La voluntad de Dios es que lo conozcamos mejor, que seamos sus amigos y que lo amemos y le sirvamos con todo el corazón (Mateo 22:37, 38; Santiago 4:8). Podemos aprender cómo hacer la voluntad divina si estudiamos la vida y las enseñanzas de Jesús, quien no solo habló de dicha voluntad, sino que también la cumplió (Juan 7:16, 17). De hecho, respecto a su propósito en la vida, él mismo declaró: “He bajado [...] para hacer, no la voluntad mía, sino la voluntad del que me ha enviado” (Juan 6:38).
¿Debo esperar el llamado de Dios o alguna señal o visión para saber cuál es su propósito para mí?
No, pues es a través de la Biblia como él comunica su mensaje a la humanidad. En ella encontramos todo lo que necesitamos a fin de estar “completamente equipado[s] para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16, 17). Dios quiere que descubramos cuál es su voluntad para nosotros estudiando la Biblia y usando nuestra capacidad de razonar (Romanos 12:1, 2; Efesios 5:17).
¿Seré capaz de hacer la voluntad de Dios?
Claro que sí, pues Dios nos asegura mediante su Palabra que “sus mandamientos no son difíciles de obedecer” (1 Juan 5:3, La Palabra de Dios para Todos). Desde luego, eso no significa que obedecerlos siempre será pan comido. Pero el esfuerzo bien valdrá la pena. Jesús mismo dijo: “Felices [son] los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lucas 11:28, El Libro del Pueblo de Dios).
Durante siglos, mucha gente ha sentido la necesidad de conocer a su Creador. La Biblia puede ayudarle a usted a ser amigo de Dios. Para lograrlo, lo primero que debe aprender es su nombre.