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Brasil

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En el año 1500, Pero Vaz de Caminha escribió una carta al rey de Portugal en la que decía lo siguiente acerca de Brasil, donde acababan de llegar los exploradores portugueses: “El mejor fruto que se puede obtener de esta tierra [...] es la salvación de sus habitantes [los indios]”. Estas palabras ponen de manifiesto uno de los principales factores que motivaron la expansión portuguesa en ultramar en los siglos XV y XVI: llevar las enseñanzas religiosas de la cristiandad a otras tierras.

Sin embargo, transcurrió mucho tiempo antes de que los habitantes de Brasil tuvieran a su disposición la Palabra de Dios, la Biblia, para descubrir por sí mismos lo que enseña. La Biblia completa se publicó en portugués en 1751 (parte en Europa y parte en el sur de la India). Pasaron otros ciento veinticinco años antes de que se imprimiera alguna porción de ella en portugués brasileño. Y no fue sino hasta bien entrado el siglo XX cuando se publicaron algunas porciones en los idiomas de las tribus indígenas del país.

En Brasil se habla el portugués, lo que significa que es uno de los pocos países de América del Sur cuyo idioma predominante no es el español. El país, que es muy variopinto, ocupa casi la mitad de América del Sur y colinda con todos los países sudamericanos, a excepción de Chile y Ecuador. Sus habitantes son muy joviales, amigables y se interesan en asuntos espirituales. La mayoría (el 85% de sus 161 millones de habitantes) profesa el catolicismo, un alto porcentaje de la cual practica el espiritismo. En años recientes, también se ha incrementado considerablemente la cantidad de adherentes a las religiones evangélicas.

Comienza la verdadera educación bíblica

La voluntad de Dios es que ‘personas de toda clase se salven y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad’. (1 Tim. 2:3, 4.) Dicho conocimiento comenzó a difundirse en Brasil a finales del siglo XIX. En 1899, Sarah Bellona Ferguson, de São Paulo, recibió por primera vez algunas de las publicaciones de la Sociedad Watch Tower por correo procedentes de Estados Unidos. A medida que aprendía las valiosas verdades bíblicas, hacía cuanto podía por compartirlas con otras personas. Se bautizó cuando se le presentó la oportunidad unos veinticinco años más tarde.

Entretanto, ocho marineros jóvenes de Brasil que estaban de permiso en la ciudad de Nueva York, donde su barco atracó, fueron a las reuniones de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová). Allí obtuvieron una Biblia en portugués y también ayuda para entenderla. Cuando regresaron a Brasil, en marzo de 1920, después de haber pasado varios meses con los Estudiantes de la Biblia en Nueva York, siguieron reuniéndose y hablando con otras personas acerca de lo que habían aprendido. Al principio estudiaban las publicaciones Watch Tower en español, pues no había nada disponible en portugués. No obstante, unos años después se envió a George Young a Brasil, y se tomaron medidas para traducir las publicaciones al portugués y editarlas. En 1923 se abrió una sucursal de la Sociedad Watch Tower Bible and Tract en Río de Janeiro para fomentar la educación bíblica en este amplio territorio.

Llega más ayuda

Pese a este buen comienzo, el progreso fue lento. De modo que, a instancias de J. F. Rutherford, entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, Alston Yuille se trasladó a Brasil en 1936 para ayudar a los Testigos a aprovechar más plenamente las provisiones espirituales que Jehová suministraba mediante su organización visible. Lo acompañó su esposa, Maude, y Antonio Pires de Andrade, un colaborador que, al menos al principio, le sirvió también de intérprete. Tres años después se envió desde Europa a Otto Estelmann y Erich Kattner, para que sirvieran de precursores y visitaran a las personas con el fin de mostrarles cómo podía beneficiarles la verdad bíblica. En 1945 llegaron dos misioneros de la primera clase de la Escuela de Galaad: Charles D. Leathco y Harry Black.

Jehová bendijo la labor de estos y muchos otros proclamadores celosos del Reino, y para 1948 había en Brasil 1.000 testigos de Jehová que llevaban al prójimo las valiosas verdades de la Palabra de Dios. La cantidad aumentó rápidamente: de 10.000 en 1957 a 50.000 en 1968. Entretanto, fue necesario ampliar el Hogar Betel y la fábrica, y en 1968 se transfirió la sucursal de Río de Janeiro a unas instalaciones más espaciosas en São Paulo. (Si desea más información sobre la obra en Brasil de 1920 a 1972, véase el Anuario de los testigos de Jehová para 1973, páginas 33 a 88.)

Se hace disponible la Palabra de Dios

Hace unos cincuenta años, el católico típico de Brasil, siempre iba a misa, rezaba a María y obedecía al sacerdote, pero jamás leía la Biblia. ¿Por qué? Por un lado, los curas prohibían a los feligreses poseer una Biblia que no llevara el imprimátur de la Iglesia Católica. Al mismo tiempo, los precios de las Biblias aprobadas por la Iglesia eran prohibitivos, estaban fuera del alcance del feligrés medio. No sorprende que en aquel tiempo los Testigos se encontraran con tantos católicos que jamás habían visto una Biblia.

“Solía leerles el padrenuestro —recuerda Fern, que lleva mucho tiempo sirviendo de misionera—. Los católicos se sabían esa oración de memoria y les sorprendía verla en la Biblia.” En muchos casos, la sorpresa despertaba el interés y terminaban preguntando: “¿Podría conseguirme una Biblia?”. Los Testigos obtenían gustosamente una versión de la Sociedad Bíblica Brasileña a un precio asequible.

Los diez misioneros que había por entonces en São Paulo visitaban con frecuencia la tienda de la Sociedad Bíblica de aquella ciudad. Pero a las dependientas protestantes del local no les hacía ninguna gracia que los misioneros Testigos se llevaran todas las existencias de la Tradução Brasileira, una versión de la Biblia que usa el nombre divino. Cierto día una de ellas dijo a los misioneros que no podían darles más Biblias. Poco después dejó de editarse la Tradução Brasileira. No sorprende que muchos Testigos anhelaran tener una nueva versión. En 1963 se presentó la edición portuguesa de la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en las asambleas internacionales de Estados Unidos, a las que asistieron 57 representantes de Brasil. Cuatro años más tarde, acabó la época de distribución de la Biblia en cantidades pequeñas cuando se publicó en portugués la Traducción del Nuevo Mundo completa.

Durante las pasadas tres décadas se han publicado millones de ejemplares de la Traducción del Nuevo Mundo en las imprentas de la Sociedad, y se han distribuido por todo el país. Dicha traducción ha captado la atención del público. En 1987, la revista Veja, el principal semanario de Brasil, dijo que la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (con referencias) era “la versión más completa de las Escrituras” del país. Los testigos de Jehová de Brasil (ahora más de cuatrocientos treinta mil) concuerdan con este comentario y les emociona el hecho de que, como consecuencia de su campaña de distribución de Biblias, muchos brasileños de las ciudades, pueblos y aldeas están agradecidos de poder leer por fin su ejemplar personal de la Palabra de Dios.

Instrucción personal de la verdad bíblica

Una cosa es leer la Biblia y otra entender lo que uno lee y saber aplicarlo. Para esto, se necesita un programa de instrucción bíblica personal. En 1968, un año después de publicarse la Traducción del Nuevo Mundo completa en portugués, los 50.000 Testigos de Brasil recibieron el libro La verdad que lleva a vida eterna, una publicación que les ayudaría a estudiar la Biblia.

Después de leer el libro, una experta precursora exclamó: “¡Este libro va a ayudar a millones de personas a aceptar la verdad!”. Y tenía razón. Aquel año, la distribución de libros aumentó a más del triple. La cantidad de estudios bíblicos creció espectacularmente. Rute, del sur de Brasil, habla en representación de los muchos que lo estudiaron. Dice: “Cuando estudié el libro La verdad, me sentí agradecida y furiosa al mismo tiempo. Agradecida, por aprender la verdad sobre la condición de los muertos y la esperanza del Paraíso; airada, porque la Iglesia Católica me había engañado toda la vida”.

Posteriormente, en 1983, los Testigos recibieron un nuevo manual para la enseñanza de la Biblia: la edición en portugués del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Ese libro ha llegado al corazón de muchas más personas de toda profesión y condición social. A principios de 1996, más de quinientas mil personas se beneficiaban de la instrucción bíblica, la mayoría gracias a este eficaz instrumento docente.

Mientras que el texto del libro Vivir para siempre llegaba al sector alfabetizado de Brasil, los dibujos del folleto ¡Disfrute para siempre de la vida en la Tierra! enseñaban las verdades bíblicas a gran parte de los 28.000.000 de habitantes analfabetos del país. En los pasados trece años se han impreso más de seis millones de ejemplares de este folleto en portugués. ¿Entienden las enseñanzas bíblicas las personas analfabetas? Desde luego que sí. Tenemos el caso de una señora mayor llamada Maria. Con la ayuda del folleto aprendió que el nombre de Dios es Jehová, no Señor, tal como ella se llama Maria, no señora. Aunque jamás había oído el nombre de Dios, aceptó agradecida esta nueva verdad en su primer estudio bíblico. Cuando la Testigo que la instruía se marchaba, Maria dijo: “Que Jehová esté con ustedes”. El deseo sincero de Maria se ha cumplido. Con la bendición de Jehová, la educación bíblica en Brasil sigue progresando.

Se amplían las instalaciones para imprimir de nuevo

En 1971, tres años después de que la sucursal se trasladó a São Paulo, la cantidad de Testigos activos en Brasil sobrepasó los setenta mil, distribuidos en 1.202 congregaciones; dedicaron más de once millones de horas al ministerio público y dirigieron, como promedio, 58.902 estudios bíblicos. A fin de suministrar la dirección y el equipo necesarios para este programa de educación, era obvio que las instalaciones de la sucursal tuvieran que ampliarse de nuevo. Los hermanos dieron atención a esta necesidad pidiendo la dirección de Jehová.

La edición portuguesa de La Atalaya se imprimió por muchos años en una vieja prensa plana. En 1957, la labor de imprimir se transfirió a Nueva York debido a la creciente demanda, a problemas con la prensa (fabricada en 1918) y a la escasez de papel. Pero una vez resueltos los problemas de la prensa y el papel, los hermanos volvieron a imprimir en Brasil.

A fin de tener suficiente espacio para la imprenta, se comenzó a construir un anexo a la sucursal. Al mismo tiempo, se llevaron a cabo los preparativos para importar una prensa rotativa de alta velocidad. Debido al carácter educativo de nuestras revistas, se intentó conseguir una exención de los impuestos de importación de la prensa. Pero algunas organizaciones religiosas a las que se había otorgado exención de impuestos en la compra de algunos artículos, los habían vendido posteriormente y habían ganado bastante dinero. Como es de suponer, algunas autoridades no querían conceder más exenciones a las organizaciones religiosas. No obstante, llegó la ayuda de una fuente inesperada: un funcionario de gobierno agnóstico. Se interesó en nuestra petición y nos indicó cómo proceder. En noviembre de 1972, después de solo cuatro meses, se otorgó la exención de impuestos deseada. Augusto Machado, que trabajaba en la sucursal de la Sociedad, recuerda: “Comenzamos de cero, sin saber prácticamente nada; pero confiando en Jehová e investigando bien los asuntos, conseguimos lo que necesitábamos. No hay duda de que Jehová dirige a sus siervos”.

Había mucho que aprender

La perspectiva de imprimir en una prensa rotativa presentaba nuevos desafíos. En diciembre de 1972, la prensa llegó desmontada en 47 cajones de embalaje, algunos de los cuales pesaban hasta seis toneladas. Se envió a Milan Miller, de la sede mundial, para supervisar el montaje. Coordinó la instalación de la prensa con un grupo de nueve hermanos a quienes posteriormente les enseñó a manejarla. Al colaborar en la instalación de la prensa pudieron entender mejor cómo darle mantenimiento. Casi todos eran hermanos jóvenes que, hasta entonces, habían tenido poca o ninguna experiencia en el oficio de la impresión. Karl Rietz, que participó en la instalación, era el superintendente de la fábrica, y ha seguido en el mismo cargo hasta la actualidad.

El papel importado para imprimir las revistas llegó más o menos al mismo tiempo. “El primer envío fue de 150 toneladas”, recuerda Euclides Justino, que fue de Betel al puerto a buscarlo. “Nos encargamos de que hubiera camiones para transportar el papel del puerto de Santos al Betel de São Paulo. Lo que no sabíamos era que, puesto que la carretilla elevadora del puerto solo levantaba las bobinas de papel y las ponía encima de los camiones, necesitábamos hombres fuertes que las colocaran en orden. De modo que el hermano Machado y yo nos subimos a uno de los camiones y comenzamos a inclinar un poco las bobinas (de 400 kilogramos cada una) para empujarlas y colocarlas en su lugar. Los estibadores se rieron con ganas al ver a dos hombres encorbatados luchando con las bobinas. Afortunadamente, era casi hora de almorzar, así que lo dejamos enseguida. Durante el almuerzo contratamos a unos hombres para que terminaran el trabajo.” Con el tiempo, los hermanos fueron adquiriendo conocimientos básicos del trabajo implicado en imprimir con una rotativa.

En 1973 llegó una segunda prensa rotativa, con una capacidad de impresión aproximadamente igual a la de la primera: 12.500 revistas por hora. Desde entonces se han instalado más prensas, que imprimen a cuatro colores. Así que, a lo largo de los años, hemos logrado satisfacer la demanda de publicaciones bíblicas.

Dedicación del nuevo anexo de Betel

Unos cuatro meses antes de que llegara la segunda prensa, se programó la dedicación del nuevo anexo de Betel. Algunos dudaban de que la construcción concluyera a tiempo. Pero la respuesta de Fred Wilson, el superintendente de la sucursal, fue: “No conocen a nuestros hermanos”. Trabajaron con ganas y entusiasmo, quedándose hasta tarde por la noche, incluso sábados y domingos. El 17 de marzo de 1973, el día de la dedicación, todavía estaban dando los retoques finales. Al mediodía, todo estaba listo. El último cargamento de basura salía por la puerta trasera al mismo tiempo que comenzaban a llegar los visitantes al vestíbulo.

Nathan H. Knorr, en aquel entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, y Max Larson, el superintendente de la fábrica de Brooklyn, estuvieron presentes para la ocasión. El hermano Knorr presentó el discurso de dedicación. Al día siguiente, hubo un programa especial de tres horas al que asistieron más de veintiocho mil personas que abarrotaron el Polideportivo Ibirapuera. En aquella ocasión, después de hablar de la importancia de examinar el texto diario, el hermano Knorr presentó el Anuario para 1973, publicado por primera vez en portugués. (Anteriormente, las fuentes que se utilizaban para analizar el texto diario, se publicaban en la edición portuguesa de La Atalaya.) Leer y comentar diariamente una parte de la Palabra de Dios es importante en la vida de los siervos de Jehová, en armonía con lo que Jesucristo mismo dijo: “No de pan solamente debe vivir el hombre, sino de toda expresión que sale de la boca de Jehová”. (Mat. 4:4.)

La asamblea internacional “Victoria Divina”

El año 1973 concluyó con la mayor asamblea que ha celebrado el pueblo de Jehová en Brasil, en el Estadio Pacaembú de São Paulo, los días 26 a 30 de diciembre. Sobre el estadio flotaba un globo enorme que anunciaba el tema “Victoria Divina”. El programa fortaleció la convicción de los asistentes de que la victoria divina que logrará el Reino de Dios resultará en las mayores bendiciones para la humanidad. Durante la misma asamblea, vieron prueba de que la educación basada en el entendimiento de la voluntad de Dios expresada en la Biblia había transformado la vida de decenas de miles de personas en Brasil. Veintiocho años antes, el hermano Knorr había hablado a un auditorio de 765 personas en un polideportivo cercano. En aquella ocasión, al mirar al colosal estadio, se preguntaba si los testigos de Jehová de Brasil lo llenarían algún día. La idea se hizo realidad en 1973, cuando el hermano Knorr habló a un auditorio de 94.586 personas que abarrotaba aquel mismo estadio. El día anterior se habían bautizado 3.187 nuevos ministros. Aquella asamblea de cinco días fue en sí una prueba de la victoria divina.

Los asambleístas procedían de todas partes del país. Llegaron tres autobuses y cuatro automóviles de hermanos de Manaus, la capital del estado de Amazonas, a unos 4.000 kilómetros [a unas 2.500 millas] de distancia. Era el primer grupo que cruzaba la precaria autopista Transamazónica. Otro grupo viajó más de 3.000 kilómetros [más de 1.800 millas] desde Belem, en la costa septentrional, y un tren especial y más de ciento ochenta autobuses transportaron a los gozosos asambleístas de Río de Janeiro. Se dio tanta publicidad a la asamblea que el gobernador del estado de São Paulo y el alcalde de la ciudad visitaron el lugar de asamblea.

Obtener habitaciones para estos miles de asambleístas supuso todo un reto, puesto que muchos no podían costear la estancia en hotel. El Departamento de Alojamiento recibió 21.000 solicitudes de hospedaje. En armonía con el consejo bíblico de ‘seguir la senda de la hospitalidad’, los Testigos y otras personas ofrecieron habitaciones en sus hogares. (Rom. 12:13.) Se alojó a más de seis mil asambleístas en Salones del Reino. Los hermanos de la Amazonia se hospedaron en una fábrica cedida por el esposo de una hermana. Durmieron en colchones que los Testigos y las personas interesadas les prestaron.

Dos meses después se repitió el mismo programa de asamblea en Salvador (Bahia), con una asistencia de 32.348 personas.

“Deben resultar santos”

Aunque los testigos de Jehová nunca habían visto bien el uso de tabaco, no comprendieron la gravedad de este asunto hasta 1973. De modo que algunos Testigos seguían fumando aunque estaban bautizados. No obstante, a su debido tiempo, Jehová ayudó a sus siervos a comprender los principios bíblicos que debían influir en su actitud con respecto a este hábito. (2 Cor. 7:1; Gál. 5:19-21, nota.) La Atalaya del 1 de diciembre de 1973 (en portugués), señaló que, en lo sucesivo, todos los que deseaban bautizarse tendrían que haber dejado el tabaco. A los que ya estaban bautizados y todavía fumaban, se les concedía un plazo de seis meses para dejar el hábito si querían seguir formando parte de la congregación.

Con la motivación apropiada, la mayoría logró librarse de ese inmundo hábito. Un hermano que todavía fumaba en aquel tiempo, aunque se había bautizado en 1964, razonó que si otros dejaban de fumar por razones de salud, cuánto más debería dejarlo él para seguir sirviendo a Jehová. Es cierto que algunos fueron expulsados, pero buena parte de estos cambiaron de parecer, dejaron de fumar y fueron restablecidos. De este modo, el pueblo de Jehová siguió ajustándose a la alta norma de santidad de Dios. (Lev. 19:2; 1 Ped. 1:16.)

¿Se está acabando el tiempo?

Con el fin de ayudar a la gente a ver la urgente necesidad de ponerse del lado de Jehová en la cuestión de la soberanía, durante los años setenta se llevó a cabo una distribución intensiva de los tratados Noticias del Reino. El título de Noticias del Reino número 16 fue ¿Se le está acabando el tiempo a la humanidad? Amaro Santos, que ha servido en Betel durante los pasados veinticinco años, relata: “La Sociedad envió a cada congregación el equivalente a 100 tratados por publicador, para que se distribuyeran gratuitamente en solo diez días, del 22 al 31 de marzo de 1974. El tratado se editó con un formato atrayente que captó la atención incluso de los que normalmente son indiferentes al mensaje del Reino. Más de siete mil nuevos publicadores se unieron a los demás Testigos en la distribución de 8.000.000 de tratados”.

Algunas de las personas que recibieron el tratado actuaron enseguida en conformidad con lo que aprendieron. Este fue el caso de un estudiante universitario de 22 años de São Paulo. Impresionado por la urgencia de la situación, convino en estudiar la Biblia con la ayuda del libro La verdad que lleva a vida eterna. No tardó en hablar con sus compañeros de clase acerca de lo que estaba aprendiendo, y tres meses después participó en la distribución especial de otro tratado.

Se hizo todo lo posible por llegar a los habitantes de zonas aisladas. Los publicadores jóvenes colaboraron gustosamente. Belarmino Colla, que en aquel entonces tenía 15 años, describió lo que él y otro joven hicieron en el estado de Rio Grande do Sul: “Salimos de casa a las seis de la mañana y, como las casas estaban muy dispersas, no hablamos con nadie hasta las diez. En ocasiones tuvimos que ir andando porque resultaba imposible ir a caballo por esos caminos. Trabajamos hasta las ocho y media de la noche y descansamos en casa de una persona interesada. Comenzamos de nuevo a las siete de la mañana y trabajamos hasta las tres de la tarde, después de lo cual nos dirigimos a casa, a la que llegamos a medianoche. En dos días caminamos 90 kilómetros y distribuimos únicamente 30 tratados”. Estos proclamadores del Reino eran conscientes de que el mensaje que llevaban brindaba a la gente la oportunidad de obtener vida eterna y de que millones de personas en Brasil necesitaban aprovecharla. Sintieron la urgencia que transmitía el título de aquel tratado, el número 16.

‘Imposible escaparse de los Testigos’

En 1974, Edivaldo Gil da Silva y su esposa, Marli, que en aquel tiempo eran precursores especiales, comenzaron a dirigir un estudio bíblico dos veces al mes con una señora que vivía en una hacienda apartada cerca de Ribeirão Prêto, en el estado de São Paulo. Para llegar hasta allí, pedían transporte al camión de la leche a las cuatro de la mañana y después caminaban 10 kilómetros [6 millas]. El estudio progresó sin contratiempos por unos meses, pero después el esposo comenzó a oponerse y hasta decidió mudarse con toda la familia sin mencionar a nadie la nueva dirección.

Ocho años más tarde, un matrimonio se acercó a Edivaldo y Marli en una asamblea de distrito y les preguntó: “¿Se acuerdan de nosotros? Somos aquel matrimonio al que visitaban en la hacienda”. El esposo explicó que se había mudado para escaparse de los testigos de Jehová. No obstante, cuando llegaron a su nueva casa, y aun antes de que hubieran descargado los muebles del camión, aparecieron dos Testigos y hablaron con ellos acerca del propósito de Dios para la humanidad. Sus palabras hicieron pensar a este señor, quien aceptó un estudio bíblico y progresó bastante bien; unos meses después él y su esposa se bautizaron.

Una visita fortalecedora en sentido espiritual

En septiembre de 1974 los hermanos de São Paulo disfrutaron de un acontecimiento especial. ¿De qué se trataba? De la visita de Frederick W. Franz, en aquel entonces el vicepresidente de la Sociedad Watch Tower. Aquella no era su primera visita a Brasil; el hermano Knorr y él habían participado en el programa de una asamblea celebrada en São Paulo en 1945. Esta vez le acompañaba Karl Klein, que poco tiempo después comenzó a servir con él en el Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová. Iban a pasar tres días de vacaciones en São Paulo, aunque también fue un placer para ellos impartir “algún don espiritual” a sus hermanos cristianos. (Rom. 1:11, 12.) ¿Qué podría ser más placentero que hablar de temas espirituales? Enseguida se hicieron los preparativos para una reunión especial en un cine, a la que asistieron 2.000 personas.

Massasue Kikuta, que ha formado parte del personal de la sucursal desde 1967, recuerda: “El hermano Franz nos sorprendió a todos al presentar su discurso en buen portugués. A pesar de sus 80 años de edad, citó y explicó todo el Salmo 91, versículo por versículo, durante más de dos horas, sin usar la Biblia ni notas (su vista ya le estaba fallando)”. Después nos enteramos de que hizo lo mismo en español para los hermanos de Paraguay.

Once huérfanos aprenden la verdad

Más o menos para aquel tiempo, una familia del estado de Goiás necesitaba urgentemente ayuda para entender la razón del sufrimiento humano y el verdadero propósito de la vida. El padre, deprimido por los graves problemas económicos, se había suicidado, y unos meses más tarde, la madre había muerto de un ataque al corazón. Los once hijos sobrevivientes de la familia Vinhal quedaron huérfanos. Cuando la calamidad azotó a esta familia en 1974, la hija mayor tenía 17 años y el hijo menor, cuarenta días. Con determinación y arduo trabajo, cinco de ellos lograron permanecer juntos, pero hubo que enviar a los seis más pequeños a vivir con algunos parientes. Varias personas trataron de consolarlos diciendo que aquella tragedia había sido la voluntad de Dios. Por supuesto, dichos comentarios solo lograban que se sintieran más angustiados.

La mayor, Maria Lucia, tenía serias dudas acerca de Dios y de la Iglesia Católica. Cierto día, oyó a una Testigo ofrecer un estudio bíblico gratuito a una de sus compañeras de trabajo, y se despertó su curiosidad. Al notarlo, una compañera de trabajo le regaló el libro La verdad que lleva a vida eterna. Cuando Maria Lucia volvió a ver a la Testigo unos días más tarde, le pidió el curso bíblico gratuito que le había ofrecido a la compañera de trabajo. La promesa que hizo Jesús de la resurrección, recogida en Juan 5:28, 29, la llenó de esperanza. Aprender lo que dice la Biblia acerca de la razón por la que Dios permite el mal, la ayudó a comprender que Él no se había olvidado de ellos. Con el tiempo, todos, excepto el más pequeño, volvieron a vivir juntos y se animaron unos a otros espiritualmente. Los once estudiaron la Biblia y se bautizaron. Aprendieron los principios bíblicos que deben regir la conducta cristiana. En sentido espiritual, ya no eran huérfanos; llegaron a tener el céntuplo de “hermanos, y hermanas, y madres”. (Mar. 10:29, 30.) Actualmente, una de las hermanas es precursora especial, otra es misionera en Paraguay y Paulo sirve con su esposa en el Betel de Brasil.

Cien mil publicadores

Con el paso de los años, la cantidad de publicadores del Reino aumentó constantemente. Durante el año de servicio de 1959 hubo un 23% de aumento con respecto al año anterior. Durante la década siguiente, el incremento no fue tan alto: osciló entre el 9% y el 14%. Posteriormente, en 1975, la cantidad de bautizados aumentó a 16.789 y por primera vez la cifra de publicadores sobrepasó los cien mil, con un 17% de aumento sobre el año anterior. Por primera vez, también, la cantidad de precursores en el campo pasó de mil, pues se estaba poniendo cada vez más énfasis en predicar territorios aislados o poco trabajados. Aunque el índice de aumento fue menor en la siguiente década, la predicación siguió progresando. Y aún habría más aumentos.

En aquel tiempo, Brasil tenía más de cien millones de habitantes, alrededor del 20% de los cuales no recibían regularmente el mensaje de las buenas nuevas. Gran parte de estas personas vivía en poblaciones pequeñas ubicadas lejos de las grandes ciudades. Con el fin de comunicarse con esta gente y organizar reuniones donde hubiera suficiente interés, el Cuerpo Gobernante aprobó el nombramiento de precursores especiales temporeros, aparte de los 1.000 precursores especiales que ya había. Al principio, se asignó a algunos por tres meses; después se extendió el plazo. Los primeros precursores especiales temporeros fueron asignados en noviembre de 1985, cuando se envió a 128 de ellos a 113 poblaciones distintas. Los resultados fueron alentadores.

Cuando los precursores volvieron a visitar a una señora de un pueblo de Goiás que había pedido un ejemplar de la Traducción del Nuevo Mundo, la encontraron llorando. ¿Por qué? Se le había dicho que no debía leer esa Biblia porque le daba a Dios un nombre distinto: Jehová. Pero cuando le ayudaron a ella y a sus amigas a efectuar una investigación, se enteraron de que el nombre Jehová también aparecía en ciertos lugares de su propia Biblia, por lo que se enfureció con el pastor de su iglesia. El resultado fue que se comenzaron 45 estudios bíblicos.

En el estado de Piauí había un hombre sediento de la verdad. Antes de que los precursores lo encontraran, había leído secciones de un ejemplar prestado del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Le entusiasmó tanto lo que leyó que decidió copiar el libro a mano. Cuando los precursores hablaron con él, ya había copiado veintiún capítulos. ¡Qué alegre se sintió de recibir su propio ejemplar y usarlo para estudiar la Biblia!

Dos precursoras que servían en el estado de Sergipe se enfrentaron a la oposición de un diácono que suplía al sacerdote. ¿Cuál fue el resultado? El diácono anunció por los altavoces que Jehová no es el nombre de Dios, y que este nombre fue inventado por una secta americana. Lo único que se logró fue despertar el interés de muchos feligreses, y en poco tiempo los precursores dirigían 67 estudios bíblicos.

En Rio Grande do Norte, los precursores comenzaron un estudio con una señora que disfrutó tanto del mismo, que invitó a sus vecinas a estar presentes para la siguiente ocasión, y pidió prestados cinco bancos de la escuela. Asistieron treinta personas, pero, como quería entrar más gente, el estudio siguió celebrándose en el patio de la escuela.

En un pequeño pueblo de Mato-Grosso do Sul, un médico y su esposa estudiaron la Biblia y, con el tiempo, comenzaron a predicar. Ver al médico ir de casa en casa hablando de la Biblia causó bastante conmoción en aquel pueblo. Cuando los precursores que habían estudiado con este matrimonio tuvieron que marcharse, el médico y su esposa fueron los únicos Testigos activos que quedaron allí. Sirvieron de precursores auxiliares y después de regulares. Al principio celebraban las reuniones ellos solos, pero con el tiempo se formó una congregación de diez publicadores. Este matrimonio sirve actualmente en el Betel de Brasil.

Los primeros Salones de Asambleas

Como la cantidad de testigos de Jehová iba en aumento, resultaba cada vez más difícil encontrar lugares adecuados para celebrar las asambleas. El primer lugar donde se intentó contar con un Salón de Asambleas propio fue en Salvador (Bahia), que goza de un clima templado y tropical todo el año. En 1975 se construyó en la ladera de una montaña un anfiteatro parcialmente cubierto con suficientes filas de bancos de cemento para acomodar a 4.000 personas. Se le llamó el Parque de Asambleas. Posteriormente, aquel mismo año, se comenzó a construir un Salón de Asambleas en una hermosa zona arbolada de Ribeirão Pires (São Paulo), a unos 40 kilómetros [25 millas] de la ciudad de São Paulo. Unos años más tarde, se construyó otro salón al lado del primero y conectado con él por televisión de circuito cerrado. Entre los dos tienen 3.300 asientos. En 1979 se comenzó a construir un segundo Salón de Asambleas en Duque de Caxias, cerca de Río de Janeiro.

Los que trabajaron en la construcción de estos Salones de Asambleas manifestaron mucho entusiasmo. Este buen espíritu compensó la falta de experiencia y la carencia de maquinaria y equipo adecuados. Por ejemplo, en Ribeirão Pires fue necesario cavar a una profundidad de siete metros [23 pies] para llegar a suelo firme donde colocar los cimientos. Aunque se utilizó una excavadora, solo se llegó a la mitad de la profundidad requerida. El resto tuvo que hacerse con pico y pala. Se excavaron más de veinte de tales hoyos.

¿Qué se hizo para mezclar y poner el hormigón? En el proyecto de Ribeirão Pires no había instalación de hormigón ni camiones para mezclarlo. Natal Batulevicins, miembro de la familia Betel, recuerda: “Se preparaba el hormigón en dos viejas mezcladoras que funcionaban manualmente, después de lo cual se llevaba en carretillas al lugar donde se estaba pavimentando. Había grupos de entre veinte y treinta voluntarios empujando las carretillas. En los sitios altos o difíciles de alcanzar, otra persona ayudaba tirando de la carretilla con unos ganchos. A la hora de pavimentar los suelos, todos los voluntarios, incluidos los que trabajaban en las oficinas, participaban en el trabajo, que a veces tomaba veinticuatro horas seguidas”.

Nueva administración

En 1976 tuvo lugar un cambio importante en la organización de las sucursales de los testigos de Jehová de todo el mundo. El 1 de febrero de aquel año, entró en vigor el sistema de Comités de Sucursal. Ya no supervisaría la obra en cada país un superintendente, sino un comité de hermanos espiritualmente maduros. Estos hombres son ancianos en sentido espiritual, pastores del rebaño de Dios.

En Brasil, el comité estuvo compuesto en un principio por siete hermanos: Massasue Kikuta, John Kushnir, Augusto Machado, Karl Rietz, Amaro Santos, Heinrich Selbert y Fred Wilson. El hermano Selbert se marchó de Brasil unos años después debido a responsabilidades de familia y el hermano Kushnir falleció en 1988. Los demás aún sirven en el comité; el nombramiento de Östen Gustavsson en 1995 elevó a seis el número de integrantes del comité. A finales de 1976 algunos miembros del comité de la sucursal de Brasil, junto con representantes de otras sucursales de todo el mundo, asistieron a una serie de reuniones celebradas en Nueva York por el Cuerpo Gobernante. Estas reuniones ayudaron a los miembros de los comités a familiarizarse más con sus deberes, con los miembros del Cuerpo Gobernante y con la sede mundial.

Se obtiene más provecho de las asambleas

En 1976 también comenzó a darse atención a la necesidad de mejorar el sistema de sonido en las asambleas. Anteriormente se habían utilizado amplificadores, altavoces y bocinas diseñadas para lugares pequeños. En ocasiones se habían usado al mismo tiempo diversos tipos, algunos de ellos bastante viejos, lo cual resultaba en un sonido deficiente e interrupciones frecuentes durante el programa.

Para mejorar la situación se requirieron varios años de trabajo y la renovación de gran parte del equipo. Ahora, en la mayor parte de las asambleas todos los presentes pueden oír claramente y disfrutar del programa espiritual. Esto es importante puesto que en 1995 se celebraron 158 asambleas de distrito en 82 ciudades distintas en las que los 724.849 asistentes dedicaron mucho tiempo, energías y recursos para estar presentes. Merecían el mejor sonido a fin de que obtuvieran el máximo provecho del programa. Un superintendente de circuito de Rio Grande do Norte quedó muy satisfecho con los resultados, y escribió lo siguiente en 1994: “Me complace informar que en nuestra asamblea el sonido fue excelente y en consecuencia los hermanos estuvieron muy atentos y tomaron muchas notas”.

Pero, ¿qué puede decirse de la calidad del sonido en los Salones del Reino del país? En 1993 se llevaron a cabo más de cien programas especiales por todo el país a fin de dar recomendaciones prácticas para mejorar la calidad del sonido en las reuniones de congregación. Más de nueve mil hermanos asistieron a estas conferencias y un instructor dijo: “En Floriano (Piauí) el programa se llevó a cabo durante un período de intensa sequía, por lo que muchos hermanos estaban pasando apuros económicos. No obstante, todos los invitados asistieron. Algunos habían viajado más de doce horas para estar presentes”.

Coartan la libertad en Cachoeiras de Macacu

A veces han surgido obstáculos debido a que los funcionarios están mal informados. El domingo 13 de junio de 1976, la policía clausuró el Salón del Reino de Cachoeiras de Macacu, en el estado de Río de Janeiro, por orden de un juez de aquella localidad. También se prohibió la predicación del Reino en aquel municipio. ¿Cuál fue la razón?

Dos días antes, un joven de 17 años se había herido accidentalmente con una escopeta. Lo llevaron al hospital con hemorragias internas y anemia aguda. Su padre suplicó al médico que hiciera cuanto pudiera por salvar a su hijo, pero sin recurrir a las transfusiones de sangre. Desgraciadamente, el joven murió durante la operación aun cuando se le transfundió sangre contra la voluntad expresa del padre. Se llevó a cabo una investigación judicial para determinar quién era el responsable. Los reportajes tergiversaron los hechos, lo cual influyó en el fallo, y resultó en que se emitiera la orden de cerrar el Salón del Reino. Pero con la ayuda de cuatro abogados, Ladislau Lehký, el superintendente de la congregación, solicitó un interdicto, petición finalmente escuchada el 26 de octubre. El hermano Orlando do N. Paula, uno de los abogados, aprovechó la oportunidad para hacer una breve exposición del caso. Los jueces otorgaron unánimemente el interdicto, con lo que se canceló la orden inicial y se abrió de nuevo el Salón del Reino y fue posible continuar predicando el Reino. Se había reafirmado la libertad de cultos.

En las asambleas de distrito “Alabadores Gozosos” del año siguiente se presentó un discurso que recalcó una vez más que Jehová exige que la sangre se considere sagrada. (Lev. 17:10, 11; Hech. 15:28, 29.) En aquella ocasión se presentó el folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre, y durante abril y mayo de 1978, se emprendió una campaña para distribuirlo entre jueces, abogados, médicos, enfermeras y administradores de hospitales con el fin de ayudarlos a entender y respetar la postura de los testigos de Jehová. Se animó a los hermanos a proporcionar un ejemplar del folleto a su médico de cabecera. Además, se asignó a algunos hermanos a entregar el folleto acompañado de una carta a los médicos y otros profesionales con los que no podrían comunicarse los publicadores personalmente. Fue un gran proyecto, pues en Brasil había más de setenta mil médicos, pero la empresa tuvo éxito. Sin embargo, era necesario hacer algo más. Posteriormente se atendería de nuevo este asunto.

Preparación para más aumento

Debíamos estar preparados de antemano pues se esperaba aumento en la cantidad de publicadores del Reino y en el alcance de su predicación. (Compárese con Isaías 54:1-3.) A fin de imprimir las publicaciones que hacían falta, fue necesario cambiar la rotativa por prensas offset más rápidas y modernas. Se requería un área de trabajo más amplia. Con ese fin se construyó un anexo provisional al Salón de Asambleas de Ribeirão Pires en 1975, lo cual suministró espacio para almacenar parte del papel. No obstante, era obvio que teníamos que encontrar más propiedades para ampliar el Hogar Betel así como las oficinas y la imprenta.

Se consideró la posibilidad de comprar más terreno cerca de las instalaciones que había en São Paulo, pero los reglamentos de zonificación y el alto costo de la propiedad no lo permitieron. La alternativa era trasladar la sucursal. El Cuerpo Gobernante recomendó que buscáramos propiedades fuera de la ciudad de São Paulo. Después de analizar varias posibilidades, en agosto de 1977 se compró un terreno de 115 hectáreas [285 acres] en el municipio de Cesário Lange (São Paulo), a unos 150 kilómetros [90 millas] de la ciudad de São Paulo.

‘Se han quedado muy cortos’

Inmediatamente después de comprar la propiedad, enviamos una invitación en la cual solicitábamos voluntarios para preparar el terreno de la construcción. Además, presentamos al Cuerpo Gobernante nuestros proyectos de edificación. Pensábamos que en nuestros planes se incluía espacio de sobra para atender por mucho tiempo la expansión que habría en el futuro. De hecho, creíamos que nos habíamos excedido. Pero la respuesta del Cuerpo Gobernante nos dejó atónitos: ‘Se han quedado muy cortos. Deben construir el doble de lo que tienen planeado’.

El resultado fue un proyecto de viviendas, fábrica y oficinas cinco veces mayor que las instalaciones que habíamos tenido en São Paulo. ¿Se necesitaba? Pues bien, desde 1977 la cantidad de Testigos en Brasil se ha cuadruplicado, y la cantidad de horas que se dedican al ministerio al año es aproximadamente seis veces más que en aquel entonces.

La construcción de la nueva sucursal quedó a cargo de una empresa constructora, aunque nuestros hermanos también atendieron aspectos básicos de la obra. Paulo Tinoco Carneiro, un Testigo con experiencia en ingeniería civil, se mudó con su familia de la ciudad de Salvador a una localidad cercana al lugar de construcción. Alrededor de ciento cincuenta Testigos, incluidos algunos miembros de la familia Betel, colaboraron al fabricar marcos de aluminio para las ventanas y preparar comidas para los obreros, así como encargarse del mantenimiento y la limpieza. En el punto álgido de la construcción, se servían tres comidas diarias a más de mil obreros, tarea nada sencilla.

La gran cantidad de hombres que empleó la empresa constructora proporcionó un excelente territorio para predicar por las noches y los fines de semana. En un solo mes un hermano distribuyó entre los obreros más de ochenta ejemplares de Mi libro de historias bíblicas. Se comenzaron estudios bíblicos y seis de los obreros progresaron hasta el grado de bautizarse. Actualmente, uno de ellos forma parte de la familia Betel de Brasil.

Más responsabilidades

La construcción de la nueva sucursal implicaría más responsabilidad. Max Larson, de la sede mundial, habló de este tema cuando visitó Brasil en 1980. En un animador discurso que presentó en el Estadio Pacaembú de São Paulo, recalcó la importancia de que los hermanos de cada país financiaran la predicación y la construcción de las imprentas y los hogares Betel de sus respectivos territorios. ¿Podrían asumir dicha responsabilidad los hermanos de Brasil? A pesar de que el país afrontaba una grave crisis económica, con índices muy altos de inflación y desempleo, la respuesta fue magnífica. Tanto las congregaciones como los publicadores contribuyeron voluntariamente y con regularidad, de modo que se terminó la construcción y se instaló el equipo necesario. Su generosidad hacía pensar en el espíritu que se manifestó en el Israel de tiempos del rey David cuando se planeaba la construcción del templo de Jerusalén. (1 Cró. 29:3-9.)

El traslado de los 225 betelitas y todo el equipo de imprenta de São Paulo a Cesário Lange comenzó en agosto de 1980. Se necesitaron más de ciento sesenta viajes de camión para efectuar la mudanza. Después se instaló el equipo y comenzó la etapa de adaptación a los nuevos alrededores.

El programa de dedicación se llevó a cabo el 21 de marzo de 1981. Lloyd Barry, miembro del Cuerpo Gobernante, presentó el discurso de dedicación. Después de citar las hermosas palabras del rey Salomón en la inauguración del templo de Jerusalén, el hermano Barry subrayó que todo el mérito y la gloria por los magníficos edificios de Betel debían atribuirse a Jehová Dios. Concluyó: ‘Estos edificios se construyeron debido al aumento que ha habido como resultado de la predicación. Por eso, la predicación merece toda su atención’.

Durante los siguientes meses visitaron Betel Testigos de todo el país. En tan solo un día festivo se presentaron 12.000 visitantes que llegaron en 300 autobuses y docenas de automóviles.

Pudieron constatar que en la sucursal se hacía algo más que simplemente instalarse en los nuevos edificios. Se tomaban importantes medidas en el campo de la impresión de publicaciones bíblicas. En 1981 comenzaron a imprimirse en Brasil La Atalaya y ¡Despertad! en español y a enviarse a los países vecinos hispanohablantes: Bolivia, Paraguay y Uruguay. Además de imprimir revistas, la sucursal de Brasil comenzó a imprimir y encuadernar libros para el estudio de la Biblia, lo cual requirió mucha maquinaria nueva y aprender nuevas técnicas. En 1981 comenzó a funcionar la nueva línea de encuadernación de la fábrica; el primer libro impreso fue el Anuario para 1982 en portugués. Poco después se imprimió y encuadernó el primero de los cuatro tomos de la obra Ayuda para entender la Biblia. Y a partir de 1987 se encuadernó el libro más importante de todos: la Biblia, la edición portuguesa de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras.

Entregas con los camiones de la Sociedad

A fin de reducir los costos de envío de publicaciones y garantizar su entrega a las congregaciones, en 1982 se amplió el sistema de distribución con los vehículos de la Sociedad. Aunque había estado funcionando desde 1974, ahora incluiría congregaciones en la zona nordeste, algunas a unos 3.000 kilómetros [1.850 millas] de distancia.

Actualmente los camiones de la Sociedad realizan 463 entregas cada tres semanas, para lo cual recorren más de 30.000 kilómetros [20.000 millas]. Gracias a este sistema se atiende regularmente a más de 4.600 congregaciones. Los camiones recorren doce rutas, la más larga toma quince días y abarca más de 7.000 kilómetros [4.000 millas]. Los chóferes son betelitas, los cuales se hospedan en hogares de los Testigos de las diferentes congregaciones a lo largo de la ruta a quienes acompañan a las reuniones de la congregación.

Se llega a territorio aislado

La predicación de las buenas nuevas siguió extendiéndose a zonas donde no se había predicado, o se había hecho poco. En 1976, Francisco Albuquerque y su esposa servían de precursores especiales en Tefé, ubicado en la región amazónica. Aprovechaban los días festivos para predicar a la gente que venía al pueblo en barco. Cierto día Francisco entregó un libro La verdad que lleva a vida eterna a un joven vendedor ambulante y le explicó cómo estudiarlo. Cuando se volvieron a ver al cabo de dos años, Francisco comprobó que el joven había estudiado el libro y había subrayado correctamente las respuestas, de modo que comenzó a dirigir con él un estudio bíblico semanal. Como el viaje hasta la casa del joven tomaba dos horas en barco, Francisco iba a su casa dos semanas seguidas y el joven iba a la de Francisco las siguientes dos semanas. En poco tiempo este joven y otros cuatro hombres se bautizaron. El joven convirtió una habitación de su casa en Salón del Reino y poco después se formó una congregación.

En 1977 unos precursores especiales que predicaban en pueblos pequeños y zonas rurales del centro del país vivían en una casa remolque. Uno de ellos, Jair Paiva Ferreira, ahora miembro de la familia Betel, relata: “Estacionábamos la casa remolque en un pueblo grande y céntrico y de allí nos desplazábamos en automóvil para ir a predicar. Nos levantábamos temprano y, después de un buen desayuno, llegábamos al territorio a las ocho de la mañana. Después de predicar todo el día, buscábamos un lugar junto al río, nos bañábamos y cenábamos. Dormíamos en el automóvil, donde lo único que oíamos era el sonido del viento y de los grillos. Era muy agradable despertarse y ver a loros y guacamayos volar por allí cerca. En cuanto a la gente del territorio, nos conmovía ver su sed de la verdad. Algunos se quedaban con un ejemplar de cada libro que llevábamos. En un día distribuí 48 libros y en un mes hice 109 revisitas, y aun así no pude volver a hablar con todas las personas que habían manifestado interés. Comenzamos una buena cantidad de estudios y, aunque muchas personas no sabían leer bien, hubo bastantes que aceptaron la verdad”.

El matrimonio: honorable ante Dios y los hombres

Además del analfabetismo, otro obstáculo que impedía a muchos aceptar la verdad era su estado civil. Al casarse, algunos no habían podido pagar una ceremonia civil y otra religiosa, de modo que habían optado por esta última, que no tenía valor legal. Por supuesto, cuando estas personas estudian la Biblia, aprenden la importancia de legalizar su matrimonio. (Heb. 13:4, 18.)

En Uberlândia (Minas Gerais), había una señora en esta situación. Se había “casado” en una ceremonia católica hacía siete años y su compañero no veía la necesidad de legalizar su unión. ¿Qué haría? Conforme aumentaba su entendimiento de la Biblia, le dijo a su compañero que, si no legalizaban su relación, tendría que dejarlo, cosa que no deseaba hacer. Al darse cuenta de que hablaba en serio, el hombre accedió a su petición. Poco después de casarse, la mujer se bautizó.

Hasta 1977 resultaba imposible obtener un divorcio en Brasil. De modo que cualquiera que después de casarse hubiera dejado a su cónyuge y hubiera comenzado una relación con otra persona, no tenía modo de legalizar su unión actual. Algunos incluso tenían nietos de su segunda unión. En armonía con el propio ejemplo de Jehová de perdonar pecados del pasado cometidos por ignorancia, el Cuerpo Gobernante hizo la concesión de que tales estudiantes de la Biblia pudieran bautizarse si firmaban una declaración en la que prometían ser fieles a su pareja y legalizarían su unión tan pronto fuera posible. (Hech. 17:30; Rom. 3:25.) En cierta época, hubo bastantes declaraciones de ese tipo en los archivos de la Sociedad.

Un caso tenía que ver con una madre de trece hijos. Había estudiado la Biblia durante ocho años pero no había podido legalizar su estado civil. De modo que firmó una de las declaraciones mencionadas y se le aceptó para el bautismo. Cuando los hijos se enteraron de todo lo que tuvo que hacer para bautizarse, ocho de ellos también se pusieron a estudiar la Biblia, cinco de los cuales se bautizaron y el resto comenzó a asistir a las reuniones.

Finalmente se promulgó una ley que permitía el divorcio y, aunque estipulaba un período previo de tres años de separación legal, se resolvieron la mayor parte de los casos de aquellos que habían firmado las declaraciones. En 1988 el gobierno redujo el período de espera a un año.

Preparación especial para el ministerio

En 1978 se dio más atención a la capacitación de los ancianos de congregación. Desde 1959, la Escuela del Ministerio del Reino había provisto preparación especial a los superintendentes. Pero en 1978 se invitó a todos los ancianos de Brasil, sea que hubieran asistido a la escuela anteriormente o no, a beneficiarse de un programa especial de dos días de instrucción. Durante aquel período, estudiaron la Biblia para examinar maneras de mejorar en su labor de pastores y maestros del rebaño, de llevar la delantera en la evangelización, de mantener la congregación limpia en sentido espiritual y moral, y de cooperar como cuerpo de ancianos. Asistieron casi siete mil ancianos. Desde entonces, se han celebrado periódicamente cursos de actualización de la Escuela del Ministerio del Reino.

No se pasó por alto a los siervos ministeriales. A partir de 1985 también se organizaron en Brasil clases de la Escuela del Ministerio del Reino para ellos. Y, además de los Salones del Reino, desde 1988 también se han usado con este propósito los Salones de Asambleas, lo que ha permitido que muchos ancianos y siervos ministeriales asistan a este curso al mismo tiempo. Al curso pasado, celebrado en 1995, asistieron 22.092 ancianos y 27.544 siervos ministeriales. Este es un buen número de varones que satisfacen los requisitos bíblicos y están dispuestos a recibir responsabilidades en las congregaciones.

En 1978 dio comienzo en Brasil otra escuela: la Escuela del Servicio de Precursor. La primera clase, de dos semanas de duración, se celebró en Fortaleza (Ceará). Su objetivo es fortalecer la relación de los precursores con Jehová, ayudarlos a seguir más plenamente las pisadas de Jesucristo y mejorar su eficacia en el ministerio.

Los registros de la Sociedad muestran que durante los pasados dieciocho años, se han celebrado en Brasil 1.650 clases y que 39.649 precursores regulares se han beneficiado de esta maravillosa provisión. Tan solo en 1994 se celebraron 187 clases en 107 poblaciones distintas, con el fin de ayudar a muchos precursores del país.

Es digno de mención el esfuerzo que hicieron algunos precursores para asistir a la escuela. Una hermana cuyo esposo no es creyente se levantaba todos los días a las cinco de la mañana para atender los quehaceres domésticos antes de asistir a clase, y al concluir esta, salía inmediatamente para ir a buscar a sus hijos a la escuela. Otra hermana quería cambiar su período de vacaciones con el fin de asistir a la escuela. Su patrono no estuvo de acuerdo, pero ella siguió tratando de convencerlo. La respuesta fue siempre la misma: “¡Imposible!”. Por fin, después de orar a Jehová, dijo a su patrono que renunciaba al empleo. ¿Por qué? Porque tenía decidido asistir a la escuela. Impresionado por su sinceridad, el patrono finalmente convino en cambiar la fecha de sus vacaciones.

Paulo Azevedo, instructor de la primera clase, dijo en una entrevista: “La Escuela del Servicio de Precursor ayuda a los precursores a ver su territorio desde una perspectiva nueva, pues recalca la necesidad de mostrar interés personal en el amo de casa, tomando en cuenta sus problemas, circunstancias, conceptos y creencias. Los precursores que tienen presentes estos factores concuerdan en que es como trabajar un territorio nuevo”.

Los misioneros de Brasil

Los misioneros han efectuado una labor valiosísima al establecer sólidos procedimientos de organización. Los primeros dos misioneros, graduados de la primera clase de la Escuela de Galaad, llegaron a Brasil en 1945. Para 1967 la cantidad de graduados de Galaad en Brasil había aumentado a 76, y alcanzó un máximo de 117 en 1974. Algunos sirvieron por décadas en la obra del circuito y distrito, como Richard y Ruth Wuttke y Eric y Christina Britten. A través de los años han servido aquí unos doscientos cincuenta misioneros procedentes de once países distintos.

Hablando en términos generales, los brasileños respetan a los extranjeros. No obstante, adaptarse a un nuevo país con diferente clima, alimento, idioma y costumbres exige determinación y sentido del humor. Sylvia Gustavsson, misionera sueca, recuerda: “La primera revisita que hice con mi esposo, Östen, en Brasil, fue a un matrimonio de Belo Horizonte (Minas Gerais). Después de hablar con ellos por aproximadamente una hora, dijimos que teníamos que marcharnos. ‘Es temprano —dijeron—. Quédense un rato más.’ Creyendo que tenían mucho interés, nos sentamos de nuevo y proseguimos con la visita. Media hora más tarde, volvimos a decirles que nos íbamos. ‘Es temprano. Quédense un rato más’, repitieron. Nos lo dijeron tres veces y finalmente nos fuimos casi a medianoche. Esto se repitió en visitas posteriores, hasta que aprendimos que la expresión ‘Es temprano. Quédense un rato más’ era sencillamente un modo cortés de expresar aprecio por la visita, sin querer decir necesariamente que uno debe quedarse más tiempo. Menos mal que el interés de esta pareja en la verdad era sincero”.

Brasil exporta misioneros

En vista de la excelente ayuda que recibimos de los misioneros que llegaron a Brasil, ¡qué felices nos sentimos en 1982 cuando nos enteramos de que se invitaría a hermanos de Brasil a servir de misioneros en otros países! Para finales de ese año se asignó a tres matrimonios a Bolivia y, desde entonces, 90 hermanos y hermanas brasileños han recibido la invitación de ser misioneros en Angola, Bolivia, Mozambique y Paraguay.

Algunos de estos misioneros brasileños aprendieron la verdad de boca de otros misioneros. Así ocurrió en el caso de Átila Carneiro, de Belem. La religión le había decepcionado. Cuando Delfina Munguia, una misionera, habló con él, este se interesó en la verdad, de modo que ella comenzó a llevarle las revistas regularmente. Con el tiempo, Delfina Munguia hizo planes para que este hombre estudiara la Biblia tres veces a la semana con un hermano misionero. Después del segundo estudio, Átila comenzó a hablar con otras personas acerca de lo que estaba aprendiendo y empezó a dirigir tres estudios bíblicos aun antes de bautizarse. Después del bautismo sirvió de precursor regular y después, de precursor especial. Ahora él y su esposa son misioneros en Mozambique.

Benjamim Silva y su esposa, Iolanda, también forman parte del grupo de misioneros brasileños que sirven en Mozambique. Fueron precursores por muchos años en el norte de Brasil. Se las arreglaron para conciliar dos grandes responsabilidades: ser precursores y criar a su hija, Martha. Cuando esta se casó, los padres se ofrecieron para servir de misioneros. Martha sigue siendo precursora y es obvio que Jehová está bendiciendo a los tres.

Inundaciones en el sur

Desde el siglo primero los cristianos han socorrido a sus hermanos en momentos de adversidad. (Hech. 11:29, 30.) Los estados meridionales de Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul fueron seriamente afectados por inundaciones en 1983. En Blumenau (Santa Catarina) las aguas del río Itajaí-Açu subieron 16 metros [52 pies] por encima del nivel normal e inundaron prácticamente toda la ciudad. En armonía con el ejemplo que pusieron los cristianos del siglo primero, los Testigos de otros lugares contribuyeron con 43 toneladas de alimento y 41 toneladas de ropa.

Un ejemplo del deseo de ayudar se ve en el caso de João Vicentim Carrer, anciano nombrado de Campo Grande en el estado de Mato-Grosso do Sul, a unos 1.400 kilómetros [870 millas]. Cuando vio un reportaje en la televisión acerca de la inundación, telefoneó a la Sociedad para preguntar qué podía hacer para ayudar. Con la colaboración de otros ancianos, reunió tres toneladas de alimento, ropa, zapatos y medicamentos que suministraron las congregaciones de la ciudad. Aquel mismo día, él y su hijo se pusieron en camino a Blumenau con las provisiones.

Luiz Bognar, anciano de Blumenau que participó en la distribución de las provisiones que les enviaron, escribió: “Con la colaboración de los hermanos, colocamos ruedas a una embarcación para que, además de viajar por el agua, pudiera atravesar las pequeñas elevaciones de tierra que sobresalían en el río. Después nos pusimos a buscar a los hermanos aislados. El agua había subido tanto que, para atravesar algunos lugares, tuvimos que cortar cables eléctricos. Me acompañaron mis dos hijos, de 10 y 12 años de edad, que saben nadar muy bien. Además, la gente respetaría más una embarcación con niños”.

En una de las casas encontraron a dieciséis personas que habían estado atrapadas durante diez días, y cuyo alimento se había agotado. Justo antes de que llegara la embarcación, mientras examinaban el texto diario, uno de los hermanos había comentado que Jehová suministraría lo que necesitaban a Su debido tiempo. Y eso fue exactamente lo que sucedió. En otra casa, veintidós personas llevaban una semana confinadas al piso de arriba y al ático. Cuando oyeron el sonido de una embarcación que se acercaba, al principio pensaron que podían ser ladrones, hasta que oyeron a alguien gritar: “¡Hermano Walter Germer!”. Eran hermanos que llevaban provisiones. “Fue un buen testimonio para los vecinos no Testigos”, recuerda Janis Duwe, que estaba en esa casa y ahora forma parte de la familia Betel. Los suministros satisfarían sus necesidades por mucho más que uno o dos días. “Nos dejaron tantos artículos imperecederos que no tuvimos que comprar alimentos de este tipo en varios meses”, dijo ella.

El contagioso espíritu de precursor

Aunque los testigos de Jehová se ayudan económicamente cuando surgen emergencias, su actividad principal es la predicación de las buenas nuevas del Reino de Dios. Saben que es el único medio para resolver para siempre los innumerables problemas de la humanidad. En 1984, la Sociedad hizo hincapié en esta obra enviando una carta a todo publicador bautizado de Brasil. Comenzaba diciendo: “Le escribimos para invitarle a participar en el servicio de precursor auxiliar en el mes de abril”. Ello implicaría dedicar ese mes un mínimo de sesenta horas a comunicar al prójimo la verdad bíblica. ¿Se aceptó la invitación? El máximo anterior de precursores auxiliares había sido de 8.000 en abril de 1983, pero más de treinta y tres mil respondieron a la invitación: el 21% del total de publicadores. ¡Y qué mes tan feliz de servicio teocrático resultó ser!

Se requirió esfuerzo concienzudo. Dos Testigos, uno camionero y otro albañil, hicieron planes para participar regularmente en el servicio del campo de seis y media a ocho y media de la tarde, después de salir de su empleo seglar. Una hermana que trabajaba de costurera en casa, se levantaba temprano para trabajar antes de irse a predicar. Una madre de ocho hijos —el mayor de 12 años y el menor de cinco meses— contó con la cooperación de su familia: los hijos mayores cuidaban de los más pequeños y el esposo preparaba la cena. De los doce publicadores que tenía una congregación, cinco sirvieron de precursores auxiliares. Dos de ellos eran cabezas de familia, uno de los cuales tenía diez hijos y el otro catorce. Ambos vivían a unos 15 kilómetros [10 millas] de la ciudad. Viajaban dos veces a la semana para predicar nueve horas cada día. Otra hermana, que no podía caminar, se sentaba en una silla frente a su casa y hablaba con los transeúntes.

Una vez que probaron el gozo que reporta este servicio, varios hermanos que sirvieron de precursores auxiliares aquel mes solicitaron el servicio de precursor regular. (Sal. 34:8.) En abril de 1984 había 3.500 precursores regulares. Seis meses más tarde, 4.200, y un año después la cantidad subió a 5.400. Actualmente hay más de veintidós mil quinientos precursores regulares en el país. ¡Y qué gozo sienten al participar tan plenamente en la obra más importante que se efectúa en la Tierra hoy día!

Publicaciones simultáneas

Antes de 1984, los artículos de las ediciones portuguesas de las revistas se publicaban seis meses después que en inglés. Sin embargo, aquel año se instalaron en Brasil dos rotativas offset, así como el sistema MEPS (sistema electrónico de fotocomposición plurilingüe, diseñado por los hermanos en la sede mundial de Nueva York). La traducción se introducía directamente en la computadora y los programas de MEPS permitían efectuar la composición de las páginas mucho más rápido. Paul Bauer, Erich Kattner y Franz Schredl recibieron en Nueva York un curso sobre el funcionamiento y el mantenimiento del sistema MEPS. En 1984, los artículos publicados en inglés comenzaron a imprimirse simultáneamente en portugués.

Las rotativas offset, cada una de las cuales podía imprimir 32.000 revistas por hora, fueron una donación de los hermanos de Estados Unidos. Harry Johnson, de la familia Betel de Brooklyn, supervisó la instalación. Después de la publicación simultánea, se empezó a imprimir a cuatro colores y en papel de mejor calidad. Los resultados fueron excelentes. Nunca antes se habían recibido en un solo mes tantas suscripciones a las revistas: 50.000 en junio de 1987. La cantidad de suscripciones fue aumentando a un ritmo constante y en abril de 1994 alcanzó un máximo de 87.238. Cada mes imprimimos un promedio de 3.500.000 ejemplares en portugués y español.

Los mantenedores de integridad se reúnen en cantidades sin precedentes

Otro acontecimiento notable de 1985 fue el uso simultáneo de los dos estadios más grandes de Brasil para nuestras asambleas de distrito “Mantenedores de Integridad”: el Estadio Morumbi, en São Paulo y el Maracanã, en Río de Janeiro. A estas asambleas, celebradas los días 23 a 25 de agosto de 1985, asistieron representantes de once países. También estuvieron presentes dos miembros del Cuerpo Gobernante: John Barr y Lyman Swingle.

John Kushnir presentó el discurso público “Los tiempos y las sazones de Dios... ¿a qué señalan?” ante un auditorio de 162.941 personas en São Paulo, y Augusto Machado lo presentó ante 86.410 asambleístas en Río de Janeiro: en total casi doscientas cincuenta mil personas. Aquella fue prácticamente la concurrencia que hubo en Nueva York en 1958 cuando se reunieron representantes de 123 países en dos estadios. Con todo, aquella no fue la cantidad total de asistentes a las asambleas de Brasil en 1985.

Aparte de las dos asambleas internacionales, se celebraron otras veintitrés en diversas partes del país, con una asistencia de 144.000 personas y 1.192 bautizados. Entre las personas que se bautizaron se encontraba una señora de São Leopoldo (Rio Grande do Sul) que recientemente había perdido a un hijo en un accidente, lo cual la había motivado a recurrir al espiritismo. No obstante, al leer el folleto Espíritus en invisibilidad... ¿nos ayudan, o nos perjudican?, quedó tan impresionada, que buscó el Salón del Reino, aceptó un estudio bíblico y progresó rápidamente hasta bautizarse. Hoy día ella, su esposo y una nieta sirven a Jehová.

Se reúnen a pesar de las distancias

Nuestros hermanos y hermanas cristianos de Brasil aprecian de veras el consejo bíblico de no abandonar el reunirse, y tanto más al contemplar que el día de Jehová se acerca. (Heb. 10:24, 25.) A veces, asistir a las reuniones exige esfuerzo concienzudo. Un hermano de la congregación de Fazenda Taquari (Bahia) camina ocho kilómetros [5 millas] para llegar al Salón del Reino, a pesar de que es cojo y tiene 70 años de edad. Los hermanos de la Congregación Olindina (Bahia) caminan 16 kilómetros [10 millas] con una muda de ropa en una bolsa de plástico para cambiarse después de cruzar un río. En Pará, hay varias familias que caminan seis kilómetros [4 millas] por la selva, donde suelen ver huellas de jaguar. Además, en la congregación de Repouso do Amatari (Amazonas) dos familias de quince personas atraviesan la selva con un adulto al frente que golpea los árboles y el suelo con un palo a fin de ahuyentar a las serpientes.

En el pequeño pueblo de Axixá (Tocantins), una hermana encinta caminaba 16 kilómetros [10 millas] con un niño en brazos para llegar al Salón del Reino cuando no lograba que la llevara algún camión. Una hermana de Bahia, a fin de llevar a sus pequeños al Salón del Reino, los pone en dos grandes cestas que cuelga a cada lado de su burro.

A una asamblea de circuito de Cruzeiro do Sul (Acre), asistieron 37 personas de la congregación de Rio Badejo (Amazonas), aunque la congregación constaba de solo nueve publicadores. Caminaron ocho horas para estar presentes. En el grupo había una hermana que tenía ocho hijos, el más joven de cinco años. Asimismo, diez hermanos recorrieron 100 kilómetros [62 millas] en bicicleta para asistir a la asamblea de Floriano (Piauí). Están muy agradecidos por las provisiones espirituales de Jehová.

Pastores abnegados del rebaño

El rápido aumento en la cantidad de publicadores ha creado la necesidad de más pastores espirituales que cuiden del rebaño de Dios. (Hech. 20:28; 1 Ped. 5:2.) No solo hacen falta ancianos que atiendan las congregaciones, sino también superintendentes capacitados que puedan viajar a fin de supervisar con amor circuitos y distritos. Algunos hermanos llevan más de treinta años entregados al servicio de superintendentes viajantes. Cada año se forman como promedio doce nuevos circuitos, y actualmente hay 326 superintendentes de circuito y veintiuno de distrito en el campo brasileño. Estos hermanos manifiestan un espíritu excelente: están dispuestos a servir en cualquier lugar, prescindiendo de las condiciones.

¿Qué pudiera implicar esto? Algunos han dejado hogares cómodos y ahora aceptan gustosamente alojamiento en las diversas condiciones en que viven nuestros hermanos. Como el clima es tropical, tienen que habérselas con mosquitos y otros insectos. Debido al calor, algunos duermen en hamacas en vez de camas. Hay hogares que tienen techo pero no paredes. En las zonas aisladas han de desplazarse en barcas, caballos, autobuses desvencijados, o simplemente caminando.

José Vertematti, que en los años setenta fue superintendente de circuito en Maranhão, escribió: “Para llegar a las congregaciones de Sítio Ceará y Guimarães, mi esposa Mazolina y yo teníamos que viajar dos horas en barca y después esperar cualquier medio de transporte que pasara, porque no había servicio de autobuses. En varias ocasiones nos desplazamos en camión, Mazolina en la cabina y yo entre la carga, que podía consistir en cerdos, pollos, cabras o sacos de harina, arroz y frijoles. Cuando el camión se atascaba en el lodo, teníamos que salir a empujar. Si todo iba bien, esta parte del trayecto tomaba unas cinco horas. Después caminábamos otras cuatro horas para llegar al Salón del Reino”. Los Testigos de aquellos lugares apreciaban mucho estas visitas.

Para asistir a las reuniones en el Salón del Reino de Guimarães, algunos hermanos tenían que caminar semanalmente unos 30 kilómetros [20 millas], lo que les tomaba de cinco a seis horas. Durante la visita del superintendente de circuito, se quedaban en el pueblo toda la semana a fin de aprovecharla al máximo.

Hay circuitos que abarcan extensiones enormes, aunque escasamente pobladas. Por ejemplo, durante los años ochenta había un circuito que incluía los estados de Acre, Rondônia y secciones del Mato-Grosso y Amazonas, con una extensión equivalente a la de España. Cuando servía en aquel circuito, Adenir Almeida visitó la congregación de Lábrea (Amazonas), un pueblo donde muchas personas padecían la enfermedad de Hansen, es decir, la lepra. Para llegar allí, viajó cuatro horas en autobús, pasó la noche en una casa de huéspedes y salió por la mañana, junto con otros ocho pasajeros, en un camión cargado de bebidas alcohólicas. Después de viajar varias horas, y con el calor que hacía, todos tenían mucha sed. El único líquido disponible estaba en aquellas botellas. El hermano Almeida admite que en esas circunstancias fue difícil rechazar el trago que le ofrecieron de las botellas que sustrajeron del cargamento. Después de viajar diez horas bajo un sol ardiente, entre polvaredas y luego lluvia, llegaron por fin a Lábrea. Allí lo recibió toda la congregación: dos precursores especiales y dos publicadores no bautizados. El domingo tuvo el placer de bautizar a los dos publicadores.

En el caso de Wladimir Aleksandruk, hermano soltero que ha servido de superintendente viajante durante casi treinta años, el alojamiento ha incluido la cárcel local. En 1972 visitó a una publicadora aislada cuyo esposo no era creyente. El pueblo era pequeño y no había hotel, así que el superintendente de circuito se fue a dormir a la cárcel. Se ríe cuando lo recuerda: “Como la gente me veía entrar y salir de la cárcel a mi antojo, vestido de traje y corbata, todo el mundo pensó que yo era el nuevo jefe de policía. Al principio estuve solo, pero al día siguiente me acompañó un hombre que había robado un cerdo. Así que aproveché para darle testimonio”.

Estos abnegados superintendentes admiten sin dudarlo que el amor y el celo sincero de los hermanos compensan con creces toda incomodidad o falta de intimidad.

Hacia el oeste

Durante los años ochenta muchas familias del sur decidieron mudarse al oeste de Brasil, especialmente a Rondônia, en busca de tierras cultivables que el gobierno había ofrecido gratis. Se construyeron en la selva carreteras de unos 35 kilómetros [22 millas] y se abrió el terreno a ambos lados para que lo utilizaran los colonos; de este modo surgió un magnífico territorio para predicar.

En Pimenta Bueno (Rondônia) un barbero evangélico construyó una iglesia. No obstante, le disgustaban las riñas entre los pastores de su religión, debido a que cada uno quería ir a la iglesia en la que se recogiera más dinero. Nunca había escuchado a los Testigos, pero cierto día, al ver a los precursores especiales predicando por la calle, obviamente muy contentos, se preguntó: ‘Si tengo la verdad, ¿por qué estoy tan disgustado? Y, si ellos son “falsos profetas”, ¿por qué se les ve tan felices?’. Visitó a los precursores de noche, para no ser visto, y aceptó estudiar la Biblia. Impresionado por lo que aprendía, invitó a los precursores, Jonas y Robson Barbosa de Souza, a predicar a los treinta miembros de su iglesia. Varios aceptaron la verdad y, con el tiempo, la iglesia se clausuró. Poco después se cerró también la Iglesia Católica de la zona, porque el hombre que llevaba a cabo los oficios religiosos y su familia se hicieron testigos de Jehová.

Para la primera visita del superintendente de circuito a aquella congregación, ya había 49 publicadores y 280 personas asistieron al discurso público. El territorio era pequeño y, en poco tiempo, todos los habitantes eran Testigos o estudiaban con ellos. De modo que los publicadores tenían que desplazarse en camión a los pueblos cercanos para predicar. También utilizaban el camión (con una cubierta de lona) para viajar a las asambleas de la ciudad más cercana, Pôrto Velho, a 600 kilómetros [370 millas] de distancia.

La región amazónica

La predicación en la región amazónica plantea retos especiales, pero no se pasan por alto las necesidades espirituales de sus habitantes. Esta región es más grande que Europa occidental. La sección brasileña de selva ocupa casi la mitad del país, aunque tiene solo 9.000.000 de habitantes, aproximadamente el 6% de la población de Brasil. Algunas secciones de los ríos de esta zona son verdaderos mares. Por ejemplo, el río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas, tiene una anchura de 18 kilómetros [11 millas] cuando llega a Manaus, la capital del estado, y la desembocadura del cauce principal del delta del Amazonas tiene una anchura de 50 kilómetros [31 millas]. Al Amazonas se le considera el rey de los ríos del planeta.

En esta región no es poco común navegar varios días para ir de una ciudad a otra. Dos precursores especiales asignados a Eirunepé (Amazonas), que cuenta con una población de 20.000 habitantes, escribieron: “El viaje a nuestra asignación tomó trece días. Consideramos que el barco era parte de nuestro territorio, de modo que durante la travesía distribuimos varias publicaciones y comenzamos ocho estudios bíblicos, que conducíamos dos veces al día”. En la Amazonia, hay 213 precursores especiales que se ocupan de ayudar a la gente a beneficiarse de la Palabra de Dios.

En las embarcaciones de la Sociedad

A partir de 1991 algunos precursores especiales han utilizado embarcaciones como parte de su equipo habitual para el ministerio. En aquel año la Sociedad suministró dos embarcaciones: el Boas Novas (Buenas nuevas), que viaja por los ríos Negro, Purus, Madeira y Solimões, y el Proclamador das Boas Novas (Proclamador de las buenas nuevas), que viaja alrededor de la isla de Marajó —del tamaño de los Países Bajos— en la desembocadura del Amazonas.

Hay cinco precursores especiales asignados a cada embarcación. Mientras dos parejas salen a predicar, uno se queda para preparar las comidas, limpiar la embarcación y protegerla de la piratería. El objetivo principal es comunicarse con los habitantes de las pequeñas aldeas de las riberas y otros que viven en palafitos o en casas flotantes.

Al acercarse a las casas, se recibe a los precursores casi invariablemente con un “¡Entre!”. A continuación, los hermanos dan el testimonio por cuarenta minutos o más. Los precursores se quedan casi dos meses en las localidades más grandes, dirigiendo estudios bíblicos con las personas interesadas, a menudo varias veces por semana. Por lo general, los discursos públicos y el Estudio de La Atalaya suelen celebrarse en una escuela o en una casa particular, y las demás reuniones en la embarcación. Si las personas muestran el deseo sincero de servir a Jehová, se asignan precursores especiales para que se queden a cultivar el interés.

A unas tres horas en barco de Manaus, en las inmediaciones de Janauacá, hay un singular Salón de Asambleas construido por los hermanos de la zona. Allí no existe el problema de obtener habitaciones para los hermanos que vienen de lejos a las asambleas. Como muchos viven en casas flotantes, sencillamente remolcan la casa hasta el Salón de Asambleas, que está construido en una isla, la “estacionan” y desembarcan para ir a la asamblea. Aunque las congregaciones cercanas tienen menos de cien publicadores en total, la asistencia a las asambleas llega a casi doscientas cincuenta personas.

Ayudan a los indios a aprender la verdad

Los indios, a quienes la gente en general no suele respetar, quedan impresionados cuando los testigos de Jehová los tratan con respeto. Muchos han progresado espiritualmente y se han bautizado. (Hech. 10:34, 35.)

Hamilton Vieira, que fue superintendente de circuito en una zona donde viven los indios, recuerda una experiencia que tuvo con ellos. Citó en un discurso el texto de Lucas 21:34-36, que reprueba el “comer con exceso y beber con exceso”. Primeramente habló de “comer con exceso”. Como al auditorio le costaba entender lo que quería decir, se lo explicó. Los indios se quedaron atónitos y después se echaron a reír. La idea de excederse en la comida les resultaba completamente absurda. Ellos tienen la costumbre de pescar acorralando a los peces en una ribera, tras lo cual atrapan únicamente los que necesitan para comer, y no más. Pero, ¿y el “beber con exceso”?

Lamentablemente, los excesos en la bebida son comunes entre la población india. Hay gente que ha fomentado entre ellos el abuso del alcohol comprándoles bebidas con el fin de “entretenerse” observando su comportamiento ridículo cuando están borrachos. El hermano Vieira logró hacerles comprender que, tal como es absurdo comer demasiado, es igualmente ridículo excederse en la bebida.

El visitante que llega a esta región selvática debe caminar a veces por sendas estrechas y aprender a mantener el equilibrio al pasar sobre troncos colocados a guisa de puente sobre el cauce de un río pequeño. Por lo general, estos troncos están húmedos y resbaladizos. “Caminar por ellos no se me hacía nada fácil —recuerda el hermano Vieira—. Para los hermanos locales no representaba ningún problema; ni siquiera para las hermanas, que incluso cargaban a sus hijos en brazos y, para vergüenza mía, me llevaban el equipaje mientras yo luchaba por mantener el equilibrio.”

Ayuda inesperada

Durante los años setenta y ochenta, los discursos públicos con diapositivas desempeñaron un papel importante en la predicación de las buenas nuevas. Aunque Pataíba (Bahia) tenía solo 1.500 habitantes y una pequeña congregación, la asistencia para la proyección de diapositivas fue de 1.572. ¿Cómo fue posible? Moacyr Soares, el superintendente de circuito, explicó: “Como el Salón del Reino era pequeño, recomendé a los ancianos que pidieran permiso al alcalde para usar el mercado de la plaza principal, frente a la Iglesia Católica. Obtenido el permiso, quitamos los puestos de venta e hicimos un auditorio. Como era ‘Semana Santa’, se había planeado una gran procesión que comenzaría en la iglesia a las seis de la tarde, hora en que empezaría también nuestro discurso público. Se había invitado a la procesión a gente de poblaciones cercanas y, como en el pueblo no vivía ningún sacerdote, iba a venir uno de otra localidad a encabezar la procesión. Pero al automóvil del sacerdote se le pinchó una rueda, por lo que no llegó a tiempo. Como consecuencia, casi todas las personas que habían venido a la procesión asistieron a nuestro discurso, cuyo título, muy al caso, era ‘Se trae a los muchos a la justicia en el tiempo del fin’”.

Doscientos mil publicadores

En enero de 1987, se sobrepasó en Brasil la cifra de 200.000 publicadores y el aumento siguió a un ritmo rápido. Durante 1988 se formaron 367 nuevas congregaciones; en 1989, 370 más (un promedio de más de una por día). Y a más obreros, más publicaciones. Para ayudarnos, nos enviaron una tercera rotativa, que imprimía 38.000 revistas por hora. También hubo que modernizar el Departamento de Envíos para dar curso a los miles de solicitudes de publicaciones de las congregaciones.

Se hicieron planes para construir un anexo a la fábrica, lo que ampliaría el área de trabajo de 27.000 [291.000 pies cuadrados] a 42.000 metros cuadrados [452.000 pies cuadrados]. Las obras comenzaron en diciembre de 1988 y las llevó a cabo un equipo de construcción de Betel bajo la dirección experta de varios siervos internacionales, todos ellos voluntarios.

Ayuda de los siervos internacionales

Nos alegró contar con la colaboración de 35 hermanos expertos de otros países para la ampliación de la fábrica y, posteriormente, para la construcción de más viviendas. Algunos hermanos y hermanas trabajaron unas cuantas semanas; otros, varios meses; y unos cuantos, más de seis años. Su presencia fue animadora, fortalecedora y, debido a su pericia, muy productiva.

Algunos siervos internacionales eran jóvenes; otros, ya eran abuelos. Keith Colwell y su esposa, Rae Etta, fueron los primeros en llegar, en marzo de 1989, y se encontraban en esta última categoría. Tenían más de 50 años. Keith dice: “No ha sido fácil estar lejos de nuestras dos hijas y yernos, de nuestros cuatro nietos ni de mis padres. A veces hemos pensado en volver a casa y ser simplemente ‘abuelos’, pero mientras se nos pueda usar y contemos con las fuerzas para ello, nos complacerá decir: ‘¡Aquí estoy yo! Envíame a mí’. (Isa. 6:8.)”.

Darwin Harley y su esposa Shirley también sirvieron en Brasil por casi seis años. Igualmente, recordaban con nostalgia a sus cuatro hijos y ocho nietos. Sin embargo, se resolvieron a poner a Jehová en primer lugar en su vida y de este modo seguir dando el ejemplo a sus hijos. Así que cuando su hijo más joven se casó, Darwin y Shirley no tuvieron ninguna duda sobre qué debían hacer. Solicitaron trabajar permanentemente de siervos internacionales. Ahora, aunque tienen más de 60 años, dicen convencidos: “Agradecemos al Cuerpo Gobernante la oportunidad de servir a Jehová de este modo especial”. Se derramaron muchas lágrimas cuando la familia Betel de Brasil tuvo que despedirse de estos siervos fieles de otros países, algunos de los cuales regresaron a sus casas, mientras que otros partieron hacia nuevas asignaciones.

Un sacerdote aprende la verdad

Entre las maravillosas obras que Jehová ha efectuado en Brasil destaca la liberación de personas que estaban sumidas en la religión falsa. Cierto día, un Testigo se sentó en el autobús junto a un señor llamado Ademir de Oliveira, que llevaba diez años de cura en Brasil, y se pusieron a hablar sobre el significado de la palabra “infierno”. Posteriormente, Ademir reflexionó sobre aquella conversación, y al leer nuestras revistas, la verdad se le fue haciendo cada vez más clara.

Comenzó a enseñar en la iglesia que Jehová es Dios y que es incorrecto utilizar imágenes. Pero se dio cuenta de que no cumplía lo que predicaba; después de todo, la iglesia seguía teniendo imágenes. Entretanto, su padre y su madre murieron en espacio de solo diez meses, lo que le llevó a pensar que Dios lo estaba castigando por pensar en dejar la Iglesia Católica. No obstante, en el entierro de su madre reflexionó en que Jehová era el único que podía devolverle la vida. En 1989 asistió a su primera reunión en un Salón del Reino y desde entonces no se ha perdido ninguna. Dejó la Iglesia Católica y, en su primer mes de publicador del Reino, informó sesenta horas y distribuyó doce ejemplares del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra. Después de bautizarse emprendió el precursorado regular y ahora sirve de anciano en Jundiaí (São Paulo).

Respuestas a lo que los jóvenes preguntan

Los jóvenes necesitan ayuda para servir de modo acepto a Jehová. (Ecl. 12:1.) Con este fin, en la serie de asambleas de distrito “Devoción Piadosa” celebradas en 1989 se suministró un instrumento muy útil. Una joven de 15 años escribió: “Al comenzar la sesión, se anunció que todos los jóvenes de 10 a 19 años de edad debían sentarse en las primeras filas del auditorio. Todos estábamos llenos de curiosidad y nos preguntábamos qué iba a suceder. Al final de la sesión, después de un animado discurso, el orador anunció que a cada joven se le regalaría el libro titulado Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas. ¡Fue muy emocionante! Estaba tan contenta que tenía ganas de llorar. Aquel libro era justo lo que necesitábamos. Desde entonces lo he consultado muchas veces en busca de orientación. Con este valioso regalo de Jehová estamos bien preparados para afrontar las presiones de este sistema”. Se distribuyeron más de setenta mil libros entre los jóvenes de las 108 asambleas celebradas en el país.

Se calcula que el 35% de los que asisten a las reuniones de congregación en Brasil son jóvenes. Estos publicadores tienen que encararse diariamente a la influencia degradante de este mundo materialista e inmoral. Afrontan el reto de compaginar una buena educación que los prepare para la vida adulta con la instrucción vital de la Palabra de Dios que puede prepararlos para entrar en su nuevo mundo de justicia. La mayor parte logran salir airosos. Muchos sirven de precursores auxiliares mientras van a la escuela, y se hacen precursores regulares tan pronto como se gradúan. Otros consideran la escuela su territorio personal y aprovechan todas las oportunidades para dar testimonio.

Cuando un Testigo de Minas Gerais fue a la escuela para hablar con una de las maestras, esta dijo: “Tenía dos alumnas en mi clase, de 9 y 11 años respectivamente. Eran diferentes de las demás estudiantes. Noté que, aunque durante nuestras oraciones se ponían de pie como las demás, no rezaban. Les pregunté si no lo hacían porque no sabían o porque les daba vergüenza, y me respondieron que Jehová Dios no oye los rezos reiterativos y que, mientras rezábamos, ellas oraban en silencio. Les pregunté: ‘¿Cómo oran ustedes?’. La mayor me dijo: ‘Incline la cabeza’, y comenzó a orar, dando a Jehová las gracias por sus padres, por el alimento, por la profesora y pidiendo asimismo salud para su madre, que les enseñaba la verdad de la Biblia. No pude contener las lágrimas y tuve que salir de clase e ir a llorar al baño”. En la revisita, el publicador se enteró de que la familia de las niñas se había mudado porque no había Salón del Reino en el pueblo donde enseñaba la maestra. “Las echo mucho de menos”, dijo esta maestra.

El poder transformador de la verdad

La Palabra de Dios puede tener el efecto poderoso de transformar la vida de la gente. Por ejemplo, se está liberando a muchas personas de la esclavitud a los demonios. Así sucedió en el caso de un joven de São Paulo cuya familia practicaba el espiritismo. Desde que tenía 13 años de edad, había atendido un centro espiritista (de macumba), al que acudía mucha gente en busca de ayuda para resolver todo tipo de problemas: de familia, salud, empleo o amores. Además de preparar mezclas de hierbas, los ritos incluían ir de noche al cementerio a hacer sacrificios de animales, como ranas, pollos y cabras. A veces, se utilizaban huesos humanos robados del cementerio. En 1990, a los 19 años de edad, habló por primera vez con los testigos de Jehová. Cuando se dio cuenta de que le estaban enseñando la verdad, reunió a los once médium espiritistas que tenía a su cargo y les explicó que la Biblia desaprobaba las prácticas espiritistas. A fin de liberarse de los ataques demoníacos, quemó todos los objetos espiritistas que poseía. Después de estudiar la Biblia cinco meses, se hizo publicador y, durante su primer mes de predicación, informó doce estudios bíblicos. (Hech. 19:19, 20.) La mayoría de sus estudiantes era gente del vecindario que lo conocían como macumbeiro (experto en macumba). Después de bautizarse sirvió de precursor auxiliar, precursor regular y, posteriormente, de miembro de la familia Betel de Brasil.

También cambió de manera drástica la vida de un hombre que había participado activamente en el carnaval durante veinte años. Había recibido premios por su participación en los famosos bailes de carnaval de Río de Janeiro. Se había entregado a la bebida y al juego, y se había relacionado con personas que practicaban todo tipo de inmoralidad. Cuando aprendió la verdad, cambió su vida completamente. Ahora es siervo ministerial y utiliza sus talentos para decorar la plataforma en las asambleas.

Otro joven de Río de Janeiro era un apasionado del fútbol. Formaba parte de un grupo de hinchas de un club que hostigaba despiadadamente a los hinchas del equipo contrario. Tenía por costumbre ir al estadio de fútbol armado con un revólver o una bomba de fabricación casera. En casi todos los encuentros, terminaba peleando con los hinchas del equipo contrario y con la policía. No obstante, un anterior compañero de clase que era Testigo empezó un estudio bíblico con él. Llegó a entender quiénes eran sus verdaderos amigos y quién su peor enemigo. Dejó que la verdad bíblica cambiara su personalidad y se bautizó.

Pedro, un joven que vivía en São Paulo, también llevaba una vida violenta. Practicaba un tipo de artes marciales llamado capoeira (una técnica de ataque) y le gustaba portar armas de fuego. Medía 1,95 de estatura [más de 6 pies], poseía una excelente complexión física y siempre estaba peleando. Sin embargo, cierto día convino en estudiar la Biblia. Después de escuchar un discurso bíblico en el Salón del Reino, se dio cuenta de que tendría que cambiar drásticamente su vida. Destruyó sus armas y progresó hasta bautizarse. Desde entonces ha ayudado a diez familiares suyos a servir también a Jehová.

¿Ayuda la verdad a superar la timidez? Así ocurrió en el caso de una mujer de São Paulo. Cuando oyó por primera vez el mensaje bíblico, quedó maravillada ante lo que aprendía. No obstante, asistir a las reuniones y participar en la predicación pública de las buenas nuevas representaban para ella enormes obstáculos debido a su timidez y al miedo a contrariar a su esposo. Pero recordó textos como Mateo 10:37, y finalmente hizo acopio de valor para salir a predicar. Aunque quería agradar a Jehová, muchas veces se echaba a llorar, luchando contra el impulso de volver a casa. Sin embargo, con el tiempo la predicación se le hizo más fácil e incluso agradable. Como consecuencia de su perseverancia, su madre, sus cinco hermanos y su esposo aprendieron la verdad.

Se enfrentan al alto índice de inflación

Uno de los principales problemas de los años ochenta fue la grave inflación. A pesar de que se llevaron a cabo diversos planes económicos, la inflación aumentó en un 6.584% entre mayo de 1989 y abril de 1990. Hubo meses en los que los precios subieron casi un 3% al día. Para comprar un artículo a finales del mes, la gente necesitaba casi el doble de dinero de lo que hubiera necesitado al principio. El gobierno trató de paliar la situación congelando todas las cuentas bancarias durante dieciocho meses, comenzando en marzo de 1990. Además, en más de una ocasión el gobierno tuvo que imprimir billetes nuevos en los que se eliminaron varios ceros.

El problema de la inflación, por supuesto, no era nuevo; pero lo que ocurrió en 1990 fue una exageración. Afortunadamente, en la sucursal contábamos con suficiente papel y demás materiales de impresión. Efectuamos las compras imprescindibles y pospusimos las demás. Los 800 miembros de la familia Betel acordaron no recibir por un tiempo su reembolso mensual. Fue animador recibir en la sucursal llamadas y cartas de hermanos que ofrecían donaciones y préstamos para que la obra siguiera adelante. Después de unos meses, el gobierno autorizó que las organizaciones no lucrativas, como la nuestra, reanudaran su trabajo habitual. La crisis había terminado para la Sociedad.

Durante esta difícil temporada, los Testigos siguieron activos en el ministerio utilizando sabiamente el tiempo, dinero y energía. Muchos demostraron verdadero aprecio por el consejo divino de buscar primero el Reino. (Mat. 6:33.) En consecuencia, en 1990 hubo nuevos máximos de publicadores, precursores y publicaciones distribuidas. El 11% de aumento en la cantidad de publicadores de aquel año no ha sido superado desde entonces.

Cuando se congelaron las cuentas bancarias, la Congregación Floresta en Joinvile (Santa Catarina) tenía en el banco una cantidad equivalente a 100.000 dólares que esperaba usar para construir un Salón del Reino. Aunque decidieron posponer el proyecto, las contribuciones recibidas hicieron posible la construcción del nuevo salón sin necesidad de tener que sacar el dinero del banco. Cuando por fin pudieron retirar los fondos, la congregación compró un terreno contiguo al Salón del Reino para usarlo como estacionamiento y ayudó a otra congregación a construir su salón.

Aprenden a leer la Biblia con entendimiento

El salmista describe así al hombre feliz: “Su deleite está en la ley de Jehová, y día y noche lee en su ley en voz baja”. (Sal. 1:2.) Hay muchas personas que nunca han tenido la oportunidad de ir a la escuela para aprender a leer. ¿Podría ayudárseles a experimentar el gozo al que alude el salmista? A partir de 1958 se celebraron clases especiales en los Salones del Reino para ayudar a los que no sabían leer ni escribir. En 1970 se dio un paso adicional en este programa educativo cuando se publicó en portugués el folleto Aprenda a leer y escribir. Hasta la fecha se ha enseñado a leer a más de veinte mil personas, entre ellas muchas que no son Testigos.

Incluso algunas personas que no son testigos de Jehová han notado los beneficios de las clases y han expresado su aprecio por ellas. En la ciudad de São Paulo un señor no creyente dio las gracias a la congregación local por haber enseñado a su esposa a leer. El jefe de policía de Ferros (Minas Gerais) envió una carta de encomio a la Sociedad por la labor de enseñar a los reclusos de la cárcel de la localidad, que decía: “Desde el punto de vista espiritual y material, los testigos de Jehová han colaborado con este jefe de policía al enseñar a los reclusos a leer. Al igual que lluvia fina, que cae silenciosamente pero puede desbordar ríos, su labor ha contribuido mucho a que los presos se integren en la sociedad”.

Por supuesto, la lectura rinde el mayor beneficio cuando la persona se deleita en la Palabra de Dios y la comparte con otras personas. Eso es lo que precisamente hace una Testigo de 74 años de Río de Janeiro que se benefició del curso de alfabetización, y ha enseñado la verdad a mucha gente de su localidad.

Cuando se presentó el folleto Aprenda a leer y escribir, se animó a los publicadores a utilizarlo para dirigir estudios con las personas interesadas que necesitaban ayuda. Cierto día, Sonia Springate, que servía de misionera en Curitiba (Paraná) pidió a una señora a quien estaba predicando que leyera Revelación 21:4. La mujer titubeó un momento y luego dijo: “No, mejor léalo usted”. Al volver a visitarla, Sonia se enteró de que la señora no sabía leer. Aunque tenía cuatro hijos que le daban mucho que hacer, aceptó lecciones bíblicas basadas en el folleto Aprenda a leer y escribir. Al principio se desalentó, pero, una vez que se le animó a persistir, en el plazo de un año aprendió a leer. Hoy día ella y su esposo son Testigos bautizados, y los hijos están progresando en la verdad.

Algunas personas que sabían leer necesitaban ayuda para mejorar su comprensión. Con ese fin, en 1990 se organizaron en algunas congregaciones cursos avanzados de lectura y conversación. Esta ayuda se suministra ahora mismo a casi seis mil Testigos, y los resultados son muy favorables. Cuando comenzó el curso, a una hermana de Río de Janeiro le tomaba unas dos horas leer y entender la información para el Estudio de Libro de Congregación. Después de dos meses de asistir al curso, podía hacerlo en veinte minutos.

Distribución especial de las revistas

La Atalaya, cuyo objetivo es ayudar a los que aman la verdad a entender la Biblia, ocupa un lugar de mucha importancia en la lectura de los testigos de Jehová. Ensalza a Jehová Dios como el Señor Soberano del universo y muestra que el Reino de Dios resolverá los problemas de la humanidad. Su compañera, la revista ¡Despertad!, indica el verdadero significado de los acontecimientos actuales y fomenta confianza en la promesa del Creador de establecer un nuevo mundo pacífico y seguro. Los testigos de Jehová tienen mucho interés en llevar a otras personas esta valiosa información. Con el fin de incrementar la distribución de estas revistas y animar a los nuevos a llenar los requisitos para participar en el ministerio, se organizó un día de distribución especial de revistas para el 1 de mayo de 1990, un día festivo. Se recomendó que las congregaciones programaran salidas al campo por la mañana, por la tarde y por la noche, y que toda la familia participara en el servicio aquel día.

La respuesta fue magnífica. Por ejemplo, en una congregación de 125 publicadores de Río de Janeiro, 121 hermanos salieron a predicar por la mañana y 118 por la tarde. Aquel mes se alcanzó en el país un nuevo máximo de 288.107 publicadores, y ese día se distribuyeron más de medio millón de revistas. A partir de entonces se han organizado otros días especiales de revistas con muy buenos resultados.

Las asambleas de distrito “Lenguaje Puro”

Las asambleas marcan hitos en la vida de los testigos de Jehová, y algunas se recuerdan por mucho tiempo. Una de estas se celebró en São Paulo, en agosto de 1990. El último día, más de ciento treinta y cuatro mil personas —86.186 en el estadio Morumbi y 48.220 en el Pacaembú— escucharon un discurso público presentado al mismo tiempo por dos oradores en la Asamblea de Distrito “Lenguaje Puro”. Estaban presentes para la ocasión C. W. Barber y A. D. Schroeder, miembros del Cuerpo Gobernante, así como 2.350 representantes de catorce países.

Cuando acabó el último discurso en ambos estadios, los asambleístas extranjeros comenzaron a ondear sus pañuelos. Profundamente conmovidos por lo que veían, muchos derramaron lágrimas de alegría. ¡Qué agradecidos estuvieron los hermanos brasileños de que sus hermanos y hermanas cristianos hubieran venido de otros países para estar con ellos en esta espléndida ocasión!

El excepcional amor que se manifiesta entre los siervos de Jehová es un factor esencial que contribuye a que las personas sinceras reconozcan la verdad. (Juan 13:35.) Así ocurrió en el caso de un joven y de su hermana que se habían opuesto a que su madre, una viuda, estudiara la Biblia con los testigos de Jehová. Un anciano los visitó y los invitó a asistir a la asamblea de São Paulo el domingo por la tarde. Los recogió temprano, pues tenía que trabajar en el estadio. Ambos quedaron profundamente impresionados. Les llamó la atención el orden y la limpieza del estadio, así como su organización y, por supuesto, el amor que se dispensó a los asambleístas visitantes cuando terminó el programa. Aceptaron un estudio bíblico, progresaron y se bautizaron junto con su madre. Actualmente, este joven es siervo ministerial.

Comités de Enlace con los Hospitales

Todos los testigos de Jehová, recién bautizados o con experiencia, saben que abstenerse de toda clase de sangre es un requisito cristiano fundamental. (Gén. 9:3, 4; Hech. 21:25.) En 1984 se formaron varios comités de ancianos experimentados con el fin de entrevistarse con los médicos y llevar un registro de los que estarían dispuestos a respetar la decisión del paciente de rechazar transfusiones de sangre. En 1991 se consolidó este sistema cuando se llevó a cabo en São Paulo un seminario internacional de Comités de Enlace con los Hospitales en el que estuvieron presentes Eugene Rosam y Fred Rusk, del departamento de Servicios de Información sobre Hospitales de Brooklyn (Nueva York, E.U.A.). A este seminario asistieron más de setecientos hermanos, entre ellos algunos médicos y abogados, aparte de los miembros de los Comités de Enlace con los Hospitales.

El seminario puso de manifiesto que había mucho trabajo que hacer. Se reorganizarían los comités, y sus integrantes comenzarían a hacer presentaciones ante los facultativos y grupos de médicos con el fin de aclarar nuestra postura con respecto al uso de la sangre y de ofrecerles artículos científicos sobre el tratamiento sin sangre. El objetivo que se propuso a los miembros del comité en su relación con los médicos fue “comunicación y cooperación, no confrontación”. Después de la reorganización, la cantidad de comités se redujo de 200, con 1.200 hermanos, a 64, con aproximadamente 350 integrantes. El resultado fue que hubo menos comités, pero más capacitados, ubicados en las ciudades que contaban con grandes centros médicos.

En octubre de 1992 hubo la oportunidad de hacer una presentación ante 1.300 médicos procedentes de más de cien países en la vigésimo segunda Convención Internacional de Transfusión Sanguínea, celebrada en São Paulo. Los organizadores permitieron a la hermana Zelita da Silva Souza, hematóloga, exponer un cartel que presentaba 65 alternativas médicas a la transfusión de sangre. Pedro Catardo y Sergio Antão, de Betel, informaron: “Al principio no estábamos seguros de la clase de recibimiento que nos darían, pero la reacción de los más de quinientos médicos con quienes hablamos personalmente resultó favorable. Uno de los oradores principales de la convención examinó con detenimiento el cartel y los artículos expuestos. Después, en un discurso que presentó en el auditorio principal, expresó admiración por la valiosa información recibida ‘de una fuente inesperada: los testigos de Jehová’”.

Durante los meses que siguieron se hicieron presentaciones en veinte Consejos Regionales de Medicina, varios de los cuales recomendaron a los médicos que, cuando surgieran problemas relacionados con la sangre, se pusieran en comunicación con el Comité de Enlace con los Hospitales de la localidad. Durante los pasados cuatro años se han hecho más de seiscientas presentaciones de este tipo, y ahora hay casi mil novecientos médicos que cooperan con los Testigos.

Curiosamente, un buen número de médicos que conocen las ventajas del tratamiento médico sin sangre, han organizado seminarios en Brasil con el fin de analizar este tema con otros profesionales del campo médico. Se ha invitado a algunos hermanos que son médicos o que forman parte de los Comités de Enlace con los Hospitales. Este tipo de seminario se celebró primero en Río de Janeiro y después en otras ciudades. Posteriormente, el Consejo Regional de Medicina de Río de Janeiro publicó un informe en el que recomendaba el uso de tratamientos alternativos.

“Jamás olvidaré aquella oración”

Los Comités de Enlace con los Hospitales han brindado mucho apoyo a los hermanos enfermos y a sus familias. Alaide Defendi, precursora especial, recuerda: “Mi hermana resultó herida en un accidente automovilístico en Curitiba (Paraná), en febrero de 1992. El médico dijo que su vida dependía de recibir una transfusión de sangre. Telefoneé al Comité de Enlace con los Hospitales y en quince minutos tres hermanos, vestidos de traje y corbata y con maletines en la mano llegaron al hospital y presentaron su tarjeta de visita al médico”.

Se hicieron los preparativos para trasladar a la paciente a un hospital ubicado a 40 kilómetros [25 millas] de distancia. Aunque algunos pacientes que rechazan las transfusiones de sangre aceptan un producto llamado eritropoyetina, una hormona sintética que estimula la producción de hematíes en la médula ósea, el médico dijo que este fármaco no estaba disponible en Brasil. No obstante, los hermanos se pusieron en comunicación con un miembro del Comité de Enlace con los Hospitales de São Paulo, el cual envió el producto en avión aquel mismo día. La hermana Defendi concluyó diciendo: “Cuando mi hermana se encontraba en estado grave, un miembro del Comité de Enlace con los Hospitales se quedó en el hospital todo el día y, en cierto momento crítico, me llevó aparte y me dijo: ‘Vamos a hacer una oración a Jehová’. Jamás olvidaré aquella oración”.

Una visita a los morros y las favelas de Río

La reputación que tienen los Testigos de ser personas realmente dedicadas a Dios les ha permitido continuar en su ministerio en zonas de Río de Janeiro dominadas por el tráfico de drogas. En dichas localidades hay varias congregaciones y, como dijo un anciano, cuanto más predican los hermanos, mejor les va. Los traficantes de drogas conocen a los hermanos y no los molestan. Hay morros en los que viven más de doscientas mil personas en favelas. La mayoría de estas personas no están implicadas en el tráfico de drogas, pero su condición económica no les permite vivir en otro sitio.

Un anciano que vivía en otra sección de la ciudad fue a una de estas barriadas para presentar un discurso público en una congregación. Cuando estacionó su automóvil enfrente del Salón del Reino, aparecieron dos jóvenes armados y le preguntaron quién era. Cuando dijo que era testigo de Jehová y que había venido a presentar un discurso bíblico, los jóvenes le dijeron que siguiera y que no se preocupara por su automóvil, porque nadie lo tocaría.

“En cierta ocasión —relató Francisco Duarte, superintendente de circuito—, los traficantes se presentaron en el Salón del Reino al concluir la reunión para advertir a los hermanos que habría un tiroteo. Mi esposa y yo nos asustamos un poco, pero los publicadores siguieron hablando como si nada sucediera, a pesar del sonido de los disparos. Al cabo de un rato los traficantes regresaron para decir que ya podíamos salir, pues el tiroteo había cesado.”

No es prudente que un forastero camine sin la compañía de alguien que viva en la zona. También es necesario vestirse de modo que no atraiga la atención de los ladrones. El hermano Duarte, aunque iba acompañado por un publicador local, fue detenido por un señor que le pidió su reloj. “Al principio creí que era un atraco —recuerda el hermano Duarte— pero el hombre dijo: ‘Sé que usted es el nuevo superintendente de circuito, pero si sigue llevando ese reloj dorado alguien se lo robará pensando que es de oro. Use mi reloj y guarde el suyo en el bolsillo’. Era un hermano. Aquella experiencia me enseñó a tener más cuidado.”

Un joven que pertenecía a una banda de traficantes de drogas empezó a estudiar la Biblia y entendió que tendría que cambiar de trabajo. Pero, ¿cómo? Sabía que si alguien deja una banda sus colegas por lo general lo matan como medida de seguridad para que no revele sus secretos. Pese a esto, el joven hizo acopio de valor, oró a Jehová y se fue a hablar con el cabecilla. Le explicó que estaba estudiando la Biblia con los testigos de Jehová, leyó algunos textos bíblicos y dijo que no podía seguir formando parte de la banda. Descubrió que el cabecilla había estudiado la Biblia en el pasado. Finalmente dejaron marchar al joven sin represalias, y ahora es un publicador activo en la congregación.

Trescientos mil publicadores

A medida que más personas entraban en la congregación, se necesitaban más publicaciones para el programa de educación bíblica. Nuestra imprenta ya se había ampliado, pero necesitábamos más espacio para albergar a la familia Betel, los voluntarios que trabajan en la sucursal. Algunos jóvenes vivían en dormitorios donde había más de veinte camas. Así que en 1990 comenzamos a trabajar en un edificio de servicios para la familia y en ocho edificios de residencia adicionales que tendrían un total de 384 habitaciones. También se amplió el comedor para dar cabida a 1.500 personas.

Para este proyecto de construcción se presentaron más de mil voluntarios procedentes de todas partes del país. Algunos vinieron para trabajar unas semanas; otros, varios meses. Muchos eran profesionales. (Unos ciento treinta de ellos pasaron a formar parte del personal permanente de la familia Betel.) Un grupo de veintitrés hermanos de doce congregaciones de Feira de Santana (Bahia), ubicado a más de 2.000 kilómetros [1.200 millas] de distancia, alquiló un autobús y viajó cuarenta horas para ayudar en las obras durante una semana. También vinieron a colaborar en el proyecto 35 hermanos experimentados de otros países. Asimismo, fue muy valiosa la colaboración de cientos de hermanos y hermanas de congregaciones próximas a Betel que trabajaron los fines de semana.

En 1991 la cantidad de publicadores pasó de trescientos mil, lo que significó un incremento de 100.000 en tan solo cuatro años. No cabía la menor duda de que se necesitaba la ampliación de la sucursal.

“Sí que son rápidos”

El progreso en la obra de hacer discípulos también requería más lugares de adoración. En años anteriores se habían construido Salones de Asambleas en Salvador (Bahia), Duque de Caxias (Río de Janeiro), Ribeirão Pires, Cosmópolis y Sertãozinho (São Paulo) y Betim (Minas Gerais). El Salón de Asambleas más grande del país está cerca de Vargem Grande Paulista (São Paulo); se terminó en octubre de 1992. Poco después se terminó en Queimados (Río de Janeiro) otro Salón, con un aforo de 4.000 personas. En septiembre de 1993 se dedicaron al mismo tiempo otros cinco Salones de Asambleas en Fortaleza (Ceará), Itaboraí (Río de Janeiro), Quatro Barras (Paraná), Recife (Pernambuco) y Sapucaia do Sul (Rio Grande do Sul). Actualmente funcionan dieciséis Salones de Asambleas, y otros cinco están en proyecto.

En armonía con el mandato bíblico de no abandonar el reunirnos, también se necesitan más Salones del Reino para atender la enorme afluencia de personas mansas. (Heb. 10:23-25.) Solo la tercera parte de las congregaciones de Brasil posee su propio lugar de reunión, y el ritmo al que se están formando nuevas congregaciones es más rápido que el ritmo al que se está construyendo. Además, la construcción de un Salón del Reino tomaba un promedio de tres años. De modo que en 1987 comenzamos a organizar Comités Regionales de Construcción compuestos de ancianos con experiencia en la construcción y que podían ayudar a los ancianos de las congregaciones. El Departamento de Ingeniería de Betel también suministró recomendaciones prácticas.

Se dio otro paso significativo en 1992, cuando se inició un programa de construcción rápida de Salones del Reino. La primera construcción se llevó a cabo en Agudos (São Paulo) con la participación de 200 voluntarios y un equipo de veinticinco hermanos de Betel. El proyecto tomó tres semanas, pero desde entonces el tiempo necesario para tales construcciones se ha reducido a dieciséis días. Durante el año de servicio de 1995 se completaron y dedicaron para el servicio de Jehová un total de 129 Salones del Reino.

A los observadores siempre les sorprende la velocidad con que se lleva a cabo la construcción. Al final de la primera semana de la construcción de un Salón del Reino, un obrero de la compañía que iba a suministrar los cristales de las ventanas se sorprendió de que los hermanos insistieran en que regresara el siguiente miércoles para colocarlos. “Deben estar equivocados —dijo—. Para la próxima semana ni habrán levantado las paredes, mucho menos estarán listos para colocar los cristales de las ventanas.” Regresó el miércoles, pero sin los cristales. Al ver las paredes levantadas y enlucidas, los marcos de las ventanas colocados y el techo puesto, todo ello en menos de una semana, tardó unos cinco minutos en salir del camión y dijo: “Sí que son rápidos”. Y se fue a traer los cristales.

Un hombre que vivía cerca del lugar donde se construía un Salón del Reino, sorprendido por el ritmo al que iba la construcción, preguntó: “¿Qué tengo que hacer para ayudarles?”. “Primero tiene que estudiar la Biblia con nosotros”, fue la respuesta. Se comenzó un estudio bíblico con él al día siguiente.

Se lleva el mensaje en lenguaje de señas

El rápido aumento no ha ido en detrimento del interés en las personas sordas o ciegas. Dar atención a sus necesidades ha tenido excelentes resultados. En 1992 se editó el libro de 336 páginas Languagem de sinais (Lenguaje de señas) para enseñar el lenguaje de señas a los sordos. El libro unificó las señas que utilizan los testigos de Jehová en Brasil y procuró eliminar las señas basadas en ideas babilónicas. Una de estas era el movimiento que imita la aspersión, que, por supuesto, no transmite apropiadamente la idea del bautismo cristiano en agua.

En 1982 se formó en Río de Janeiro la primera congregación de sordos y audioimpedidos. Ahora hay seis de tales congregaciones y 50 grupos más pequeños en diversas ciudades. En 1994, hubo dieciocho asambleas con sesiones en lenguaje de señas. En algunas de ellas los intérpretes representaron a los participantes de los dramas. En 1996, los Testigos sordos de Brasil recibieron con amplias sonrisas y lágrimas de alegría una videocinta producida por la Sociedad que presenta en lenguaje de señas todo el folleto ¿Qué exige Dios de nosotros? Es muy provechoso, pues muchos sordos no saben leer, pero entienden el lenguaje de señas.

Es digna de encomio la disposición de los ancianos, siervos ministeriales y precursores en estas congregaciones. Requiere tiempo, esfuerzo y perseverancia aprender el lenguaje de señas, pero los resultados han sido formidables.

“Me animó sin verme, oírme ni hablarme.” Esto es lo que suelen decir las personas que conocen a Rosemary Varella, una hermana ciega y sorda que lleva de precursora auxiliar tres años. Nació sorda y, por consiguiente, no aprendió a hablar. Poco a poco fue perdiendo la vista y ahora está casi ciega. Se expresa con lenguaje de señas y la gente se comunica con ella mediante interpretación táctil.

Rosemary había perdido la vista antes de aprender la verdad, lo cual había afectado gravemente la comunicación con su esposo. Estaba tan deprimida que pensó en suicidarse. Entonces conoció a Nilza Carvalho, una precursora joven que sabía el lenguaje de señas. Cuando aprendió la promesa de Dios de sanar todos los impedimentos que tiene la gente, aceptó un estudio bíblico. (Isa. 35:5.) En poco tiempo comenzó a asistir a las reuniones de la congregación de sordos de São Paulo. Un intérprete se sentaba a su lado durante las reuniones para transmitirle lo que se decía en la plataforma, valiéndose de la interpretación táctil. Posteriormente, su esposo también aceptó un estudio bíblico; dejó de fumar, y ambos se bautizaron en febrero de 1992. Poco después de bautizarse comenzaron a servir de precursores auxiliares de continuo. Rosemary ha dirigido hasta veinte estudios bíblicos con otras personas sordas a la vez que ha atendido los quehaceres domésticos.

Con el fin de ayudar a las personas con impedimentos visuales, la Sociedad comenzó a imprimir publicaciones en braille portugués (grado uno) en 1980. Hoy día, muchas de las publicaciones de la Sociedad, entre ellas la Biblia y La Atalaya, están disponibles en braille. La Biblia completa en braille portugués consta de 84 tomos; no es precisamente una edición de bolsillo. También se ha editado un manual para aprender braille. Según los datos disponibles, en Brasil hay más de un millón de personas con impedimentos visuales.

Sequía en el noreste

Aunque la sequía es un problema crónico en la región nororiental de Brasil, la situación se agravó notablemente en 1993. En algunas zonas no había llovido en dos años. Las personas más afectadas fueron las que vivían en zonas rurales y dependían de sus cosechas. En Mumbaba (Ceará) la gente hacía fila día y noche para obtener agua del único manantial que quedaba. Debido a la sequía, los mercados y supermercados de varias ciudades fueron saqueados. Con el fin de socorrer a los hermanos de aquella región, las congregaciones de São Paulo, Río de Janeiro y Curitiba manifestaron el mismo espíritu generoso que los cristianos filipenses del siglo primero enviando cuatro camiones grandes cargados con un total de 80 toneladas de alimento, ropa y zapatos. En total, se dio asistencia a los hermanos de 65 localidades de cinco estados. (Fili. 4:14-17.)

En un control de carretera, el guardia le preguntó al conductor del camión cuánto ganaba por hacer un viaje tan peligroso. Lo que lo hacía arriesgado era el pillaje. Cuando se enteró de que el conductor era testigo de Jehová, dijo: “Solo un testigo de Jehová haría esto a cambio de nada”. En otro control, cuando el conductor dijo que era testigo de Jehová, el guardia les pidió a él y a su compañero la tarjeta Directriz/Exoneración médica por anticipado. Después de examinarlas le dijo al otro guardia: “Sí son testigos de Jehová. Puedes dejarlos pasar”.

Al ver la ayuda que se había suministrado, un señor del estado de Paraíba comentó: “Otras religiones se limitan a hablar, pero ustedes trabajan por el prójimo”. Aunque la situación era difícil, los hermanos no cedieron a la desesperación, pues confiaban en que Jehová les proveería lo necesario. Una hermana escribió: “Ustedes no pueden satisfacer nuestro deseo de lluvia ni resolver nuestro problema de falta de agua, pero con las provisiones que nos enviaron, han fortalecido nuestra fe y nuestra confianza en que no estamos solos en este mundo, que existen personas que piensan en nosotros”. (Sant. 2:14-17.)

“Aplausos para los testigos de Jehová”

Las asambleas son ocasiones muy alegres para los testigos de Jehová. Pero pueden surgir problemas cuando se celebran en instalaciones deportivas. En 1992 se presentó una situación embarazosa en la Asamblea de Distrito “Portadores de Luz” que se celebró en el Estadio Pacaembú de São Paulo. Habíamos contratado el estadio por tres días, pero en algunos lugares los eventos deportivos se consideran más importantes que cualquier otra cosa. De modo que el jueves por la tarde, el día antes de comenzar la asamblea, se avisó a los hermanos de que el domingo a las seis de la tarde habría un encuentro de fútbol entre los dos mejores equipos del país, por lo que tendríamos que desalojar el estadio para las cuatro.

João Fernandes, el superintendente de la asamblea, recuerda: “No teníamos elección, a pesar de haber firmado el contrato. El viernes por la noche nos reunimos con tres hermanos de cada departamento, 110 en total, con el fin de planear un desmantelamiento relámpago del equipo de la asamblea. Esto exigiría la cooperación estrecha de todos los implicados, no solo para desmontar el equipo, sino para transportarlo sin obstaculizar la salida de los 30.000 asambleístas. Se desmontó la plataforma y el sistema de sonido en unos cuantos minutos. Se llevó otra parte del equipo al viejo edificio de Betel de São Paulo, donde se limpió y almacenó. A las tres cuarenta y cinco de la tarde, poco más de una hora después de la conclusión del programa, se había hecho todo el trabajo”.

Durante la semana de la asamblea, algunos comentaristas de la televisión habían dicho que los testigos de Jehová no podrían entregar el estadio a tiempo para la llegada de los hinchas del fútbol. Durante un programa deportivo del domingo, un comentarista de otro estadio preguntó al del Estadio Pacaembú: “¿Cómo está el estadio? ¿Cumplió aquel grupo religioso la promesa de desalojar el estadio a tiempo?”. La respuesta fue: “Sí. No solo lo han entregado a tiempo, sino que además lo dejaron todo limpio. Daba gusto ver los baños nítidos y las gradas barridas. ¡Un aplauso para los testigos de Jehová!”.

Miniasambleas en lugares aislados

En la región amazónica hay familias y grupos aislados que viven a enormes distancias de los locales de asamblea. El único medio de transporte disponible es el avión o el barco; pero el primero es muy caro, y el segundo muy lento. Así que a la mayoría de estos publicadores les ha sido imposible ir a las asambleas de distrito y circuito. Lo mismo ha sucedido en el caso de los hermanos de Tabatinga (Amazonas), que están a unos 1.600 kilómetros [1.000 millas] de Manaus, la ciudad de asamblea más cercana.

Debido a este problema, en 1990 se decidió presentar porciones abreviadas del programa de la asamblea de distrito durante la visita del superintendente de circuito. Este sistema continúa en vigor en el caso de los hermanos de cinco poblaciones de tres circuitos. Se reúnen grupos de unas cincuenta personas o tal vez hasta de 180 en el Salón del Reino, si lo tienen, o en un auditorio.

“Ahora puedo ser precursor, ¿verdad?”

Es realmente conmovedor ver el aprecio que manifiestan por los asuntos espirituales algunas personas que se presentan para bautizarse. En una pequeña asamblea celebrada en 1993 en Tefé, ubicado en la región amazónica, Públio Cavalcante, superintendente de circuito, observó que en la zona reservada para los candidatos al bautismo se había sentado un joven a quien no había visto anteriormente. Como hay tan pocos hermanos en aquella zona, por lo general el superintendente de circuito los conoce a todos. Preguntó a los ancianos si el joven se había sentado allí por equivocación. Le contestaron que no, que vivía a treinta y cinco o cuarenta horas de allí en barco y había aprendido la verdad por correspondencia. Cada seis meses un precursor especial se desplazaba a Juruá para visitarlo y se quedaba allí alrededor de un mes.

Más tarde, el superintendente de circuito fue a hablar con el joven y durante la conversación le preguntó si había dirigido algún estudio bíblico. “Sí, dirijo once estudios. Él es uno de mis estudiantes”, respondió señalando a otro joven sentado en el auditorio. Mientras hablaban, señaló a otros dos jóvenes que estaban estudiando con él. Los estudiantes habían pagado su propio pasaje y viajado más de treinta y cinco horas para asistir a la asamblea y presenciar el bautismo de su amigo. Después de bautizarse, el joven preguntó al precursor especial: “Ahora puedo ser precursor, ¿verdad?”. Hasta la fecha, no se han celebrado reuniones en aquella zona, pero ahora que este publicador se ha bautizado, el precursor especial piensa enseñarle a dirigir las reuniones.

La predicación en zonas poco trabajadas

Los testigos de Jehová no creen que baste con participar hasta cierto grado en el servicio del campo. Reconocen que toda persona necesita que se le brinde la oportunidad de oír las buenas nuevas. En Brasil hay muchas poblaciones que no están asignadas a ninguna congregación y otras que se trabajan rara vez. Por lo general, son pueblos pequeños, aislados o de difícil acceso. Una investigación realizada en 1990 indicó que en el territorio no asignado vivían 4.000.000 de personas, y en el que se abarcaba muy pocas veces 9.000.000. Aquel año se emprendió una campaña especial para hablar con algunas de estas personas. Participaron más de dos mil publicadores, que predicaron en 177 localidades no asignadas hasta entonces. Posteriormente, se mudaron unas treinta familias a algunos de estos pueblos con el fin de formar el núcleo de nuevas congregaciones.

Los recursos económicos limitados no suponen un obstáculo insuperable para los Testigos cuando se trata de participar en tal actividad. En septiembre de 1993 se reunieron los ancianos de cuatro congregaciones de Sobral (Ceará), ubicado en una de las regiones más secas y pobres de Brasil, para decidir cómo predicar en ciertos pueblos periódicamente. Tenían asignados diez pueblos que, hasta entonces, se habían trabajado solo de vez en cuando. Los horarios de autobús prácticamente impedían que los publicadores viajaran a estas zonas.

Como los pueblos se encontraban en un radio de 130 kilómetros [80 millas] de Sobral, los ancianos decidieron comprar una furgoneta de segunda mano para que los publicadores viajaran al territorio todos los días. Podrían salir por la mañana y volver por la noche. Cuando se comunicó la decisión, las congregaciones enviaron contribuciones voluntarias para pagar la furgoneta. “La compra del vehículo no fue el resultado de un gran donativo, sino del esfuerzo de todos”, escribió Wilson P. Dias, uno de los ancianos. Otro hermano escribió: “Las congregaciones donaron 2.000 dólares, un hermano de Inglaterra donó la misma cantidad y el resto se pagó a plazos”.

Utilizan la furgoneta más de cincuenta publicadores y precursores, cada uno de ellos un día determinado de la semana. De este modo, establecen comunicación con aproximadamente ciento diez mil personas. Han logrado ayudar a una buena cantidad de ellas a hacerse proclamadoras del Reino y han reactivado a otras. Actualmente se celebran las reuniones en cuatro de los pueblos.

A principios de 1995 se recomendó otro sistema, coordinado por la sucursal de Brasil, para comunicarse con los habitantes de territorios no asignados o distantes y atenderlos. Unas cuantas congregaciones acordaron pagar los gastos de los precursores regulares que estuvieran dispuestos a servir seis meses en aquellos lugares. Otras congregaciones siguieron ese ejemplo, y los resultados han sido muy animadores. Hasta la fecha, se ha asignado a más de trescientos cuarenta precursores regulares a 350 pueblos, donde ya han ayudado a más de trescientas personas a llegar a ser publicadores.

Al mismo tiempo, los 1.400 precursores especiales permanentes y temporeros están efectuando muy buen trabajo. A muchos de estos se les ha asignado a congregaciones en las que hay escasez de hermanos con experiencia. Por ejemplo, en Rio Branco (Acre) una de las congregaciones cuenta con solamente un anciano local, aparte del precursor especial, para atender las necesidades de sus 90 publicadores. No obstante, la mayor parte de los precursores especiales sirven en pueblos pequeños donde no hay congregaciones; es gratificante ver el excelente trabajo que efectúan.

Los hermanos de las ciudades grandes también han colaborado en la predicación en territorios distantes que rara vez se trabajan. Por nueve años consecutivos, los hermanos de Río de Janeiro han organizado grupos para trabajar en ese tipo de territorio durante unas cuantas semanas. Hace poco un grupo de 68 hermanos y hermanas abarcaron veinte ciudades de Paraná; para lograrlo, recorrieron 2.500 kilómetros [1.600 millas] en diecisiete días. Según Georges Ghazi, uno de los organizadores del grupo, lo único que lamentan es no haber comenzado mucho antes estas excursiones para predicar.

Edificios de difícil acceso

La gente que vive en territorio no asignado no es la única a la que cuesta llegar. Muchos habitantes de las grandes ciudades prefieren vivir en urbanizaciones y edificios de apartamentos de acceso controlado para protegerse contra el crimen. Contactar con estas personas es difícil, pero no imposible. Un matrimonio que sirvió de tiempo completo durante los años ochenta se mudó a uno de estos edificios, que estaba cerca de la ciudad de São Paulo. Lo consideraron su territorio personal. “Cuando salía de compras, o iba al banco, o a recoger a los niños a la escuela —recuerda la madre— siempre iba preparada para hablar con nuestros vecinos.” Después los visitaba con discreción.

En una reunión de padres de alumnos, una madre le dijo a esta hermana que a su hijo le costaba concentrarse. La hermana le llevó un artículo de la revista ¡Despertad! que trataba ese problema, lo cual terminó en un estudio bíblico. Con el tiempo, la señora y sus dos hijas se bautizaron. Otra vecina preguntó a la hermana si deseaba cooperar con ella en la recogida de alimento para los necesitados. La hermana le dijo que ya dedicaba su tiempo a ayudar a la gente del vecindario, y le explicó el sistema de estudios bíblicos en los hogares. La señora, su esposo y su hijo de 18 años comenzaron a estudiar y más adelante se bautizaron.

Otra señora y sus tres hijas adolescentes aceptaron un estudio bíblico. El esposo se opuso, aunque se consideraba religioso. Una de las hijas le propuso que asistiera a una reunión para investigar el asunto por sí mismo, y él accedió. Unos días después, nuestra hermana invitó a la familia a comer en su casa. Para sorpresa de todos, el esposo empezó a hablar sobre la reunión a la que había asistido. Más tarde, convino en estudiar la Biblia. Actualmente, toda la familia sirve a Jehová.

Otras personas también aceptaron estudios bíblicos. En consecuencia, en noviembre de 1991 se formó una congregación compuesta enteramente de residentes de aquel edificio. Hay 46 publicadores y a la Conmemoración de 1995 asistieron 80 personas. De modo que la verdad de la Palabra de Dios puede penetrar incluso en zonas de difícil acceso.

Cuatrocientos mil publicadores, y crece la cantidad

Hace casi un siglo, las semillas de la verdad bíblica llegaron por primera vez a Brasil por correo. Después de unos veinticinco años, las publicaciones Watch Tower comenzaron a traducirse ininterrumpidamente al portugués en el país y a imprimirse en Río de Janeiro. Durante los siguientes veinticinco años, unos mil brasileños se hicieron testigos de Jehová y comenzaron a difundir con regularidad las buenas nuevas del Reino de Dios. Para abril de 1995, aquella cantidad había aumentado a más de cuatrocientos mil publicadores del Reino. ¿Quedaba algo más que hacer?

Jesucristo predijo que el mensaje del Reino se predicaría “en toda la tierra habitada” antes de que viniera el fin. (Mat. 24:14.) ¿Hasta qué grado se ha efectuado esta obra en Brasil? Las primeras reuniones de los testigos de Jehová (conocidos en aquel tiempo como Estudiantes de la Biblia) se celebraban en São Paulo y Río de Janeiro. Hoy día, en dichas ciudades hay muchas congregaciones repletas de personas que aman y sirven a Jehová. En la zona metropolitana de São Paulo hay ahora mismo 837 congregaciones; en Río de Janeiro, 539, y Salvador tiene 276. Hay más de 6.650 congregaciones en el país compuestas de celosos testigos de Jehová. Las personas de muchos de estos lugares tienen la oportunidad de oír el mensaje del Reino frecuentemente: en algunas zonas, todas las semanas.

En los pueblos pequeños y zonas rurales, no se visita a la gente con tanta frecuencia. Hay unos trescientos cincuenta pueblos pequeños (con un total aproximado de 1.500.000 habitantes) y extensas zonas rurales que no están asignadas a ninguna congregación. No se predica regularmente en estas zonas, aunque tratan de abarcarse una vez cada seis meses.

¿Pudiera ayudarse a más gente —ya sea en las grandes ciudades o en las regiones aisladas— a apreciar la importancia del mensaje bíblico? Con el fin de llegar a su corazón, durante abril y mayo de 1995 se realizó un esfuerzo especial por hablar con la mayor cantidad de personas posible y darles el tratado ¿Por qué hay tantos problemas en la vida? Se imprimieron más de 34.000.000 de tratados, que se enviaron a las congregaciones para su distribución. Un señor dijo al recibir un ejemplar: ‘Esta mañana me planteé esa misma pregunta y la comenté con otros’. Una señora dijo: ‘Me he hecho esa pregunta por muchos años, pero nunca imaginé que tendría respuesta’. Otra escribió lo siguiente a la Sociedad: “Me gustó tanto el tratado que deseo solicitarles un estudio bíblico. Muchas gracias”.

Los testigos de Jehová de Brasil no creen que su labor haya terminado y que no pueda hacerse nada más en obediencia al mandato profético de Jesús de dar testimonio del Reino. Hasta en lugares donde predican con frecuencia, no encuentran a muchas personas en su casa. Puede que estén trabajando, de compras, visitando a conocidos o durmiendo para recuperar las energías y estar listos para la siguiente semana. Los Testigos se interesan por estas personas. Un superintendente viajante de Porto Alegre (Rio Grande do Sul) utilizó esta táctica: dado que en los fríos días de invierno a muchas personas les gustaba quedarse durmiendo porque la cama era el lugar más caliente, él y su compañero daban la vuelta a la manzana y llamaban únicamente a las casas donde parecía haber actividad. Dieron nueve vueltas a una manzana y en cada una encontraron más gente levantada. Dejaron publicaciones en todas las casas, lo que abrió el camino para hacer revisitas.

En Brasil hay muchas personas que se interesan en la Palabra de Dios; los testigos de Jehová desean ayudarlas a entenderla y a aprender cómo ponerla en práctica en su vida diaria. Actualmente, los testigos de Jehová dirigen regularmente más de quinientos mil estudios bíblicos a individuos y familias. Y desde 1995 utilizan el libro El conocimiento que lleva a vida eterna en un programa que tiene como objeto ayudar a las personas de buena disposición a aprender las enseñanzas bíblicas fundamentales aún más deprisa que en el pasado. Además de los que aceptan estudiar, millones de personas más de todo el país reciben con gusto las publicaciones bíblicas que distribuyen los Testigos, como lo muestra el hecho de que en el año de servicio de 1996 se distribuyeron 2.334.630 libros, 21.168.979 revistas y 2.787.032 folletos.

Nuestros hermanos brasileños no solo se interesan en el progreso de la obra en su país. Muchos precursores se han ido a servir a países donde hay más necesidad porque todavía no se ha dado suficiente testimonio. La sucursal de Cesário Lange imprime publicaciones bíblicas para los predicadores de las buenas nuevas no solo de Brasil, sino también de Alemania, Angola, Argentina, Bolivia, Mozambique, Paraguay, Portugal y Uruguay. Prescindiendo de la labor que se haya efectuado en el pasado, parece que la obra se acelera con cada año que pasa.

Nos ha dado mucho gozo

No hay duda de que dar el testimonio por todo Brasil ha implicado mucho trabajo. Pero ha sido una gozosa labor. Claro está que no todo han sido buenos momentos; también ha habido épocas difíciles. No obstante, nos conmueve haber presenciado con nuestros propios ojos la prueba de la bendición de Jehová sobre la obra de sus siervos leales.

Erich Kattner todavía recuerda que, cuando predicaba en las zonas rurales de Brasil en 1939 y 1940, solía dormir al raso colocando como almohada su bolsa de publicaciones. En aquel entonces había solo unos cuantos centenares de Testigos en todo el país. Muy pocas personas a las que visitaba tenían la Biblia. A fin de obtener Biblias para distribuirlas a las personas interesadas, iba a la librería más cercana de la Sociedad Bíblica, pero terminaron por no venderle más. Sin embargo, él dice: “Tuve el emocionante privilegio de asistir a la asamblea ‘Buenas Nuevas Eternas’ celebrada en Nueva York en 1963, cuando se presentó la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas Cristianas en seis idiomas, incluido el portugués. Estaba muy agradecido a Jehová por recibirla en portugués, pues así podría utilizarla en mi asignación en Brasil”. En 1967 se publicó en portugués la Traducción del Nuevo Mundo completa, desde Génesis hasta Revelación, lo cual ha representado un gran adelanto en la obra de educación bíblica en este país. La cantidad de alabadores activos de Jehová en Brasil ha aumentado de 30.118 en 1963 a más de 436.000 en 1996.

Augusto Machado agradece la ayuda que le dio una de las primeras misioneras enviadas a Brasil. También recuerda la primera asamblea de los testigos de Jehová a la que asistió. Fue en Río de Janeiro. N. H. Knorr y M. G. Henschel habían llegado desde Nueva York para estar presentes. La asistencia fue de solo 1.064 personas. Uno de los discursos se titulaba: “El camino más excelente del amor”. “En 1958 —dice el hermano Machado— tuve el privilegio de estar entre la multitud de 253.922 personas que asistieron a la asamblea internacional de ocho días en Nueva York. En ambas asambleas imperó el mismo espíritu de amor. [...] Regresé de Nueva York más convencido que nunca de que el pueblo de Jehová, libre de la división tribual y racial, está efectuando una obra de educación bíblica a nivel mundial que no tiene paralelo en la historia.”

En 1985 vio prueba palpable de lo que dicha obra de educación bíblica está logrando en Brasil. Tuvo el privilegio de hablar en una asamblea internacional que se celebraba simultáneamente en São Paulo y Río de Janeiro. Asistieron casi un cuarto de millón de personas, la mayor parte de ellas de Brasil. Y una década después, cuando las congregaciones de los testigos de Jehová de Brasil se reunieron para observar la Conmemoración de la muerte de Cristo, hubo más de 1.144.000 asistentes.

Hoy día, los siervos dedicados de Jehová tenemos muchas razones para estar gozosos a pesar de los tiempos difíciles en los que vivimos. Nuestros corazones se conmueven profundamente cuando meditamos en las obras de Dios y en sus promesas. De todas las naciones, incluida Brasil, se está reuniendo a “las cosas deseables” dentro de su casa espiritual de adoración. (Ageo 2:7.) Las palabras del Salmo 144:15 son muy ciertas: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”.

[Ilustraciones y mapa de la página 167]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

Río Amazonas

Manaus

AMAZONAS

MATO GROSSO

Cesário Lange

RIO GRANDE DO SUL

Belém

Fortaleza

Recife

Salvador

Río de Janeiro

São Paulo

[Ilustraciones]

1) Playa de Recife

2) Río de Janeiro

3) Bosque pluvial amazónico

4) Predicación en el Amazonas

5) Sucursal en Cesário Lange

[Ilustración a toda plana de la página 124]

[Ilustración de la página 126]

Alston y Maude Yuille comenzaron a servir en Brasil en 1936

[Ilustración de la página 126]

Charles Leathco, de la primera clase de Galaad, todavía sirve en Betel

[Ilustraciones de la página 133]

Se pone en funcionamiento la rotativa en 1973 en São Paulo

[Ilustraciones de la página 134]

En la asamblea “Victoria Divina” de São Paulo, los asambleístas vieron el alentador fruto de su predicación conjunta

[Ilustración de la página 142]

Un “Parque de Asambleas” parcialmente cubierto de Salvador

[Ilustración de la página 145]

El Comité de Sucursal (de izquierda a derecha): Massasue Kikuta, Karl Rietz, Amaro Santos, Östen Gustavsson, Augusto Machado, Fred Wilson

[Ilustraciones de la página 150]

En la dedicación de la sucursal en 1981, Lloyd Barry exhortó: ‘Den a la predicación de las buenas nuevas toda su atención’

[Ilustración de la página 156]

Más de treinta y nueve mil hermanos han recibido formación en la Escuela del Servicio de Precursor. En la fotografía, una clase en Sorocaba (São Paulo)

[Ilustración de la página 158]

Los misioneros y otros graduados de Galaad en el servicio de tiempo completo con sus cónyuges durante una visita del superintendente de zona en 1996

[Ilustraciones de la página 162]

Las rotativas offset y el sistema MEPS fueron instrumentos importantes que permitieron la publicación simultánea

[Ilustración de la página 170]

Embarcación utilizada para predicar las buenas nuevas en la desembocadura del Amazonas

[Ilustraciones de la página 175]

Llegaron voluntarios de otros países para ayudar a los Testigos locales a construir la sucursal; aquí se ve a los Harley (arriba) y a los Colwell

[Ilustraciones de las páginas 176 y 177]

La sucursal coordina la labor de los más de cuatrocientos treinta mil Testigos de Brasil

[Ilustraciones de la página 192]

Dieciséis Salones de Asambleas atienden las necesidades de los testigos de Jehová de Brasil

[Ilustraciones de la página 193]

Se necesitan más Salones del Reino. Los métodos de construcción rápida ayudan a satisfacer la necesidad

[Ilustración de la página 194]

Algunas congregaciones suministran ayuda especial a los sordos y a los ciegos

[Ilustraciones de la página 205]

Erich Kattner se alegró de ver la “Traducción del Nuevo Mundo” en portugués

[Ilustración de la página 207]

Augusto Machado ha visto prueba palpable de los resultados de la educación bíblica en Brasil