LECCIÓN 36

Desarrollo del tema

Desarrollo del tema

 LOS oradores con experiencia reconocen el valor de que su disertación gire en torno a un tema. Durante la preparación del discurso se concentran en una cuestión en particular y profundizan en ella. Al no mencionar de manera superficial numerosos puntos, su exposición resulta más provechosa para las personas. Cuando todas las ideas principales se conectan directamente con el tema y contribuyen a su desarrollo, es más fácil que el auditorio las recuerde y valore.

 Puesto que hay temas que abarcan numerosos aspectos, la calidad de su oratoria mejorará si tiene presente que su discurso aborda el tema desde un ángulo concreto, el cual se expresa en el título. Por ejemplo, el Reino, la Biblia y la resurrección constituyen temas muy generales, de los cuales pueden extraerse otros más específicos. He aquí algunos de ellos: “El Reino es un gobierno real”, “El Reino de Dios convertirá la Tierra en un paraíso”, “La inspiración divina de la Biblia”, “La Biblia es una guía práctica para nuestros días”, “La resurrección da esperanza a los dolientes” y “La esperanza de la resurrección nos ayuda a mantenernos firmes frente a la persecución”. Para tratar cada uno de estos temas específicos, se requieren enfoques completamente diferentes.

 El tema de la predicación de Jesucristo durante su ministerio terrestre, en armonía con el tema predominante de la Biblia, fue “El reino de los cielos se ha acercado” (Mat. 4:17). ¿Cómo lo desarrolló? En los cuatro Evangelios se encuentran más de ciento diez referencias al Reino. Pero Jesús no se limitó a repetir el término reino. Tanto las enseñanzas que impartió como los milagros que realizó dejaron claro a sus contemporáneos que el hombre que se encontraba entre ellos era el Hijo de Dios, el Mesías, aquel a quien Jehová le concedería el Reino. Además, Jesús señaló que mediante él se brindaba la oportunidad a otras personas de tener parte en ese gobierno y mencionó las cualidades que debían poseer quienes recibieran tal privilegio. Con sus enseñanzas y obras poderosas mostró con claridad el efecto que tendría el Reino de Dios en la vida de la gente. También indicó que el hecho de que expulsara demonios por medio del espíritu de Dios probaba que “el reino de Dios verdaderamente [había] alcanzado” a sus oyentes (Luc. 11:20). A sus seguidores les comisionó que dieran testimonio precisamente de ese Reino (Mat. 10:7; 24:14).

 Empleo de un título apropiado al tema. Está claro que nunca se le va a pedir que se extienda en un tema con la misma amplitud con que lo hace la Biblia, pero sí se espera que lo desarrolle desde el ángulo indicado en el título de la intervención.

 Si el título se deja a su elección, tenga en cuenta primero el objetivo de su discurso. Luego escoja los puntos principales que incluirá en el esquema, o bosquejo, asegurándose de que respalden la idea central de su disertación.

 En caso de que el título haya sido fijado previamente, analice con cuidado el enfoque que este exige, y esfuércese por percibir su valor y potencial. Al recopilar la información, selecciónela con esmero a fin de no perder de vista el punto central. Por otra parte, si ya se le ha facilitado la información, debe pensar en cómo adecuarla al título. Además, ha de reflexionar sobre la importancia que tendrá el mensaje para su auditorio, así como su objetivo al exponerlo, pues de ese modo podrá determinar a qué dar énfasis.

 Cómo dar el énfasis debido al tema. Lo logrará si sienta las bases desde el principio: al seleccionar y organizar la información. Utilice solo los datos que apoyan la idea central y prepare un buen bosquejo siguiendo el procedimiento expuesto en este libro; así recalcará el tema de manera casi automática.

 La repetición contribuye a reafirmar el tema. Piense en la manera como normalmente están estructuradas las canciones en lengua de señas; verá que, con frecuencia se repiten vez tras vez las frases compuestas por unas cuantas señas clave. Estas frases pueden variar en forma, pero se entrelazan hábilmente a lo largo de la canción y logran resaltar el tema. Lo mismo se puede hacer con el tema de un discurso. Al repetir palabras clave tomadas del tema, quizás recurriendo a distintas señas, ayudará a los presentes a ver el mismo punto desde una perspectiva distinta. Tomemos, por ejemplo, un artículo que trata sobre la necesidad de evitar la inmoralidad, y el término inmoralidad aparece a menudo a lo largo del artículo o subtítulo. Digamos que el punto es que, para evitar actos inmorales, debemos proteger la mente, pues los pensamientos producen acciones. En este caso, la seña para inmoralidad podría hacerse cerca de la cabeza, para transmitir la idea de pensamientos inmorales. Luego, la misma seña se haría comenzando cerca del cuerpo y alejándola para denotar acción, dejando claro al público sordo cómo están conectadas la mente, el cuerpo y los actos. También hay otras técnicas, como valerse de sinónimos de palabras clave o expresar el tema de otra manera. Con estas técnicas se logra que el tema sea la idea principal que recuerde el auditorio.

 Estos principios no atañen solo a los discursos que se pronuncian desde la plataforma; también son aplicables al ministerio del campo. Trátese de una conversación relativamente breve o de la enseñanza impartida en un estudio bíblico, la persona recordará con más facilidad la información si se enfatizó el tema. En conclusión, el esfuerzo que usted haga por elegir y desarrollar temas adecuados contribuirá mucho a mejorar su habilidad como orador y como maestro de la Palabra de Dios.