LECCIÓN 32
Expresarse con convicción
CUANDO alguien seña con convicción, los demás ven que cree firmemente en lo que dice. Pablo evidenció esa cualidad en su ministerio. A los que se hicieron creyentes en Tesalónica les escribió: “Las buenas nuevas que predicamos no resultaron estar entre ustedes con habla solamente, sino también con [...] fuerte convicción” (1 Tes. 1:5). El apóstol demostró tal convencimiento tanto por su manera de hablar como por su modo de vivir, y nosotros también debemos manifestarlo cuando enseñamos las verdades bíblicas.
Expresarse con seguridad no es lo mismo que ser obstinado, dogmático o arrogante. Por el contrario, la persona que habla con convicción acerca de la Palabra de Dios demuestra que posee una fe firme (Heb. 11:1).
Ocasiones para expresarse con convicción. Es importante que señe con seguridad cuando participa en el ministerio del campo. Las personas suelen fijarse no solo en lo que dice, sino también en cómo lo dice. Perciben lo que en realidad piensa sobre el tema que está desarrollando. Su convicción puede indicar, con más fuerza que solo las palabras, que tiene algo de gran valor que comunicarles.
Asimismo, es necesario que se exprese con convicción frente a un auditorio de hermanos en la fe. El apóstol Pedro redactó su primera carta inspirada “para dar estímulo y un testimonio sincero de que esta es la verdadera bondad inmerecida de Dios”, y exhortó a sus lectores a ‘estar firmes’ en ella (1 Ped. 5:12). En su carta a la congregación de Roma, el apóstol Pablo manifestó una convicción que fortaleció a aquellos cristianos. Escribió: “Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8:38, 39). Asimismo, Pablo escribió de manera persuasiva sobre la necesidad de predicar, y su propio celo en esa actividad reveló que estaba convencido personalmente de su importancia (Hech. 20:18-21; Rom. 10:9, 13-15). Los ancianos cristianos deberían demostrar hoy el mismo convencimiento al enseñar la Palabra de Dios.
Los padres deben expresarse con convicción durante los períodos de estudio y en otras ocasiones en que hablen con sus hijos de asuntos espirituales. Para lograrlo, es preciso que ellos mismos cultiven en su corazón amor a Dios y a sus caminos. De ese modo podrán hablar con un convencimiento sincero a sus hijos, “porque de la abundancia del corazón habla [la] boca” (Luc. 6:45; Deu. 6:5-7). Tal seguridad también impulsará a los padres a dar un ejemplo de ‘fe sin hipocresía’ (2 Tim. 1:5).
Es especialmente importante que se exprese con convicción cuando su fe se vea sometida a prueba. Quizá a un condiscípulo, maestro o compañero de trabajo le sorprenda que no participe en una determinada celebración. Es posible que una respuesta decidida y bien razonada ayude a esa persona a respetar su postura basada en la Biblia. ¿Y si alguien lo presiona para que caiga en algún tipo de conducta impropia, como la falta de honradez, el consumo de drogas o la inmoralidad sexual? Es importante que deje claro que está resuelto a no transigir y que nada le hará cambiar de opinión. Ello requiere que señe con seguridad cuando rechace la propuesta. José resistió las proposiciones indecentes de la esposa de Potifar declarando con firmeza: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”. Cuando ella insistió, José salió huyendo de la casa (Gén. 39:9, 12).
Cómo se manifiesta la convicción. Los términos que utilice pueden hacer evidente su convencimiento. En varias ocasiones, Jesús inició declaraciones importantes con las palabras: “Muy verdaderamente les digo” (Juan 3:3, 5, 11; 5:19, 24, 25). Pablo reflejó su convicción al utilizar expresiones como “estoy convencido”, “yo sé, y de ello estoy persuadido en el Señor Jesús”, y “digo la verdad, no miento” (Rom. 8:38; 14:14; 1 Tim. 2:7). Con respecto al cumplimiento de sus dichos, Jehová a veces inspiró a sus profetas para que pronunciaran frases enfáticas como “sin falta se realizará” (Hab. 2:3). Cuando usted haga referencia a esas profecías, podría utilizar expresiones similares. Si confía en Jehová en vez de en sí mismo y habla a los demás con el debido respeto, tales palabras que manifiestan certeza evidenciarán la fortaleza de su fe.
También puede demostrarse convicción por el entusiasmo y la intensidad con que se habla. Sus expresiones faciales y lenguaje corporal contribuirán a ello, aunque estos pueden variar algo de una persona a otra. Aun en el caso de que usted sea tímido por naturaleza o su voz tenga poca potencia, si está plenamente convencido de que lo que dice es verdad y que los demás necesitan oírlo, su convencimiento se hará patente.
Por supuesto, la convicción que demostramos debe ser genuina. Si los demás perciben que fingimos y no hablamos con sinceridad, es probable que lleguen a la conclusión de que nuestro mensaje carece de sustancia. Por lo tanto, sobre todo, sea usted mismo. Dependiendo del tamaño del auditorio, quizá tenga que emplear un espacio más amplio para sus señas y señar con mayor intensidad que de costumbre. Sin embargo, procure expresarse siempre con sinceridad y naturalidad.
Ayudas para hablar con convicción. Ya que en la convicción están implicados sus sentimientos acerca de lo que dice, la buena preparación es la clave. No basta con sencillamente copiar fragmentos de una publicación y luego recitarlos: es preciso que entienda el tema con claridad y sea capaz de explicarlo con sus propias palabras. Debe estar plenamente convencido de su veracidad y de su valor para el auditorio. Esto supone que, al preparar la exposición, tenga en cuenta las circunstancias de los demás, así como lo que ya saben del tema o lo que piensan sobre él.
Si habla con fluidez, será más fácil que el auditorio perciba su convicción. Por tanto, además de preparar la información que resulte adecuada, ensaye con ahínco la exposición misma. Preste especial atención a aquellas secciones que requieran más entusiasmo, de modo que pueda presentarlas sin depender demasiado de las notas. Recuerde, también, pedir a Jehová que bendiga su empeño. De ese modo “cobra[rá] denuedo por medio de nuestro Dios” para hablar de manera que demuestre su convencimiento en cuanto a la veracidad e importancia del mensaje que desee transmitir (1 Tes. 2:2).