Por todo el mundo, nuestros niños están decididos a animar a sus hermanos y a seguir predicando durante la pandemia del coronavirus. Y para lograrlo están haciendo de todo.
En Nueva Zelanda, la gente ha estado poniendo juguetes, ositos de peluche y dibujos en las ventanas para que los niños los vean al salir a la calle. Algunos niños han aprovechado eso para hacer carteles de Caleb y Sofía que dicen “Búscame en jw.org”.
Emilia es una niña suiza de nueve años que tiene problemas con su sistema inmunitario. Ella les escribió a los residentes de un hogar de ancianos donde ahora no aceptan visitas. Junto con su carta les envió un dibujo del arca de Noé. Les explicó que Noé y su familia también habían estado encerrados por un tiempo, pero eso les salvó la vida. Les escribió: “Quédense adentro, como Noé”. Cuando termine esta pandemia, Emilia quiere visitar a los abuelitos de esa residencia.
Las cartas de Emilia han dado buenos resultados: algunos le han respondido, y ella les ha vuelto a escribir. Un periodista se enteró de lo que había ocurrido y escribió un artículo sobre Emilia en el periódico local.
Peyton y Ella Kempf son dos niñas que viven en Ontario (Canadá). Durante la pandemia, estas dos hermanas se siguen comunicando con los hermanos de su congregación. Su padre, Jared, explica: “En la adoración en familia las niñas nos ayudaron a hacer una lista de todas las personas a las que queríamos llamar”. Su madre, Jessica, también dice: “Queremos enseñarles a nuestras hijas que es muy importante asegurarnos de que nuestra familia, amigos y hermanos de la congregación sepan que no nos olvidamos de ellos”.
Algo parecido hicieron Stella, una niña de nueve años que vive en Colorado (Estados Unidos), y su madre. Ellas decidieron hacer una lista de todos los hermanos mayores de la congregación y los llamaron uno por uno.
Jonathan y Sean McKampson, dos hermanos de 12 y 15 años, sirven con sus padres en una congregación de habla china en Arizona. Para no dejar de predicar, todas las mañanas antes de las clases escriben cartas en chino. Como todavía están aprendiendo chino, cada carta les toma mucho tiempo y esfuerzo, pero están superdecididos a hablarles de la Biblia a los chinos.
Seis niños de entre 2 y 15 años solían visitar un hogar de ancianos en el oeste de Michigan con su madre y con una precursora. Pero por culpa de la pandemia se prohibieron las visitas. Así que ahora los padres mandan videos de los niños cantando canciones del Reino o leyendo versículos de la Biblia. Uno de los terapeutas que trabaja en el hogar les dijo a los padres que uno de esos videos tranquilizó mucho a un paciente que se había deprimido cuando vio en las noticias la cantidad de muertes que estaba causando el coronavirus.
Qué feliz debe estar Jehová al ver cómo estos niños se las ingenian para seguir alabándolo y predicando a otros, y todo por amor (Salmo 148:12, 13).