Que nada nos prive del premio
“Que no los prive del premio nadie” (COL. 2:18).
CANCIONES: 122, 139
1, 2. a) ¿Qué premio esperan recibir los siervos de Jehová? b) ¿Qué nos ayudará a no perder de vista el premio? (Vea el dibujo del principio).
IGUAL que el apóstol Pablo, los cristianos ungidos de hoy tienen la maravillosa expectativa de recibir “el premio de la llamada hacia arriba” (Filip. 3:14). Desean mucho estar con Jesús en su Reino celestial y junto con él ayudar a los humanos a ser perfectos (Rev. 20:6). ¡Qué magnífica esperanza les ha dado Jehová! Las otras ovejas esperan algo diferente. Anhelan obtener el premio de la vida eterna en la Tierra, lo que las hace muy felices (2 Ped. 3:13).
2 A fin de ayudar a sus hermanos ungidos a ser fieles y conseguir el premio, Pablo les hizo esta exhortación: “Mantengan la mente fija en las cosas de arriba” (Col. 3:2). Debían tener presente la maravillosa esperanza de recibir la herencia celestial (Col. 1:4, 5). Tanto si esperamos vivir en el cielo como en la Tierra, no hay duda de que meditar en las bendiciones que Jehová ha prometido dar a sus siervos nos ayudará a no perder de vista el premio (1 Cor. 9:24).
3. ¿Sobre qué peligros advirtió Pablo a los cristianos?
3 Pablo también advirtió a sus hermanos sobre algunos peligros que podían privarlos del premio, es decir, impedir que lo consiguieran. Por ejemplo, escribió a la congregación de Colosas sobre los falsos cristianos que trataban de ganar el favor de Dios obedeciendo la Ley, en lugar de poniendo fe en Cristo (Col. 2:16-18). Además, les habló de los deseos inmorales, los problemas con otros cristianos y las dificultades dentro de la familia. Estos peligros aún existen hoy, así que los consejos de Pablo al respecto siguen siendo muy valiosos. Por lo tanto, veamos algunas de las advertencias que dio en su carta a los colosenses.
LUCHEMOS CONTRA LOS DESEOS INMORALES
4. ¿Por qué pueden privarnos del premio los deseos inmorales?
4 Después de recordar a sus hermanos la maravillosa esperanza que tenían, Pablo escribió: “Amortigüen [o, den muerte a], por lo tanto, los miembros de su cuerpo que están sobre la tierra en cuanto a fornicación, inmundicia, apetito sexual, deseo perjudicial y codicia” (Col. 3:5). Los deseos inmorales pueden ser muy intensos y privarnos de los tesoros espirituales, como la amistad con Jehová y nuestra esperanza. Un hermano que se dejó llevar por los deseos inmorales y que más tarde volvió a la congregación dijo que esos impulsos eran tan fuertes que no recobró el juicio hasta que fue demasiado tarde.
5. ¿Qué podemos hacer para protegernos cuando nos encontramos en situaciones peligrosas?
5 Es de especial importancia estar en guardia cuando nos encontramos en situaciones en las que pudiéramos sentirnos tentados a desobedecer las normas morales de Jehová. Por ejemplo, es prudente que las parejas de novios pongan límites claros desde el mismo principio de su relación sobre aspectos como el contacto físico, besarse o estar a solas (Prov. 22:3). Los cristianos también pueden enfrentarse a una situación peligrosa cuando están lejos de su casa en viaje de negocios o al trabajar con alguien del otro sexo (Prov. 2:10-12, 16). Si alguna vez nos encontramos en una de estas situaciones, identifiquémonos como testigos de Jehová, actuemos de manera decente y recordemos las desastrosas consecuencias de coquetear. Debemos tener más cuidado si nos sentimos deprimidos y vulnerables. En esos momentos, tal vez anhelemos que alguien nos haga sentir necesitados. Podríamos llegar a desear con tanta fuerza tener apoyo emocional que estuviéramos dispuestos a aceptar las atenciones de cualquiera. Si alguna vez nos sucede algo así, pidámosles ayuda a Jehová y a los hermanos a fin de no hacer nada que nos impida obtener el premio (lea Salmo 34:18; Proverbios 13:20).
6. ¿Qué debemos tener en cuenta al escoger el entretenimiento?
6 Para dar muerte a los deseos inmorales, es necesario que rechacemos el entretenimiento inmoral. Gran parte de la industria del entretenimiento actual nos recuerda a las ciudades de Sodoma y Gomorra (Jud. 7). Los que dirigen esta industria promueven sus ideas presentando la inmoralidad sexual como algo normal que no tiene consecuencias dolorosas. No podemos bajar la guardia y aceptar de forma pasiva todo lo que esta industria nos ofrece. Si no escogemos con cuidado, podemos perder de vista el premio de la vida (Prov. 4:23).
VISTÁMONOS DE AMOR Y BONDAD
7. ¿Qué problemas pueden presentarse en la congregación?
7 Todos estamos de acuerdo en que es una bendición ser parte de la congregación cristiana. El estudio de la Palabra de Dios en las reuniones y el apoyo que nos damos unos a otros con amor y bondad nos ayudan a no perder de vista el premio. Sin embargo, los malos entendidos en ocasiones pueden producir tensión entre los hermanos. Si no resolvemos estos problemas, podemos llegar a sentir resentimiento (lea 1 Pedro 3:8, 9).
8, 9. a) ¿Qué cualidades nos ayudarán a conseguir el premio? b) ¿Qué nos ayudará a mantener la paz si un hermano nos ofende?
8 ¿Qué haremos para que el resentimiento no nos impida conseguir el premio? Pablo dio esta exhortación a los colosenses: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes. Pero, además de todas estas cosas, vístanse de amor, porque es un vínculo perfecto de unión” (Col. 3:12-14).
9 El amor y la bondad nos ayudarán a perdonarnos unos a otros. Por ejemplo, si nos duele lo que ha dicho o hecho un hermano, tratemos de recordar las ocasiones en las que nosotros hemos dicho o hecho algo que molestó a otra persona. No hay duda de que agradecemos el amor y la bondad de los hermanos que han pasado por alto nuestros errores (lea Eclesiastés 7:21, 22). Estamos agradecidos sobre todo por la bondad que Jesús ha mostrado al unir a los verdaderos adoradores de Dios (Col. 3:15). Todos amamos al mismo Dios, predicamos el mismo mensaje y afrontamos muchos problemas parecidos. Si amamos a los hermanos, somos bondadosos con ellos y nos perdonamos unos a otros, contribuiremos a la unidad cristiana y nos mantendremos concentrados en conseguir el premio de la vida.
10, 11. a) ¿Por qué son peligrosos los celos? b) ¿Cómo impediremos que los celos nos priven del premio?
10 Los celos pueden impedirnos obtener el premio. La Biblia contiene ejemplos que demuestran lo peligrosos que son. Por ejemplo, Caín envidió a su hermano Abel y lo mató. Coré, Datán y Abiram se pusieron celosos de Moisés y se rebelaron contra él. Y el rey Saúl tuvo envidia de los éxitos de David e intentó asesinarlo. No es de extrañar que la Biblia diga: “Donde hay celos y espíritu de contradicción, allí hay desorden y toda cosa vil” (Sant. 3:16).
11 Será más difícil que sintamos celos si cultivamos amor y bondad en el corazón. La Palabra de Dios dice: “El amor es sufrido y bondadoso. El amor no es celoso” (1 Cor. 13:4). Para impedir que la envidia eche raíces en nuestro interior, debemos tratar de ver las cosas igual que las ve Jehová. Debemos entender que nuestros hermanos son miembros del mismo cuerpo, que es la congregación. Esto nos ayudará a mostrar empatía, en armonía con estas palabras: “Si un miembro es glorificado, todos los demás miembros se regocijan con él” (1 Cor. 12:16-18, 26). Así, en lugar de sentirnos celosos, nos alegrará que otros reciban bendiciones. Pensemos en el caso de Jonatán, un hijo del rey Saúl. No se puso celoso porque Jehová no lo escogió a él para ser el siguiente rey, sino a David. Al contrario, Jonatán le mostró a David amor y bondad, y le dio ánimo y apoyo (1 Sam. 23:16-18). ¿Podemos copiar su ejemplo?
AYUDEMOS A NUESTRA FAMILIA A CONSEGUIR EL PREMIO
12. ¿Qué consejos bíblicos ayudarán a nuestra familia a conseguir el premio?
12 Poner en práctica los principios bíblicos en la familia nos dará paz y felicidad, y nos ayudará a conseguir el premio. ¿Qué consejos dio Pablo para las familias en su carta a los colosenses? Dijo: “Esposas, estén en sujeción a sus esposos, como es decoroso en el Señor. Esposos, sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas. Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor. Padres, no estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen” (Col. 3:18-21). Seguramente estará de acuerdo con que estos consejos siguen beneficiando hoy día a los esposos, las esposas y los hijos.
13. ¿Cómo podría lograr una hermana que su esposo acepte la verdad?
13 Supongamos que una hermana piensa que su esposo, que no es Testigo, no la trata bien. ¿Hará que la situación mejore discutiendo con él sobre cómo se comporta? Incluso si logra que él haga lo que ella quiere, ¿conseguirá que desee servir a Jehová? No es probable. Los resultados serán distintos si ella le muestra respeto por ser el cabeza de la familia. Contribuirá a la paz familiar, alabará a Jehová y hasta puede que él llegue a querer servir a Dios. En ese caso, es posible que ambos consigan el premio (lea 1 Pedro 3:1, 2).
14. ¿Qué debe hacer un hermano si su esposa no lo respeta?
14 Supongamos ahora que a un hermano le parece que su esposa, que no es Testigo, no lo respeta. ¿Logrará que lo respete más gritándole para demostrarle quién manda en casa? Claro que no. Jehová espera que él imite a Jesús y trate a su esposa con amor (Efes. 5:23). Cristo ejerce su autoridad sobre la congregación con amor y paciencia (Luc. 9:46-48). El cristiano que copia el ejemplo de Jesús tal vez consiga que su esposa también quiera servir a Jehová.
15. ¿Cómo le demuestra el cristiano a su esposa que la ama?
15 La Biblia les dice a los esposos: “Sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas” (Col. 3:19). El cristiano que ama a su esposa la honra escuchando sus opiniones y demostrándole que valora lo que dice (1 Ped. 3:7). Aunque no siempre pueda hacer lo que ella le pide, preguntarle su opinión le permite tomar mejores decisiones (Prov. 15:22). El hombre que ama a su esposa no le exige respeto, sino que se lo gana. Cuando un cristiano ama a su esposa y a sus hijos, es más probable que estos sirvan a Jehová felices y consigan el premio de la vida.
JOVEN, NO DEJES QUE NADA TE PRIVE DEL PREMIO
16, 17. Si eres joven, ¿qué puedes hacer para no sentirte muy frustrado por cómo actúan tus padres?
16 Tal vez seas un adolescente criado en un hogar cristiano que piensa que sus padres no lo entienden o que son muy estrictos. Puede que la frustración te haga dudar de que el servicio a Jehová es el mejor modo de vivir. Pero, si dejas la verdad, pronto te darás cuenta de que a nadie le importas tanto como a tus padres y a los hermanos de la congregación.
17 La disciplina de los padres es necesaria. Si nunca te corrigieran, ¿no te preguntarías si de verdad se preocupan por ti? (Heb. 12:8). Pero tal vez lo que te molesta es cómo te disciplinan. En lugar de concentrarte en eso, trata de reconocer que quizás hay un motivo para que actúen así. Por tanto, mantén la calma y esfuérzate por controlar tus reacciones. La Biblia dice que quien tiene conocimiento y discernimiento sabe mantenerse sereno y calmado (Prov. 17:27). Ponte el objetivo de ser una persona madura, capaz de aceptar los consejos con tranquilidad y beneficiarse de ellos sin preocuparse demasiado por cómo se los dieron (Prov. 1:8). Tener padres cristianos que aman de verdad a Jehová es una gran ventaja para ti. No hay duda de que ellos quieren ayudarte a obtener el premio de la vida.
18. ¿Por qué está usted resuelto a no perder de vista el premio?
18 Todos tenemos la posibilidad de conseguir un premio maravilloso: vida inmortal en el cielo o vida eterna en el Paraíso aquí en la Tierra. Es una esperanza segura, pues se basa en lo que el propio Creador ha prometido. Él dice sobre la vida en el Paraíso: “La tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová” (Is. 11:9). Todos los que vivan entonces en la Tierra serán enseñados por Dios. Vale la pena esforzarnos por obtener el premio. Por tanto, no perdamos de vista las promesas de Jehová. Que nada nos prive del premio.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)