Jehová concede gran sabiduría al rey Salomón. Durante su reinado, los israelitas disfrutan de paz y prosperidad incomparables
¿CÓMO sería la vida si toda una nación y su gobernante fueran fieles a Jehová y respetaran su autoridad? El reinado de Salomón, que duró cuarenta años, proporciona la respuesta.
Antes de morir, David nombró sucesor a su hijo Salomón. Un día, Dios se le apareció en un sueño a Salomón y le ofreció darle lo que quisiera. El joven rey pidió sabiduría y conocimiento para juzgar con justicia. A Jehová le agradó su petición, así que se la concedió. Además, le aseguró que, si se mantenía obediente, tendría también riquezas, gloria y una larga vida.
Gracias a su sabiduría, Salomón llegó a hacerse muy famoso. En una ocasión, dos mujeres acudieron a él porque ambas afirmaban ser la madre de un bebé. ¿Qué hizo Salomón? ¡Ordenó que cortaran al niño por la mitad! La primera estuvo de acuerdo, pero la segunda enseguida suplicó que se lo dieran a la otra mujer. Así fue como Salomón supo que la segunda mujer era la auténtica madre. Cuando el resto de la nación se enteró de lo sucedido, comprendió que Salomón tenía la sabiduría de Dios.
Una de las mayores hazañas de este rey fue la construcción del majestuoso templo de Jehová en Jerusalén, que sería el centro de la adoración verdadera en Israel. Durante la inauguración del edificio, Salomón hizo una oración a Dios en la que le dijo: “¡Mira! Los cielos, sí, el cielo de los cielos, ellos mismos no pueden contenerte; ¡cuánto menos, pues, esta casa que yo he edificado!” (1 Reyes 8:27).
Salomón llegó a ser tan conocido que se oyó hablar de él en lugares tan remotos como Seba (o Saba), en Arabia. La reina de ese país viajó a Israel para ver por sí misma la gloria y las riquezas de Salomón, así como para poner a prueba su inteligencia. Se llevó tal impresión que incluso alabó a Jehová por haber elegido un rey tan sabio. Con la bendición de Dios, el reinado de Salomón fue el más próspero y pacífico de la historia del antiguo Israel.
Por desgracia, Salomón no siempre se dejó guiar por la sabiduría de Jehová. Por ejemplo, aunque Dios había prohibido que los reyes tuvieran muchas esposas, se casó con cientos de mujeres y, para colmo, muchas de ellas adoraban dioses falsos. El resultado fue que, poco a poco, estas lo alejaron de Jehová y lo convencieron para que adorara ídolos. Por eso, Dios le dijo que su familia perdería gran parte del reino. La única razón por la que no lo perdería todo fue la promesa que Dios le había hecho a David. En efecto, a pesar de la traición de Salomón, Jehová se mantuvo fiel a su pacto con David.