9 DE JUNIO DE 2022
NOTICIAS INTERNACIONALES

Refugiados ucranianos comienzan una nueva vida en otros países

Refugiados ucranianos comienzan una nueva vida en otros países

Irina Makuja ahora vive en la República Checa.

Cuando estalló la guerra en Ucrania, Irina Makuja, una testigo de Jehová de 46 años, fue a la estación de tren de Járkov porque vio que era más seguro para ella irse del país. En medio del caos, la gente se estaba subiendo a los trenes sin saber adónde iban. El tren al que se subió Irina tenía las ventanas cubiertas para que hubiera menos posibilidades de que los atacaran. No fue sino hasta que salieron de la estación que Irina se enteró de que el tren se dirigía a Eslovaquia.

Irina ahora vive en la República Checa. Llegó a Praga, la capital, el 3 de marzo de 2022. Encontró trabajo como conserje y comparte vivienda con otras dos testigos de Jehová ucranianas que también son refugiadas. Irina está aprendiendo checo y volvió a empezar su servicio de tiempo completo, que había sido el centro de su vida durante 20 años.

Irina cuenta: “Vi con mis propios ojos cómo Jehová nos cuida mediante su pueblo. Eso ha hecho que mi fe sea muchísimo más fuerte”.

Casi 23.000 de nuestros hermanos han tomado la decisión personal de buscar refugio en otros países. Quienes deciden quedarse en el extranjero puede que ya estén en un lugar seguro, pero todavía necesitan buscar trabajo y vivienda, obtener la documentación necesaria, inscribir a sus hijos en escuelas nuevas..., y todo eso mientras aprenden otro idioma. Se dan cuenta de que, para aguantar estos tiempos tan difíciles, necesitan mantenerse ocupados sirviendo a Jehová y recibir el amor de los hermanos.

Anatoli, Olena y Alina Perceac viven ahora en Rumania.

La familia Perceac, Anatoli, Olena y Alina, que tiene 17 años, empezaron una nueva vida en Rumania después de que los bombardeos destruyeran parte de su vecindario en la región de Mykolaiv (Ucrania). Como Anatoli es ciudadano de Moldavia, le permitieron llevar a su familia a Rumania, y se mudaron allí el 6 de marzo de 2022. Olena dice que emigrar a otro país es como “arrancar un árbol de raíz y ponerlo en otro lugar”.

Gracias a la ayuda de los hermanos de Rumania, la familia Perceac ahora tiene su propia vivienda. Además, Anatoli y Olena ya encontraron trabajo. Y Alina ha podido hacer por internet las tareas de su escuela a la que iba en Ucrania.

Los testigos de Jehová de Rumania no solo ayudan a esta familia en sentido material, sino también en sentido emocional y espiritual. Estos hermanos suelen pasar tiempo con la familia Perceac para que no se sientan solos en un país extranjero. Olena y Alina están aprendiendo rumano usando la aplicación JW Language y predicando con los hermanos de la nueva congregación. Por su parte, Anatoli habla rumano desde que era niño.

Anatoli explica: “Desde el primer momento, vimos la mano de Jehová. Sentimos su amor gracias a la organización y al apoyo de los hermanos”.

Vladislav Gavriliuk y su madre, Alina, están comenzando una nueva vida en Polonia.

Alina Gavriliuk se quedó viuda antes de la guerra. El 27 de febrero, ella y su hijo, Vladislav, que tiene 16 años, llegaron a Suwałki (Polonia) desde Vínnytsia (Ucrania). Alina cuenta: “Al principio me preguntaba dónde íbamos a vivir mi hijo y yo, y cómo nos íbamos a mantener económicamente. Pero también confiaba en que Jehová cuidaría de nosotros”.

Alina tiene 37 años. En cuanto llegó a Polonia, se puso a buscar un empleo que no le impidiera ir a las reuniones y, al final, pudo encontrar trabajo de conserje en una escuela. Ella añade: “Lo más importante es que, gracias a este trabajo, tengo más oportunidades para predicar y puedo darle a mi familia lo necesario”.

Alina y Vladislav están aprendiendo polaco y son precursores auxiliares en una congregación de habla polaca. Vladislav ya se inscribió en un centro de enseñanza secundaria.

Nuestros queridos hermanos de Ucrania están pasando por pruebas y cambios muy grandes, pero Jehová sigue dándoles el poder que es más allá de lo normal. Han visto lo ciertas que son las palabras de 2 Corintios 4:8, que dice: “Nos oprimen de toda manera posible, pero no nos aprietan hasta el punto de no poder movernos; estamos indecisos, pero no sin salida”.