¿Alguna vez se ha preguntado cómo será su futuro y el de su familia? ¿Cree que nadarán en la abundancia y se sentirán queridos, o pasarán necesidad y se sentirán solos? ¿Tendrán una vida larga, o una muerte prematura? Desde hace miles de años, la gente se ha hecho preguntas como estas.
En la antigüedad, para conocer el futuro, algunas personas consultaban a los oráculos, es decir, a los sacerdotes o sacerdotisas que transmitían el mensaje del dios al que representaban. Eso fue lo que al parecer hizo Creso, rey de Lidia. Antes de enfrentarse a Ciro de Persia, envió ofrendas muy valiosas al oráculo de Delfos (Grecia) para averiguar el desenlace de la batalla. El oráculo le dijo que, si marchaba contra Ciro, destruiría “un gran imperio”. Convencido de que vencería, Creso se enfrentó a Ciro, pero el imperio que destruyó fue el suyo.
La ambigua predicción del oráculo fue inútil, pues se habría cumplido sin importar quién ganara la batalla. A Creso, esa información errónea le salió muy cara, de hecho, fue su ruina. ¿Les ha ido mejor a quienes hoy en día utilizan otros métodos para predecir el futuro?
Hoy en día, los expertos hacen pronósticos basándose en estudios sobre las tendencias mundiales. Aunque muchas de esas predicciones se han cumplido, otras han sido un rotundo fracaso. Por ejemplo, en 1912, Guglielmo Marconi, inventor de un sistema de telegrafía inalámbrico, predijo lo siguiente: “La llegada de la era inalámbrica hará imposible la guerra”. Y un agente de la compañía discográfica Decca Record rechazó a los Beatles en 1962 porque creía que los grupos que tocaban la guitarra estaban acabados.
Por otro lado, hay personas que recurren a lo sobrenatural para conocer su futuro. Algunas consultan a astrólogos; de hecho, los horóscopos son secciones fijas de muchas revistas y periódicos. Otras acuden a adivinos o videntes que afirman que pueden “leer” el futuro en las cartas del tarot, en los números o en las rayas de la mano.