Honremos “lo que Dios ha unido”
“Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (MAR. 10:9).
1, 2. ¿A qué nos deben motivar las palabras de Hebreos 13:4?
TODOS deseamos honrar a Jehová. Él se merece que lo hagamos, y promete honrarnos si lo hacemos (1 Sam. 2:30; Prov. 3:9; Rev. 4:11). También quiere que honremos a otros seres humanos, como a las autoridades del gobierno (Rom. 12:10; 13:7). Pero hay algo que debemos honrar o respetar en especial: el matrimonio.
2 El apóstol Pablo escribió: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación” (Heb. 13:4). Con estas palabras, no estaba haciendo un comentario de carácter general. Más bien, les estaba mandando a los cristianos que consideraran valioso el matrimonio. ¿Es así como vemos nosotros el matrimonio en general y el nuestro en particular?
3. ¿Qué importante consejo dio Jesús sobre el matrimonio? (Vea el dibujo del principio).
3 Si consideramos valioso el matrimonio y lo honramos, estamos siguiendo el ejemplo de Jesús. Cuando los fariseos le preguntaron sobre el divorcio, él hizo referencia a lo que dijo Jehová respecto al primer matrimonio: “Por este motivo dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos serán una sola carne”. Y añadió: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (lea Marcos 10:2-12; Gén. 2:24).
4. ¿Cuál era el propósito de Jehová con relación al matrimonio?
4 Como vemos, Jesús tenía claro que Dios creó el matrimonio y recalcó que es una unión permanente. Jehová no les dijo a Adán y Eva que el divorcio podía poner fin al matrimonio. Al contrario, su propósito era que “los dos” permanecieran unidos toda la vida.
CAMBIOS TEMPORALES EN EL MATRIMONIO
5. ¿Qué efecto tiene la muerte en el matrimonio?
5 Sabemos que el pecado de Adán trajo muchos cambios. Uno de ellos fue la muerte, que afectaría al matrimonio. Lo señaló el apóstol Pablo cuando explicó que los cristianos no deben seguir la Ley mosaica. Reveló que la muerte pone fin al matrimonio y que el cónyuge vivo puede volver a casarse (Rom. 7:1-3).
6. ¿Cómo se ve en la Ley mosaica el interés de Dios en el matrimonio?
6 En la Ley que Jehová le dio a la nación de Israel, hallamos algunos detalles sobre el matrimonio. Veamos uno de ellos. La Ley permitía que el hombre tuviera más de una esposa, una práctica que se conoce como poligamia y que ya existía antes de que Dios le diera la Ley a Israel. Lo que Jehová hizo fue regular esta práctica para que no hubiera abusos. Por ejemplo, si un israelita se casaba con una esclava y luego tomaba otra esposa, tenía que seguir dándole a la primera comida, ropa y el débito conyugal. Dios mandaba que la protegiera y la cuidara (Éx. 21:9, 10). Nosotros no estamos bajo la Ley, pero en ella vemos el interés de Dios en el matrimonio. Sin duda, esto nos ayuda a valorarlo igual que él.
7. Según Deuteronomio 24:1, ¿qué permitía la Ley?
7 ¿Qué decía sobre el divorcio la Ley? Aunque Dios seguía viendo igual de valioso el matrimonio, permitió que los israelitas se divorciaran (lea Deuteronomio 24:1). El divorcio se permitía si el esposo hallaba “algo indecente de parte de ella”. ¿Qué se consideraba “indecente”? La Ley no lo decía. Pero debía ser algo vergonzoso o grave, no algo sin importancia (Deut. 23:14). Lamentablemente, en los días de Jesús muchos judíos ponían cualquier excusa para divorciarse (Mat. 19:3). Desde luego, no queremos ser como ellos.
8. ¿Cómo ve Jehová el divorcio?
8 En tiempos del profeta Malaquías, era muy común que los hombres traicionaran a su esposa divorciándose de ella, quizá para luego casarse con una mujer más joven que no adoraba a Dios. Malaquías indicó lo que pensaba Jehová al respecto. Escribió: “Él ha odiado un divorciarse” (Mal. 2:14-16). Esto concordaba con lo que dice la Palabra de Dios sobre el primer matrimonio: que el hombre “tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Gén. 2:24). Jesús demostró su apoyo a lo que su Padre pensaba al decir: “Lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre” (Mat. 19:6).
EL ÚNICO MOTIVO PARA DIVORCIARSE
9. ¿Cómo deben entenderse las palabras de Jesús de Marcos 10:11, 12?
9 Quizás alguien pregunte: “¿Hay algún motivo que permita al cristiano divorciarse y volverse a casar?”. Pues bien, Jesús dejó claro qué pensaba del divorcio: “Cualquiera que se divorcie de su esposa y se case con otra comete adulterio contra ella, y si alguna vez una mujer, después de divorciarse de su esposo, se casa con otro, ella comete adulterio” (Mar. 10:11, 12; Luc. 16:18). Está claro que Jesús honraba el matrimonio, y quería que los demás hicieran lo mismo. Quien se divorciaba de su cónyuge fiel poniendo cualquier pretexto y se casaba con otra persona cometía adulterio. Esto es así porque a los ojos de Dios el divorcio en sí mismo no pone fin al matrimonio. Para él, los dos siguen siendo “una sola carne”. Además, Jesús dijo que el que se divorciaba de una esposa inocente la exponía al adulterio. ¿Por qué? Porque en aquel tiempo la mujer divorciada podía verse obligada a casarse para tener sustento. Y ese segundo matrimonio equivalía al adulterio.
10. ¿Por qué motivo puede un cristiano divorciarse y volverse a casar?
10 Pero Jesús indicó también que hay un motivo por el que se puede poner fin al matrimonio. Declaró: “Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra, comete adulterio” (Mat. 19:9). Había dicho algo parecido en el Sermón del Monte (Mat. 5:31, 32). En ambos casos, habló de “fornicación”, es decir, inmoralidad sexual (en griego, pornéia). Esta expresión incluye una variedad de pecados sexuales fuera del matrimonio, como el adulterio, la prostitución, las relaciones sexuales entre personas no casadas entre sí, la homosexualidad y el bestialismo. Pongamos por caso que un hombre casado comete inmoralidad sexual. Entonces, su esposa tiene el derecho a decidir si se divorciará o no. Si lo hace, el matrimonio queda disuelto a los ojos de Dios.
11. ¿Por qué podría decidir un cónyuge cristiano no divorciarse aunque tenga base bíblica para hacerlo?
11 Es significativo que Jesús no dijo que en caso de inmoralidad (pornéia) el cónyuge inocente esté obligado a divorciarse. Por ejemplo, una esposa podría decidir conservar el matrimonio aunque su esposo le haya sido infiel. Quizás siga amándolo y esté dispuesta a perdonarlo y a hacer un esfuerzo junto con él por mejorar el matrimonio. Siendo realistas, si se divorcia y no se vuelve a casar, tendrá algunos problemas. ¿Cómo va a satisfacer sus necesidades materiales y sexuales? ¿Qué hay de la soledad? Y, si tienen hijos, ¿dificultará el divorcio criarlos en la verdad? (1 Cor. 7:14). Está claro que el cónyuge inocente que se divorcia enfrentará dificultades.
12. ¿Qué ocurrió en el matrimonio de Oseas?
12 El profeta Oseas vivió una situación que nos enseña mucho sobre cómo ve Dios el matrimonio. Jehová le dijo que se casara con una mujer llamada Gómer. Esta llegaría a ser “una esposa de fornicación” y tendría “hijos de fornicación”. Gómer le dio un hijo a Oseas (Os. 1:2, 3). Más adelante, tuvo una hija y un hijo, probablemente de otro hombre. Pese a que cometió adulterio en varias ocasiones, Oseas siguió casado con ella. Con el tiempo, ella lo abandonó y llegó a ser esclava. Pero Oseas la compró (Os. 3:1, 2). Jehová utilizó esta situación para representar todas las veces que perdonó a la nación de Israel después que esta le fue infiel y adoró a otros dioses. ¿Cuál es la lección para nosotros?
13. a) ¿Por qué volvió a llevar Oseas a Gómer a su casa? b) ¿Qué lección nos enseña todo esto sobre el matrimonio?
13 Como hemos visto, si un cristiano comete inmoralidad sexual, su cónyuge tendrá que tomar una decisión. Jesús dijo que el inocente tendría un motivo para divorciarse y estaría libre para casarse de nuevo. Pero también podría perdonar. Hacerlo no tendría nada de malo. La Biblia dice que Oseas volvió a llevar a Gómer a su casa. A partir de entonces, ella ya no debía tener relaciones sexuales con ningún otro hombre. Oseas no mantuvo relaciones con ella durante un tiempo (Os. 3:3). Pero después seguro que las reanudó. Esto representó la disposición de Jehová a aceptar de nuevo a su pueblo y tener tratos con él (Os. 1:11; 3:3-5). La lección que aprendemos es que, si el cónyuge inocente decide conservar su matrimonio, al reanudar las relaciones sexuales demuestra que ha perdonado al cónyuge infiel (1 Cor. 7:3, 5). Entonces, ya no tiene base para divorciarse. A partir de ese momento, los dos deben esforzarse por ver el matrimonio tal como lo ve Jehová.
HONREMOS EL MATRIMONIO INCLUSO CUANDO HAYA PROBLEMAS GRAVES
14. Según 1 Corintios 7:10, 11, ¿qué puede ocurrir en algunos matrimonios?
14 Todos los cristianos debemos esforzarnos por honrar el matrimonio, tal como Jehová y Jesús. Pero a veces algunos no lo hacen, pues somos imperfectos (Rom. 7:18-23). Por eso, no debe sorprendernos que algunos matrimonios cristianos del siglo primero tuvieran problemas. Pablo escribió que “la esposa no debe irse de su esposo”, pero hubo casos en los que ocurrió (lea 1 Corintios 7:10, 11).
15. Incluso cuando tienen problemas, ¿qué deben tratar de hacer los cónyuges y por qué?
15 Pablo no dijo por qué se produjeron esas separaciones. El problema no era que el esposo, por ejemplo, hubiera sido inmoral, pues en ese caso la esposa tendría base para divorciarse y casarse de nuevo. Pablo escribió que la esposa que estaba separada debía o bien permanecer sin casarse, o bien reconciliarse con su marido. Los dos seguían unidos para Dios. El apóstol aconsejó a los cónyuges que, si no había habido inmoralidad sexual, trataran de reconciliarse, no importa cuáles fueran los problemas. La pareja podía pedir ayuda a los ancianos. Estos no tomarían partido por ninguno de los dos, sino que les darían consejos con la Biblia.
16. ¿Ocurre lo mismo si uno de los cónyuges no sirve a Dios?
16 Probablemente, la situación era más compleja si el cristiano estaba casado con alguien que no servía a Dios. ¿Estaba justificada la separación en caso de que tuvieran problemas? Como hemos visto, la Biblia dice que la inmoralidad sexual es un motivo válido para el divorcio, pero no indica los motivos para la separación. Pablo escribió: “La mujer que tiene esposo incrédulo, y sin embargo él está de acuerdo en morar con ella, no deje a su esposo” (1 Cor. 7:12, 13). Este principio sigue vigente hoy.
17, 18. ¿Por qué han decidido algunos cristianos no separarse a pesar de tener problemas graves en el matrimonio?
17 Hay que reconocer que en algunos casos el “esposo incrédulo” ha parecido demostrar que no “está de acuerdo en morar con ella”. Quizás sometía a su esposa a maltrato físico muy grave, incluso hasta el punto de que ella pensaba que estaba en peligro su salud o incluso su vida. Tal vez se negaba a mantener a su esposa y al resto de la familia o ponía en grave peligro la espiritualidad de su esposa. En tales casos, algunas cristianas han llegado a la conclusión de que, diga lo que diga su esposo, no “está de acuerdo” en seguir juntos y de que es necesario separarse. Pero otras cristianas en una situación similar no han llegado a la misma conclusión. Han aguantado y han intentado que la situación mejore. ¿Por qué?
18 Una razón es que la pareja que se separa sigue estando casada y se enfrentará a los problemas que mencionamos antes. Y el apóstol Pablo dio otro motivo para seguir juntos. Escribió: “El esposo incrédulo es santificado con relación a su esposa, y la esposa incrédula es santificada con relación al hermano; de otra manera, sus hijos verdaderamente serían inmundos, pero ahora son santos” (1 Cor. 7:14). Muchos cristianos leales que han decidido seguir al lado de un cónyuge no Testigo en circunstancias muy difíciles se alegraron de haber hecho ese sacrificio en especial porque su cónyuge llegó a servir a Jehová (lea 1 Corintios 7:16; 1 Ped. 3:1, 2).
19. ¿Por qué hay muchos buenos matrimonios en las congregaciones?
19 Jesús habló sobre el divorcio y el apóstol Pablo dio consejos inspirados por Dios sobre la separación. Ambos querían que los siervos de Jehová honraran el matrimonio. Hoy, en las congregaciones de todo el mundo hay muchos buenos matrimonios. Es probable que en la nuestra haya muchas parejas felices, en las que el esposo es leal y ama a su esposa y ella ama y respeta a su marido. Todos ellos son una prueba de que se puede honrar y respetar el matrimonio. Nos alegramos de que millones de esposos y esposas demuestren que son ciertas estas palabras de Dios: “Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos llegarán a ser una sola carne” (Efes. 5:31, 33).
LA ATALAYA (EDICIÓN DE ESTUDIO)