Carta a los Romanos 10:1-21
Notas
Notas de estudio
conocimiento exacto. En las Escrituras Griegas Cristianas hay dos palabras que se suelen traducir como “conocimiento”: gnṓsis y epígnōsis. Estas dos palabras están relacionadas con el verbo guinṓskō, que significa ‘conocer’, ‘saber’, ‘entender’, ‘comprender’ o ‘percibir’. En este versículo se usa epígnōsis. Esta palabra es una forma de gnṓsis intensificada con el prefijo epí, que literalmente significa ‘sobre’ pero que aquí transmite la idea de ‘adicional’. Muchas veces el contexto indica que epígnōsis se refiere a un ‘conocimiento preciso, verdadero o pleno’. En este caso Pablo usa este término para mostrar que la devoción de la gente de su nación, los judíos, no estaba bien enfocada. No se basaba en una comprensión correcta de la voluntad de Dios que había sido revelada a través de Jesús, el Mesías prometido.
el fin. El término griego télos, que se traduce normalmente como “fin”, tiene diversos matices de significado. Puede referirse al final de algo en contraste con su principio (Mt 24:14; Mr 3:26; Ap 21:6). Este sentido encaja bien aquí, ya que la Ley de Moisés quedó abolida, es decir, llegó a su fin definitivo, después de que Jesús murió, resucitó y subió al cielo (Jn 1:17; Ro 6:14; Gál 5:18; Col 2:14, 16, 17). Pero télos también puede referirse al “fin” en el sentido de ‘finalidad’, ‘objetivo’ o ‘meta’ (comparar con 1Ti 1:5, donde se traduce como “objetivo”). Pablo señaló que la Ley mosaica era como un tutor que guiaba hasta Cristo, y por eso se puede decir que Cristo era el objetivo o la finalidad de la Ley (Gál 3:24). Así que parece que, en este contexto, télos tiene los dos sentidos.
al abismo. O “a la profundidad”. La palabra griega ábyssos tiene el significado básico de ‘muy profundo’, ‘sin fondo’ o ‘ilimitado’. Este término aparece nueve veces en las Escrituras Griegas Cristianas, donde suele referirse a un lugar o un estado en el que alguien está restringido o confinado (ver la nota de estudio de Lu 8:31). Aquí, en Ro 10:7, se refiere al lugar simbólico en el que Jesucristo pasó tres días incompletos y de donde lo resucitó su Padre (comparar con Sl 71:19, 20; Mt 12:40). Jesús estuvo confinado o restringido mientras estuvo muerto: sin conciencia de nada y completamente inactivo. El único que podía liberarlo de ese lugar de confinamiento era su Padre (comparar con 2Sa 22:5, 6; Job 38:16, 17; Sl 9:13; 107:18; 116:3; Hch 2:24). Ahora bien, no sería correcto aplicar el término “abismo” únicamente al lugar simbólico donde descansan los muertos (ver glosario, tumba). De hecho, la Septuaginta no utiliza el término ábyssos para traducir la palabra hebrea she’óhl (“la Tumba”). En la Biblia, también se llama “abismo” al lugar simbólico donde estarán confinados Satanás y sus demonios, y se describe ese lugar como una “prisión”. Este uso confirma que el sentido de “abismo” no se limita al de lugar simbólico donde descansan los muertos (Lu 8:31; Ap 20:1, 3, 7).
predicamos. Es decir, proclamamos públicamente o hacemos una declaración abierta y pública. Ver la nota de estudio de Mt 3:1.
declaras públicamente. En algunas Biblias, el verbo griego homologuéō se traduce como “confesar”. Muchos diccionarios lo definen como ‘declarar públicamente’ o ‘reconocer abiertamente’. En el versículo 10 se traduce este mismo verbo con la frase “se hace la declaración pública”. Pablo explica que para obtener la salvación no basta con que los cristianos tengan fe en el corazón; tienen que hacer una declaración pública de su fe (Sl 40:9, 10; 96:2, 3, 10; 150:6; Ro 15:9). Esa declaración pública no es algo que los cristianos realicen una sola vez, por ejemplo, en el momento del bautismo, sino que también lo hacen cada vez que se reúnen con sus hermanos o proclaman las buenas noticias de la salvación a los no creyentes (Heb 10:23-25; 13:15).
Señor. Aquí se usa el término griego Kýrios (“Señor”). Aunque en las Escrituras se emplea normalmente como un sustantivo, en realidad es un adjetivo. Viene de la palabra kýros (“poder”) y describe a la persona que tiene poder o autoridad. Aparece en todos los libros de las Escrituras Griegas Cristianas excepto en la carta de Pablo a Tito y en las cartas de Juan. Jesús es el Hijo creado por Dios y también su Siervo. Por eso puede llamar “Señor” (Kýrios) a su Padre y Dios (Jn 20:17), porque es el que tiene más poder y autoridad, y es su cabeza (Mt 11:25; 1Co 11:3). Pero, en la Biblia, el título “Señor” no se limita a Jehová Dios. Este término también se aplica a Jesucristo (Mt 7:21; Ro 1:4, 7), a uno de los ancianos que vio Juan en el cielo durante una visión (Ap 7:13, 14), a ángeles (Da 12:8), a seres humanos (Hch 16:16, 19, 30, donde se traduce como “amos” o “señores”) y a dioses falsos (1Co 8:5). Algunos estudiosos afirman que la frase “Jesús es el Señor” indica que él y su Padre, Jehová, son el mismo ser. Sin embargo, el propio versículo deja claro que no puede querer decir eso, ya que indica que “Dios lo levantó [a Jesús] de entre los muertos”. Así que es el Padre el que le ha dado a Jesús la autoridad como Señor (Mt 28:18; Jn 3:35; 5:19, 30). Ver la nota de estudio de que Jesús es el Señor en este versículo.
que Jesús es el Señor. Cuando Jesús estuvo en la tierra, algunos que no eran discípulos suyos, entre ellos la mujer samaritana, le aplicaron el título “Señor” como muestra de respeto y cortesía (Mt 8:2; Jn 4:11). Sin embargo, el término griego que emplean los escritores bíblicos (Kýrios) tiene otros significados dependiendo del contexto. Por ejemplo, Jesús indicó que, cuando lo llamaban “Señor”, sus discípulos (o alumnos) lo estaban reconociendo como su amo (Jn 13:13, 16). Ahora bien, el título “Señor” adquirió un significado especialmente importante cuando Jesús murió y resucitó para ocupar un puesto superior en el cielo. Al haber dado su vida en sacrificio, Jesús pudo comprar a sus discípulos y de este modo se convirtió en su dueño (1Co 7:23; 2Pe 2:1; Jud 4; Ap 5:9, 10) y su Rey (Col 1:13; 1Ti 6:14-16; Ap 19:16). Reconocer que “Jesús es el Señor” implica más que llamarlo así. Los verdaderos cristianos deben reconocer su autoridad y obedecerlo (Mt 7:21; Flp 2:9-11).
Nadie que ponga su fe en él será decepcionado. Pablo aquí cita de Is 28:16 según la Septuaginta. La frase en griego que en Ro 10:11 se traduce como “nadie [...] será decepcionado” significa básicamente ‘nadie tendrá que avergonzarse’ o ‘nadie será avergonzado’. Así se destaca que los que demuestran fe en Jesucristo no sufrirán la vergüenza ni la decepción de los que tienen una fe que no sirve para nada. Se usa esta misma frase en Ro 9:33 y 1Pe 2:6.
Señor. El contexto no permite identificar con seguridad quién es el “Señor” (Kýrios) que aparece en este versículo. Los biblistas tampoco se ponen de acuerdo sobre si Pablo se refería al Señor Jesucristo o al Señor Jehová. Por un lado, Ro 10:9 habla claramente de Jesucristo como Señor, y la cita de Is 28:16 que aparece en Ro 10:11 también se refiere a Jesús. Por eso, si el “Señor” que se menciona en Ro 10:12 estuviera directamente relacionado con el pronombre “él” de Ro 10:11, entonces el “Señor” de Ro 10:12 sería Jesucristo. Por otro lado, en Ro 10:9, Pablo habla de demostrar fe “con el corazón” en que “Dios lo levantó de entre los muertos”. Y, en Ro 10:13, citando de Joe 2:32, se dice: “Todo el que invoque el nombre de Jehová será salvado”. Por eso, si el “Señor” que se menciona en Ro 10:12 fuera el mismo que el de Ro 10:13, el “Señor” de Ro 10:12 sería Jehová Dios. Y la idea de este versículo sería la misma que la de Ro 3:29: que hay un solo Dios sobre judíos y gentiles. Este es un buen ejemplo de lo que hizo el Comité de Traducción de la Biblia del Nuevo Mundo cada vez que aparecía la palabra Kýrios (“Señor”). Analizaba cuidadosamente el contexto para determinar si se debía restituir el nombre de Dios o no. En los casos donde el contexto y la manera como se emplea esta expresión en las Escrituras Hebreas no dejaban claro que se debía restituir el nombre de Dios, el comité decidió mantener la palabra “Señor”. Así, en vez de entrar en interpretaciones, se mantuvo dentro de los límites de un traductor. Ver apén. C1.
todo el que. Aquí Pablo cita de Joe 2:32. En el versículo anterior, él dice que “no hay diferencia entre judío y griego” y que “todos tienen el mismo Señor, que es generoso con todos los que lo invocan”. Por eso, en este contexto, la frase “todo el que” destaca una vez más lo imparcial que es Dios: trata de la misma manera a judíos y no judíos.
invoque el nombre de Jehová. Invocar el nombre de Jehová implica mucho más que solo conocer y utilizar el nombre personal de Dios. La expresión invocar el nombre de alguien tiene su origen en las Escrituras Hebreas. Aquí Pablo está citando de Joe 2:32, donde el contexto destaca el arrepentimiento verdadero y la confianza en el perdón de Jehová (Joe 2:12, 13). En el Pentecostés del año 33 de nuestra era, Pedro citó de esta misma profecía de Joel y animó a los presentes a arrepentirse y dar los pasos necesarios para obtener la aprobación de Jehová (Hch 2:21, 38). Otros contextos muestran que invocar el nombre de Dios implica conocer a Dios, confiar en él y acudir a él en busca de ayuda y guía (Sl 20:7; 99:6; 116:4; 145:18). Y en algunos casos puede tener el sentido de declarar o proclamar su nombre y sus cualidades (Gé 12:8; comparar con Éx 34:5, donde la misma expresión hebrea se traduce como “Jehová proclamó su propio nombre”). En Ro 10:14, el versículo que sigue, Pablo relaciona invocar el nombre de Dios con poner la fe en él.
el nombre de Jehová. Aquí Pablo cita de Joe 2:32, donde se usa la expresión “el nombre de Jehová”. Esta combinación de la palabra hebrea para “nombre” y el Tetragrámaton aparece más de 90 veces en las Escrituras Hebreas. Se encuentran algunos ejemplos en Gé 12:8; Éx 33:19; 34:5; Dt 28:10; 32:3; Job 1:21; Sl 118:26; Pr 18:10; Miq 4:5. Un diccionario explica que esta expresión hebrea “no solo se refiere al nombre, sino a todo el ser y el poder de Yahveh [o Jehová]”. El uso de la construcción de genitivo “el nombre de Jehová”, en vez de “el nombre Jehová”, indica que Jehová se está empleando como un nombre personal y no como una especie de amuleto. El nombre de Dios está relacionado con su personalidad, su manera de actuar y todo lo que forma parte de su propósito. Por lo tanto, “el que invoque el nombre de Jehová” debe hacer más que conocer y usar ese nombre. Debe conocer al que lleva ese nombre, adorarlo y vivir de acuerdo con sus normas. También debe demostrar fe en él, tal como muestra Ro 10:14.
Jehová. Aquí se cita de Joe 2:32. En el texto hebreo original aparece el nombre divino, representado por cuatro consonantes hebreas que se transliteran como YHWH. Esta misma cita aparece en Hch 2:21, en el discurso que pronunció Pedro en el día de Pentecostés. Ver apén. C.
¡Qué hermosos son los pies [...]! Aquí Pablo está citando de Is 52:7. Las Escrituras con frecuencia emplean partes del cuerpo humano para referirse a toda la persona. Isaías habla como si un mensajero estuviera acercándose a Jerusalén desde las cercanas montañas de Judá. A esa distancia sería imposible verle los pies. Así que lo que se quiere destacar es la llegada del mensajero. “Los pies” representan al mensajero y los esfuerzos que hace para llevar las buenas noticias. Dios consideraba que “los pies” de Jesús y sus discípulos eran hermosos, o muy valiosos, porque ellos cumplían esta profecía y proclamaban “buenas noticias de cosas buenas”. Ver la nota de estudio de los que declaran buenas noticias de cosas buenas en este versículo.
los que declaran buenas noticias de cosas buenas. Aquí Pablo está citando de Is 52:7, donde se habla de un solo mensajero “que lleva buenas noticias”. Durante el destierro en Babilonia, los habitantes de Jerusalén tienen que haberse alegrado al ver a un mensajero llegando con noticias de liberación. Ahora bien, la profecía de Isaías tuvo un cumplimiento más importante en Jesucristo, el mayor proclamador de buenas noticias. Y Pablo hace una aplicación todavía más amplia de las palabras de Isaías al hablar en plural de “los que declaran buenas noticias”. La razón es que todos los cristianos, siguiendo el ejemplo de Jesús, son mensajeros de las buenas noticias de la paz.
Jehová, ¿quién ha puesto su fe en nuestro mensaje? Pablo está citando la primera parte de Is 53:1, que está incluida en la profecía sobre el siervo de Jehová. El apóstol muestra que esta profecía se cumplió en Jesús. La venida y glorificación de Jesús, el Mesías, eran buenas noticias. Pero muchos judíos se negaron a creer en ellas, tal como dice Pablo: “No todos hicieron caso a las buenas noticias”. En los días de Pablo fueron relativamente pocos los que pusieron su fe en las buenas noticias acerca del Siervo de Jehová. Para obtener más información sobre el uso del nombre de Dios aquí, ver apén. C3 (introducción y explicación de Ro 10:16).
la palabra acerca de Cristo. La expresión griega puede entenderse como “la palabra de Cristo”, en el sentido de ‘la palabra hablada por Cristo’. Pero el contexto apoya la traducción que aparece en el texto principal, que da la idea de ‘la palabra hablada acerca de Cristo’. Algunos manuscritos usan aquí “la palabra de Dios”, pero “la palabra acerca de [o “de”] Cristo” cuenta con un fuerte apoyo de los manuscritos.
por toda la tierra salió su sonido. Aquí Pablo está citando de Sl 19:4, donde se habla de cómo la creación física de Dios da un testimonio silencioso que llega a toda la tierra. Pablo aplica estas palabras a la predicación. Él ya ha mostrado que, debido a que el testimonio de la creación llega a toda la tierra, los que rechazan a Dios no tienen excusa (Ro 1:20). Y ahora muestra que, del mismo modo, la predicación de las “buenas noticias” (Ro 10:15) acerca de Cristo se había extendido tanto que los judíos habían tenido muchas oportunidades de aceptarlas. Así que, si no respondieron, fue debido a su falta de fe. Es posible que Pablo también esté pensando en que el testimonio sin palabras de la creación había llegado a todos los seres humanos y que los que negaran que Dios lo había creado todo no tenían excusa. Ver la nota de estudio de Ro 1:20.
la tierra habitada. La palabra griega que se traduce como “tierra habitada” (oikouménē) se emplea aquí en sentido amplio, y se refiere a la tierra como el lugar donde viven los seres humanos (Lu 4:5; Hch 17:31; Ap 12:9; 16:14). En el siglo primero de nuestra era, también se usaba para referirse al extenso territorio del Imperio romano, por donde habían sido dispersados los judíos (Lu 2:1; Hch 24:5). Aquí Pablo está citando de Sl 19:4, donde la Septuaginta (Sl 18:5, LXX) emplea esta misma palabra griega para traducir un término hebreo que puede referirse a las zonas habitadas de la tierra.
tuve mis manos extendidas. Aquí Pablo está citando de Is 65:2. Extender las manos es un gesto de invitación o de súplica. Como haría un padre cariñoso con un hijo rebelde, Jehová había extendido sus manos, por así decirlo, para suplicarle a la nación rebelde que volviera a él.