UN DÍA Jesús le dice a un hombre que él debe amar a su prójimo. Él le pregunta: ‘¿Quién es mi prójimo?’ Bueno, Jesús sabe lo que el hombre está pensando. El hombre piensa que solo personas de su propia raza y religión son su prójimo, o vecino. Por eso, veamos lo que Jesús le dice.
A veces Jesús enseña por medio de contar una historia. Esto es lo que hace ahora. Cuenta una historia de un judío y un samaritano. Ya hemos aprendido que a la mayoría de los judíos no les gustan los samaritanos. Esta es la historia:
Un día un judío iba bajando por un camino de montaña a Jericó. Pero unos ladrones lo asaltaron. Le quitaron el dinero y lo golpearon hasta casi matarlo.
Más tarde, un sacerdote judío pasó por el camino. Vio al hombre golpeado. ¿Qué crees que hizo? Pues, solo cruzó al otro lado del camino y siguió andando. Entonces otra persona muy religiosa pasó. Era un levita. ¿Se detuvo? No, no se detuvo tampoco para ayudar al hombre. Puedes ver al sacerdote y al levita a lo lejos, camino abajo.
Pero mira quién está aquí con el que fue golpeado. Es un samaritano. Y está dando ayuda al judío. Él le echa una medicina en las heridas. Después, lleva al judío a donde pueda descansar y sanarse.
Al terminar de contar su historia, Jesús le dice al que le hizo la pregunta: ‘Bien, ¿cuál de estos tres crees que obró como prójimo o vecino con el que había sido golpeado? ¿El sacerdote, el levita, o el samaritano?’
El hombre contesta: ‘El samaritano. Él fue bueno con el hombre que fue golpeado.’
Jesús dice: ‘Tienes razón. Por eso, ve y trata a otras personas de la misma manera que él lo hizo.’
¿No te gusta la manera de enseñar que usa Jesús? Nosotros podemos aprender muchas cosas importantes por lo que Jesús dice en la Biblia, ¿verdad?