo ya cortado en tres porciones y que hiciera algo distinto con cada parte. ¿Por qué? (Lea Ezequiel 5:7-12). Ezequiel quemó una tercera parte del pelo “dentro de la ciudad” para demostrarles a los presentes que algunos habitantes de Jerusalén morirían en la ciudad. Luego cortó otra parte de pelo con la espada “alrededor de toda la ciudad” para indicar que a otros los matarían fuera de la ciudad. Después esparció la última parte de pelo al viento para ilustrar que otros habitantes serían dispersados por las naciones pero que “una espada” los perseguiría. Así que, acabaran donde acabaran, los sobrevivientes no vivirían en paz.

8. a) ¿Paita akantantari yora Ezequiel kapichaji yoimoshirenkakeri jerosarenisatipee? b) ¿Jaoka okantakari omonkarataka oka ikamantakeri Ezequiel?

8 Pero la escenificación profética de Ezequiel también daba un pequeño rayo de esperanza. Refiriéndose al pelo que el profeta se había afeitado, Jehová le dijo: “Toma también unos pocos cabellos y envuélvelos en los pliegues de tu ropa” (Ezeq. 5:3). Eso indicó que unos cuantos judíos dispersados por las naciones permanecerían con vida. Entre esos “pocos cabellos” estarían los desterrados que iban a volver a Jerusalén después de vivir cautivos en Babilonia durante 70 años (Ezeq. 6:8, 9; 11:17). ¿Se cumplieron esas palabras proféticas? Por supuesto que sí. Unos años después del final del cautiverio en Babilonia, el profeta Ageo aseguró que algunos de los exiliados judíos habían vuelto a Jerusalén. A estos se les llamó “aquellos que ya eran ancianos y que habían visto la casa anterior”, o sea, el templo de Salomón (Esd. 3:12; Ageo 2:1-3). Tal como había prometido, Jehová se encargó de que la adoración pura no desapareciera. En el capítulo 9 de este libro veremos más detalles sobre la restauración de la adoración pura (Ezeq. 11:17-20).

¿Paita obameteeri ikamantayetakeri Ezequiel?

9, 10. ¿Paita obameteeri ikamantayetakeri Ezequiel?

9 Las escenificaciones de Ezequiel nos traen a la mente los importantes acontecimientos que la Palabra de Dios predice para el futuro. ¿Cuáles son algunos de ellos? Como en el caso de la antigua ciudad de Jerusalén, Jehová hará lo impensable: atacar a todas las religiones falsas de la Tierra valiéndose de las autoridades políticas (Apoc. 17:16-18). La destrucción de Jerusalén fue “una calamidad sin igual”, y la “gran tribulación”, que culminará con la guerra de Armagedón, será una calamidad sin precedentes (Ezeq. 5:9; 7:5; Mat. 24:21).

10 La Palabra de Dios revela que la mayoría de las personas que apoyan a las religiones falsas van a sobrevivir cuando las instituciones religiosas sean destruidas. Muertos de miedo, estos sobrevivientes se unirán a personas de toda clase social para buscar un lugar donde esconderse (Zac. 13:4-6; Apoc. 6:15-17). Esa situación nos recuerda lo que les pasó a los habitantes de Jerusalén que se libraron de morir en la destrucción de la ciudad y fueron esparcidos “al viento”. Como vimos en el  párrafo 7, aunque al principio se salvaron, Jehová desenvainó “una espada para perseguirlos” (Ezeq. 5:2). De la misma manera, no habrá escondite que valga para los que sobrevivan al ataque contra las religiones; nada los protegerá de la espada de Jehová. Morirán en el Armagedón junto con todos los demás que son como “las cabras” (Ezeq. 7:4; Mat. 25:33, 41, 46; Apoc. 19:15, 18).

Nos quedaremos mudos, es decir, dejaremos de anunciar buenas noticias

11, 12. a) Aisati, ¿paita obametimpiri abishimotakerori Jerosareni? b) Ompokerika antyaroite oashinonkantsi, ¿ankamantante atiripee kempe meeka?

11 Entender esta profecía influye en cómo vemos la predicación y la urgencia de esta obra. Nos deja claro que es ahora cuando tenemos que hacer todo lo que podamos para ayudar a las personas a servir a Jehová. ¿Por qué? Porque queda poco tiempo para hacer “discípulos de gente de todas las naciones” (Mat. 28:19, 20; Ezeq. 33:14-16). Cuando comience el ataque de “la vara” —que son las autoridades políticas— contra las religiones, dejaremos de predicar un mensaje de salvación (Ezeq. 7:10). Así como por un tiempo Ezequiel se quedó “mudo”, es decir, dejó de proclamar sus mensajes, nosotros también nos quedaremos mudos, es decir, dejaremos de anunciar buenas noticias (Ezeq. 3:26, 27; 33:21, 22). Claro, después de la destrucción de la religión falsa, la gente estará desesperada y, por así decirlo, “buscará la visión de un profeta”; pero ya nadie les dará instrucciones para salvarse (Ezeq. 7:26). Ya habrá pasado el momento de recibir esas instrucciones y la oportunidad de hacerse discípulo de Cristo.

12 Pero nuestra labor de predicar no habrá terminado. ¿Por qué no? Porque durante la gran tribulación es muy posible que empecemos a proclamar un mensaje de condena que será como una “plaga de granizo”. Ese mensaje dejará claro que el fin de este mundo malvado ya se le viene encima a la humanidad (Apoc. 16:21).

“¡Pamene, korake!”

13. ¿Paita ikoakeri Yioba iranteri Ezequiel? ¿Paitakea?

13 Además de predecir cómo sería destruida Jerusalén, Ezequiel también escenificó cuándo sucedería eso. Jehová le dijo que se acostara del lado izquierdo durante 390 días y del lado derecho otros 40 días. Es probable que Ezequiel hiciera eso solo durante parte del día. Ahora bien, cada día representaba un año (lea Ezequiel 4:4-6; Núm. 14:34). Esta escenificación indicaba el año exacto de la destrucción de Jerusalén. Los 390 años del pecado de Israel comenzaron en el 997 antes de nuestra era, año en que el reino de las 12 tribus se dividió en dos (1 Rey. 12:12-20). Y los 40 años del pecado de Judá probablemente empezaron en el 647. Ese año se le encargó a Jeremías que advirtiera al reino de Judá de su cercana destrucción, y tenía que hacerlo sin rodeos (Jer. 1:1, 2, 17-19; 19:3, 4). Por tanto, los dos periodos de tiempo terminarían en el 607, el año exacto de la caída y destrucción de Jerusalén, tal como Jehová había predicho. *

¿Cómo indicó Ezequiel el año exacto de la destrucción de Jerusalén? (Vea el párrafo 13).

14. a) Ezequiel iyotiri Yioba ari irimonkaratakero iriñane, ¿paita akantantari oka? b) Tekerani imporokeeteroji Jerosareni, ¿paita abisatsinemeri?

14 Cuando Ezequiel recibió la profecía de los 390 días y de los 40 días, tal vez no dedujo el año exacto del fin de Jerusalén. Pero, durante los años previos a la destrucción de la ciudad, Ezequiel les advirtió vez tras vez a los judíos que la ejecución de la sentencia de Jehová estaba a las puertas. Él decía: “Ahora te ha llegado el fin” (lea Ezequiel 7:3, 5-10). El profeta estaba totalmente convencido de que Jehová sería sumamente puntual (Is. 46:10). Ezequiel también predijo lo que sucedería antes de la destrucción de Jerusalén: “Vendrá un desastre tras otro”. Esos sucesos conducirían al hundimiento de la sociedad, la religión y los gobiernos (Ezeq. 7:11-13, 25-27).

Cuando Jerusalén fue cercada, parecía una “olla” puesta “en el fuego”. (Vea el párrafo 15).

15. ¿Omonkaratakampa ikamantakeri Ezequieli? Pinkantayete.

15 Unos pocos años después de que Ezequiel hablara de la caída de Jerusalén, la profecía empezó a cumplirse. En el año 609 antes de nuestra era, Ezequiel supo que el ataque a Jerusalén había comenzado. En esa ocasión sonó una trompeta llamando al pueblo para que defendiera la ciudad, pero ocurrió lo que el profeta había dicho: “Nadie va a la batalla” (Ezeq. 7:14). Los habitantes de Jerusalén no se unieron para defender la ciudad y luchar contra los invasores babilonios. Quizá algunos judíos pensaban que Jehová los rescataría. De hecho, ya los había rescatado antes, cuando los asirios amenazaron con tomar la ciudad de Jerusalén y un ángel de Jehová acabó con la mayor parte del ejército (2 Rey. 19:32). Pero esta vez los ángeles no acudieron en su ayuda. En poco tiempo, la ciudad cercada ya parecía una “olla” puesta “en el fuego”, y sus habitantes, “pedazos de carne” dentro de la olla (Ezeq. 24:1-10). Tras un asfixiante asedio de dieciocho meses, Jerusalén fue destruida.

“Pimpiotero pivaararo anta inquitequi”

16. Tempa piyotakotakeri Yioba ari irimonkaratakero iriñane, ¿paita panteri?

16 ¿Qué aprendemos de esta parte de la profecía de Ezequiel? ¿Tiene algo que ver con nuestra predicación y la reacción de aquellos a quienes les predicamos? Jehová ya ha decidido cuándo será la destrucción de la religión falsa; y de nuevo demostrará su extraordinaria puntualidad (2 Ped. 3:9, 10; Apoc. 7:1-3). Nosotros no sabemos la fecha exacta de ese suceso. Pero, tal como hizo Ezequiel, seguimos cumpliendo con lo que Jehová nos ha pedido, o sea, le advertimos una y otra vez a la gente: “Ahora te ha llegado el fin”. ¿Es necesario que sigamos repitiendo ese mensaje? Sí lo es, por la misma razón que Ezequiel siguió repitiéndolo. * La mayoría de la gente que escuchó el mensaje de la caída de Jerusalén no lo creyó (Ezeq. 12:27, 28). Pero después algunos judíos desterrados en Babilonia demostraron que querían hacer lo que Jehová consideraba justo y volvieron a su tierra natal (Is. 49:8). Hoy día pasa algo similar; mucha gente no quiere creer que este mundo se vaya a acabar (2 Ped. 3:3, 4). Aun así, mientras quede tiempo para que la humanidad acepte el mensaje de Dios, nosotros deseamos ayudar a las personas de buen corazón a encontrar el camino que lleva a la vida (Mat. 7:13, 14; 2 Cor. 6:2).

Aunque muchos no escuchen, nosotros seguimos buscando a las personas de buen corazón. (Vea el párrafo 16).

¿Por qué arrojaron “su plata por las calles” los habitantes de la antigua Jerusalén? (Vea el párrafo 17).

17. ¿Paita abisayetatsineri ompokerika antyaroite oashinonkantsi?

17 La profecía de Ezequiel también nos recuerda que, cuando llegue el ataque contra las organizaciones religiosas, sus miembros no irán “a la batalla” a defender la religión. Más bien, dirán “Señor, Señor”, pidiendo auxilio. Y, al ver que no hay ninguna respuesta, sus “manos se quedarán sin fuerzas” y “un temblor” se apoderará de ellos (Ezeq. 7:3, 14, 17, 18; Mat. 7:21-23). ¿Qué más harán? (Lea Ezequiel 7:19-21). Jehová dice respecto a los habitantes de Jerusalén: “Arrojarán su plata por las calles”. Esta afirmación muestra con claridad lo que pasará durante la gran tribulación. En ese momento, la gente se dará cuenta de que el dinero no los puede salvar de la inminente calamidad.

18. Aisati, ¿paita obametakempiri ikamantakeri Ezequiel?

18 ¿Consigue ver la lección que hay para nosotros en esta parte de la profecía de Ezequiel? Se trata de la importancia de establecer nuestras prioridades de forma correcta. Piense en lo siguiente. Solo después de que los habitantes de Jerusalén entendieron que se les venía encima el fin de la ciudad y de su vida, y que sus posesiones no iban a salvarlos, solo después de eso, cambiaron drásticamente sus prioridades. Se deshicieron de sus pertenencias y se pusieron a buscar “la visión de un profeta”. Pero el cambio llegó demasiado tarde (Ezeq. 7:26). Nosotros, por el contrario, estamos muy al tanto de que el fin de este mundo malvado está aquí mismo. La fe que tenemos en las promesas de Dios nos ha llevado a establecer correctamente nuestras prioridades en la vida. Y, como resultado, estamos muy ocupados tratando de acumular riquezas espirituales, que nunca perderán su valor ni serán arrojadas “por las calles” (lea Mateo 6:19-21, 24).

19. Tempa pishitoriakotakeri ikamantakeri Ezequiel, ¿paita panteri?

19 Para resumir, ¿qué efecto tienen en nosotros las declaraciones proféticas de Ezequiel sobre la caída de Jerusalén? Nos recuerdan que queda poco tiempo para ayudar a otras personas a convertirse en siervos de Dios. Y por eso vemos la obra de hacer discípulos como una tarea urgente. Nos llena de felicidad ver que personas de buen corazón empiezan a adorar a nuestro Padre, Jehová. De todas formas, aunque muchos no den ese paso, nosotros seguimos dándoles el mismo mensaje de advertencia que Ezequiel le dio a la gente de su época: “Ahora te ha llegado el fin” (Ezeq. 3:19, 21; 7:3). Además, estamos decididos a mantener intacta nuestra confianza en Jehová y a que la adoración pura siga ocupando el primer lugar en nuestra vida (Sal. 52:7, 8; Prov. 11:28; Mat. 6:33).

^ párr. 3 Es lógico pensar que Ezequiel tenía público cuando hizo esas cosas. ¿Por qué? Porque en algunas ocasiones, como cuando horneó el pan o se llevó su equipaje, Jehová le mandó específicamente que lo hiciera “ante sus ojos”, es decir, mientras la gente estuviera mirando (Ezeq. 4:12; 12:7).

^ párr. 4 Los arietes eran instrumentos de guerra que se usaban para derribar las murallas y puertas de una ciudad.

^ párr. 13 Al permitir que Jerusalén fuera destruida, Jehová no solo expresó su indignación contra el reino de dos tribus de Judá, sino también contra el reino de diez tribus de Israel (Jer. 11:17; Ezeq. 9:9, 10). En la entrada “Cronología” de la obra Perspicacia para comprender las Escrituras (volumen 1, página 599), vea el subtítulo “Desde 997 a. E.C. hasta la desolación de Jerusalén”.

^ párr. 16 Es interesante que en un pasaje tan corto, en Ezequiel 7:5-7, Jehová mencione seis veces el verbo que se traduce “venir” y “llegar”.