Después que Adán y Eva salieron del jardín de Edén, tuvieron muchos hijos. El primero se llamaba Caín. Su trabajo era cultivar frutas y verduras. El segundo hijo se llamaba Abel, y era pastor.
Un día, Caín y Abel le hicieron ofrendas a Jehová. ¿Sabes lo que es una ofrenda? Es un tipo especial de regalo que se le da a Dios. A Jehová le gustó la ofrenda de Abel, pero no le gustó la de Caín. Por eso, Caín se enfadó mucho, y Jehová le dijo: “Si sigues enojado, al final harás algo malo”. Pero Caín no le hizo caso.
Más bien, Caín le dijo a Abel: “Ven conmigo al campo”. Mientras estaban solos allí, Caín atacó a su hermano y lo mató. ¿Qué hizo Jehová? Castigó a Caín mandándolo lejos de su familia. Nunca más podría volver.
¿Qué aprendemos? Si las cosas no salen como nosotros queremos, tal vez nos enojemos. Y, si sentimos cada vez más rabia o si los demás nos ven furiosos, debemos cambiar. Si no hacemos algo rápido, las emociones nos pueden controlar, y eso sería muy malo.
Abel quería mucho a Jehová y se portó bien, así que Jehová siempre lo recordará. Dios le devolverá la vida cuando convierta la Tierra en un paraíso.
“Primero haz las paces con tu hermano, y luego vuelve y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:24).