Historias familiares: Un embarazo no planeado cómo nos adaptamos
Relatado por Tom and Yoonhee Han
Tom:Solo llevábamos seis meses de casados cuando mi esposa descubrió que estaba embarazada. Mantuve la calma porque quería transmitirle la seguridad de que podía contar con mi apoyo, pero por dentro estaba muerto de miedo.
Yoonhee: Yo estaba desconsolada... y muy asustada. Lloré y lloré. Sentía que no estaba preparada para ser madre.
Tom: Ni yo estaba preparado para ser padre. Pero después de conversar con otros padres, nos dimos cuenta de que tener un embarazo no planeado era más común de lo que creíamos. También nos ayudó mucho oír hablar de las alegrías de ser padres. Poco a poco, el temor y la incertidumbre fueron dando paso a la ilusión.
Yoonhee: Cuando Amanda nació, atravesamos situaciones totalmente nuevas. Ella no paraba de llorar, y yo estuve semanas sin dormir. Perdí el apetito y experimenté fatiga extrema. Al principio no quería ver a nadie, pero luego comprendí que encerrándome en casa no arreglaba nada. Comencé a tratar con otras nuevas madres y a cambiar impresiones, lo que me hizo entender que yo no era la única que tenía inquietudes.
Tom: Hice todo lo posible por conservar la rutina familiar. Por ejemplo, como Yoonhee y yo somos testigos de Jehová, tomamos la determinación de seguir participando en el ministerio y no faltar a las reuniones cristianas. Y ya que la llegada de un niño implica gastos —algunos de ellos imprevistos—, nos pusimos la meta de vivir dentro de nuestras posibilidades en vez de endeudarnos, pues las deudas solo aumentan la tensión.
Yoonhee: Al principio pensé que era mejor no ir al ministerio porque los bebés son revoltosos. Pero la verdad es que a la gente le encantan los bebés. Eso me ayudó a seguir activa y ver a mi hija con una actitud más positiva.
Tom: La Biblia dice que los hijos “son una herencia de parte de Jehová” y “un galardón” (Salmo 127:3). Para mí, esas palabras indican que los hijos son un regalo precioso. Y como sucede con toda herencia, solo hay dos posibilidades: invertirla bien, o malgastarla. Estoy aprendiendo que cada etapa del desarrollo de un niño es singular, y quiero ser parte de la vida de mi hija en cada una de ellas. Es una oportunidad que no se repetirá.
Yoonhee: A veces, la vida nos da sorpresas, y tener un hijo sin planearlo no es una sorpresa mala. Amanda tiene ya seis años, y no puedo imaginarme la vida sin ella.