La palabra precursor es sinónima de pionero y suele referirse a la persona que abre camino en territorio virgen para los que vienen detrás. En cierto sentido, Jesús fue un precursor, pues fue enviado a la Tierra para llevar a cabo un ministerio vivificante y abrir el camino a la salvación (Mateo 20:28). Hoy día seguimos su ejemplo y dedicamos el mayor tiempo posible a hacer discípulos (Mateo 28:19, 20). Algunos han emprendido lo que llamamos el servicio de precursor.
Un evangelizador de tiempo completo. Todos los testigos de Jehová predicamos las buenas nuevas. Sin embargo, hay quienes han organizado su vida a fin de ser precursores regulares y dedicar setenta horas mensuales a esta labor. Para ello, muchos consiguen empleos de media jornada. Otros son seleccionados como precursores especiales y enviados a donde hay mayor necesidad de predicadores; estos pasan mensualmente ciento treinta horas o más en el ministerio. Los precursores llevan una vida modesta y confían en que Jehová cubrirá sus necesidades (Mateo 6:31-33; 1 Timoteo 6:6-8). Quienes no pueden ser precursores regulares o especiales pueden ser precursores auxiliares, que dedican treinta o cincuenta horas a la predicación en un mes.
Al precursor lo impulsa el amor a Dios y al prójimo. Al igual que Jesús, nos damos cuenta de la lamentable condición espiritual de la gente (Marcos 6:34). Pero tenemos el conocimiento que puede beneficiarla desde ahora al darle la esperanza segura de un futuro mejor. El amor al prójimo impulsa al precursor a invertir su tiempo y energías en ayudar espiritualmente a los demás (Mateo 22:39; 1 Tesalonicenses 2:8). Esto, a la vez, fortalece su fe y estrecha su relación con Dios, lo cual lo hace muy feliz (Hechos 20:35).
¿Qué es un precursor?
¿Qué impulsa a algunos a ser predicadores de tiempo completo?