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OBAMETAANTSI 1

“Pimpinkatsatasanoteri Pibinkatsarite Yioba”

“Pimpinkatsatasanoteri Pibinkatsarite Yioba”

MATEO 4:10

PIYOTERO OKA: Ari iroameetsatakero Yioba maaroni ampinkatsatasanotantyariri kempe ikoakeri iriori

1, 2. ¿Paita isaikantakari Jesoshi anta karaiteriki aisati paita abakeriri? (Pamenero shiakaaantsi intanakarori).

ES EL año 29 de nuestra era, y el otoño ya comenzó. Jesús está en el desierto de Judea, al norte del mar Muerto. Después de ser bautizado y ungido, el espíritu santo lo ha traído aquí. En este árido y rocoso lugar atravesado por barrancos, Jesús ha pasado cuarenta días a solas y ha tenido tiempo para ayunar, orar y meditar. Tal vez en este periodo Jehová se haya comunicado con su Hijo a fin de prepararlo para lo que le espera.

2 Y justo ahora, aprovechando que Jesús está hambriento y débil, Satanás se le acerca. Lo que sucede a continuación pone sobre la mesa una cuestión de máxima importancia para todos los que aman la adoración pura, y usted es uno de ellos.

“Abirorika itomi Tasorentsi...”

3, 4. a) ¿Paita ikantakeriri kamaari yora Jesoshi aisati paita ikoabetaka inkenkeshiretakayeri Jesoshi? b) ¿Jaoka ikantari yamatabitantee kamaari?

3 Lea Mateo 4:1-7. Satanás comienza las dos primeras tentaciones con estas astutas palabras: “Si eres hijo de Dios...”. ¿Acaso no sabía Satanás que Jesús era el Hijo de Dios? Claro que lo sabía. Este ángel caído, un hijo rebelde de Dios, tenía muy claro que Jesús es el Hijo primogénito de Dios (Col. 1:15). No hay duda de que Satanás también sabía lo que Jehová dijo desde los cielos cuando Jesús se bautizó: “Este es mi Hijo amado; él tiene mi aprobación” (Mat. 3:17). Satanás tal vez quería sembrar dudas en Jesús; quería que se preguntara si de veras le importaba a su Padre y si podía confiar en él. Con la primera tentación —convertir piedras en panes—, Satanás en realidad le estaba preguntando algo así: “¿Cómo es que a ti, que eres el Hijo de Dios, no te da de comer tu Padre aquí, en este desierto pelado?”. Y, con la segunda tentación —saltar desde la parte más alta del templo—, era como si le dijera: “Tú, que eres el Hijo de Dios, ¿es que no confías en que tu Padre te va a proteger?”.

4 Hoy Satanás utiliza estrategias parecidas (2 Cor. 2:11). El Tentador espera y, cuando ve que los auténticos adoradores de Dios estamos débiles o desanimados, ahí viene y nos ataca, a menudo mediante tácticas muy astutas (2 Cor. 11:14). Intenta engañarnos para que creamos que es imposible que Jehová nos ame o nos dé su aprobación. Además, el Tentador busca la manera de convencernos de que no se puede confiar en Jehová, de que él no va a hacer las cosas tal como promete en su Palabra. Pero son puras mentiras, mentiras maliciosas (Juan 8:44). ¿Qué podemos hacer para rechazarlas?

5. ¿Paita yakanakeri Jesoshi?

5 Fijémonos en cómo respondió Jesús a las dos primeras tentaciones. Él no tenía ninguna duda del amor de su Padre y confiaba por completo en él. Así que, sin pensarlo dos veces, rechazó a Satanás citando de la Palabra inspirada por su Padre. Fue muy acertado que Jesús citara pasajes de las Escrituras que contienen el nombre divino: Jehová (Deut. 6:16; 8:3). Y es que el nombre de Dios es único; es una garantía de que Jehová cumplirá todas sus promesas. ¿No es magnífico que el Hijo de Dios usara el nombre de su Padre para demostrar su confianza total en él? *

6, 7. ¿Jaoka onkantyari ajokantyariri kamaari?

6 Nosotros podemos combatir los ataques astutos de Satanás si nos apoyamos en la Palabra de Jehová y nos paramos a pensar en lo que implica el nombre divino. Al leer la Biblia, vemos el amor y el interés que Jehová siente por sus siervos, incluidos los que están desanimados. Cuando entendemos que las palabras que leemos en ella están dirigidas a nosotros, se nos hace más fácil rechazar la mentira satánica de que es imposible que Jehová nos ame o nos dé su aprobación (Sal. 34:18; 1 Ped. 5:8). Y, si recordamos que Jehová siempre hace honor a su nombre, no tendremos ninguna duda de que el Dios que cumple sus promesas merece toda nuestra confianza (Prov. 3:5, 6).

7 ¿Pero qué es lo que Satanás pretende en realidad? ¿Qué quiere conseguir de nosotros? La respuesta se ve claramente en la tercera tentación que Satanás le presentó a Jesús.

“Pintiyeroashitena, pimpinkatsatena narori”

8. ¿Paita ikoasanotakeri yora kamaari?

8 Lea Mateo 4:8-11. Con la tercera tentación, Satanás se deja de sutilezas y revela sus verdaderas intenciones. Le muestra a Jesús —probablemente en una visión— “todos los reinos del mundo y su gloria”. Pero, claro, lo negativo no se lo enseña. Y ahora le dice: “Te daré todas estas cosas si te arrodillas y realizas ante mí un solo acto de adoración”. * ¡Adoración! ¡Eso es lo que en realidad le importaba a Satanás! Pretendía que Jesús le diera la espalda a su Padre y que viera al Tentador como su dios. Le ofreció lo que podría considerarse un atajo, es decir, podría tener todo el poder y las riquezas del mundo sin pasar por ningún sufrimiento: ni corona de espinos, ni latigazos, ni madero de tormento... La tentación era real. De hecho, Jesús no negó que Satanás tuviera el control de los gobiernos del mundo (Juan 12:31; 1 Juan 5:19). Seguro que el Diablo habría dado cualquier cosa con tal de alejar a Jesús de la adoración pura.

9. a) ¿Paita ikoakaakeriri kamaari kemisantiriri Yioba aisati jaoka ikantari yamatabitantiri? b) ¿Paita kantachari pimpinkatsatasanoteri? (Pamenero okanti “¿Qué implica la adoración?”).

9 Hoy en día, Satanás tiene muchas ganas de que le demos nuestra adoración, no importa si es directa o indirectamente. Como es “el dios de este sistema”, al final acaba recibiendo la adoración de las religiones de Babilonia la Grande (2 Cor. 4:4). Pero él no se conforma con tener miles de millones de personas adorándolo; también quiere que los cristianos verdaderos vayan en contra de la voluntad de Dios. Intenta entramparnos para que busquemos riquezas y poder en este mundo en lugar de seguir una trayectoria cristiana que implique sufrir “por causa de la justicia” (1 Ped. 3:14). Si cediéramos a la tentación de dejar la adoración pura y formar parte del mundo del Diablo, en realidad equivaldría a ponernos de rodillas y realizar ante Satanás un acto de adoración. ¡Imagínese! ¡Lo convertiríamos en nuestro dios! ¿Qué podemos hacer para no caer en eso?

10. Aisati, ¿paita yakanakeri Jesoshi? ¿Paitakea?

10 Fíjese en cómo respondió Jesús a la tercera tentación. Demostrando su absoluta lealtad a Jehová, le contestó de inmediato al Tentador con estas palabras: “¡Vete, Satanás!”. Igual que en las dos primeras tentaciones, citó un pasaje del libro de Deuteronomio que contiene el nombre divino. Dijo: “Está escrito: ‘Adora a Jehová tu Dios y sírvele solo a él’” (Mat. 4:10; Deut. 6:13). Jesús rechazó la atractiva oferta de disfrutar de una vida fácil y sin sufrimiento, y de triunfar en este mundo, aunque fuera por poco tiempo. Reconoció que solo su Padre merece ser adorado y que estaría sometiéndose a Satanás si realizaba “un solo acto de adoración” ante él. Jesús se negó con firmeza a convertir al Tentador en su dios. Así que, al ver que había fracasado, “el Diablo lo dejó”. *

“¡VETE, SATANÁS!”. (Vea el párrafo 10).

11. ¿Jaoka ankantyari ajokantyariri kamaari?

11 Nosotros podemos rechazar a Satanás y las tentaciones de este mundo malvado porque, al igual que Jesús, tenemos esa misma opción. La libertad de elección es un regalo extraordinario de Jehová. Así que nadie —ni siquiera el poderoso y malvado Tentador— nos puede obligar a dejar la adoración pura. Si somos leales y nos ponemos “en contra de él, firmes en la fe”, es como si le dijéramos: “¡Vete, Satanás!” (1 Ped. 5:9). Recordemos que Satanás se fue de allí después de que Jesús lo rechazó. En nuestro caso, la Biblia nos asegura: “Opónganse al Diablo y él huirá de ustedes” (Sant. 4:7).

La decisión de rechazar las tentaciones del mundo de Satanás está en nuestras manos. (Vea los párrafos 11 y 19).

Kisanentiriri pinkatsatasanojeitiriri Yioba

12. ¿Paita akantantari yora kamaari te inkoyeji ampinkatsatasanoteri Yioba?

12 Con la última tentación, Satanás confirmó ser el primer enemigo de la adoración pura. Miles de años antes, en el jardín de Edén, demostró por primera vez que odiaba la adoración a Jehová. Al seducir a Eva —quien luego convenció a Adán para que desobedeciera el mandato de Jehová—, Satanás los puso bajo su control y se convirtió en su líder (lea Génesis 3:1-5; 2 Cor. 11:3; Apoc. 12:9). En realidad, él acabó siendo su dios y ellos se hicieron sus adoradores, aunque puede que no supieran quién estaba detrás del engaño. Además, al encabezar la rebelión en el Edén, Satanás no solo desafió la soberanía o derecho a gobernar de Jehová, sino que también lanzó un ataque contra la adoración pura. ¿En qué sentido?

13. ¿Paita ampinkatsatasanotantyariri apinti Yioba?

13 La cuestión de la soberanía y la adoración pura van de la mano. Solo el auténtico Soberano, el Creador de todo lo que existe, merece recibir nuestra adoración (Apoc. 4:11). Cuando Jehová creó a Adán y Eva —dos seres humanos perfectos— y los estableció en el jardín de Edén, su propósito era que con el tiempo el planeta estuviera lleno de personas que lo adoraran por decisión propia. Deseaba adoración pura que brotara de corazones puros (Gén. 1:28). Satanás desafió la soberanía de Jehová porque ambicionaba algo que solo el Señor Soberano Jehová tiene el derecho de recibir: adoración (Sant. 1:14, 15).

14. ¿Paita akantantari yora kamaari te iranaakoteriji Tasorentsi Yioba?

14 ¿Se salió con la suya Satanás? ¿Acabó con la adoración pura? Es cierto que logró que Adán y Eva se alejaran de Dios. Y desde entonces no ha dejado de atacar la adoración verdadera para alejar de Jehová Dios a todos los que pueda. De hecho, se empeñó en tentar a los adoradores de Jehová que vivieron antes de Cristo. Y ya en el siglo primero hizo surgir una apostasía que echó a perder la congregación cristiana. La situación llegó hasta el punto en que parecía que la adoración pura había desaparecido (Mat. 13:24-30, 36-43; Hech. 20:29, 30). En el segundo siglo, comenzó un largo periodo de cautiverio espiritual para los siervos del Dios verdadero; quedaron bajo el dominio de Babilonia la Grande, el imperio mundial de la religión falsa. Pero Satanás no se salió con la suya; no ha logrado que fracase el propósito de Dios con relación a la adoración pura. Nada puede impedir que Dios haga realidad su propósito (Is. 46:10; 55:8-11). El nombre de Dios está en juego, y él siempre hace honor a su nombre. Jehová es el Dios que cumple lo que se propone. ¡Él nunca falla!

Kantakobentiriri Yioba

15. ¿Paita yantakeriri Yioba piatsajeitachari? ¿Paita ikantakeri Tasorentsi irimonkaratantyarori iriñane?

15 En el jardín de Edén, Jehová enseguida actuó contra los rebeldes y tomó medidas para garantizar el cumplimiento de su propósito (lea Génesis 3:14-19). Mientras Adán y Eva todavía estaban en el jardín, Jehová dictó sentencia contra los tres rebeldes en el orden en que ellos habían pecado: primero Satanás; luego Eva, y por último Adán. En las palabras que le dirigió a Satanás —el promotor invisible de la rebelión—, Jehová profetizó la llegada de una “descendencia” que anularía los efectos de la rebelión. La prometida “descendencia” desempeñaría un papel clave en el cumplimiento del propósito de Jehová con relación a la adoración pura.

16. Impoiji, ¿paita yantakeri Yioba irimonkaratantyarori?

16 Después de la rebelión del Edén, Jehová siguió trabajando para hacer realidad su propósito. Como veremos en el siguiente capítulo, estableció lo que se necesitaba para que humanos imperfectos pudieran adorarlo de forma aceptable (Heb. 11:4-12:1). Además, inspiró a algunos hombres —como Isaías, Jeremías y Ezequiel— para que escribieran emocionantes profecías sobre la restauración de la adoración pura, un tema de gran importancia en la Biblia. Todas esas profecías las cumpliría la “descendencia” prometida, que resultó ser, principalmente, Jesucristo (Gál. 3:16). Con su respuesta a la tercera tentación, Jesús dejó claro que él es el defensor de la adoración pura. De hecho, Jehová lo eligió para cumplir las profecías de restauración (Apoc. 19:10). Jesús liberaría del cautiverio espiritual al pueblo de Dios y haría que la adoración pura ocupara de nuevo el lugar que le corresponde.

¿Paita panteri?

17. ¿Paita akoantari iroameetsayetero?

17 Analizar las profecías bíblicas de restauración nos llena de emoción y fortalece nuestra fe. Estas profecías significan mucho para nosotros, porque miramos al futuro con ilusión, con ganas de que llegue el tiempo en que todos, en el cielo y en la Tierra, estemos unidos para darle adoración pura al Señor Soberano Jehová. Las profecías de restauración también nos llenan de esperanza, ya que contienen algunas de las promesas bíblicas que más nos reconfortan. ¡Cuánto ansiamos ver cumplirse las promesas de Jehová! ¿Verdad que nos gustaría ver la resurrección de nuestros seres queridos, vivir para siempre en la Tierra convertida en un paraíso y gozar de salud perfecta? (Is. 33:24; 35:5, 6; Apoc. 20:12, 13; 21:3, 4).

18. ¿Paita ayoteri sankenarentsikika?

18 En esta publicación estudiaremos las fascinantes profecías del libro bíblico de Ezequiel. Muchas de ellas se centran en la restauración de la adoración pura. Descubriremos qué relación hay entre las profecías de Ezequiel y otras profecías, cómo se cumplirán por medio de Cristo y qué tienen que ver con nosotros (vea el recuadro “Panorama general del libro de Ezequiel”).

19. ¿Paita panteri abirori? ¿Paitakea?

19 Allá en el año 29, en el desierto de Judea, Satanás no logró que Jesús le diera la espalda a la adoración pura. ¿Lo logrará con nosotros? Ahora Satanás está más empeñado que nunca en alejarnos de la adoración verdadera (Apoc. 12:12, 17). El objetivo de este libro es fortalecer nuestra determinación de rechazar al malvado Tentador. Estemos decididos a demostrar con palabras y acciones que concordamos por completo con esta declaración: “Adora a Jehová tu Dios”. Entonces, podremos ver cómo se cumple por fin el glorioso propósito de Jehová de que todos, en el cielo y en la Tierra, le demos unidos lo que tanto se merece: adoración pura que brota de corazones puros.

^ párr. 5 Hay razones para creer que el nombre Jehová significa “él hace que llegue a ser”. Esta definición encaja muy bien con el hecho de que Jehová creó todas las cosas y cumple todo lo que se propone.

^ párr. 8 Respecto a las palabras de Satanás, una obra de consulta señala: “Como en el caso de la primera tentación, en la que Adán y Eva cayeron [...], la pregunta se centra en elegir entre la voluntad de Satanás y la de Dios; en el fondo, esto implica adorar a uno de los dos. Satanás se erige a sí mismo en dios en lugar del único Dios”.

^ párr. 10 El Evangelio de Lucas cuenta las tentaciones en un orden distinto. Pero todo indica que el relato de Mateo sigue un orden cronológico. ¿Qué nos lleva a pensar así? 1) A diferencia de Lucas, Mateo comienza el relato de la segunda tentación con la palabra griega tóte, traducida en este caso “entonces”; esto parece indicar que dicha tentación seguía a una anterior. 2) Tiene sentido que se presentaran primero las dos tentaciones astutas —las que comenzaban con las palabras “Si eres hijo de Dios...”— y luego la tentación descarada de desobedecer el primer mandamiento (Éx. 20:2, 3). Y 3) es más lógico pensar que Jesús exclamara “¡Vete, Satanás!” en la tercera y última tentación (Mat. 4:5, 10, 11).