“La leche de fórmula nunca será igual a la leche materna”, dice una guía médica para el parto. Una de las razones por las que la leche materna es ideal para el bebé es porque el cuerpo de la mamá la va adaptando a las necesidades del niño.
Piense en lo siguiente: La leche materna va cambiando durante cada toma. Al inicio, tiene más proteínas, vitaminas, minerales y agua. Y, cuando el bebé va a terminar de alimentarse, la leche tiene más grasas para que se sienta satisfecho. Incluso la leche cambia dependiendo de la edad del bebé y la época del año.
La leche materna también cambia dependiendo de la hora del día. Durante la noche, tiene más cantidad de ciertas hormonas, como la melatonina, que ayudan al bebé a dormir. Y durante el día aumenta la concentración de otras hormonas que hacen que el bebé se mantenga despierto. Estos cambios ayudan a regular las horas que el niño pasa dormido y que pasa despierto.
Después de dar a luz, la madre produce durante los primeros días una leche amarillenta llamada calostro. El calostro es fácil de digerir y está lleno de nutrientes. Incluso si el bebé toma solo un poquito, su pequeño estómago se puede beneficiar mucho. El calostro tiene muchos anticuerpos clave para proteger al bebé, que está muy expuesto a infecciones. Además, tiene un efecto laxante, y ayuda a limpiar el sistema digestivo del recién nacido.
La madre no tiene que preocuparse por tener suficiente leche, ni siquiera si tiene gemelos. La cantidad de leche aumenta de manera natural según sea necesario.
¿Qué le parece? La leche materna y sus propiedades extraordinarias, ¿es producto de la evolución, o la diseñó alguien?