El 31 de marzo de 2024, falleció nuestra hermana Hermine Schmidt a los 98 años. Hasta donde se sabe, Hermine era la última testigo de Jehová que quedaba con vida de los muchos que sufrieron en campos de concentración nazis por su fe.
Hermine nació el 13 de noviembre de 1925 en la ciudad de Gdansk, que ahora es parte de Polonia. Sus padres, Oskar y Frieda Koschmieder, eran testigos de Jehová y sembraron en el corazón de su hija una fe y una confianza muy fuertes en Jehová. En 1939, comenzó una persecución intensa contra los Testigos porque las tropas nazis ocuparon Gdansk. Durante esa época, Hermine le dedicó su vida a Jehová y se bautizó el 2 de mayo de 1942, a la edad de 16 años.
Un año después de bautizarse, en junio de 1943, los nazis arrestaron y detuvieron a Hermine, que tenía 17 años. En abril de 1944, la volvieron a arrestar, y esta vez la enviaron al campo de concentración de Stutthof. En una ocasión, pensando en esos momentos tan horribles, Hermine comentó: “Es difícil asimilar todo lo que pasó. Nos humillaban y nos hacían mucho daño. La Gestapo hizo hasta lo imposible por aplastarme. Yo no era ninguna heroína, era una chica normal. Pero no tenía ni la más mínima duda de lo que tenía que hacer: ser leal y estar decidida a escuchar a mi conciencia. Cuando le haces caso a tu conciencia, estás en paz contigo mismo y en paz con Dios”.
Un año después, en abril de 1945, el ejército ruso se estaba acercando al campo de Stutthof. Los guardias de las SS obligaron a muchos de los prisioneros a subirse a unos barcos que luego abandonaron en el mar. Lo hicieron para evitar que el ejército ruso los liberara. En mayo de 1945, rescataron a Hermine junto con otras 370 personas al remolcar su barco hasta la isla de Møn (Dinamarca). Poco después, ella pudo reunirse con sus padres.
En 1947, Hermine se casó con Horst Schmidt. Él ayudó a transportar publicaciones bíblicas mientras la obra de los Testigos estaba proscrita, y se negó a unirse al Ejército. Lo llevaron a juicio, lo condenaron a muerte y lo encarcelaron en la prisión de Brandeburgo-Görden. El 27 de abril de 1945, poco antes de la fecha en que iban a ejecutar a Horst, todos los presos fueron liberados. Hermine y Horst estuvieron casados por casi 63 años, hasta que él falleció en el 2010.
Los Schmidt pasaron muchos años hablándoles a otros de lo que les había pasado. En 1998, durante una entrevista, Hermine dijo lo siguiente sobre su vida como una fiel sierva de Dios: “No ha sido un camino de rosas, pero mi vida ha sido muy bonita. No la cambiaría por nada del mundo”.
Estamos muy agradecidos por el ejemplo que nos puso Hermine al mantenerse íntegra ante la persecución. Que todos imitemos su fe al estar decididos a ser valientes y hacer que nuestro corazón sea fuerte. Confiemos por completo en Jehová, que siempre protege a sus siervos fieles (Salmo 31:23, 24).