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Chipre

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CUANDO el apóstol Pablo y sus compañeros de viaje predicaron en Chipre, en el siglo I, se enfrentaron a fuerte oposición. El falso profeta y hechicero Bar-Jesús trató de influir en el procónsul para estorbar el ministerio que ellos efectuaban. Al ver el proceder de aquel hombre, Pablo lo dijo sin ambages que era un ‘hombre lleno de toda suerte de fraude y toda suerte de villanía, hijo del Diablo, enemigo de todo lo justo, que no cesaba de torcer los caminos correctos de Jehová’. (Hech. 13:6-12.) En tiempos modernos, algunos clérigos de Chipre han recurrido a los mismos métodos con el fin de impedir que la gente aprenda del glorioso propósito de Jehová de bendecir a todas las familias de la Tierra.

Pero no todos los habitantes de Chipre han aprobado las ideas y acciones de tales clérigos. Los chipriotas tienen la reputación de ser hospitalarios; es común que agasajen a sus visitantes con fruta confitada o les ofrezcan en un caluroso día de verano un refrescante vaso de limonada, que disfrutan sentados a la sombra de una vid colmada de racimos.

Chipre goza de un clima templado, pues se halla en el Mediterráneo oriental, a unos 100 kilómetros al oeste de la costa de Siria y a 60 kilómetros al sur de Turquía. Es una isla muy bella; la arena de sus playas se extiende hacia las cálidas aguas del Mediterráneo. A los que quieren escapar del calor del verano, la cordillera de Tróodos, que cruza la parte sudoriental de la isla, les ofrece un ambiente fresco inundado de aroma de pino. Las vides y las higueras son comunes, como lo son asimismo los olivos y los algarrobos. Cuando florecen los almendros, la campiña parece cubrirse de un manto de nieve; y cuando los cítricos echan flores, el aire se satura de un perfume exquisito. En los campos es frecuente ver a pastores apacentando rebaños de ovejas y cabras. El modo de vida de muchos de ellos se remonta a épocas muy anteriores a Jesucristo.

Datos históricos

Esta isla, de apenas 206 kilómetros de longitud, ha estado de diversas maneras en la esfera de influencia de las siete potencias mundiales de la historia bíblica, y seis de ellas hasta la controlaron directamente. La octava potencia mundial, las Naciones Unidas, también ha dejado sentir su presencia al mantener la paz entre las comunidades de habla griega y turca.

El cristianismo se introdujo en Chipre en la primera mitad del siglo I de nuestra era. A causa de la ola de persecución que se levantó en Jerusalén tras la muerte de Esteban, algunos de los discípulos que fueron esparcidos se mudaron a Chipre, donde predicaron a una comunidad grande de judíos que vivían en la isla en aquel tiempo. (Hech. 11:19.) Años más tarde, entre 47 y 48 E.C., Pablo visitó Chipre durante su primer viaje misional. Le acompañaba un chipriota que se había relacionado en Jerusalén con los apóstoles de Jesucristo tras el derramamiento del espíritu santo, en 33 E.C. Ellos le dieron el sobrenombre de Bernabé (Hijo del Consuelo). (Hech. 4:34-37.) Pablo y Bernabé iniciaron su ministerio en Chipre dando testimonio en Salamina, en la costa oriental; luego atravesaron la isla en dirección oeste hasta llegar a Pafos. Las ruinas de estas dos ciudades revelan la importancia que tenían cuando Pablo y sus compañeros efectuaron aquí su ministerio.

Fue en Pafos donde el procónsul romano Sergio Paulo se convirtió al cristianismo pese a la oposición del hechicero Bar-Jesús. La Biblia dice que “quedó atónito por la enseñanza de Jehová”. (Hech. 13:12.)

Un par de años más tarde, Bernabé regresó a Chipre con su primo Marcos para proseguir con la evangelización. (Hech. 15:36-41.)

‘Los Estudiantes de la Biblia son la universidad’

En nuestro tiempo también se efectúa una extensa evangelización en Chipre. Las personas sinceras se sienten agradecidas cuando aprenden lo que la Biblia misma enseña, pues ven el contraste con las tradiciones de los hombres. La revista The Watch Tower del 1 de octubre de 1922 dio a conocer uno de los primeros indicios de que dicha enseñanza había llegado a Chipre. Publicó la carta de un guía religioso armenio que había recibido un tratado donde se explicaba que el alma muere, que no es inmortal. Le agradó esa información, y lamentando la condición espiritual de las iglesias de Chipre, escribió: “Hay muchos [...] templos aquí; pero no hay vida espiritual; están muertos desde hace mucho tiempo. El clero lleva una vida más degradada que el común de la gente. No puedo hacer nada, salvo lamentarme, plañir y llorar, como hizo Jeremías. Hago cuanto puedo por suministrar la leche de la verdad a griegos, armenios, turcos y judíos”. Otros armenios que vivían fuera de la isla también hacían lo posible por hablar de la verdad bíblica a los habitantes de Chipre.

Tiempo después, en septiembre de 1924, Cyrus Charalambous regresó a su natal Chipre procedente de Estados Unidos. Como Estudiante de la Biblia que era, llevaba consigo muchos tratados, entre ellos bastantes del titulado Where Are the Dead? (¿Dónde están los muertos?). Desde la oficina central de correos de Nicosia, la capital, envió ejemplares a los representantes y maestros de todas las ciudades y aldeas. En aquellos días la correspondencia se transportaba sobre asnos y se entregaba una vez a la semana.

Un maestro de escuela de Quilofagu, aldea de una región del sudeste de la isla donde es común el cultivo de papas, recibió el tratado Peoples Pulpit (El púlpito de la gente). Cierto día recibió la visita de un agricultor de nombre Antonis Spetsiotis. Como este era muy estudioso, comenzó a buscar algo que leer. Halló el tratado, y enseguida quedó absorto en la lectura. Más tarde le comentó a su vecino, Andreas Christou, lo que había aprendido. Después consiguieron más publicaciones de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract y las leyeron. Explicaron a otros lo que estaban aprendiendo, y algunas personas se les unieron en el estudio de la Biblia.

Uno de los que mostraron interés fue Cleopas, teólogo de la Iglesia Ortodoxa Griega. Aunque simpatizaba con el pueblo de Jehová, nunca se puso claramente de parte de la verdad. Con todo, solía decir: ‘El catolicismo es la escuela de párvulos, el protestantismo es la primaria, pero los Estudiantes de la Biblia son la universidad’.

Pero no todos hablaban bien de los Estudiantes de la Biblia. El testimonio que Antonis Spetsiotis y Andreas Christou dieron informalmente les acarreó el odio de la aldea. El arzobispo de Chipre se enteró de su labor y envió a algunos teólogos a contrarrestar la influencia de los dos hermanos. Durante los siguientes dos años un teólogo y el hermano Spetsiotis mantuvieron varios debates. No se alquiló ningún lugar; el café local se usó como palestra, pues la gente solía reunirse allí. Con el tiempo, ambos hermanos fueron excomulgados de la Iglesia Ortodoxa Griega, negándoseles el derecho a contraer nupcias o recibir sepultura. En efecto, cuando falleció un hijo de Andreas Christou, el sacerdote local se opuso a que fuera sepultado en el cementerio de la aldea, a menos que Andreas asistiera al servicio religioso dominical. ¿Cuál fue el desenlace? El pequeño finalmente fue sepultado, y Andreas no asistió a la iglesia.

Entretanto, Tryfon Kalogirou, inspector de Sanidad de una aldea del distrito de Nicosia, aprendía la verdad. Cuando visitaba las aldeas por motivos de trabajo, utilizaba muy bien la Biblia para demostrar la falsedad de enseñanzas como la del infierno y la Trinidad. Pero cuando hubo que amputarle una pierna por causa de una enfermedad, la gente se burlaba de él diciendo que Dios lo había castigado por cambiar de religión. Aquella burla lo hizo sufrir mucho, tal como los razonamientos torcidos de los compañeros de Job intensificaron el sufrimiento de este. (Compárese con Job 4:7, 8; 12:4.) Pese a todo, Tryfon fue un hermano fiel hasta su muerte, en 1960.

Precursores celosos difunden las buenas nuevas

En 1934, la llegada de dos precursores de Grecia, los hermanos Matheakis y Triantafilopoulos, dio impulso a la obra en la isla. La oficina central de Brooklyn (Nueva York) envió 43 cajas de libros en griego, turco y otros idiomas. Estos celosos hermanos tuvieron que luchar al principio contra la enorme reticencia de la gente, que, extraviada por el clero, creía que los hermanos eran comunistas o protestantes y que tenían la intención de cambiar a otros de religión. Sin embargo, las personas de las ciudades más grandes, sobre todo los comerciantes, sentían curiosidad y querían saber más acerca de esta “nueva religión”.

Los precursores recibieron de Brooklyn los nombres de algunos suscriptores de las revistas de la Sociedad. Uno de ellos, el teólogo Cleopas, obtuvo muchas publicaciones de la Sociedad, e incluso en varias ocasiones invitó a los precursores a comer en su casa. También llevó al hermano Matheakis al Club Helénico de Lárnaca, donde lo presentó como ‘un ateniense representante de una organización editora de libros muy útiles que explican la Biblia’. Esa noche, el hermano Matheakis distribuyó 84 libros y 120 folletos; además, hizo 10 suscripciones a la revista The Golden Age (La Edad de Oro).

Desde Lárnaca, en la costa sudoriental, los precursores viajaron unos 26 kilómetros hasta Quilofagu para visitar a Antonis Spetsiotis y Andreas Christou. Estos dos últimos hacían cuanto podían por explicar a otros lo que habían aprendido, y les dio una inmensa alegría poder conocer con mayor exactitud las Escrituras. Allí se formó la primera congregación de los testigos de Jehová de Chipre.

Los precursores se dirigieron luego a Famagusta, una zona de naranjales y molinos de viento cercana a las ruinas de la antigua Salamina. Mientras predicaban allí, recibieron una carta de la Sociedad. Se les notificaba que una pareja de habla griega apellidada Lagakos llegaría de Egipto para ayudarlos en la obra. ¡Qué buenas noticias! Cuando llegaron, el grupo decidió que los hermanos Lagakos dieran testimonio en las ciudades, y los demás precursores, en las zonas rurales.

Pronto se formó otra congregación, esta vez en Nicosia. En la antigua parte amurallada de la ciudad residía una comunidad turcochipriota bastante numerosa. Allí los hermanos celebraban las reuniones en una casa propiedad de un musulmán.

Poco a poco se consiguieron mayores resultados. Algunos hermanos grecochipriotas emprendieron el servicio de precursor. Uno de ellos fue Christos Kourtellides, un hermano bajito y de brillantes ojos azules. ¡Qué sobresaliente ejemplo de valor y lealtad dejó! Durante los diecisiete años que fue precursor predicó en la gran mayoría de los 650 pueblos de la isla. No era una vida fácil. Cuando nadie le mostraba hospitalidad, dormía a la intemperie. Su misma muerte propició que se diera un buen testimonio. El sacerdote de su aldea rehusó permitir que lo sepultaran en el cementerio local. Fue necesario apelar al comisionado del distrito. Cuando por fin se le sepultó, 150 personas acudieron a escuchar el discurso de funeral.

El regreso del hermano Triantafilopoulos a Grecia y la partida de los Lagakos a Siria deshizo el grupo original de precursores. Pese a todo, en 1938 hubo cuatro precursores locales y siete publicadores predicando las buenas nuevas, y 40 personas asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo.

Ese mismo año conocieron la verdad Panagiotis Gavrielides y una familia vecina. Aunque fueron objeto de mucha persecución, la madre de esa familia, sus tres hijas y Panagiotis formaron un pequeño grupo en la aldea de Polemidia para estudiar la Biblia y efectuar el servicio. Panagiotis contó cuál fue la reacción de la gente: ‘Cuando nuestro pequeño grupo se reunía, era común que golpearan la puerta y las ventanas. Un hombre nos tenía tal animadversión que fue a la casa de las hermanas y las golpeó. A mí también me causó daño y tuvieron que atenderme en el hospital. Dicho sea de paso, aunque parezca extraño, pocos días después, cuando este individuo viajaba de regreso a su casa en un camión, al cruzar un puente cayó al río y se mató’.

Censura durante la guerra

Durante la II Guerra Mundial, las reglamentaciones de la censura sirvieron de pretexto para confiscar las publicaciones de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Los hermanos no recibían las revistas para su estudio bíblico porque eran almacenadas en la oficina central de correos de la capital.

¿Qué hicieron los Testigos en vista de que no recibían prácticamente ninguna publicación? Imprimían en hojas de papel porciones de publicaciones previas de la Sociedad y las distribuían en el ministerio del campo. De vez en cuando conseguían un ejemplar de La Atalaya, y lo traducían de inmediato para estudiarlo. En ese entonces también celebraron algunas asambleas. Como consecuencia, aumentó la cantidad de publicadores y se formó otra congregación.

Finalmente, unos meses antes de que la guerra terminara, les permitieron sacar de la oficina de correos 3.000 revistas y diecisiete cajas de libros y folletos. Por cierto, los empleados habían visto acumularse las publicaciones, y algunos mostraron interés, por lo que se distribuyeron entre ellos 45 libros.

¿Lograrían casarse?

Había otra cuestión relacionada con los testigos de Jehová que preocupaba a las autoridades. En 1939 el hermano Matheakis decidió casarse. Pero en aquel tiempo eso no era fácil para los testigos de Jehová de Chipre. ¿Por qué? Porque las autoridades no los consideraban integrantes de una religión, de modo que no les permitían contraer matrimonio civil. La guerra impidió que los hermanos se comunicaran con la sede mundial de Brooklyn para recibir dirección. Oportunamente, la sucursal londinense expidió un certificado que afirmaba que los testigos de Jehová de Chipre eran miembros de la Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia de Inglaterra. Basándose en dicho certificado, las autoridades británicas de Chipre efectuaron el matrimonio civil del hermano Matheakis.

Con el transcurso de los años, esta pareja llegó a ser conocida por su hospitalidad. Las puertas de su hogar siempre estaban abiertas para los hermanos, y se les recuerda por la bondad que mostraron a los necesitados.

Llegan graduados de Galaad

El primer graduado de Galaad que llegó a la isla fue Antonios Karandinos, un griego que había residido en Estados Unidos. Vino en 1947, cuando solo había 33 publicadores del Reino. Como había sido marinero, era un hombre robusto. Era, además, un firme partidario de la verdad, lo que le serviría de mucho al afrontar el fuerte rechazo a su ministerio en Chipre.

La oposición se hizo especialmente virulenta cuando los hermanos empezaron a ofrecer las revistas mientras daban testimonio en las calles. En Famagusta había un hombre al que la Iglesia utilizaba para molestarlos continuamente. Solía azuzar a la gente contra los Testigos. En una ocasión, el hermano Karandinos se encontró cercado por una turba, que además estaba obstruyendo el tránsito. Tanto nuestro hermano como el causante del incidente fueron llevados ante un tribunal y a ambos se les impuso una multa. Hubo otras situaciones parecidas. A veces los hermanos tenían que llamar a la policía para rescatar de las turbas a los publicadores.

En 1948, cuando arribaron a Chipre otros dos misioneros expulsados de Grecia, los hermanos se llenaron de júbilo. En mayo de ese año también vino Don Rendell, un graduado de la octava clase de Galaad que había sido expulsado de Egipto. Aquel año la Sociedad abrió una sucursal en Chipre, con Anthony Sideris como superintendente. En años posteriores se asignó a otros graduados de Galaad a servir en Chipre, y se formaron hogares misionales en las ciudades principales. Estos hermanos contribuyeron mucho a organizar las congregaciones teocráticamente y a preparar a los publicadores en el ministerio del campo.

Sin embargo, para ser de verdadera ayuda, tuvieron que aprender griego, lo que propició graciosos incidentes. Cuando uno de ellos citó Revelación 12:7, dijo: ‘Miguel y los ingleses combatieron con el dragón’, en lugar de “Miguel y sus ángeles”, porque en griego “ángeles” e “ingleses” se pronuncian de forma muy parecida. Pese a todo, los amos de casa muchas veces escuchaban con atención a esos extranjeros que procuraban hablarles en su propio idioma. Se cuenta de un hermano nuevo que tras bautizarse le dijo a uno de los misioneros: ‘Lo que me impresionó cuando usted me visitó fue el hecho de que, siendo extranjero, se tomara la molestia de aprender mi idioma. Eso me hizo pensar que su mensaje debía ser importante’.

La Iglesia despierta la curiosidad de otros por los Testigos

Aunque en 1948 apenas había en la isla un promedio de cincuenta publicadores del Reino de Jehová, la Iglesia Ortodoxa se propuso, según sus propias palabras, ‘acabar con esta herejía’. ¿Qué métodos empleó? Nos criticó en una encíclica, que publicó en muchos diarios y se leyó en las iglesias de la isla. Se utilizó a los niños para que distribuyeran impresos de esta en las casas, y pegaron algunos en las paredes y en los postes de telégrafos. Se tildó a los hermanos de enemigos de la patria, anticristos y agentes del sionismo.

¿Cómo reaccionó el pueblo de Jehová? Pues bien, como la gente comenzó a sentir curiosidad por los Testigos y deseaban saber por qué la Iglesia se oponía a ellos con tanta aversión, los hermanos emprendieron una campaña de cuatro meses en la que distribuyeron 72.000 folletos entre el público, siete veces más que la cantidad de publicaciones distribuidas durante todo el año anterior. Así, las personas tuvieron la oportunidad de indagar por sí mismas lo que enseñan los testigos de Jehová. Muchos leyeron nuestras publicaciones movidos por la curiosidad. Por otro lado, algunos hermanos fueron golpeados y apedreados. En Limassol se llevó a un hermano y a una hermana ante el tribunal acusados de alterar el orden público y hacer proselitismo, y se les sentenció a un mes de cárcel.

Conversación en el arzobispado

Por aquellos días, Don Rendell conoció en Nicosia a un caballero influyente que mantenía una relación estrecha con la Iglesia Ortodoxa. Más tarde, el hermano Rendell relató así lo que sucedió: ‘Luego de una interesante conversación, le dejé el libro “Sea Dios veraz”, y en la revisita dijo que quería seguir aprendiendo. Sin embargo, mencionó que le gustaría escuchar un diálogo entre el arzobispo de la Iglesia Ortodoxa Griega, conocido suyo, y yo. “¿Acepta?”, preguntó.

’El hermano Sideris, superintendente de la sucursal, aceptó acompañarme al palacio del arzobispo. Cuando llegamos se nos dijo que el arzobispo estaba “indispuesto”, pero que podíamos hablar con un teólogo que colaboraba con la curia diocesana. Tras una larga conversación, le pregunté al teólogo cuál sería la postura de la Iglesia Ortodoxa Griega en caso de conflicto entre las enseñanzas de la Biblia y sus tradiciones. Contestó que la Iglesia optaría por sus tradiciones. Y, en realidad, eso fue lo que demostró. Cuando citamos Colosenses capítulo 1, versículo 15, que se refiere a Jesús como el “primogénito de toda la creación”, exclamó de inmediato: “¡Esa es la herejía arriana!”. Quedó claro quiénes eran los verdaderos apoyadores de la Biblia.’

Extensa publicidad gratuita

Pese a la persistente oposición, la cantidad de publicadores aumentó de 141 en 1949 a 204 en 1950, cuando asistieron 241 personas a la Conmemoración. En ese año también se celebró una asamblea de circuito en Pafos, donde había predicado el apóstol Pablo. Se había alquilado un cine, pero el obispo y otras personalidades de la ciudad presionaron al dueño para que rompiera el contrato. El Ayuntamiento trató de forzar la cancelación de la asamblea, limitando la cantidad de personas que podían entrar en la sala y exigiendo un impuesto exorbitante por el uso del inmueble. Estorbaron todos los intentos de los hermanos por entrevistarse con el comisionado británico del distrito para resolver la situación. Por consiguiente, el superintendente de sucursal, también británico, se personó en la casa del comisionado y le explicó cómo estaban hostigando a los testigos de Jehová las autoridades locales. Se apreció mucho la ayuda que el comisionado brindó. Se permitió usar un patio grande contiguo al cine con suficiente espacio para los que no cupiesen en el interior.

El obispo de Pafos se puso furioso. Tal como en la antigüedad el hechicero Bar-Jesús trató de impedir que el procónsul Sergio Paulo escuchara la predicación de Pablo, el obispo empleó todas sus “artes mágicas eclesiásticas”. (Compárese con Hechos 13:6-12.) Hizo que se distribuyeran unas octavillas para notificar al pueblo la excomunión de los dos Testigos precursores que vivían en el distrito de Pafos. Poco después, mediante una segunda octavilla denunció a los testigos de Jehová como “la herejía denominada chiliasmo (milenarismo)”, de la cual decía que era “un invento satánico de mentes enfermas del siglo pasado”. Los jóvenes apoyaban a la Iglesia distribuyendo esos impresos al lado de todos los publicadores que daban testimonio en las calles. A toda persona que se interesaba en saber qué hacían los Testigos le metían en el bolsillo las octavillas.

Algunos periódicos se sumaron al ataque contra el pueblo de Jehová. En 1950, el New Political Review, de Pafos, afirmó: “Los seguidores de Jehová ascienden ya a centenares en nuestro distrito. Mañana serán millares, y pondrán en peligro la existencia misma de nuestra Iglesia. Por tal motivo, es necesario que el Santo Sínodo y nuestros obispos actúen e investiguen de inmediato esta terrible situación sin aplazamiento ni dilación”. El 4 de mayo de 1950, el diario Paphos dijo, a todas luces mofándose de la Iglesia: “Las condiciones de pobreza y miseria que imperan en algunos pueblos, mientras aumentan las propiedades de los monasterios y la Iglesia, han creado el clima propicio para la propagación de la creencia chiliasta. Pongamos por caso la aldea de Episkopi, donde la Iglesia es dueña de casi todas las tierras y los habitantes trabajan como esclavos alquilando la tierra o sirviendo de peones. [...] No sorprendería, por tanto, que la mitad de la población se convirtiera a los testigos de Jehová. [...] Por lo que hemos dicho, la Iglesia de Chipre debería comprender que no subsistirá con una pelea de papeles. Los chiliastas le han hallado el talón de Aquiles al clero [...]. Combatirlos con octavillas no es suficiente”.

Toda esta publicidad hizo de los testigos de Jehová el tema de conversación de la ciudad. El interés de las personas aumentó muchísimo, y acudieron a raudales al discurso público en la sala de cine. Asistieron al menos quinientas personas.

La primera visita del presidente de la Sociedad

Un acontecimiento que llenó de alegría a los hermanos chipriotas fue la visita del hermano Knorr, acompañado de Milton Henschel, en diciembre de 1951. Se celebró una asamblea de tres días en el Cine Royal, un local moderno sobre el que el hermano Knorr comentó: ‘Nos gustaría tener en Nueva York un lugar como este para celebrar nuestras asambleas de circuito’. Se había programado celebrar la asamblea de tres días en el Cine Royal, pero como estaba ubicado en la zona residencial de la ciudad antigua, se reservó en el centro de Nicosia el Cine Pallas para que el hermano Knorr pronunciara allí el discurso público el domingo por la mañana. Se dio mucha publicidad al discurso. Al lado del Cine Royal se colocaron cuatro grandes pancartas en griego y en inglés. Se distribuyeron 200 carteles por toda la capital. Se proyectaron anuncios en las pantallas de los principales cines. Los diarios en inglés, griego y turco anunciaron el discurso público, titulado: “¿Hará frente la religión a la crisis mundial?”. No sorprendió que en el principal diario comunista se negaran a anunciar el discurso ‘porque iba en contra de la política del partido’, y que el personal del principal diario nacionalista dijera que ‘primero tenían que conseguir la aprobación del arzobispo’.

Con toda aquella publicidad, la cuestión era cómo reaccionarían los enemigos religiosos. La respuesta no se hizo esperar. Los letreros del Cine Royal fueron arrancados durante la noche, por lo que se avisó a la policía. El arzobispo preparó una octavilla con la advertencia: “¡ATENCIÓN! MANTÉNGASE ALEJADO DE LOS MILENARISTAS”. Parte del libelo decía: ‘¿Lo ve usted? Han traído a un extranjero para que los apoye. [...] Son lobos en ropas de cordero que han venido a devorar las ovejas cándidas de Cristo. [...] No se acerque a ellos; no les haga caso. No les preste atención, y quizá recobren el juicio y se corrijan. De parte del SANTO ARZOBISPADO’.

¿Conseguiría el hermano Knorr pronunciar sin contratiempos el discurso público en el Cine Pallas? Dejemos que un testigo ocular relate lo que sucedió. Don Rendell recuerda: ‘Llegué al cine cuando apenas habían dado las diez de la mañana. Había policías a la entrada, y vi que un grupo de jóvenes merodeaban con la intención de meterse y causar dificultades. Algunos hermanos conocían a muchos de los revoltosos y ayudaron a la policía a impedirles la entrada. Tuve que abrirme paso a empellones entre ellos para entrar. El hermano Knorr empezó su discurso a las diez y media de la mañana, con una asistencia de 420 personas. Cuando los hooligans religiosos comenzaron a golpear las puertas, la policía los detuvo. Sin embargo, lo que más nos preocupaba era cómo saldríamos de allí al concluir el programa. Los hermanos decidieron que con la ayuda de la policía mantendrían a los revoltosos a la entrada del cine. Entonces, al finalizar el discurso se nos pidió que saliéramos del local por una puerta trasera, lo que hicimos en silencio para evitar una confrontación’.

Las campanas de la iglesia dan la señal de ataque

Famagusta era en 1952 una hermosa ciudad de naranjales y limonares con una larga playa. Está localizada en la costa oriental de la isla, y dista pocos kilómetros de las ruinas de la antigua Salamina, donde predicaron el apóstol Pablo y sus compañeros. Pero tras la invasión turca de 1974, Famagusta se convirtió en el pueblo fantasma de la actualidad que apenas cuenta con un puñado de habitantes. Pues bien, en 1952 se hicieron los preparativos para celebrar una asamblea en uno de los cines de la ciudad. Se solicitó la presencia de la policía, pues la Iglesia Ortodoxa Griega había declarado la guerra a los testigos de Jehová y se tenían presentes los sucesos de asambleas anteriores. La mañana de aquel domingo era preciosa; los hermanos aguardaban con anhelo para escuchar el discurso programado para la primera sesión. Sin embargo, diez minutos antes de empezar la conferencia, cuando ya había 350 personas sentadas, se comenzaron a ver señales de que se avecinaban problemas. Antonios Karandinos, un misionero que servía en esta ciudad, se encontraba en la puerta de entrada del cine. Él relata:

“Faltando diez minutos para que comenzara el discurso, se escuchó el repiquetear de las campanas de una iglesia ortodoxa cercana. Más tarde comprendimos que esa había sido la señal para que los sacerdotes y decenas de estudiantes de secundaria emprendieran la marcha hacia el cine. ¡Qué espectáculo! Unos sacerdotes dirigiendo a una pandilla de jovenzuelos resueltos a entrar al local. Nos preparamos para enfrentar esta dificultad. La puerta del recinto estaba cerrada, y cuando trataron de entrar por la fuerza, un sacerdote tiró de mi ropa y me la rasgó. Como la situación se tornó más peligrosa, pedimos la intervención de la policía, que se presentó rápidamente. Al ver frustrados sus intentos de interrumpir la reunión, la horda se dedicó a gritar y a lanzarnos insultos desde fuera del cine.”

Llenos de frustración, los sacerdotes condujeron a la turba de nuevo a la iglesia. Jehová había otorgado la victoria.

Se lleva a los infractores a los tribunales

Anteriormente, los obispos, sacerdotes y teólogos de la Iglesia habían visitado las ciudades y aldeas de la isla para advertir a la gente: “Cuando los testigos de Jehová visiten su aldea o ciudad, ¡échenlos!”. No todos obedecieron al clero. Los hermanos siguieron hallando a personas mansas como una oveja. Pero era indudable que aquellas incitaciones tendrían consecuencias. La hermana Galatia Matheakis relata un incidente que ella misma vivió.

‘Un domingo por la mañana nos reunimos veinte publicadores para el servicio del campo. Habíamos escogido tres aldeas. Nos tomó unas dos horas llegar al territorio. Diez hermanos predicaron en la aldea más grande y los demás nos repartimos para trabajar las otras dos. En una de ellas expulsaron a los hermanos a eso de las diez y media de la mañana. Cuando casi se había terminado la actividad en la aldea mayor con buenos resultados, una turba atacó violentamente. A dos hermanos que predicaban en el centro del pueblo los golpearon en la cabeza con unas sillas y les tiraron piedras mientras salían de la aldea. Después el sacerdote reunió a unas doscientas personas para que nos buscaran y nos prendieran. Armados con garrotes y golpeando botes de hojalata, comenzaron la búsqueda. Primero encontraron a un hermano y a una hermana. A él lo golpearon en la espalda con los garrotes y a ella le arrojaron piedras; a la mayoría de nosotros nos hicieron lo mismo. Nos llevaron por todo el pueblo. Las marcas de los golpes sirvieron de testimonio contra la aldea, pues algunos hermanos tuvieron que ingresar en un hospital del gobierno para ser examinados.’

Los hermanos entablaron una demanda ante el tribunal. Después de escuchar por tres días el testimonio, el juez dijo: “Las pruebas que presentan los demandantes me han convencido totalmente, y encuentro a los acusados culpables de todos los cargos. [...] No creo en las alegaciones de que los demandantes estuvieran enseñando que Cristo era un bastardo, etc. [...] Los demandantes fueron al pueblo de los acusados a enseñar sus creencias de forma pacífica y estos no tenían ningún derecho de atacarlos”.

Aunque algunos jueces eran imparciales, entre 1952 y 1953 el gobierno expulsó del país a dos misioneros, Antonios Karandinos y Emmanuel Paterakis, por considerarlos personas no gratas. Mientras estuvieron en Chipre, estos hermanos lucharon tenazmente por la fe, y por ello se les recuerda con mucho cariño.

Se ve La Sociedad del Nuevo Mundo en acción

En 1955 se recibió la película La Sociedad del Nuevo Mundo en acción. Multitudes acudieron a verla. Tanto los hermanos como las personas del mundo adquirieron una mejor perspectiva de la organización de Jehová.

Entre las muchas experiencias interesantes está la siguiente: En la aldea de Quilofagu, de unos mil quinientos habitantes, el dueño del cine permitió utilizar esta sala sin costo alguno. La noche en que se proyectó la película, el sacerdote del pueblo envió a alguien para que anotara los nombres de todos los asistentes. ¿Cuál fue el resultado? Cuando el sacerdote le pidió la lista, el hombre contestó: “¿Cómo podía escribir los nombres si casi todo el pueblo estaba allí?”.

Tiempos de cambio

Chipre había estado bajo dominio británico desde 1878. En los años cincuenta los grecochipriotas, acaudillados por el arzobispo Makarios, promovieron una campaña a favor de la ENOSIS (unión), que buscaba la unificación con Grecia aduciendo la igualdad de idioma y religión de ambos países. La facción de habla turca se opuso a tal movimiento.

Sea como fuere, la agitación buscaba la independencia del colonialismo británico. De 1955 a 1960 una organización llamada EOKA lanzó ataques guerrilleros contra las fuerzas británicas, manteniendo viva la cuestión de la independencia. Si bien la neutralidad de los testigos de Jehová en cuanto a la política era total, no pudieron impedir que los afectara lo que sucedía a su alrededor.

Uno de los primeros incidentes se produjo en Famagusta, cerca de la sucursal. Se atacó un campo militar británico. Era comprensible que los cinco misioneros británicos que vivían en la sucursal se sintieran bastante presionados.

En otra ocasión, en el momento en que los misioneros Dennis Matthews y su esposa, Mavis, entraban a su casa por la puerta trasera, estalló una bomba en el hogar de un vecino que era militar. Se persiguió al individuo que había colocado la bomba hasta un naranjal que estaba frente al hogar misional, y comenzó a oírse un tiroteo. Poco después alguien tocó a la puerta. Los misioneros, asustados, preguntaron quién era sin abrir. Eran soldados británicos; querían saber si todos estaban bien.

Cierto día, los hermanos Rendell y Gavrielides fueron a Quilofagu a colaborar en los preparativos de la asamblea de circuito. Mientras celebraban el Estudio de La Atalaya en la congregación, se oyó afuera un alboroto. Los soldados británicos entraron y les comunicaron que en las afueras del pueblo se había dado muerte a un soldado y otro había resultado herido de gravedad, y que por tal motivo toda la zona estaba bajo toque de queda. Dijeron al hermano Rendell que quienes estaban en el Salón del Reino debían irse de inmediato a sus hogares. Al día siguiente se reunió a todos los hombres de aquella zona, incluso al hermano Rendell, que era británico, y se les retuvo en un cerco de alambres de púas para ser interrogados. Los testigos de Jehová, por supuesto, nada tenían que ver con el asesinato, así que se les puso en libertad, y continuaron con los preparativos de la asamblea.

Sin embargo, con frecuencia las actividades teocráticas tuvieron que acortarse por causa de avisos de último momento de toques de queda y otras restricciones provocadas por las confrontaciones entre la EOKA y las fuerzas británicas. Puesto que nadie podía salir de noche a la calle, las reuniones se celebraban durante el día. Hubo ocasiones en que la gente no pudo salir de su casa por cuatro días. Todos sospechaban de sus vecinos y temían expresar su opinión. A pesar de las restricciones, los testigos de Jehová siguieron llevando consuelo a las personas de corazón sincero.

Finaliza el régimen colonial

La lucha contra el régimen británico en Chipre continuó hasta 1960. A partir del 16 de agosto de ese año la isla llegó a ser una república, y con el tiempo pasó a formar parte de las Naciones Unidas. Colmados de entusiasmo en sus celebraciones, los chipriotas griegos por fin se sintieron libres del dominio extranjero. Pero ¿era verdadera tal libertad? ¿Cómo les fue a los testigos de Jehová en la nueva república? Los hechos históricos hablan por sí mismos.

Antes de finalizar el año, se perpetraron dos ataques con bombas contra los Testigos. ¿Quiénes eran los responsables? El primer atentado ocurrió en Quilofagu. Se colocaron dos bombas en el porche del Salón del Reino. Era evidente que estaba dirigido contra los testigos de Jehová como grupo religioso. Aunque las bombas estallaron después de la medianoche y nadie salió herido, el Salón del Reino sufrió daños.

En el segundo atentado, lanzaron una bomba en la casa donde vivían cuatro precursores especiales de Pentayia. Afortunadamente se hallaban en el ministerio del campo en esos momentos. El dueño de la casa se enteró de quién había sido el responsable, y dijo: ‘Voy a visitar al obispo para pedirle que pague los daños. Además, le diré que si quiere hacer seguidores de Cristo, debe hacerlo predicando como los testigos de Jehová y no mediante la violencia’.

Un hermano y su familia que se habían mudado al pueblo de Liopetri para ayudar a la pequeña congregación que había allí, también fueron blanco de la intolerancia. A menudo escuchaban amenazas como: ‘Vamos a quemarlo vivo’, o: ‘Debemos matarlo’. Pasada la medianoche, unos fanáticos enmascarados rodearon la casa, dispararon sus pistolas y le gritaron que lo matarían si no se iba del pueblo al día siguiente. Consciente de que la policía no los protegería ni a él ni a su familia, optó por marcharse. No obstante, pese a los intentos de intimidar a los hermanos de Liopetri, hoy existe allí una congregación, y hace poco los hermanos construyeron un hermoso Salón del Reino.

Lo que ocurrió la noche del 11 de septiembre de 1962 fue una verdadera infamia. Andreas Psaltis y su esposa, Nina, estaban con Eunice McRae en el hogar misional de Famagusta, cuando unos hombres enmascarados entraron por una ventana. Después de golpear al hermano Psaltis, ataron a las dos hermanas y cometieron la vileza de raparlas. (Compárese con 1 Corintios 11:6.) Después de saquear la casa se fueron.

Finalmente, en diciembre de 1963, la tirantez que existía entre los dos principales grupos étnicos llegó a su límite y estalló la violencia. Los enfrentamientos más encarnizados se produjeron en Traconas, un pueblo situado a las afueras de Nicosia donde había una población mixta de chipriotas griegos y turcos. Allí residían algunos testigos de Jehová que habían construido un Salón del Reino grande. Los hermanos que vivían fuera de aquel distrito arriesgaron la vida para llevar alimento a sus atribulados compañeros de la zona de conflicto. Lamentablemente, cuando el hermano Andronicos Michaelidis se dirigía a su trabajo, fue apuñalado y murió.

Una prueba de integridad

En 1964, los Testigos varones se enfrentaron a pruebas de integridad. En vista de que el conflicto entre las comunidades griega y turca no cesaba, el gobierno chipriota aprobó una ley de reclutamiento. Los Testigos en edad militar que eran llamados a filas tenían que tomar una decisión muy importante. ¿Se adherirían a las enseñanzas de Jesucristo al estar bajo presión? ¿Eran cristianos verdaderamente neutrales en lo más profundo del corazón? (Mat. 26:52; Juan 17:15, 16.) ¿Seguirían confiando en Jehová con todo el corazón? (Pro. 3:5, 6; Isa. 2:2-4.)

Muchos manifestaron esa clase de fe. Sin embargo, algunos transigieron y dejaron de formar parte de la congregación cristiana neutral. Otros jóvenes Testigos prefirieron dejar la isla, por lo cual la cantidad de publicadores disminuyó de 516 en 1963 a 394 en 1966, y las congregaciones se desanimaran un poco.

Se tomaron medidas para fortalecer la fe de los hermanos. Con ese fin se prepararon asambleas de un día en las que se examinaba información oportuna. Los resultados fueron alentadores. Pero las pruebas no habían terminado.

Estratagema legal para causar daño

En junio de 1966 se dirigió un nuevo golpe contra la organización de Jehová. El Consejo de Ministros entregó al Parlamento un proyecto de ley que afectaría muchísimo la predicación de los testigos de Jehová. Dicha ley prohibía el proselitismo y estipulaba que toda persona que visitara los hogares con ese fin o distribuyera publicaciones religiosas proselitistas, no solo se haría acreedora a dos años de cárcel, sino que además tendría que pagar una multa.

Se presentaron muchas protestas ante la Cámara de Representantes de Chipre y se visitó a los delegados de los gobiernos británico y estadounidense. La Sociedad envió una carta al secretario general de las Naciones Unidas. En vista de las protestas de muchas instituciones, hasta la fecha no se ha ratificado el proyecto de ley.

Se emprende un programa de construcción

Como consecuencia del aumento en la obra de proclamación del Reino, se hizo acuciante la necesidad de lugares de reunión apropiados. En 1967, cuando solo había 431 publicadores, la sucursal de Chipre organizó un fondo de construcción. A los hermanos les entusiasmaban las perspectivas.

En abril de 1968, el hermano Henschel nos animó mucho en su visita de zona. En aquel año llegó a la isla un nuevo matrimonio de misioneros: Louis Kopsies y su esposa, Stella. El hermano Kopsies contribuyó mucho al programa de construcción ayudando a organizar el trabajo y dando de sí mismo de manera ejemplar.

Un paso importante en nuestros planes de construcción fue la formación, en marzo de 1960, de una sociedad llamada The Jehovah’s Witnesses’ Congregation (Cyprus) Ltd. (La Congregación de los testigos de Jehová de Chipre, S. A.). En su carta de privilegio se especificaba, entre otras cosas, el derecho de poseer bienes raíces.

El primer proyecto fue la construcción de un amplio Salón del Reino en Famagusta, con un aforo de 230 personas. En este salón no solo se reunía la congregación local, sino que, además, utilizando también un patio adyacente cubierto por una vid inmensa, se celebraban las asambleas de circuito.

Después se dirigió la atención a la sucursal de la Sociedad. Por unos veinte años estuvo ubicada en locales alquilados. Pero esta vez la Sociedad compró un terreno en Agios Dometios, un barrio nuevo de la capital. Los hermanos construyeron allí un edificio de cuatro pisos, con un Salón del Reino en la planta baja. El hermano F. W. Franz, quien a la sazón era vicepresidente de la Sociedad Watch Tower, lo dedicó en 1969.

Entre tanto, se construyó un magnífico Salón del Reino en Quilofagu, el lugar donde a principios de los años treinta se había formado la primera congregación de los testigos de Jehová de Chipre. En esta aldea la oposición fue intensa desde que los primeros interesados comenzaron a dar testimonio. No obstante, cuando los lugareños vieron a los hermanos y las hermanas trabajar juntos hasta más de quince horas diarias durante tres semanas en la construcción del Salón del Reino, algunos no pudieron evitar llevarse una impresión favorable. En la actualidad hay un Salón del Reino con capacidad para 450 personas justo en el centro de la aldea. En su interior y alrededor de él hay espacio suficiente para celebrar asambleas de circuito y distrito.

El siguiente Salón del Reino correspondió a Limassol, la segunda ciudad de la isla atendiendo al tamaño y un centro turístico de la costa sur. Además del Salón del Reino, se construyó un hogar misional en la planta alta. En 1974, cuando la sucursal tuvo que mudarse de Nicosia, parte de la planta alta fue adaptada para que sirviera de oficina.

También se dio atención al pueblo bíblico de Pafos. Si bien al principio el aumento fue muy lento, en los últimos años el crecimiento ha sido fenomenal. Fue necesario ampliar el Salón del Reino original, y hoy se reúnen en él dos congregaciones

En el pueblo de Lárnaca se construyó un magnífico Salón del Reino, y el salón prefabricado de Liopetri fue reemplazado por un lugar de reunión más cómodo para las personas de la zona denominada kokina choria, esto es, las aldeas de tierra roja, que recibe ese nombre por el color del suelo.

Los publicadores y precursores especiales celosos también han trabajado con diligencia en el hermoso pero inhóspito rincón noroccidental de la isla, una zona famosa entre los turistas por los llamados baños de Afrodita. Animados por la respuesta al mensaje del Reino, se compró un terreno en Polis Chrysochous. En esa zona se construyó un Salón del Reino con un aforo de 70 personas, que se usa como centro de educación divina.

Matrimonios y entierros

Por muchos años fue difícil para los testigos de Jehová de Chipre llevar a cabo matrimonios y enterrar a sus muertos, pues las autoridades no los reconocían como una religión. Para la mayoría de los grecochipriotas, los matrimonios y los sepelios solo podían ser realizados por la Iglesia oficial de Chipre. No obstante, en 1948 un abogado de la Sociedad solicitó a las autoridades coloniales británicas que se concediese a un ministro de los testigos de Jehová la facultad de oficializar matrimonios. Qué felices se sintieron los hermanos cuando en 1949 la gaceta oficial anunció que un Testigo, Savvas Droussiotis, había sido autorizado para celebrar matrimonios. Desde entonces, el gobierno ha concedido la misma autorización a otros hermanos.

Los entierros también presentaban un problema, pues los sacerdotes ortodoxos rehusaban permitir que a los testigos de Jehová o a sus hijos se les sepultara en lo que la Iglesia consideraba “suelo consagrado”. El problema se agudizaba en las ciudades, donde cada confesión religiosa tenía su propio cementerio. En las poblaciones pequeñas la situación era diferente, pues los impuestos de los residentes cubrían los gastos del entierro en el cementerio local. Aun así, en algunos casos el clero cuestionó ese derecho. No era sencillo para los hermanos afrontar esos problemas mientras trataban de sobreponerse a la pérdida de un familiar. El problema requería una solución.

Finalmente, en 1950 las autoridades concedieron a los testigos de Jehová el derecho de poseer su propio cementerio. Un hermano donó un terreno ubicado en las afueras de la capital para ese fin. Años después, en 1989, cuando fue necesario un segundo cementerio, autorizaron usar un terreno en el pueblo de Nissou, donde está la sucursal. Estas provisiones han sido una gran bendición para el pueblo de Jehová y han ayudado a refutar la afirmación de los sacerdotes ortodoxos: ‘Si usted se convierte en testigo de Jehová, lo enterrarán como a un perro’.

Aunque a los testigos de Jehová se les había autorizado a oficializar matrimonios, en 1971 trató de obstaculizarse este derecho. El magistrado del distrito de Nicosia nos indicó que, antes de celebrarse el matrimonio, los contrayentes debían presentar un certificado del arzobispado que hiciera constar que ya no pertenecían a la Iglesia Ortodoxa Griega. Como era de esperarse, el arzobispado no quiso expedir tales certificados, lo que prácticamente significaba que ningún testigo de Jehová podría casarse. Ese requisito acabó eliminándose gracias a que funcionarios amantes de la libertad comprendieron que la petición de dichos certificados era un ardid de los sacerdotes.

Asamblea Internacional “Victoria Divina”

En noviembre de 1972, el hermano Knorr visitó Chipre con ocasión de los preparativos para las asambleas internacionales “Victoria Divina”. Junto con las asambleas, estaban organizándose giras a las tierras bíblicas. Para dicha nuestra, en ellas se incluyó a Chipre, y, además, en julio de 1973 se celebraría una asamblea internacional en Nicosia, la capital.

De inmediato nos dimos a la tarea de conseguir un estadio u otro local apropiado para celebrar la asamblea, pero no tuvimos éxito, principalmente porque los funcionarios y empresarios temían la reacción de la Iglesia. Optamos, entonces, por utilizar la propiedad que circunda el amplio Salón del Reino de Traconas. La Sociedad poseía un terreno frente al Salón del Reino, y logramos alquilar otro adyacente. Fue una magna empresa levantar un sotechado de cañas de bambú sobre aquella área para proteger del sol a los visitantes. Tanto los hermanos como las hermanas trabajaron diariamente con temperaturas superiores a los 40 °C. para terminar la obra.

Uno de los mayores problemas, sin embargo, era conseguir toda el agua que se necesitaría en la asamblea. Había llovido muy poco durante el invierno, y el agua estaba racionada a solo tres días de la semana. ¿Qué podíamos hacer? Un hermano que vivía al lado del Salón del Reino tenía un pozo en su jardín y estaba dispuesto a permitir que lo usaran, pero hacía mucho tiempo que no se extraía agua de él. ¿Cuánto líquido podría conseguirse? Los hermanos lo limpiaron, instalaron una bomba y esperaron con ansia el resultado. ¡Comenzó a salir un grueso chorro de agua! Pero ¿podría beberse? Se analizó, y se descubrió que era totalmente potable. Parecía un milagro. ¡Cuánto agradecimos a Jehová la solución de este problema!

Toda la actividad que vieron en el Salón del Reino indicó a los opositores que algo especial estaba sucediendo. Una mañana, antes del amanecer, al hermano que vivía junto al salón le despertó el resplandor de unas llamas que iluminaron su habitación. Era un fardo de cañas de bambú que ardían vivamente. ¡Cuidado! Los enemigos buscaban armar líos nuevamente. Desde ese momento se extremaron las medidas de seguridad.

La Sociedad había solicitado que, para provecho de los muchos visitantes que no entendían griego, se representaran escenas sobre las costumbres y el modo de vida de los habitantes de la isla. Así que todos los días, de las ocho a las nueve y media de la mañana antes de comenzar el programa regular de la asamblea, se hacían estas representaciones, de las que todos disfrutaron. También se organizaron giras a lugares históricos relacionados con la Biblia.

La asamblea internacional de Chipre fue una experiencia emocionante y edificante para los hermanos de la isla. Les dio la oportunidad de conocer personalmente a Testigos de muchas nacionalidades y los ayudó a tener un panorama más amplio de la hermandad mundial. Por otra parte, la publicidad que se dio a la asamblea como consecuencia de la oposición de la Iglesia Ortodoxa contribuyó a que muchos chipriotas conocieran más de cerca la obra de los testigos de Jehová.

1974: un año de cambios

Chipre era un lugar con grandes atractivos para los turistas. La economía estaba en expansión. Muchos pensaban que todo marchaba perfectamente. Pero el 15 de julio de 1974 ocurrió un cambio trascendental.

Las disputas políticas habían dividido a los habitantes de Chipre por mucho tiempo. En la comunidad grecochipriota había dos bandos opuestos entre sí. Uno lo constituían los apoyadores del arzobispo Makarios, y el otro, los seguidores del fallecido general Georgios Grivas, renombrado líder de la EOKA que había encabezado la lucha contra el régimen colonial británico. Un golpe de estado, en el que murieron muchas personas, depuso al presidente Makarios. Pero estos sucesos serían solo el preludio de mayores tragedias.

Don Rendell había regresado a Chipre en 1972 después de haber pasado catorce años en Inglaterra por motivos de salud, y servía de superintendente de circuito. Vivía entonces en la costa septentrional de la isla, a solo 60 kilómetros de la costa meridional de Turquía. Este es su relato:

‘Vivía con Paul Andreou, mi compañero, en la aldea de Karakoumi, a dos kilómetros al este de Kyrenia. A eso de las cinco de la mañana del 20 de julio oí una fuerte explosión. Por la ventana de la cocina divisé una columna de humo que ascendía del puerto de Kyrenia. Una emisora turca de la isla anunció que, como consecuencia de la inestabilidad propiciada por el “golpe” de los chipriotas griegos, tropas de Turquía estaban arribando a la costa septentrional para proteger a la minoría turcochipriota. Comprendimos inmediatamente que estábamos en medio de una guerra. Contamos 75 helicópteros que sobrevolaron la zona. Los soldados paracaidistas se lanzaron justo al otro lado de las montañas que rodean la ciudad. El bombardeo por mar y aire continuó algunos días, y ante el avance de las tropas turcas hacia el pueblo, nos vimos obligados a abandonar la casa a altas horas de la noche.

’Después de pasar algunos días en las montañas, regresamos a casa. Las tropas turcas nos rodearon rápidamente, pero no nos molestaron. Nos preguntábamos cómo estarían los hermanos de la pequeña congregación de Kyrenia. Poco después encontramos a los siete Testigos que componían la familia del hermano Kyriazis. ¡Qué alegría nos dio vernos! Al día siguiente, mientras repasábamos el texto diario a la sombra de un árbol del jardín, llegaron las tropas turcas y nos obligaron a entrar en casa. Poco después nos condujeron al Hotel Dome, que estaba bajo el control de las tropas de las Naciones Unidas. A Paul y a mí nos retuvieron en el hotel de Kyrenia junto con la familia Kyriazis y otras 650 personas. Como yo era británico, después de unos cuantos días me trasladaron a Nicosia, escoltado por tierra de nadie, y me dejaron ir. Pero a los hermanos grecochipriotas los detuvieron en el hotel por varios meses antes de ponerlos en libertad. Durante todo ese tiempo ellos mantuvieron su fortaleza espiritual celebrando con regularidad reuniones de estudio bíblico y transmitiendo el mensaje bíblico de consuelo a los demás cautivos que había en el hotel.’

¿Cuál fue el resultado de la escalada militar? Las tropas turcas ocuparon aproximadamente la tercera parte de la isla. Más de doscientas mil personas se convirtieron en refugiados, entre ellas algunos testigos de Jehová. Más de trescientos hermanos perdieron todos sus bienes terrenales. Cuatro congregaciones fueron dispersadas. El Hogar Betel resistió la embestida, aunque se veían las cicatrices de la guerra en las contraventanas acribilladas a balazos. Como los hermanos apreciaban más la vida que las propiedades, optaron por salir de las instalaciones de la sucursal. Cuando disminuyó el fragor del combate intentaron recuperar algunos archivos de la oficina de la Sociedad, pero se dieron cuenta de que los soldados habían saqueado la sucursal. Habían forzado la puerta delantera, y un soldado había dejado escrito en una pared: ‘Dios no debe amarnos porque no encontramos aquí nada de verdadero valor’.

De inmediato se formó un comité para atender las necesidades de los refugiados. Los que no habían resultado directamente afectados por las hostilidades abrieron las puertas de su casa a sus hermanos cristianos. Pronto llegaron suministros de socorro de los testigos de Jehová de Grecia y fondos de la sucursal británica. Los hermanos agradecieron profundamente el interés que mostró el Cuerpo Gobernante al asistirlos en momentos de necesidad. ¡Qué maravilloso vínculo une a todos los siervos de Jehová!

Se provee un Salón de Asambleas

El traslado de los turcochipriotas del sur al norte de la isla favoreció la adquisición de un cine en la ciudad de Limassol. Se firmó el contrato con su dueño, un señor turco, antes de que se marchara. Aunque el inmueble había sufrido muchos daños durante los combates, los hermanos trabajaron arduamente para reparar el techo y dejar el edificio en condiciones de ser usado. Una de las congregaciones de la ciudad pudo celebrar sus reuniones en parte del edificio. El cine tenía un aforo de 800 personas y en el área circundante podían instalarse los departamentos de una asamblea de distrito. Siempre habían tenido dificultades para conseguir un local apropiado para las asambleas de distrito, y este era precisamente el que se necesitaba.

Poco después del fallecimiento del dueño original, algunos funcionarios quisieron expropiar el cine, pero al final se llegó a un acuerdo con las autoridades para seguir usando el inmueble y parte de la propiedad circundante. En el transcurso de los años, se hicieron varias mejoras al edificio, hasta que finalmente llegó a ser aceptable para la adoración verdadera de nuestro Dios, Jehová.

Cuando se adquirió el cine, cabían todos los Testigos de Chipre. Pero en 1994 se tuvieron que hacer planes para celebrar en él tres asambleas de distrito a fin de que pudiesen asistir todos los Testigos y las personas interesadas.

Obedecen su conciencia cristiana

Durante 1978 y 1979, varios periódicos publicaron artículos sobre la postura neutral de los testigos de Jehová con relación al servicio militar. Puesto que la ley no dejaba lugar a la objeción de conciencia, sentenciaron a muchos de ellos a diferentes períodos de cárcel.

Desde 1980, por lo menos ciento treinta testigos de Jehová han sido encarcelados por causa de su neutralidad, y algunos han tenido que cumplir una segunda, tercera o cuarta condena. El caso de Georgios Anastasi Petrou, un joven de 28 años, es interesante. El 1 de julio de 1993 se le sentenció por cuarta vez a seis meses de prisión por ser objetor de conciencia. La suma de sus sentencias asciende a dos años y dos meses. Con relación a este Testigo, el periódico Cyprus Weekly del 9 de septiembre de 1993 publicó una protesta de Amnistía Internacional que decía: ‘Lamentablemente, nada puede impedir que las autoridades lo condenen a prisión por quinta, sexta o séptima vez. ¿No es tiempo ya de que las autoridades dejen de hostigarlo?’.

Todas las semanas diversos ancianos de congregación visitan a los hermanos que están en prisión por causa de su neutralidad y estudian con ellos La Atalaya y otras publicaciones bíblicas edificantes. Se agradece la cooperación de las autoridades carcelarias que lo hacen posible. Los hermanos que afrontan esta cuestión la ven como una prueba de su fe y como una oportunidad para dedicar más tiempo —el de su sentencia— al estudio personal de la Biblia. Son característicos los siguientes comentarios: ‘Estamos resueltos a seguir en la cárcel por el tiempo que Jehová lo permita’; ‘Nunca habíamos estudiado tanto’.

Los ministros del gobierno han recibido muchas cartas de protesta de organizaciones de derechos humanos en las que solicitan a las autoridades chipriotas que resuelvan el problema de la objeción de conciencia. Como consecuencia, recientemente varios artículos periodísticos instaron a las autoridades a armonizar sus leyes con las del resto de Europa. Un ejemplo es lo publicado en el diario Alithia el 24 de enero de 1994 respecto a los objetores de conciencia: ‘Debe zanjarse la cuestión prontamente, siguiendo las pautas de Europa y la ONU’.

El Parlamento Europeo ha pedido a los estados de la Comunidad Europea que reconozcan el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar. En 1993, un extenso artículo publicado en el Cyprus Law Tribune animó a las autoridades chipriotas a pensar en la solución que naciones como Suecia y los Países Bajos han dado a esta cuestión.

Una nueva sucursal

En 1981 se efectuaron algunos cambios administrativos en la sucursal de la Sociedad. Se pidió a Don Rendell, quien servía en el Betel de Grecia, que volviera a Chipre y asumiera las funciones de coordinador del Comité de Sucursal. Al año siguiente se integró a la familia de Betel de Chipre un matrimonio de grecochipriotas que habían estado sirviendo de precursores especiales en Inglaterra: Andreas Kontoyiorgis y su esposa, Maro. Puesto que las instalaciones de Limassol se habían quedado pequeñas, la familia de Betel se alegró cuando el Cuerpo Gobernante autorizó en 1985 la construcción de una nueva sucursal.

Los hermanos estaban ansiosos por emprender la edificación de las nuevas instalaciones, pero primero había que resolver algunos asuntos. ¿Dónde se construiría la nueva sucursal? Se optó por utilizar el terreno de la compañía Cyprus Corporation of Jehovah’s Witnesses de Limassol. En 1987 se presentaron los planos arquitectónicos a las autoridades municipales, y se solicitó el permiso de construcción. Pero en cuanto corrió la noticia de lo que planeaban construir los testigos de Jehová, los representantes de la Iglesia Ortodoxa Griega emprendieron una campaña para conseguir firmas de protesta. Como consecuencia, las autoridades denegaron el permiso de construcción, aduciendo motivos tales como “salvaguardar el orden y la seguridad públicos, que podrían verse alterados en caso de otorgarse el permiso” y “el propósito de dicha construcción”.

Como la denegación estaba motivada, a todas luces, por prejuicios religiosos, los hermanos llevaron el asunto a los tribunales. El veredicto favoreció a los testigos de Jehová. La sentencia indicó que las autoridades municipales “no tienen la potestad de denegar un permiso de construcción por razones de seguridad u orden público”. Dijo además: “Sin embargo, la segunda razón aducida, a saber, ‘el propósito de la construcción’, [...] revela el verdadero motivo por el que se deniega el permiso a los solicitantes”. Fue muy provechoso que se zanjara la cuestión judicialmente.

Pero aun antes de que el tribunal rindiera su veredicto, se percibió con claridad que no sería prudente construir la sucursal en una zona donde la oposición era tan enconada. Providencialmente, un hermano que tenía una propiedad en el pueblo de Nissou, a pocos kilómetros de Nicosia, la ofreció en venta a la Sociedad. Se trataba de un edificio de cuatro apartamentos en un terreno de 4.000 metros cuadrados. Detrás del edificio había una huerta de cítricos, y al frente, un patio bordeado de floridos arbustos y palmeras. El predio contiguo era el Salón del Reino. La propiedad era ideal para la sucursal. Había más espacio del que pudiera haberse obtenido en Limassol, no eran necesarios muchos cambios, la ubicación era céntrica y estaba en un vecindario tranquilo. Con la aprobación del Comité de Publicación del Cuerpo Gobernante, se compró la propiedad en 1988, y en junio del mismo año la familia de Betel se mudó a ella.

Veredictos que favorecen la obra

Además del caso relativo a la posible construcción de la sucursal, hubo otras ocasiones en que fue necesario actuar para “establecer legalmente las buenas nuevas” en Chipre. A veces ha sido necesario apelar al Tribunal Supremo de la isla. (Fili. 1:7.)

Una cuestión que debía aclararse era la siguiente: ¿Constituyen los testigos de Jehová lo que legalmente se denomina una “religión conocida”? De serlo, debía tratárseles como a las demás religiones. El artículo 18 de la Constitución de Chipre declara:

“1) Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.

”2) Todas las religiones cuyos ritos y doctrinas no sean secretos gozan de libertad.

”3) Todas las religiones son iguales ante la ley.”

Las autoridades definieron “religión conocida” como “toda religión que cualquier persona puede ‘conocer’, cuyos dogmas y principios no son secretos y cuyo culto se practica públicamente”. Los testigos de Jehová se ajustan muy bien a estos criterios.

Con todo, en el campo de la educación los testigos de Jehová eran objeto de discriminación. Aunque anotar la religión del estudiante en los documentos de evaluación periódica es una costumbre, las escuelas rehusaban poner “testigos de Jehová” como la religión de algunos estudiantes. Cuando se presentó el asunto a las autoridades, el Ministerio de Educación afirmó: ‘No tenemos conocimiento de ninguna religión llamada testigos de Jehová; entendemos que los testigos de Jehová forman un movimiento u organización’.

En un memorando dirigido al ministro de Educación, con fecha 16 de abril de 1991, el presidente del Consejo del Poder Judicial aclaró la cuestión a la luz de la Constitución de Chipre. Expresó que en su opinión los testigos de Jehová eran una “religión conocida”, y que por lo mismo debería aparecer como religión en los documentos de los estudiantes.

El criterio de este funcionario afectó favorablemente el curso de otros sucesos relacionados con los siervos de Jehová de Chipre. En un memorando de nueve páginas expedido por su oficina, declaró que a los ministros de los testigos de Jehová debía tratárseles de la misma forma que a los de las religiones mayores de Chipre. En momentos en que la presión de los opositores aumentaba, sus declaraciones reforzaron la decisión que las autoridades habían tomado en julio de 1990 con relación a los testigos de Jehová. Gracias a esa decisión, se eximió del servicio militar a los ancianos y siervos ministeriales de las congregaciones de los testigos de Jehová, pues se les reconoce como ministros religiosos.

También influyó el criterio del presidente del Consejo del Poder Judicial en la cuestión del pago de impuestos. El 17 de junio de 1992, el Ministerio de Comercio dio a conocer la decisión de eximir a los testigos de Jehová del pago de impuestos por la propiedad, y se les devolvió el monto de los pagos efectuados desde 1981.

Huelga mencionar que los testigos de Jehová de Chipre se sienten agradecidos a los funcionarios que ponen a un lado los prejuicios y tratan a todas las religiones con imparcialidad.

Continúa el recogimiento

Hace ya unos setenta años que la predicación moderna de las buenas nuevas llegó a Chipre. ¿Qué se ha logrado desde entonces?

De un extremo al otro de la isla, en las ciudades, las aldeas y las zonas rurales, la gente ha tenido la oportunidad de oír repetidas veces el mensaje del Reino. Aquí se encontró a algunos miembros en perspectiva del Reino celestial. En la actualidad se está recogiendo a una cantidad mucho mayor de personas que abrigan la esperanza de vivir eternamente como alabadores de Jehová en un paraíso terrenal. A comienzos de 1985 había en Chipre más de mil personas que alababan públicamente a Jehová.

Pero el recogimiento no terminó entonces. Para marzo de 1994 había en Chipre 1.544 Testigos activos, y a la Conmemoración asistieron 3.141 personas. Así que mucha gente sigue respondiendo al programa de hacer discípulos, deseosos de aprender todas las cosas que Jesús ordenó a sus seguidores. En la isla hay dieciséis congregaciones que sirven fervientemente a Jehová. Durante el pasado año de servicio se evidenció un creciente espíritu de precursor, particularmente entre los Testigos jóvenes. En marzo, 295 Testigos, el 19% de los publicadores, participaron en alguna forma del servicio de precursor.

También se ha mejorado la preparación de los hermanos para que asuman más responsabilidades, sobre todo la de servir de ancianos de congregación y organizar las asambleas de circuito y distrito.

Seguir cubriendo el territorio con regularidad exige perseverancia de los publicadores. En Chipre aún impera el temor al hombre, principalmente en las zonas rurales, donde hay comunidades muy unidas.

A veces, cuando el amor a la verdad bíblica penetra en el corazón de los jóvenes, son ellos quienes ayudan al resto de la familia a superar la barrera del temor. Ese fue el caso de una familia de seis miembros (el padre, la madre y cuatro niños) de una aldea pequeña. Una precursora comenzó a estudiar con la madre de la familia, quien asistió a una reunión de los Testigos después del tercer estudio. Sin embargo, cuando los familiares se opusieron dejó de estudiar. Ante eso, su pequeña de 9 años empezó a llorar desconsoladamente hasta que su mamá aceptó estudiar de nuevo. Poco después toda la familia comenzó a asistir a las reuniones. Esta señora se bautizó en 1994; ahora su esposo está estudiando, y también continúa con el estudio la pequeña que tanto lloró.

Al participar fielmente en el ministerio, los publicadores siguen encontrando a las personas humildes. Además, aprenden a cultivar los frutos del espíritu y dan prueba de que son apoyadores leales de la soberanía de Jehová.

Verdadera libertad para los chipriotas de corazón sincero

La historia de Chipre es una crónica del dominio extranjero sobre sus habitantes. Muchos chipriotas dieron sus vidas en aras de lo que creyeron que era la causa de la libertad. Sin embargo, los resultados no siempre fueron los previstos. En la presente generación, muchos chipriotas han perdido tierras que eran herencias ancestrales y no tienen visos de recuperarlas. Lo mismo ocurrió a algunos testigos de Jehová. No ha sido una situación fácil.

Pero la verdadera libertad no depende de dónde vivamos o de nuestras posesiones. Esta libertad es una consecuencia del conocimiento exacto de la verdad. Tal conocimiento exacto, procedente de la Biblia, libera a la gente de la superstición y del temor injustificado. Reemplaza la intolerancia religiosa con el amor a Dios y al prójimo. Indica el camino hacia la libertad de la esclavitud al pecado y la muerte a todos los que ejercen fe en la provisión amorosa de salvación que Jehová hace mediante Jesucristo. Estas son las buenas nuevas que los testigos de Jehová llevan a personas de toda clase.

Pero como ocurrió cuando Pablo y su compañero Bernabé predicaron en esta isla, los guías religiosos se oponen hoy a la predicación de estas buenas nuevas. En el transcurso de su historia contemporánea, los siervos de Jehová de Chipre se han enfrentado a la oposición que ha instigado principalmente la Iglesia Ortodoxa Griega. Con todo, han tenido presentes las palabras de Jeremías 1:19: “De seguro pelearán contra ti, pero no prevalecerán contra ti, porque: ‘Yo estoy contigo —es la expresión de Jehová— para librarte’”.

Confían en que Jehová seguirá librándolos de sus enemigos y que pronto los salvará al hacer que pasen a través de la gran tribulación y entren en Su nuevo mundo. Entonces se cumplirá, no solo en sentido espiritual, sino de manera literal, la declaración de Miqueas 4:4: “Realmente se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar”. Es cierto que en la actualidad algunos chipriotas quizá se sientan debajo de su vid y debajo de su higuera, pero no lo hacen sin temor. No obstante, en “la tierra habitada por venir” de la que habla la Biblia, se podrá disfrutar de tales condiciones sin temor al delito, la guerra o incluso las enfermedades y la muerte. ¡Esa será una verdadera libertad! Sí, Jehová promete: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. También dice: “Estas palabras son fieles y verdaderas”. (Heb. 2:5-9; Rev. 21:4, 5; Sal. 37:9-11.)

[Fotografías en la página 71]

Antonis Spetsiotis (derecha) y Andreas Christou fueron los primeros Testigos de Quilofagu

[Fotografía en la página 76]

Panagiotis Gavrielides

[Fotografía en la página 79]

Nikos y Galatia Matheakis, celosos Testigos conocidos por su generosidad y hospitalidad

[Fotografías en la página 80]

Algunos de los primeros misioneros en Chipre egresados de Galaad:

1. Don Rendell

2. Anthony Sideris

3. Emmanuel Paterakis

4. Antonios Karandinos

[Fotografía en la página 81]

Algunas hermanas que sirvieron de misioneras en Chipre (de izquierda a derecha): Jean Baker, Yvonne Warmoes (Spetsiotis), Nina Constanti (Psaltis)

[Fotografía en la página 86]

N. H. Knorr (segunda fila, a la derecha) con hermanos chipriotas y misioneros

[Fotografías en la página 87]

Una emocionante asamblea en los cines Royal y Pallas, en 1951

[Fotografía en la página 91]

Testigos preparados para salir al territorio, en 1955

[Fotografías en la página 100]

Asamblea internacional bajo un sotechado de bambú en Nicosia, 1973

[Fotografías en la página 107]

Salón de Asambleas de Limassol

[Fotografías en las páginas 108, 109]

Sucursal y familia de Betel de Chipre

[Fotografía en la página 115]

Comité de Sucursal de Chipre (de izquierda a derecha): Andreas Costa Efthymiou, Andreas Kontoyiorgis y James Petridis

[Fotografía/Ilustración en las páginas 72, 73]

Pese a la oposición de un hechicero, el apóstol Pablo predicó a Sergio Paulo en Pafos (A la izquierda: ruinas del palacio del procónsul)

[Mapa/Fotografías en la página 66]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

CHIPRE

Pafos

Nicosia

Limassol

Lárnaca

Quilofagu

Famagusta

Salamina