¿VERDAD que es bonito ese nene? Se llama Samuel. Y el hombre que le pone la mano en la cabeza es el sumo sacerdote de Israel, Elí. Los que traen el niño a Elí son su padre Elcana y su madre Ana.
Samuel tiene solo cuatro o cinco años. Pero va a vivir aquí en el tabernáculo de Jehová con Elí y con los demás sacerdotes. ¿Por qué traerían Elcana y Ana a alguien tan joven como Samuel para servir a Jehová en el tabernáculo? Veamos.
Pocos años antes de esto, Ana estaba muy triste. Esto se debía a que no podía tener un nene, y tenía grandes deseos de tener uno. Así, un día en que estaba visitando el tabernáculo de Jehová, oró: ‘¡Ay, Jehová, no te olvides de mí! Si tú me das un hijo, te prometo que yo te lo daré, de manera que él pueda servirte durante toda su vida.’
Jehová contestó la oración de Ana, y meses después ella dio a luz a Samuel. Ana amaba a su hijito, y empezó a enseñarle acerca de Jehová cuando todavía era muy pequeñito. Le dijo a su esposo: ‘Tan pronto como Samuel tenga suficiente edad y no necesite ya mi atención, lo voy a llevar al tabernáculo para que sirva a Jehová allí.’
Eso es lo que vemos que Ana y Elcana hacen en la lámina. Y porque sus padres habían enseñado tan bien a Samuel, él está contento de poder servir a Jehová aquí en la tienda de Jehová. Cada año sus padres vienen a adorar en esta tienda especial, y a visitar a su hijito. Y cada año Ana trae un nuevo traje sin mangas que ha hecho para Samuel.
Pasan los años, y Samuel sigue sirviendo en el tabernáculo de Jehová, y agrada a Jehová y al pueblo. Pero Ofni y Finees, los hijos del sumo sacerdote Elí, no son buenos. Ellos hacen muchas cosas malas, y también hacen que otros desobedezcan a Dios. Elí debería quitarlos del sacerdocio, pero no lo hace.
El joven Samuel no deja que ninguna de las cosas malas que pasan en el tabernáculo hagan que él deje de servir a Jehová. Pero por mucho tiempo Jehová no le ha hablado a ningún hombre, porque poca gente de veras lo ama. Cuando Samuel crece un poco más, esto pasa:
Samuel está durmiendo en el tabernáculo cuando una voz lo despierta. Él contesta: ‘Aquí estoy.’ Y se levanta y corre a donde Elí, y dice: ‘Me llamaste, y aquí estoy.’
Pero Elí contesta: ‘Yo no te llamé; vuelve a la cama.’ Así es que Samuel vuelve a la cama.
Entonces hay una segunda llamada: ‘¡Samuel!’ Así que Samuel se levanta y vuelve a donde está Elí. ‘Me llamaste, y aquí estoy,’ dice. Pero Elí contesta: ‘No te llamé, hijo mío. Vuelve a acostarte.’ Así que Samuel vuelve a la cama.
‘¡Samuel!’ llama la voz por tercera vez. Así que Samuel corre a donde Elí. ‘Aquí estoy; esta vez tienes que haberme llamado,’ dice. Ahora Elí sabe que es Jehová quien llama. Le dice a Samuel: ‘Acuéstate otra vez, y si él llama, debes decir: “Habla, Jehová, porque tu siervo escucha.”’
Eso es lo que Samuel dice cuando Jehová llama otra vez. Jehová le dice entonces a Samuel que va a castigar a Elí y sus hijos. Más tarde, Ofni y Finees mueren peleando con los filisteos, y cuando Elí oye lo que ha pasado, se cae, se rompe el cuello y muere. Así se cumple la palabra de Jehová.
Samuel crece, y llega a ser el último juez de Israel. Cuando se pone viejo, el pueblo le dice: ‘Escoge un rey que nos gobierne.’ Samuel no quiere, porque en verdad Jehová es el rey de ellos. Pero Jehová le dice que escuche al pueblo.