No juzguemos por las apariencias
“Dejen de juzgar por la apariencia exterior, pero juzguen con juicio justo” (JUAN 7:24).
CANCIONES: 54, 25
1. ¿Qué predijo Isaías sobre Jesús, y por qué nos anima esta profecía?
EN UNA profecía sobre Jesús, Isaías dijo: “No juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde” (Is. 11:3, 4). Estas palabras nos animan mucho. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo lleno de prejuicios. Todos deseamos que llegue el momento en que nos juzgue Jesús, el Juez perfecto que nunca se dejará llevar solo por nuestra apariencia.
2. ¿Qué mandato nos dio Jesús, y de qué hablaremos en este artículo?
2 Todos los días, nos formamos alguna opinión sobre otras personas. Pero, como somos imperfectos, no somos capaces de juzgar de manera perfecta, como lo hace Jesús. Tenemos la tendencia a dejarnos llevar por lo que vemos. Aun así, cuando Jesús estuvo en la Tierra, nos dio este mandato: “Dejen de juzgar por la apariencia exterior, pero juzguen con juicio justo” (Juan 7:24). Como vemos, él desea que sigamos su ejemplo y no nos dejemos llevar por las apariencias. En este artículo, hablaremos de tres cosas que a menudo influyen en nuestras opiniones: la raza o nacionalidad, el dinero y la edad. En cada caso, veremos cómo podemos seguir el mandato de Jesús.
NO JUZGUEMOS POR LA RAZA O LA NACIONALIDAD
3, 4. a) ¿Por qué cambió el apóstol Pedro su forma de ver a los gentiles? (Vea el dibujo del principio). b) ¿Qué nueva verdad le transmitió Jehová a Pedro?
3 Imaginemos todo lo que pasó por la mente del apóstol Pedro cuando se le dijo que fuera a la ciudad de Cesarea, a la casa de un gentil llamado Cornelio (Hech. 10:17-29). Como los demás judíos de sus días, Pedro se había criado en una cultura en la que se veía a los gentiles como gente impura. Pero había vivido ciertas cosas que le habían hecho cambiar su punto de vista. Por ejemplo, había recibido una visión de Dios (Hech. 10:9-16). En ella, vio bajar algo parecido a una sábana llena de animales impuros mientras una voz del cielo le ordenaba que los matara y se los comiera. Pero se negó a hacerlo. Entonces, la voz le dijo: “Deja tú de llamar contaminadas las cosas que Dios ha limpiado”. Al terminar la visión, el apóstol estaba confundido y no entendía lo que la voz le quería decir. En ese momento, llegaron unos mensajeros de Cornelio. Siguiendo la guía del espíritu santo, Pedro los acompañó a la casa de este.
4 Los judíos jamás entraban en las casas de los gentiles. Así que, si Pedro solo se hubiera dejado llevar por las apariencias, nunca habría ido a la casa de Cornelio. Entonces, ¿por qué lo hizo? Fue gracias a lo que vio en la visión y a la guía del espíritu santo. Después de escuchar lo que Cornelio explicó, Pedro se sintió tan conmovido que dijo por inspiración divina: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hech. 10:34, 35). Esta nueva verdad que recibió Pedro tendría un efecto en todos los cristianos. ¿En qué sentido?
5. a) ¿Qué quiere Jehová que entendamos todos los cristianos? b) Aunque sabemos que Dios es imparcial, ¿qué puede pasarnos?
5 Por medio de Pedro, Jehová ayudó a todos los cristianos a entender que él es imparcial. A Dios no le importan las diferencias de raza, etnia, nación, tribu o idioma. Acepta a todo hombre o mujer que le teme y hace lo que es justo (Gál. 3:26-28; Rev. 7:9, 10). De seguro, todos los cristianos sabemos que esto es cierto y pensamos que somos imparciales. Pero, si nos hemos criado en una cultura o una familia con prejuicios, puede que muy dentro de nosotros tengamos algunos. Incluso Pedro, que tuvo el privilegio de ayudar a otros a ver que Dios es imparcial, tiempo después demostró que todavía tenía ciertos prejuicios (Gál. 2:11-14). Entonces, ¿cómo podemos seguir el mandato de Jesús y dejar de juzgar por las apariencias?
6. a) ¿Qué nos ayudará a borrar de nuestro corazón cualquier rastro de prejuicio? b) ¿Qué reveló el informe que envió un hermano?
6 Para ver si todavía sentimos algún prejuicio, es necesario que comparemos nuestra actitud con lo que aprendemos en la Palabra de Dios (Sal. 119:105). También podemos preguntarle a algún amigo de confianza si ha notado que seguimos teniendo prejuicios (Gál. 2:11, 14). Pueden estar tan arraigados en nosotros que ni siquiera nos demos cuenta de ello. Veamos el ejemplo de un hermano con cierta responsabilidad que envió a la sucursal un informe sobre un matrimonio fiel de siervos de tiempo completo. El esposo era de una etnia minoritaria menospreciada por la mayoría de la gente. Por lo visto, el hermano que hizo el informe no se había dado cuenta de que él mismo sentía prejuicios hacia esa etnia. Aunque escribió muchas cosas buenas sobre el esposo, al final de su informe dijo: “A pesar de ser [de tal etnia], sus modales y su modo de vida ayudan a otros a entender que ser [de esa etnia] no necesariamente equivale a ser sucio y tener un estilo de vida inferior, típico de muchos de esa cultura”. ¿Captamos la idea? Sin importar la responsabilidad que tengamos en el pueblo de Dios, debemos analizarnos con cuidado y estar dispuestos a aceptar que otros nos ayuden a ver si en nuestro corazón queda algún rastro de prejuicio. ¿Qué más podemos hacer?
7. ¿Cómo podemos demostrar que hemos abierto el corazón de par en par?
7 Si abrimos el corazón de par en par, el amor echará fuera los prejuicios (2 Cor. 6:11-13). ¿Tenemos la costumbre de pasar tiempo solo con los que hablan nuestro idioma o son de nuestra raza, etnia, nacionalidad o tribu? Si así es, tratemos de incluir a otros que tienen antecedentes distintos a los nuestros. ¿Por qué no los invitamos a predicar o a nuestra casa para comer algo o estar un rato con otros hermanos? (Hech. 16:14, 15). Si lo hacemos, nuestro corazón estará tan lleno de amor que no tendrá sitio para el prejuicio. Ahora bien, hay otras cosas superficiales que pueden influir en cómo juzgamos a los demás, como el dinero.
NO JUZGUEMOS POR EL DINERO
8. Según Levítico 19:15, ¿qué puede afectar nuestra forma de ver a los demás?
8 Otro factor que puede afectar nuestra forma de ver a los demás es el dinero. A eso se refiere Levítico 19:15 cuando dice: “No debes tratar con parcialidad al de condición humilde, y no debes preferir la persona de un grande. Con justicia debes juzgar a tu asociado”. ¿Cómo podría la riqueza o pobreza de una persona condicionar la opinión que tenemos de ella?
9. ¿Qué lamentable verdad escribió Salomón, y qué aprendemos de ella?
9 Movido por el espíritu santo, Salomón escribió esta lamentable verdad sobre los seres humanos imperfectos: “El que es de escasos recursos es objeto de odio hasta a su semejante, pero son muchos los amigos del rico” (Prov. 14:20). ¿Qué aprendemos de este proverbio? Que, si no tenemos cuidado, podemos buscar la amistad de los hermanos que tienen mucho dinero y evitar relacionarnos con los que tienen poco. ¿Por qué es tan peligroso valorar a los demás solo por lo que tienen?
10. ¿Qué problema señaló Santiago?
10 Si juzgamos a los demás por su dinero, podríamos crear divisiones en la congregación. En el siglo primero, el discípulo Santiago advirtió que este problema estaba dividiendo a algunas congregaciones (lea Santiago 2:1-4). No podemos permitir que esto suceda en nuestra congregación. ¿Cómo podemos luchar contra esta tendencia?
11. Explique cuánto afectan las cosas materiales a la amistad de una persona con Jehová.
11 Tenemos que ver a nuestros hermanos como los ve Jehová. Él no los valora más o menos porque sean ricos o pobres. Nuestra amistad con Dios nunca dependerá de la cantidad de cosas que tengamos. Es cierto que Jesús dijo que “será cosa difícil el que un rico entre en el reino de los cielos”, pero no dijo que sea imposible (Mat. 19:23). Por otro lado, Jesús también dijo: “Felices son ustedes, los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios” (Luc. 6:20). Claro, con eso no quiso decir que todos los pobres lo escucharían y recibirían bendiciones especiales. De hecho, hubo muchos pobres que nunca se hicieron discípulos suyos. La idea es que no podemos decir si una persona es o no amiga de Jehová solo por lo que tiene en sentido material.
12. ¿Qué les dice la Biblia a los ricos y a los pobres?
12 El pueblo de Jehová está compuesto por muchos hermanos y hermanas que lo aman y le sirven de todo corazón. Algunos son ricos y otros son pobres. La Biblia les da este mandato a los ricos: “Cifren su esperanza, no en las riquezas inseguras, sino en Dios” (lea 1 Timoteo 6:17-19). Al mismo tiempo, les dice a todos los siervos de Dios —sean ricos o pobres— que es peligroso amar el dinero (1 Tim. 6:9, 10). Si abrimos los ojos y vemos a los hermanos como los ve Jehová, no cederemos a la tentación de juzgarlos por sus posesiones materiales. Pero ¿estaría bien que los juzgáramos por su edad? Veamos.
NO JUZGUEMOS POR LA EDAD
13. ¿Qué nos dice la Biblia sobre el trato que debemos dar a los mayores?
13 La Biblia nos manda en muchas ocasiones que tratemos a los mayores con el debido respeto. Levítico 19:32 dice: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido, y tienes que estar en temor de tu Dios”. Proverbios 16:31 nos dice que “la canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia”. Y el apóstol Pablo le dijo a Timoteo que no criticara con severidad a un hombre mayor, sino que lo aconsejara “como a un padre” (1 Tim. 5:1, 2). Aunque Timoteo tenía cierta autoridad sobre hermanos mayores que él, debía tratarlos con respeto y compasión.
14. ¿Cuándo puede ser apropiado que corrijamos a una persona mayor que nosotros?
14 ¿Qué hay si un hermano mayor peca a sabiendas o fomenta algo que no le agrada a Dios? Jehová no juzgará por las apariencias y no lo justificará solo porque sea una persona mayor. Fijémonos en el principio que se encuentra en Isaías 65:20: “En cuanto al pecador, aunque tenga cien años de edad se invocará el mal contra él”. Encontramos un principio parecido en una visión de Ezequiel (Ezeq. 9:5-7). Así que nuestra prioridad debe ser siempre mostrar respeto a Jehová, “el Anciano de Días” (Dan. 7:9, 10, 13, 14). Entonces, no tendremos miedo de corregir a quien lo necesite, prescindiendo de la edad que tenga (Gál. 6:1).
15. ¿Qué aprendemos del apóstol Pablo sobre el respeto a los hermanos jóvenes?
15 ¿Y cómo debemos tratar a los jóvenes? Veamos el caso de Timoteo. El apóstol Pablo le dio este consejo: “Que nadie jamás menosprecie tu juventud. Por lo contrario, hazte ejemplo para los fieles en el hablar, en conducta, en amor, en fe, en castidad” (1 Tim. 4:12). Cuando el apóstol escribió estas palabras, Timoteo debía tener poco más de 30 años. Pero Pablo le había dado responsabilidades de peso. Sin importar el motivo por el que le dio ese consejo, la clara lección es que no debemos juzgar a los hermanos jóvenes solo por su edad. Recordemos que incluso Jesús llevó a cabo su ministerio cuando tenía poco más de 30 años.
16, 17. a) ¿Cómo determinan los ancianos si un hermano reúne los requisitos para ser siervo ministerial o anciano? b) ¿Qué conflicto puede haber entre la Biblia y nuestra cultura u opinión personal?
16 En algunas culturas, no se valora mucho a los hombres jóvenes. Si este es el caso en nuestra zona, puede que los ancianos se resistan a recomendar a hermanos jóvenes que reúnen los requisitos para ser siervos ministeriales o ancianos. Los ancianos deben recordar que la Biblia no da una edad mínima para recomendar a un hermano (1 Tim. 3:1-10, 12, 13; Tito 1:5-9). Si un anciano crea una regla basada en su cultura, no está actuando de acuerdo con lo que enseña la Biblia. Los ancianos no deben juzgar a los jóvenes según su criterio personal o las costumbres locales, sino según lo que dice la Palabra de Dios (2 Tim. 3:16, 17).
17 Si los ancianos se dejan llevar por su cultura en vez de por la Biblia, quizás no recomienden a hermanos que llenan los requisitos para ser siervos ministeriales o ancianos. En cierto país, un siervo ministerial confiable llevaba algunas responsabilidades de peso en su congregación. Aunque los ancianos estaban de acuerdo en que reunía a un grado razonable los requisitos bíblicos para ser anciano, no lo recomendaron. Unos pocos ancianos de mayor edad insistían en que se veía demasiado joven para ser anciano. Por desgracia, el único motivo por el que no fue nombrado fue su aspecto. Es cierto que este no es más que un ejemplo, pero los informes indican que así es como piensan muchos ancianos en distintas partes del mundo. Qué importante es que nos apoyemos en la Biblia y no en nuestra cultura u opinión personal. Solo así obedeceremos a Jesús y dejaremos de juzgar por las apariencias.
SEAMOS JUSTOS AL JUZGAR
18, 19. ¿Qué debemos hacer para ver a los demás como Jehová los ve?
18 Aunque somos imperfectos, podemos aprender a ver a los demás sin prejuicios, como los ve Jehová (Hech. 10:34, 35). Para ello, debemos esforzarnos todo el tiempo y seguir los recordatorios de la Palabra de Dios. Si lo hacemos, estaremos obedeciendo el mandato de Jesús de dejar de juzgar por las apariencias (Juan 7:24).
19 Muy pronto, nuestro rey Jesucristo juzgará a toda la humanidad con justicia, sin dejarse llevar por lo que vean sus ojos o lo que oigan sus oídos (Is. 11:3, 4). Sin duda, será algo maravilloso.
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)