CAPÍTULO 15
Honremos a nuestros padres mayores
1. ¿Qué debemos a nuestros padres, y, por lo tanto, qué debemos sentir y hacer por ellos?
“ESCUCHA a tu padre, que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido”, aconsejó el sabio de la antigüedad. (Proverbios 23:22.) ‘¡Yo nunca haría eso!’, es posible que exclamemos. La mayoría de nosotros no solo no despreciamos a nuestra madre ni a nuestro padre, sino que, por el contrario, les tenemos un profundo amor. Reconocemos que les debemos muchísimo. Ante todo, nuestros padres nos dieron la vida. Aunque Jehová es la Fuente de la vida, sin ellos no hubiéramos existido. Nada de lo que podamos darles es tan valioso como la vida misma. Luego, pensemos tan solo en la abnegación, la preocupación, los gastos y la atención amorosa que conlleva la formación de un hijo desde la infancia hasta la edad adulta. Por ello, es muy razonable el consejo que da la Palabra de Dios: “Honra a tu padre y a tu madre [...] para que te vaya bien y dures largo tiempo sobre la tierra”. (Efesios 6:2, 3.)
RECONOCIMIENTO DE LAS NECESIDADES EMOCIONALES
2. ¿Cómo pueden los hijos adultos dar la “debida compensación” a sus padres?
2 El apóstol Pablo escribió a los cristianos: “Que estos [hijos o nietos] aprendan primero a practicar devoción piadosa en su propia casa y a seguir pagando la debida compensación a sus padres y abuelos, porque esto es acepto a vista de Dios”. (1 Timoteo 5:4.) Los hijos mayores ofrecen esta “debida compensación” agradeciendo los años de amor, trabajo y cuidado que sus padres y abuelos les han dedicado. Un modo de hacerlo es reconociendo que, como todo el mundo, los mayores necesitan que se les ame y conforte, y a menudo con más premura. Como todos nosotros, necesitan sentir que se les valora. Necesitan sentir que su vida vale la pena.
3. ¿Cómo honramos a nuestros padres y abuelos?
3 De modo que podemos honrar a nuestros padres y abuelos haciéndoles saber que los amamos. (1 Corintios 16:14.) Si no vivimos con nuestros padres, debemos recordar que para ellos es muy importante saber de nosotros. Una carta alentadora, una llamada telefónica o una visita pueden alegrarles mucho. Miyo, que vive en Japón, escribió a los 82 años de edad: “Mi hija [cuyo esposo es ministro viajante] me dice: ‘Mamá, “viaja” con nosotros’. Me manda su itinerario y el número de teléfono de donde van a estar cada semana. Puedo buscar en el mapa y decir: ‘¡Ah, ahora están aquí!’. Siempre doy gracias a Jehová por la bendición de tener una hija así”.
AYUDA MATERIAL
4. ¿Cómo fomentó la tradición religiosa judía un trato insensible a los padres mayores?
4 ¿Está implicado en honrar a los padres atender también sus necesidades materiales? Sí, a menudo así es. En los días de Jesús, los caudillos religiosos judíos sostenían la tradición de que si una persona declaraba que su dinero o propiedad era “una dádiva dedicada a Dios”, no tenía la responsabilidad de utilizarlo para atender materialmente a sus padres. (Mateo 15:3-6.) ¡Qué insensibilidad! En realidad, aquellos guías religiosos no animaban a la gente a honrar a sus padres, sino a despreciarlos negándoles egoístamente la ayuda material. No queremos caer nunca en ese error. (Deuteronomio 27:16.)
5. A pesar de los servicios que el gobierno presta en algunos países, ¿por qué el honrar a los padres incluye a veces la ayuda económica?
5 En muchos países el gobierno subvenciona hoy programas sociales para cubrir algunas de las necesidades de las personas mayores, como alimento, ropa y cobijo. Por otra parte, es posible que los ancianos tengan un plan de jubilación. Pero si estas provisiones se acaban o son insuficientes, los hijos honran a los padres haciendo lo que puedan por satisfacer sus necesidades materiales. De hecho, el cuidado de los padres mayores es una manifestación de devoción piadosa, es decir, de devoción a Jehová Dios, quien instituyó la familia.
AMOR Y ABNEGACIÓN
6. ¿Qué medidas han adoptado algunos para satisfacer las necesidades de sus padres?
6 Muchos hijos adultos han atendido con amor y abnegación a sus padres enfermos. Algunos han acogido a sus padres en sus hogares o se han mudado para vivir cerca de ellos. Otros han ido a vivir con sus padres. Estas medidas han sido provechosas en muchas ocasiones tanto para los padres como para los hijos.
7. ¿Por qué no es conveniente precipitarse al tomar decisiones con respecto a los padres mayores?
7 Sin embargo, a veces tales traslados no producen los resultados apetecidos. ¿Por qué? Quizá porque se toman decisiones precipitadas o de carácter puramente emocional. “El sagaz considera sus pasos”, advierte sabiamente la Biblia. (Proverbios 14:15.) Por ejemplo, imaginémonos que a nuestra madre anciana se le hace difícil vivir sola y creemos que sería provechoso traerla a nuestra casa. ‘Considerar nuestros pasos con sagacidad’ implicaría repasar primero las siguientes preguntas: ¿Cuáles son sus necesidades reales? ¿Ofrecen el sector privado o el público servicios que permitan otra solución aceptable? ¿Quiere ella mudarse? En tal caso, ¿cómo se verá afectada su vida? ¿Tendrá que separarse de sus amigos? ¿Cómo puede afectarla emocionalmente esta circunstancia? ¿Hemos hablado del asunto con ella? ¿Cómo puede afectar el traslado a nuestro cónyuge, a nuestros hijos y a nosotros mismos? Si nuestra madre necesita atención, ¿quién la dispensará? ¿Puede compartirse la responsabilidad? ¿Hemos hablado del asunto con todos los que están directamente implicados?
8. ¿A quiénes podemos consultar a la hora de decidir cómo ayudar a los padres mayores?
8 Como la responsabilidad de atender a los padres ancianos recae sobre todos los hijos, quizá sea conveniente celebrar una reunión familiar para que todos participen en la adopción de decisiones. Asimismo puede ser útil hablar con los ancianos de la congregación o con otros hermanos que hayan afrontado una situación similar. “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial —advierte la Biblia—, pero en la multitud de consejeros hay logro.” (Proverbios 15:22.)
SEAMOS CONSIDERADOS Y COMPRENSIVOS
9, 10. a) A pesar de la edad avanzada, ¿qué consideración merecen los ancianos? b) ¿Cómo debe tratar siempre a sus padres el hijo adulto, sin importar cuánto haga por ellos?
9 Honrar a los padres ancianos requiere consideración y comprensión. El paso de los años deja huella, y es posible que al anciano le resulte cada vez más difícil andar, comer y recordar. Quizá necesite ayuda. Los hijos a menudo quieren proteger a sus padres y les ofrecen consejo, pero no deben olvidar que están tratando con adultos que han acumulado sabiduría y experiencia durante toda una vida, y que siempre se han atendido a sí mismos y han tomado sus propias decisiones. Es posible que su identidad y amor propio se fundamenten en su papel de padres y adultos. Los padres que piensan que deben entregar el control de su vida a los hijos quizá se depriman o se resientan. Algunos se molestan y se resisten porque lo interpretan como un intento de privarles de su independencia.
10 Esos problemas no tienen soluciones fáciles, pero es bondadoso permitir que los padres de edad avanzada se atiendan a sí mismos y tomen sus propias decisiones al grado que sea posible. Es prudente no decidir qué es mejor para los padres sin antes hablar con ellos. Es posible que hayan perdido mucho debido a la edad. Debemos permitir que conserven lo que aún tienen. Quizá veamos que cuanto menos intentamos controlar la vida de nuestros padres, mejor relación tenemos con ellos. Nuestros padres se sentirán más felices, y nosotros también. Aun si es necesario que insistamos en ciertos asuntos por su bien, honrar a los padres exige que siempre los tratemos con la dignidad y el respeto que merecen. La Palabra de Dios aconseja: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido”. (Levítico 19:32.)
HAY QUE MANTENER LA ACTITUD CORRECTA
11-13. Si el hijo no ha tenido una buena relación con sus padres en el pasado, ¿cómo puede aun así afrontar el reto de atenderlos en su vejez?
11 A veces, lo que dificulta honrar a los padres mayores es la mala relación que los hijos tuvieron con ellos en el pasado. Quizá nuestro padre fue frío y poco cariñoso, y nuestra madre, dominante y severa. Es posible que aún nos sintamos frustrados, molestos o dolidos porque no fueron los padres que hubiéramos deseado. ¿Pueden superarse estos sentimientos? a
12 Basse, que se crió en Finlandia, relata: “Mi padrastro había sido oficial de las SS en la Alemania nazi. Perdía fácilmente los estribos y entonces era peligroso. Golpeó a mamá muchas veces delante de mí. Un día se enfureció conmigo, se quitó el cinturón y me dio en la cara con la hebilla. El golpe fue tan fuerte que me tumbó sobre la cama”.
13 No obstante, debe verse la otra cara de la moneda. Basse añade: “Por otra parte, él trabajaba arduamente y no eludía la responsabilidad de mantener a la familia. Nunca me demostró afecto paternal, pero yo sabía que estaba marcado emocionalmente. Su madre lo había echado de casa cuando era niño. Se abrió camino a puñetazos y fue a la guerra siendo joven. Podía comprenderlo hasta cierto grado, y no lo culpaba. Cuando crecí y él enfermó, le ayudé cuanto pude hasta su muerte. No fue fácil, pero hice cuanto estuvo en mi mano. Procuré ser un buen hijo hasta el fin, y creo que me aceptó como tal”.
14. ¿Qué texto es aplicable a todas las situaciones, incluidas las que tienen que ver con el cuidado de los padres mayores?
14 Tanto en la familia como en toda situación de la vida es aplicable este consejo bíblico: “Vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová los perdonó liberalmente a ustedes, así también háganlo ustedes”. (Colosenses 3:12, 13.)
LOS QUE ATIENDEN TAMBIÉN REQUIEREN ATENCIÓN
15. ¿Por qué es angustioso a veces atender a los padres?
15 Atender a un padre enfermo es difícil, pues implica muchas tareas, muchas responsabilidades y mucho tiempo. Pero la parte más dura suele ser de naturaleza emocional. Es angustioso ver a los padres perder la salud, la memoria y la independencia. Sandy, que procede de Puerto Rico, relata: “Mi madre era el núcleo de nuestra familia. Fue muy doloroso atenderla. Primero empezó a cojear; luego necesitó un bastón, después un andador y finalmente una silla de ruedas. Empeoró progresivamente hasta su fallecimiento. Enfermó de cáncer de huesos y necesitó atención constante: día y noche. La bañábamos, la alimentábamos y le leíamos. Fue muy difícil, especialmente en sentido emocional. Cuando me di cuenta de que mamá se moría, lloré porque la amaba mucho”.
16, 17. ¿Qué consejo puede contribuir al equilibrio de quien dispensa la atención?
16 Si nos encontramos en una situación similar, ¿qué podemos hacer? Nos será de gran ayuda escuchar a Jehová mediante la lectura de la Biblia y hablarle por medio de la oración. (Filipenses 4:6, 7.) También es práctico procurar una alimentación equilibrada y suficiente descanso. De este modo nos hallaremos en mejor condición, tanto emocional como física, para atender a nuestro ser querido. Quizá podamos romper la rutina diaria de vez en cuando. Aun si no es posible tomar vacaciones, es prudente programar ciertos períodos de descanso. A fin de disponer del tiempo necesario, podemos hablar con otra persona para que se quede con el padre enfermo.
17 No es infrecuente que los adultos que atienden a sus padres sean demasiado exigentes consigo mismos. Pero no debemos sentirnos culpables por lo que no podemos hacer. En algunas circunstancias quizá tengamos que confiar a nuestro ser querido a un hogar de ancianos. Si estamos atendiendo a un padre enfermo, seamos realistas en cuanto a nuestra capacidad. Debemos equilibrar las necesidades de nuestros padres con las de nuestro cónyuge e hijos.
FUERZA EXTRAORDINARIA
18, 19. ¿Qué ha prometido Jehová con respecto a apoyar a sus siervos, y qué experiencia muestra que cumple esa promesa?
18 En su Palabra, la Biblia, Jehová suministra amorosamente consejo muy provechoso para quienes atienden a sus padres mayores, aunque esa no es la única ayuda que ofrece. “Jehová está cerca de todos los que lo invocan —escribió el salmista inspirado—, [...] oirá su clamor por ayuda, y los salvará.” Jehová salvará, es decir, protegerá, a sus fieles incluso en las situaciones más difíciles. (Salmo 145:18, 19.)
19 Myrna, de las Filipinas, vivió esa experiencia cuando atendió a su madre, que quedó paralizada por una apoplejía. “No hay nada más deprimente que ver sufrir a un ser querido y que no pueda decirte dónde le duele —escribe Myrna—. Era como verla ahogarse paulatinamente sin que yo pudiera hacer nada. Muchas veces me arrodillaba y le decía a Jehová lo cansada que me sentía. Lloraba como David, cuando le suplicó a Jehová que colocara sus lágrimas en un odre y lo recordara. [Salmo 56:8.] Y Jehová me suministró la fuerza que necesitaba conforme a su promesa. ‘Jehová llegó a ser como un apoyo para mí.’” (Salmo 18:18.)
20. ¿Qué promesas bíblicas ayudan a mantener el optimismo a quienes atienden a los padres ancianos aun cuando estos mueran?
20 Se ha dicho que atender a los padres ancianos es una “historia sin un final feliz”. A pesar de todo el esfuerzo, los padres finalmente mueren, como ocurrió en el caso de la madre de Myrna. Pero los que confían en Jehová saben que la muerte no es el fin de la historia. El apóstol Pablo dijo: “Tengo esperanza en cuanto a Dios [...] de que va a haber resurrección así de justos como de injustos”. (Hechos 24:15.) A los que han perdido a sus padres mayores les consuela la esperanza de la resurrección y la promesa divina de un maravilloso nuevo mundo, donde “la muerte no será más”. (Revelación 21:4.)
21. ¿Qué buenos resultados se obtienen al honrar a los padres mayores?
21 Los siervos de Dios tienen a sus padres en alta estima aunque hayan envejecido, y los honran. (Proverbios 23:22-24.) De este modo experimentan lo que dice el proverbio inspirado: “Tu padre y tu madre se regocijarán, y la que te dio a luz estará gozosa”. (Proverbios 23:25.) Y, sobre todo, los que honran a sus padres de edad avanzada también agradan y honran a Jehová Dios.
a No hablamos de los casos en los que los padres han sido culpables de abuso extremo de su autoridad y confianza, es decir, de comportamientos que pudieran considerarse delictivos.
El secreto de la felicidad familiar