Hechos de los Apóstoles 20:1-38
Notas
Notas de estudio
nos. Aquí Lucas emplea el pronombre de primera persona del plural (“nos”). Esto indica que se reunió con Pablo en Filipos, la misma ciudad en la que se habían separado algún tiempo antes (Hch 16:10-17, 40). Luego viajaron juntos de Filipos a Jerusalén, donde más adelante Pablo fue arrestado (Hch 20:5-21:18, 33). Esta es la segunda sección del libro de Hechos donde Lucas se incluye en la narración. Ver las notas de estudio de Hch 16:10; 27:1.
los días de la Fiesta de los Panes Sin Levadura. Ver glosario, Fiesta de los Panes Sin Levadura, y apén. B15.
para comer. Lit. “para partir el pan”. Como el pan era un alimento básico en el antiguo Oriente Medio, la expresión partir el pan llegó a usarse para referirse a cualquier tipo de comida. Era común preparar panes planos que se endurecían al hornearlos. Por eso, el pan se partía, no se cortaba con un cuchillo. Esa era la costumbre y fue algo que Jesús hacía con frecuencia (ver la nota de estudio de Mt 14:19; ver también Mt 15:36; Lu 24:30). Cuando Jesús estableció la Cena del Señor, tomó un pan y lo partió. El hecho de que lo partiera no tenía ningún significado espiritual, simplemente era la manera normal de repartir ese tipo de pan (ver la nota de estudio de Mt 26:26). Algunos afirman que, cuando se usa esta expresión en ciertas partes del libro de Hechos, se está haciendo referencia a la celebración de la Cena del Señor (Hch 2:42, 46; 20:7, 11). Pero, cada vez que se habla de esta cena, se mencionan dos acciones igual de importantes: partir pan y beber vino de una copa (Mt 26:26-28; Mr 14:22-25; Lu 22:19, 20; 1Co 10:16-21; 11:23-26). Así que, cuando se habla de partir el pan y no se dice nada de beber de una copa, no se está hablando de la Cena del Señor, sino de una comida común y corriente. Por otro lado, la Cena del Señor reemplazó a la fiesta de la Pascua, que se celebraba solo una vez al año. Y no hay nada que indique que Jesús pretendiera que la Conmemoración de su muerte se celebrara con más frecuencia.
Está vivo. O “Su alma está en él”, “Su vida está en él”. En otras palabras, al joven se le había devuelto la vida. Aquí, como en muchos otros lugares de las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra griega psykhḗ se refiere a la vida de una persona (Mt 6:25; 10:39; 16:25, 26; Lu 12:20; Jn 10:11, 15; 13:37, 38; 15:13). Ver glosario, alma.
partió el pan. Ver la nota de estudio de Hch 20:7.
ancianos. Lit. “hombres mayores”. En la Biblia, el término griego presbýteros se refiere principalmente a los que ocupan un puesto de autoridad y responsabilidad en una comunidad o en una nación. En la antigua nación de Israel, había hombres mayores y maduros que eran responsables de dirigir y administrar las ciudades. Del mismo modo, en el siglo primero de nuestra era, había hombres espiritualmente maduros que servían al frente de las congregaciones cristianas. Este relato de la reunión de Pablo con los ancianos de Éfeso muestra que había más de un anciano en la congregación de aquella ciudad. El número de ancianos en una congregación dependía de cuántos hombres espiritualmente maduros llenaban los requisitos (1Ti 3:1-7; Tit 1:5-8). Cuando Pablo le escribió su primera carta a Timoteo, que probablemente vivía en Éfeso para ese entonces, habló de un “grupo de ancianos” (1Ti 1:3; 4:14).
humildad. La persona humilde no es orgullosa ni arrogante. La cualidad de la humildad se demuestra en la forma como alguien se ve a sí mismo en relación con Dios y con los demás. No es una debilidad, sino una forma de pensar que agrada a Dios. Los cristianos que son humildes de verdad pueden trabajar unidos (Ef 4:2; Flp 2:3; Col 3:12; 1Pe 5:5). En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra tapeinofrosýnē, que aquí se traduce como “humildad”, está formada por los términos tapeinóō, que significa ‘hacer bajar’, y frēn, que significa ‘la mente’. Por lo tanto, podría traducirse literalmente como “humildad mental”. El término relacionado tapeinós se ha traducido como “humilde” (Mt 11:29) y “los humildes” (Snt 4:6; 1Pe 5:5). Ver la nota de estudio de Mt 11:29.
de casa en casa. O “en hogares diferentes”. El contexto muestra que Pablo había visitado a estos hombres en sus casas para enseñarles “la necesidad de arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hch 20:21). Por lo tanto, Pablo no se estaba refiriendo únicamente a hacer visitas sociales a sus compañeros cristianos después que se hicieron creyentes, puesto que ya se habrían arrepentido y habrían demostrado fe en Jesús. El especialista A. T. Robertson hace el siguiente comentario sobre Hch 20:20: “Vale la pena señalar que este predicador, el mayor de todos, predicaba por las casas, y no hacía de sus visitas meras ocasiones sociales” (Imágenes verbales en el Nuevo Testamento [trad. Santiago Escuain], 1990, p. 361). Por su parte, Abiel Abbot Livermore comentó lo siguiente sobre las palabras de Pablo registradas en Hch 20:20: “No estaba contento con solo pronunciar discursos en la asamblea pública [...]; más bien, con fervor realizaba su gran labor de casa en casa, en privado, y literalmente llevó la verdad de los cielos a los hogares y los corazones de los efesios” (The Acts of the Apostles With a Commentary [Comentario de Hechos de los Apóstoles], 1844, p. 270). Para saber más sobre la traducción de la expresión griega kat’ óikous (lit. “según casas”), ver la nota de estudio de Hch 5:42.
impulsado por. Lit. “atado en”. Pablo sentía la obligación y a la vez el deseo de seguir la guía del espíritu de Dios, que lo dirigía a Jerusalén.
mi propia vida. O “mi propia alma”. La palabra griega psykhḗ aquí se refiere a la vida de la persona. Ver glosario, alma, y apén. A2.
prediqué. La palabra griega básicamente significa ‘proclamar como heraldo’. Destaca la manera como se hace la proclamación: por lo común, de forma abierta y pública para que todo el mundo la oiga, más bien que con un sermón a un grupo limitado de personas. El tema de la predicación cristiana continuaba siendo “el Reino de Dios” (Hch 28:31).
el Reino. Es decir, el Reino de Dios. El tema principal de la Biblia se resalta en todo el libro de Hechos (Hch 1:3; 8:12; 14:22; 19:8; 20:25; 28:23, 31). Algunas de las traducciones más antiguas de la Biblia a otros idiomas, como la Vulgata latina y la Peshitta siriaca, dicen “el Reino de Dios”. Una traducción de las Escrituras Griegas Cristianas al hebreo (señalada con la referencia J17 en el apén. C4) utiliza el nombre de Dios, así que esta frase podría traducirse como “el Reino de Jehová”.
estoy limpio de la sangre de todo hombre. A los ojos de Dios, Pablo no era culpable del pecado de derramar sangre, porque había cumplido con su deber de predicar las buenas noticias del Reino. No le había negado a nadie la oportunidad de oír este mensaje que salva vidas (Hch 18:6; comparar con Eze 33:6-8). Pablo les transmitió “toda la voluntad de Dios” a los discípulos de Éfeso porque no quería que ninguno perdiera la vida en el día de juicio de Dios (Hch 20:27). Otra manera como un cristiano puede hacerse culpable a los ojos de Dios de derramar sangre es quitándole la vida a alguien, ya sea a propósito o sin querer. Esto incluye apoyar de forma activa o tácita las actividades de una organización culpable de derramar sangre, como “Babilonia la Grande” (Ap 17:6; 18:2, 4) u otras organizaciones que han derramado sangre inocente (Ap 16:5, 6; comparar con Is 26:20, 21). Además, comer o beber sangre de cualquier forma también lo haría a uno culpable de este pecado (Hch 15:20).
toda la voluntad de Dios. O “todo el propósito de Dios”, “todo el consejo de Dios”. Aquí esta expresión se refiere a todo lo que Dios se ha propuesto hacer mediante su Reino, incluido todo lo que ha determinado que es esencial para la salvación (Hch 20:25). La palabra griega boulḗ se puede traducir como “dirección”, “consejo” o “guía” (Lu 7:30; nota), o como “propósito” (Heb 6:17).
cuiden del rebaño. O “presten atención al rebaño”. Jehová les tiene mucho cariño a sus ovejas porque las compró con la valiosísima “sangre de su propio Hijo”. Jehová no pudo haber pagado un precio más alto por ellas. Por lo tanto, los superintendentes humildes cuidan del bienestar de cada miembro del rebaño, teniendo presente cuánto quiere Jehová a sus ovejas (1Pe 5:1-3).
superintendentes. La palabra griega para “superintendente” (epískopos) está relacionada con el verbo episkopéō, que se ha traducido como “estar muy atento” (Heb 12:15), y con el sustantivo episkopḗ, traducido como “inspección” (Lu 19:44, Kingdom Interlinear; 1Pe 2:12), “ser superintendente” (1Ti 3:1) o “puesto de superintendente” (Hch 1:20). Por lo tanto, el superintendente era alguien que visitaba, supervisaba y dirigía a los miembros de la congregación. El término griego comunica la idea básica de supervisar para proteger. Los superintendentes de la congregación cristiana tienen la responsabilidad de cuidar de las necesidades espirituales de sus hermanos en la fe. Pablo usa aquí el término “superintendentes” para referirse a los “ancianos” de la congregación de Éfeso (Hch 20:17). Y, en su carta a Tito, emplea la palabra “superintendente” al hablar de los requisitos que deben llenar los “ancianos” de la congregación cristiana (Tit 1:5, 7). Por lo tanto, los dos términos se refieren a la misma responsabilidad: presbýteros (“anciano”) se centra en las cualidades y la madurez de los que son nombrados, mientras que epískopos (“superintendente”) destaca los deberes relacionados con ese nombramiento. Este relato de la reunión de Pablo con los ancianos de Éfeso muestra que había varios superintendentes en la congregación de aquella ciudad. No había una cantidad fija de ancianos por congregación, sino que su número dependía de cuántos llenaban los requisitos para serlo por su madurez espiritual. Del mismo modo, al escribir a los cristianos de Filipos, Pablo habló de “los superintendentes” que había allí (Flp 1:1), lo que muestra que había un grupo que servía como un solo cuerpo para supervisar los asuntos de la congregación. Ver la nota de estudio de Hch 1:20.
Dios. Algunos manuscritos antiguos dicen “el Señor” en esta oración, pero la traducción que aparece aquí en el texto principal cuenta con el apoyo de muchos manuscritos, y numerosos especialistas consideran que corresponde al texto original.
con la sangre de su propio Hijo. Lit. “mediante la sangre del propio”. Si solo se toma en cuenta la gramática griega, esta expresión podría traducirse como “con la sangre propia” o “con su propia sangre”. Pero, para saber su sentido exacto en esta oración, hay que analizar el contexto. En griego, la expresión ho ídios (“su propio”) puede aparecer por sí sola sin un nombre o pronombre que la acompañe. Se ven ejemplos de cómo ha sido necesario explicitar un nombre o un pronombre al traducir esta expresión en Jn 1:11 (“su propia casa”), Jn 13:1 (“los suyos”) o Hch 24:23 (“los suyos”). En papiros no bíblicos, se utiliza esta frase griega como una expresión de cariño para referirse a familiares cercanos. Alguien que leyera las palabras de Hch 20:28 lógicamente entendería por el contexto que después de la expresión “su propio” estaba implícito un nombre en singular, y que ese nombre se refería al Hijo unigénito de Dios, Jesucristo, quien derramó su sangre. Sobre esta base, muchos especialistas y traductores reconocen que se sobreentiende que en esta oración debería usarse la palabra “hijo” y traducen la frase como “con la sangre de su propio Hijo”.
Dios. Unos pocos manuscritos dicen “el Señor” en este versículo, pero la mayoría dice “Dios”.
estas palabras que dijo el Señor Jesús. Solo el apóstol Pablo cita las palabras que vienen a continuación, aunque la idea se encuentra en los Evangelios y en el resto de las Escrituras inspiradas (Sl 41:1; Pr 11:25; 19:17; Mt 10:8; Lu 6:38). Puede que se las hubiera escuchado a alguien que estaba presente cuando Jesús las dijo o al propio Jesús después de que resucitó (Hch 22:6-15; 1Co 15:6, 8). Otra posibilidad es que Dios se las revelara.
abrazaron a Pablo. Lit. “se echaron sobre el cuello de Pablo”. En las Escrituras, los abrazos acompañados de besos y lágrimas eran señal de gran afecto, que era lo que sin duda sentían estos ancianos por Pablo (ver también Gé 33:4; 45:14, 15; 46:29; Lu 15:20).
lo besaron con cariño. O “lo besaron tiernamente”. Pablo se había ganado el cariño de los hermanos por el amor genuino que les demostraba. En tiempos bíblicos, ese grado de amistad con frecuencia se expresaba con un beso (Gé 27:26; 2Sa 19:39). A veces, los besos iban acompañados de abrazos y lágrimas (Gé 33:4; 45:14, 15; Lu 15:20). El término griego que se traduce “lo besaron con cariño” se ha interpretado como la forma intensiva del verbo filéō, que aunque a veces se ha traducido como “besar” (Mt 26:48; Mr 14:44; Lu 22:47) con más frecuencia tiene el sentido de ‘querer’ o ‘tener cariño’ (Jn 5:20; 11:3; 16:27). Comparar con la nota de estudio de Mt 26:49.
Multimedia
En el mapa se ve marcada la ubicación de la antigua ciudad de Mileto, en la costa oeste de Asia Menor (en lo que hoy en día es Turquía). El registro bíblico indica que Pablo visitó esta ciudad al menos dos veces. La primera fue hacia el final de su tercer viaje misionero (alrededor del año 56 e. c.). De camino a Jerusalén, llegó a Mileto por barco y convocó a los ancianos de la congregación de Éfeso a una reunión importante. Para viajar de Éfeso a Mileto, los ancianos recorrieron por tierra y probablemente también por mar un total de unos 70 km (44 mi). Después de una emotiva despedida, acompañaron a Pablo al barco en el que continuaría su viaje (Hch 20:17-38). Parece que Pablo visitó de nuevo Mileto después de ser liberado de su primer cautiverio en Roma, pues escribió: “A Trófimo lo dejé enfermo en Mileto” (2Ti 4:20). Ver el mapa “Viajes de Pablo después de aproximadamente el año 61 e. c.”.
1. Parte de uno de los antiguos puertos. A causa de la sedimentación, las ruinas de Mileto actualmente se encuentran a unos 8 km (5 mi) de la costa.
2. El antiguo teatro fue construido originalmente en el siglo tercero a. e. c., pero fue reformado varias veces.
3. En el mapa se ve la antigua línea costera.
En los días que siguieron al Pentecostés del año 33 de nuestra era, los discípulos de Jesús continuaron yendo a las casas de la gente a llevarle las buenas noticias. Aunque se les ordenó que “dejaran de hablar”, el registro inspirado dice que “todos los días, sin parar, seguían enseñando y declarando las buenas noticias acerca del Cristo, Jesús, en el templo y de casa en casa” (Hch 5:40-42). Alrededor del año 56, el apóstol Pablo les dijo a los ancianos de Éfeso: “No dudé en [...] enseñarles públicamente y de casa en casa” (Hch 20:20). Pablo estaba hablando de lo que había hecho para predicarles antes de que fueran creyentes y para hacerles saber la necesidad que tenían de “arrepentirse y volverse a Dios y de tener fe en nuestro Señor Jesús” (Hch 20:21). Seguro que, cada vez que encontraba personas con inclinaciones espirituales, volvía a sus casas para enseñarles más y, cuando ya eran creyentes, para fortalecerlas en la fe. Ver las notas de estudio de Hch 5:42; 20:20.
En Israel, los lobos (Canis lupus) son principalmente depredadores nocturnos (Hab 1:8). Son feroces, voraces, temerarios y codiciosos, pues a veces matan más ovejas de las que pueden comer o llevarse. En la Biblia se utiliza a menudo a los animales, sus características y sus hábitos para describir rasgos de personalidad tanto positivos como negativos. Por ejemplo, en la profecía del lecho de muerte de Jacob, se compara la tribu de Benjamín a un lobo para indicar que serían valientes guerreros (Gé 49:27). Aun así, en la mayoría de los casos, el lobo representa cualidades negativas, como la ferocidad, la avaricia, la crueldad y la astucia. Se compara a lobos a los falsos profetas (Mt 7:15), a los despiadados opositores del ministerio cristiano (Mt 10:16; Lu 10:3) y a los falsos maestros que pondrían en peligro a la congregación cristiana desde dentro (Hch 20:29, 30). Los pastores sabían muy bien lo peligrosos que eran los lobos. Jesús habló del trabajador que, “cuando ve venir al lobo, abandona a las ovejas y huye”. A diferencia del trabajador al que “no le importan las ovejas”, Jesús es “el pastor excelente”, que entregó “su vida por las ovejas” (Jn 10:11-13).