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Curazao

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Las islas de Aruba, Bonaire y Curazao, que están situadas cerca de la costa de Venezuela, poseen una belleza singular. No se trata de la belleza exuberante de otras islas caribeñas, sino la que emana del desierto, las sombras misteriosas de la noche y el marcado contraste de los colores durante el día.

A causa de la escasez de precipitaciones abundan los cactus gigantes (entre ellos destaca el kadushi), que se ven por todas partes. Se da bien asimismo el dibidibi, árbol que se distingue por su característica copa ladeada. Las casas de las plantaciones se recortan sobre el cielo azul como mudos centinelas que nos recuerdan el pasado colonial de la isla. Las cabras vagan por el campo y cruzan correteando las carreteras.

Aruba y Bonaire cuentan con una pujante industria turística, mientras que Curazao depende de los ingresos que generan el refinado del petróleo y las plataformas petrolíferas. En cada una de las islas hay una planta desalinizadora, que suministra agua potable y vapor para producir energía eléctrica mediante la destilación del agua de mar.

En el siglo XV, los españoles descubrieron estas islas, que hoy cuentan con una población de casi 250.000 habitantes. Posteriormente tomó posesión de ellas Holanda, y tras breves períodos en manos francesas e inglesas, en 1815 volvieron a la corona holandesa. Desde 1954, la federación de las Antillas Neerlandesas, compuesta en un principio de Aruba, Bonaire, Curazao y tres islas de Barlovento, tiene completa autonomía en sus asuntos internos. En 1986, Aruba se convirtió en una entidad política separada.

Cultura e idioma

Bajo el gobierno holandés, las islas gozan de un clima de tolerancia religiosa. Sus habitantes son en su mayoría católicos, si bien hay grandes grupos de protestantes, e incluso una comunidad judía importante en Curazao. En estas islas conviven en paz gentes de 40 ó 50 países del mundo conformando una sociedad multirracial. Aunque la totalidad de la población habla el mismo idioma, cada isla conserva su propia identidad. Pues bien, esta es la diversificada sociedad en la que arraigó la verdad bíblica y donde continúa prosperando.

La población es plurilingüe y propensa a olvidar qué idioma está hablando, pues es habitual cambiar de uno a otro. Aunque el lenguaje oficial es el holandés y se emplean mucho en los negocios el inglés y el español, el papiamento es la lengua materna. Una teoría dice que esta surgió en las islas de Cabo Verde (África occidental) antes del siglo XVII. Dichas islas servían a Portugal de base de operaciones para sus incursiones en África, de modo que con el tiempo apareció una lengua criolla, mezcla de idiomas de dicho continente y del portugués, que permitía comunicarse a africanos y portugueses. (A los idiomas que posibilitan la comunicación entre grupos lingüísticos distintos se les llama lenguas francas.) Posteriormente, los esclavos llevados a estas islas del Caribe introdujeron en ellas este lenguaje. Con el transcurso de los años recibió influencias del holandés, español, inglés y francés, de modo que el idioma resultante, el papiamento, llegó a ser una mezcla de todos ellos.

La lengua franca que los esclavos crearon e introdujeron en las islas sirvió básicamente para superar sus problemas de comunicación y para promover su unidad. Ahora bien, con el tiempo se adoptó otra lengua franca, aquella de la que se habla en Sofonías 3:9: “Entonces daré a pueblos el cambio a un lenguaje puro, para que todos ellos invoquen el nombre de Jehová, para servirle hombro a hombro”. Este “lenguaje puro” no solo ha unido a algunos isleños y les ha permitido superar las diferencias sociales, raciales y, a veces, nacionales, sino que también los ha unido a la asociación mundial de testigos de Jehová. De modo que, aun cuando hay diferentes congregaciones en papiamento, inglés, español y holandés, la lengua franca de la verdad bíblica une estrechamente a los hermanos mediante el vínculo del amor.

Llega la verdad

No se sabe con precisión cómo se sembraron en las islas las primeras semillas de la verdad. La luz bíblica despuntó casi imperceptiblemente e hizo desaparecer el manto de oscuridad que envolvía este territorio, baluarte del catolicismo durante mucho tiempo. Varias personas predicaron en la zona a finales de la década de 1920 y en la de 1930. Además, un vendedor ambulante que comerciaba con libros religiosos sembró sin saberlo semillas de la verdad, pues entre sus publicaciones había algunas de la organización de Dios. El vendedor tenía dos hijas, Pearl y Ruby, que trabajaban con él y años después se hicieron testigos de Jehová. Ambas permanecen fieles hasta el presente.

En 1940, Brown, un hermano de Trinidad que estaba empleado en una refinería de petróleo, llevó a cabo el primer bautismo en la historia de Curazao: el de cinco personas a las que había dado clases bíblicas. Entre ellas estaban Martin y Wilhelmina Naarendorp, y Eduard Van Marl, todos ellos originarios de Surinam.

La hija de los Naarendorp, Anita Libretto, cuenta: “Yo tenía seis años en 1940. Me acuerdo de que mis padres estudiaban con un hermano anglohablante. Ellos solo hablaban holandés y apenas entendían inglés, pero se esforzaron y en seis meses se bautizaron. Las reuniones, que no estaban tan bien organizadas como ahora, se celebraban en nuestra casa. Eran veladas de estudio que se prolongaban hasta después de la medianoche, pues a mis padres les costaba entender los libros escritos en inglés”. Se predicaba principalmente en inglés, pues el grupito no hablaba con soltura papiamento y no había publicaciones en este idioma.

En general, los isleños no tenían la costumbre de leer las Santas Escrituras ya que la Iglesia Católica lo prohibía. No era raro que los sacerdotes confiscaran las Biblias que encontraban. Al principio, uno de ellos seguía a los hermanos a todas partes, dando patadas en el suelo y gritando: “¡Dejen en paz a mis ovejas!”.

Se siembran las semillas en Aruba y Bonaire

En 1943, John Hypolite, que había sido adventista, y Martin Naarendorp visitaron Aruba y pasaron las vacaciones difundiendo las buenas nuevas. Que se sepa, fueron los primeros en predicar en dicha isla. A su regreso a Curazao, el hermano Hypolite escribió a la sede mundial de Brooklyn pidiendo ayuda para el servicio del campo. Tres años después se enviaron misioneros, aunque, lamentablemente, él murió antes de que llegaran. No obstante, los valerosos hermanos de Curazao, como John Hypolite, habían seguido el consejo de Eclesiastés 11:6 y habían sembrado generosamente la semilla, que más tarde echó raíces y brotó.

En 1944, Edmund Cummings, de Granada, y Woodworth Mills, de Trinidad, llegaron a Aruba y se emplearon en la refinería de petróleo de Sint Nicolaas. Por las calles de esta ciudad, situada en el extremo oriental de la isla, bullían inmigrantes procedentes de todas partes de las Antillas que habían ido a trabajar en la refinería. El hermano Mills, que era un orador especialmente entusiasta, dio un enorme impulso a la predicación de las buenas nuevas. El 8 de marzo de 1946, estos dos hermanos formaron la primera congregación anglohablante de Sint Nicolaas, con once publicadores y el hermano Mills como siervo de compañía (congregación).

El primer bautismo tuvo lugar el día 9 de junio de 1946 (entre los cuatro bautizados estaban Timothy J. Campbell y Wilfred Rogers), y para finales de ese año se había duplicado la cantidad de publicadores. Más tarde llegaron a la congregación algunas familias de inmigrantes Testigos: los Buitenman, los De Freitas, los Campbell, los Scott, los Potter, los Myer, los Titre y los Faustin, entre otros.

El hermano Mills obtenía muy buenos resultados en la predicación informal, y una compañera de trabajo, una taquígrafa de nombre Oris, respondió favorablemente y se bautizó en enero de 1947. Woodworth Mills no solo ganó una hermana, sino también una novia, pues él y Oris se casaron algún tiempo después. En 1956 se les invitó a asistir a la clase 27 de Galaad y se les destinó a Nigeria.

Hasta 1950, Sint Nicolaas era casi el único lugar de Aruba donde se predicaba, pues la mayoría de los habitantes de esa ciudad eran anglohablantes y los hermanos apenas sabían papiamento. Aún no había abrazado la verdad ningún natural de la isla. A causa de la implacable oposición de la Iglesia Católica, los arubanos, gente por lo general amistosa, se pusieron en contra de los Testigos, y el progreso disminuyó su ritmo. En aquellos primeros tiempos era bastante habitual ver a un Testigo perseguido por un amo de casa airado que blandía un machete. A veces, la gente azuzaba a los perros contra los hermanos o les echaba agua caliente; en otras ocasiones, los amos de casa los invitaban a entrar y luego se iban y los dejaban allí sentados, pues en estas islas constituye un insulto no atender a los visitantes.

Edwina Stroop, precursora de Aruba, recuerda: “Los sacerdotes aterrorizaban a los feligreses diciéndoles que les echarían una maldición si dejaban la Iglesia”. No obstante, aquello no apagó el celo de los hermanos, cuyo amor a Jehová y al prójimo los impelía a perseverar.

Las semillas de algunas plantas del desierto permanecen en estado latente durante décadas, hasta que llueve lo suficiente como para que broten y con el tiempo echen hermosas flores. Algo parecido le ocurrió a Jacobo Reina, funcionario de aduanas de Bonaire. Aunque se había criado en una familia católica, examinó las religiones protestantes, pero ninguna le dejó satisfecho. En 1928 obtuvo el libro La Creación, y cuando lo leyó, se dio cuenta de que era la verdad. En él había una lista de otras publicaciones de los siervos de Jehová, pero Jacobo no las consiguió. Pasaron diecinueve años, y cierto día de 1947 en que visitaba a su hermana en Curazao, conoció a la misionera que le daba un curso bíblico. Jacobo le preguntó si tenía los libros de la lista, que había guardado en su billetera durante todos aquellos años. Se quedó con todas las publicaciones que la misionera llevaba en el bolso, que eran como mínimo siete libros y trece folletos, y se suscribió a las revistas La Atalaya y ¡Despertad! Por fin sació el apetito espiritual que se le había abierto mucho tiempo antes. En efecto, las semillas de la verdad, latentes tantos años, recibieron el agua necesaria para crecer.

Llegan a Curazao los primeros misioneros

El 16 de mayo de 1946 llegaron a Curazao, un territorio casi virgen, Thomas Russell Yeatts y su esposa, Hazel, graduados de la sexta clase de Galaad. El impacto del hermano Yeatts en la obra en las islas iba a ser tremendo, pues permanecería en su asignación durante más de cincuenta años, hasta su muerte, en 1999. Supervisó la sucursal casi sin interrupción, salvo por un breve período, desde 1950 hasta 1994. Este hombre, de un gran sentido del humor, un optimismo sin límites y una fe inquebrantable, tuvo el privilegio de ver el extraordinario crecimiento de la predicación del Reino.

Hazel, quien apoyó lealmente a su esposo, ha permanecido fiel en su asignación hasta el día de hoy, y es una fuente de ánimo para todos. Recuerda que cuando llegaron al aeropuerto, se encontraban allí para darles una cordial bienvenida los hermanos Naarendorp y Van Marl, junto con Clement Fleming, una persona interesada.

Por cierto, este último había adquirido el libro Hijos, lo había leído y se había convencido de que era la verdad. Había abandonado la Iglesia Católica de joven porque no estaba conforme con muchas de sus enseñanzas. Tiempo después comenzó a relacionarse con los Testigos, y por eso estaba presente cuando se recibió a los primeros misioneros. En julio de 1946 lo bautizó el nuevo misionero, Russell Yeatts. El hermano Fleming, que sigue siendo publicador del Reino, dice: “Con 93 años no he renunciado a mi esperanza de ser uno de los que pasarán vivos el Armagedón y entrarán en el nuevo sistema sin tener que morir jamás”. ¡Qué maravilloso ejemplo de fe y aguante!

La hermana Yeatts relata: “Nos llevaron desde el aeropuerto a un apartamento de dos habitaciones que estaba encima de una tienda donde se vendían rabos de cerdo y pescado en salazón. En el apartamento no había muebles ni baño, así que tuvimos que ducharnos en la planta baja durante los siguientes seis meses, hasta que encontramos un alojamiento mejor”. A pesar de que Hazel enfermaba de disentería una y otra vez, ni ella ni Russell se desanimaron. Años más tarde, él escribió: “Lo que hace interesante la vida, sobre todo para los ministros de Jehová, no son las condiciones en que te encuentras, ni el paisaje, ni siquiera el idioma, sino la gente. Y hay gente en todas las asignaciones”.

Estos valerosos misioneros habrían de enseñar a los habitantes de Curazao el lenguaje puro, la lengua franca de la verdad, al mismo tiempo que aprendían el idioma nativo, el papiamento. Una de las personas que escuchó fue un empleado de una refinería de petróleo llamado Camilio Girigoria, el primer lugareño que se bautizó, en 1950. Había entrado en contacto con la verdad al conversar con diversos hermanos, entre ellos Henricus Hassell, un fervoroso proclamador de las buenas nuevas. Camilio, hoy de 78 años, sirve de anciano y ha ayudado a veinticuatro personas a dedicarse a Jehová. En 1946 los misioneros organizaron la primera congregación anglohablante de Curazao, pero hubo que esperar hasta 1954 para iniciar la formación de la primera congregación en papiamento.

Aruba continúa viendo la luz de la verdad

Los canadienses Henry y Alice Tweed, de la clase 12 de Galaad, llegaron en julio de 1949 a Aruba, donde iban a cumplir un papel importante en la enseñanza del lenguaje puro. A Henry, un hombre alto y delgado, se le conocía por su bondad y dulzura, mientras que Alice era famosa por su vivo ingenio y su inagotable energía en el ministerio. Fueron los únicos misioneros que vivieron y predicaron en las tres islas, donde décadas después aún se les recuerda con cariño por su celo y su espíritu abnegado.

En 1950, William Yeatts (primo de Russell) y su esposa, Mary, se graduaron de la clase 14 de Galaad y fueron destinados a Curazao. En 1953 se trasladaron a Aruba. Aún continúan en su asignación tras casi cincuenta años, y son un inapreciable ejemplo de fe y aguante. Con el tiempo, Mary se distinguió por su extraordinario fervor en el ministerio. Ella estaba siempre a la vanguardia de la predicación, mientras que Bill se concentraba en la traducción de las publicaciones bíblicas. Pocos naturales de la isla habían entrado en las dos congregaciones inglesas existentes, hasta la llegada de Bill y Mary, quienes paciente y metódicamente comenzaron a sembrar las semillas de la verdad entre los arubanos que hablaban papiamento. Poco a poco vieron los frutos. “Comenzamos a celebrar el Estudio de La Atalaya bajo un gran kwihi que crecía en el jardín de la casa misional —recuerda Bill—. En ocasiones asistían hasta cien personas. Nos sentábamos en los bancos que había desechado una iglesia católica.” En 1954 se celebró en papiamento la Conmemoración de la muerte de Cristo, después de lo cual se organizó un grupo de Estudio de Libro de Congregación en ese idioma.

Aprenden la verdad bíblica los primeros arubanos

De joven, Gabriel Henriquez bebía en exceso algunos fines de semana, por lo que no podía presentarse en la refinería para trabajar los lunes por la mañana. Su jefe deseaba que cambiara de vida, así que, a pesar de ser ateo, le regaló una suscripción a ¡Despertad!, seguro de que lo ayudaría. Algún tiempo después, Gabriel conoció a los Tweed, que impartían un curso bíblico a su suegro. Como el manual de estudio estaba en español, él se lo traducía a su padre político. Enseguida aumentó el interés de este joven, así que en 1953 iniciaron un estudio con él Bill y Mary Yeatts. Gabriel dice: “Al fin tenía respuesta a todas mis preguntas”. Dedicó su vida a Jehová en 1954, y fue el primer arubano que se bautizó.

En 1956 se formó la primera congregación en papiamento con dieciséis publicadores y al finalizar el año de servicio de 1957 tenía veintiséis. Una vez que los arubanos se percatan de la falsedad de las enseñanzas de “Babilonia la Grande” y pierden el temor al hombre, llegan a amar la verdad y se convierten en celosos proclamadores de las buenas nuevas (Rev. 17:5). Este fue el caso de Daniel Webb. Tanto él como su esposa, Ninita, que al principio se oponía, aceptaron la verdad y ambos proclamaron con entusiasmo el Reino. ¿Imitarían otros su ejemplo?

Al igual que Daniel, muchos isleños conocieron la verdad y dejaron que esta moldeara su vida y la de su familia. Pedro Rasmijn fue uno de los que comenzaron a estudiar. Cierto día llegó a casa y vio que su madre, Maria, una católica devota, le había destruido sus libros. Como él aún no se había vestido de la nueva personalidad, respondió rompiéndole las imágenes. Disgustada por lo que le había hecho su hijo, Maria se quejó al sacerdote, quien le dijo que Pedro tenía razón, que las imágenes carecían de valor. Aquello la indignó, por lo que echó al sacerdote y decidió investigar la Biblia, como consecuencia de lo cual ella y su esposo, Genaro, dedicaron su vida a Jehová. Ellos dos y sus once hijos, veintiséis nietos y un bisnieto, cuarenta personas en total, sirven a Jehová.

Daniel Van der Linde, yerno de Maria, se bautizó a pesar de que sus padres lo habían repudiado. Lo habían echado de casa y un sacerdote católico lo había golpeado, pero él perseveró seguro de haber hallado la verdad. A pesar de la oposición se considera afortunado, pues Jehová lo ha usado para ayudar a muchas personas a conocer la verdad bíblica. Su hija, Prisquela, y el esposo de esta, Manuel, van a Betel todos los días para trabajar en el Departamento de Traducción de la sucursal de Curazao. Otro yerno de Maria, Tony, también tuvo que demostrar mucha fe en que Jehová y Sus promesas lo sustentarían, pues enfermó y tuvo que someterse a cinco operaciones. Él dice: “Los médicos han perdido la esperanza de que me recupere, pero yo continúo pidiendo fuerzas a Jehová. Mis hermanos carnales, que prácticamente me han repudiado, se dan cuenta de que tengo miles de hermanos espirituales por todo el mundo” (Mar. 10:29, 30).

Progreso en las islas

Albert Suhr, graduado de la clase 20 de Galaad, tuvo que irse de Curazao en 1965 por causa de su salud, pero dejó magníficas “cartas de recomendación” (2 Cor. 3:1, 2). Una de ellas, Olive Rogers, se hizo precursora regular en septiembre de 1951. Había vivido con un hombre durante diecisiete años, pero se separó de él cuando supo cuáles eran las elevadas normas de Jehová; aunque él llegó a ofrecerle matrimonio, Olive lo rechazó, se bautizó y emprendió el precursorado, en el que permaneció por casi cuarenta años hasta que enfermó. A la hermana Rogers se la veía por todas partes predicando contenta en el territorio. Hoy la gente cuenta elogiosas historias de ella. Su espíritu indómito y su tenacidad le permitieron ayudar a muchas personas, incluso familias grandes, a dedicar su vida a Jehová.

En la actualidad hay numerosas familias trabajadoras sirviendo a Jehová en las Antillas y Aruba. Familias grandes, como los Martha, Croes, Dijkhoff, Rasmijn, Liket, Faustin, Ostiana y Roemer, constituyen los cimientos de las congregaciones y contribuyen en gran medida a su estabilidad.

Eugene Richardson, un joven simpático, comenzó a aprender de Jehová con 15 años; aunque no recibía formalmente clases bíblicas, su progreso fue constante gracias a que iba a todas las reuniones, y se bautizó a la edad de 17 años. En 1956 lo nombraron precursor regular y se enfrentó a lo que le parecía un enorme problema: carecía de transporte. “El territorio estaba a más de 20 kilómetros [15 millas] de casa —dice—, así que cambié mi piano por una bicicleta a fin de tener con qué ir. A mi familia le horrorizó el canje, y aún hablan de ello cuarenta años después. Pero para mí fue muy práctico, sobre todo porque cuatro meses más tarde me nombraron precursor especial y me destinaron a un territorio no asignado, Banda Abao.”

Se abre un nuevo territorio

La campiña de Banda Abao, que en Curazao recibe el nombre de kunuku, se encuentra en el lado occidental de la isla y abarca casi la mitad de ella. El terreno es ligeramente ondulado y algo más verde que en el resto. Las casas están diseminadas por el campo, por lo que predicar en este territorio consume mucho tiempo. Clinton Williams, otro joven y celoso precursor, se reunió con Eugene, y juntos emprendieron la tarea de abrir esta nueva frontera. “No era un territorio fácil, comparado con el resto de la isla —recuerda Eugene—. Las personas eran muy cordiales y daba gusto hablar con ellas, pero por lo general no mostraban verdadero interés. Pese a todo, lo trabajamos durante dos años y tuvimos experiencias maravillosas. El primer mes encontré a un señor que me dijo que se haría Testigo si podía probarle que el Reino de Dios se había establecido en 1914. Y sí que se hizo Testigo, pero no solo él, sino también su esposa e hijos. Tiempo después hablé con una señora que me contó que a su sobrino le interesaba mucho la Biblia. Esa misma tarde regresé y le di testimonio. Se llamaba Ciro Heide.”

Ciro, un hombre extrovertido, nos relata su versión de la historia: “Yo era un católico muy devoto y me sabía tan bien el catecismo que lo enseñaba en la escuela. Pero había algo que me desconcertaba. No lograba entender por qué razón quien se perdía la misa se hacía culpable de pecado mortal e iba al infierno si no se confesaba enseguida. Un día llegó a casa un joven montado en una bicicleta, y le habló a mi tía de la Biblia. Como ella estaba al tanto de mi interés por la religión, lo invitó a visitarme cuando me encontrara en casa. Yo estaba deseando conocerle, porque creía que sabía más que él de religión. Aquella misma tarde regresó Eugene. Me quedé mudo cuando me señaló que según el credo de los apóstoles, el cual yo recitaba todos los días, Jesús había ido al infierno. Como yo lo decía de un tirón, sin pensar, no captaba su significado. Pero lo que más me sorprendió fue que Eugene usaba la Biblia para explicarme todo, mientras que yo no era capaz de encontrar ni un solo texto. Desde ese momento, mi vida cambió de manera drástica, pues comencé a estudiar de inmediato”. Pasado algún tiempo, Ciro se bautizó a pesar de la oposición de su esposa, quien, finalmente, gracias a su buen ejemplo, también dedicó su vida a Jehová. Ambos han servido leales a Dios por treinta años, y Ciro ha sido anciano por veinticinco.

Eugene asistió a la Escuela de Galaad en 1958 y fue destinado de nuevo a Banda Abao, donde seguía existiendo un problema de transporte. Dejemos que nos lo cuente: “En ocasiones, nos juntábamos trece hermanos para salir al servicio del campo, pero solo teníamos un automóvil, el mío, lo que me obligaba a hacer dos viajes de unos 30 kilómetros [20 millas] por trayecto: dejaba al primer grupo en el territorio y me iba rápidamente a buscar el segundo. A última hora de la tarde tenía que hacer lo mismo que por la mañana para llevarlos de regreso a casa. Aun así, pasábamos todo el día en el ministerio. Era agotador, pero sentíamos mucho gozo”. Eugene también tuvo el privilegio de ser superintendente viajante durante algunos años.

Cambios en el kunuku

En 1959, Clinton Williams, que para entonces también se había graduado de la Escuela de Galaad, seguía trabajando en el kunuku. Posteriormente se casó con Eugenie, una precursora celosa cuya bondad le granjeó el cariño de muchas personas. En 1970 se formó una congregación de diecisiete publicadores en el pueblo de Zorgvliet bij Jan Kok, y las reuniones se celebraban en casa de la familia Pieters Kwiers. Las precursoras especiales Juana Pieters Kwiers y su hija, Esther, así como las familias Minguel y Koeiman, hicieron todo lo posible por fortalecer la congregación. Para 1985 ya había 76 publicadores, y a las reuniones asistían 125 personas. Ese mismo año, el amor impulsó a unos hermanos de Estados Unidos a ofrecerse para construir un nuevo Salón del Reino en Pannekoek, así que el local anterior se convirtió en hogar misional. En dos años, la cantidad de publicadores ascendió a 142, de modo que en 1987 se formó la congregación de Tera Corá.

Siempre fue difícil encontrar alojamiento para los precursores, y Eugene recuerda que tuvo que renovar una casa abandonada que habían ocupado las cabras. Pasó semanas tratando de que se fuera su “perfume”. En la isla se considera un manjar la carne de cabra. Durante muchos años, este fue el plato habitual en las asambleas cuando aún se preparaban comidas. Los hermanos disfrutaban de gratos momentos mientras almorzaban carne de cabra bien condimentada. Claro que de vez en cuando la carne estaba en mal estado, por lo que tenían que hacer frecuentes visitas al baño.

A Russell Yeatts le gustaba contar la historia de una cabra de nombre Mimi, que en una ocasión se comió tres Biblias, varios cancioneros, otros libros y numerosas revistas. Su dueña, Rita Matthews, dijo: “Se comió tantas publicaciones que la llamamos la cabra santa”. Finalmente vendieron la cabra.

Las asambleas promueven un espíritu de amor y unidad

Durante todos estos años no ha sido fácil encontrar lugares adecuados donde reunirse, sobre todo para las asambleas. Max Garey, de la quinta clase de Galaad, organizó la edificación del primer Salón del Reino propiedad de los Testigos, en Buena Vista (Curazao). Los hermanos se entregaron con entusiasmo a la construcción del Salón, y se emocionaron cuando quedó terminado. En 1961 se formó la segunda congregación en papiamento de Curazao, cuyo lugar de reunión fue ese hermoso nuevo Salón. El siervo de congregación era Victor Manuel, que lleva casi cincuenta años siendo publicador de las buenas nuevas. El 28 de marzo de 1962, Nathan H. Knorr, del Betel de Brooklyn, dedicó el edificio.

En los años setenta se niveló el terreno contiguo al Salón de Buena Vista, se puso un suelo de cemento y se levantó una plataforma. Durante muchos años se utilizó para celebrar las asambleas. Como en Curazao llueve muy poco, no había mucho problema en reunirse al aire libre. Claro que en ocasiones sorprendía a los hermanos un aguacero repentino que les empapaba la ropa y los libros, pero nunca los desanimaba. Se limitaban a abrir los paraguas y seguían escuchando absortos el programa. En el pasado, las asambleas eran bilingües: algunos discursos se daban en inglés y se traducían, mientras que otros se resumían en papiamento. Las asambleas de distrito tenían lugar por turnos en Aruba y Curazao, de modo que algunos hermanos fletaban un avión para viajar a la isla donde iban a reunirse, en tanto que otros iban en barco. En cierta ocasión, un grupo grande de asambleístas que iban en una embarcación de nombre Niagara se marearon, pero a pesar de las molestias, no perdieron el entusiasmo por el banquete espiritual que se avecinaba.

Ingrid Selassa, entonces de 16 años de edad, recuerda que su abuela vendió un cerdo para pagar el viaje. Los asambleístas se quedaban en los hogares de los hermanos e incluso dormían en el suelo. Se entablaron amistades duraderas, y predominaba un espíritu alegre de amor y unidad. En 1959 se llevó a cabo en la plantación Santa Cruz, en Banda Abao, la primera asamblea en papiamento. Ingrid recuerda: “Cargamos autobuses con comida, catres y accesorios, y partimos para la asamblea. El programa constituyó un festín espiritual. Además, por las noches nos entreteníamos con juegos bíblicos y entonábamos cánticos del Reino bajo las estrellas. Nunca olvidaré los tres días que pasamos allí, donde verdaderamente nos sentimos parte de una hermandad”. También promovieron el espíritu de amor y unidad entre los hermanos las fortalecedoras asambleas internacionales, como la titulada “Paz en la Tierra”, de 1969.

Nuevos Salones de Asambleas

Con el paso de los años, el terreno de Buena Vista se quedó muy pequeño, pero gracias a los generosos donativos de las congregaciones, fue posible comprar un edificio a la refinería de petróleo, situado en el distrito de Schelpwijk. Lo remozaron, y durante muchos años acogió las asambleas de distrito y circuito. Hace poco la sucursal recibió la aprobación de derribarlo y levantar un Salón del Reino doble que funcione también como Salón de Asambleas, con un aforo de 720 personas, decisión que llena de alegría a los hermanos.

En Aruba, en los años previos a 1968, las asambleas tenían lugar en salas alquiladas, pero el crecimiento obligó a levantar un Salón de Asambleas permanente. Por ello se decidió hacer un Salón del Reino lo suficientemente grande como para celebrar las asambleas. En 1968, los hermanos de la isla levantaron, con mucho trabajo y sacrificio, un hermoso local en el que alabar a Jehová. Durante la construcción, una parcela de cactus altos ocultaba las obras de la vista de los transeúntes. Sin embargo, la semana anterior a la primera asamblea, el gobierno ordenó cortar estas plantas, por lo que de repente apareció el salón como por arte de magia, o al menos eso parecía. Los lugareños pensaron que era un milagro, y muchos creyeron que realmente se había construido de la noche a la mañana. Pero para ver algo así de extraordinario, aún habría que esperar a que se erigieran los salones de construcción rápida.

Cobra impulso la obra en Bonaire

Joshua Steelman, representante especial de la sede mundial de Brooklyn, visitó en 1949 Bonaire, donde estaban predicando Jacobo Reina y un granjero de nombre Matthijs Bernabela, ninguno de los cuales se había bautizado. Se hicieron los preparativos para presentar el primer discurso público en la isla. Acudieron unas cien personas, aunque solo treinta entraron en la sala, pues a las otras 70 las había enviado el cura católico para perturbar el desarrollo de la reunión. Russell Yeatts recordó en cierta ocasión: “Comenzaron a caer piedras sobre el techo de cinc como si fueran el granizo de Egipto. Explotaron petardos, y la gente se puso a golpear cubos”. Pero no lograron nada, pues las semillas de la verdad se diseminaron y arraigaron. Al año siguiente se bautizaron en Curazao Jacobo y Matthijs, los primeros Testigos de Bonaire.

En 1951, Russell y Bill Yeatts organizaron las reuniones en la casa del hermano Bernabela, y en 1952 se envió a Bonaire a Clinton Williams para que organizara la nueva congregación, que se reuniría en una sala alquilada de Kralendijk. Su actividad provocó la ira del sacerdote católico, quien trató de que lo deportaran. Además, intentó persuadir a una señora que estudiaba la Biblia con el hermano Williams para que lo acusara de hacerle insinuaciones impropias, pero ella se negó. Frustrado, llamó al hermano Williams wara-wara, que es un ave rapaz de las islas, y lo acusó de robarle sus ovejas. Pese a todo, con la ayuda del espíritu de Jehová, el hermano siguió fortaleciendo a la joven congregación hasta que volvieron a destinarlo a Curazao. En 1954 se celebró la primera asamblea de circuito, y desde entonces las asambleas han sido fundamentales en la vida espiritual de los hermanos de Bonaire. También iba mucha gente a ver las películas producidas por los testigos de Jehová, que despertaban su interés, pero se vio poco progreso hasta que en 1969 se envió a dos precursoras especiales: Petra Selassa y su hija, Ingrid.

Petra e Ingrid no tenían automóvil cuando llegaron, pese a lo cual cubrieron casi toda la isla a pie. Muchos de sus estudiantes se bautizaron más adelante. Estas dos hermanas conducían todas las reuniones sentadas y con la cabeza cubierta, y una vez al mes un hermano volaba desde Curazao para predicar con ellas y dar un discurso público. Tiempo después, cuando Petra tuvo que irse, llegó otra precursora especial, Claudette Tezoida, que continuó junto con Ingrid ayudando a los isleños a conocer la verdad bíblica.

La esposa de un político encuentra el gobierno perfecto

Una de las personas que aprendió el lenguaje puro fue la esposa de un político importante. Caridad Abraham, a la que llamaban cariñosamente Da, era la esposa de un ministro del gobierno de Bonaire. Sus dos hijos y su yerno también estaban muy entregados a la política. La misma Da participaba activamente en las campañas a favor de su esposo, y era muy conocida y respetada. Un pastor protestante, que era padrino de uno de sus hijos, le dijo que los testigos de Jehová no creían en Jesús, y ella dio crédito a esta falsa afirmación, pues aquel hombre era su amigo y un ministro religioso.

Tras la muerte de su esposo, Da se fue a vivir a los Países Bajos, donde se escandalizó al ver en televisión a dos pastores protestantes confesar abiertamente su homosexualidad. Desilusionada con la religión, dejó de ir a la iglesia. Tiempo después aceptó un estudio bíblico, se hizo Testigo y volvió a Bonaire. Dijo: “La verdad era tan maravillosa que tenía que regresar y dársela a conocer a mi pueblo”. Entonces, en vez de abogar por un gobierno humano como la solución a los problemas de Bonaire, comenzó a predicar a sus conciudadanos sobre la solución verdadera y permanente: el Reino de Dios en manos de Jesucristo. La gente le abría la puerta creyendo que iba a pedir votos para su hijo y se quedaba atónita al escuchar su mensaje. Con todo, como Da era muy conocida, muchos que no habían escuchado a otros Testigos empezaron a prestar atención al mensaje del Reino.

Publicaciones en el idioma de las islas

La verdad llega más rápidamente al corazón de las personas si estas leen las publicaciones en su lengua materna. Pero cuando llegaron los primeros misioneros, no existían obras bíblicas en papiamento. Las reuniones se celebraban en una mezcla de inglés y papiamento, y se usaban publicaciones en inglés, español y holandés, por lo que los hermanos tenían que esforzarse mucho por entender la verdad. Así que había auténtica necesidad de que se tradujeran las publicaciones. El problema estribaba en que el vocabulario en papiamento era muy escaso, no había diccionarios y nadie se ponía de acuerdo en cómo se escribía el idioma. Años después, Bill Yeatts, un traductor con experiencia, escribió lo siguiente: “Al publicar el mensaje del Reino, teníamos que decir y escribir cosas que nunca antes se habían dicho o escrito en papiamento. Era un desafío fijar las normas por las que regirse”. Y desde luego que no era sencillo. En 1948 los hermanos tradujeron el primer folleto: El Gozo de Todos los Pueblos, y en 1959 se finalizó la traducción de “Sea Dios veraz”, a la que siguió la de otros libros, así como la traducción periódica de las revistas Toren di Vigilancia (como se llama La Atalaya en papiamento) y Spierta (¡Despertad!). El férreo control de la Iglesia sobre los isleños fue disminuyendo paulatinamente a medida que estos leían en su idioma la verdad de la Palabra de Dios y la comprendían.

La traducción también tuvo efecto en la manera de cantar en las reuniones. Los antillanos lo hacen muy alto y con mucho entusiasmo. Sin embargo, en los primeros tiempos no cantaban con tanta energía porque los cancioneros estaban en español. Pero cuando los hermanos recibieron los libros de cánticos en papiamento, en 1986, en los Salones resonaban sus voces fuertes y claras. Por fin podían, mediante el canto, dar rienda suelta a lo que sentían por su gran Dios, Jehová. Maria Britten dijo: “Lo que más me impresionó la primera vez que fui a un Salón del Reino fue oír cómo cantaban los hermanos. Era tan hermoso su canto, que me eché a llorar” (Isa. 42:10).

Al aumentar el trabajo, se necesitaron más traductores, así que llegaron otros dos: Raymond Pietersz y Janine Conception, dos jóvenes y celosos precursores. En la actualidad componen el Departamento de Traducción un equipo de nueve hermanos. En 1989 se recibieron computadoras con el programa MEPS, una ayuda valiosa para los traductores que permitió con el tiempo publicar La Atalaya en papiamento a la vez que en otros idiomas, lo que dio un gran impulso a la predicación.

Llegan más misioneros

En 1962 se nombró superintendente de sucursal a John Fry, de la clase 37 de Galaad, para sustituir a Russell Yeatts, que iba a asistir a un curso de repaso de la Escuela de Galaad. A los dieciocho meses, la hermana Fry quedó encinta, por lo que ambos regresaron a Inglaterra, y el hermano Yeatts reanudó su labor en la sucursal. El 31 de diciembre de 1964, Age Van Dalfsen, de los Países Bajos, llegó a las islas tras graduarse de la clase 39 de Galaad. Al arribar a Curazao, le sorprendió el magnífico espectáculo de cohetes que explotaban en el aire y el ensordecedor sonido de petardos que retumbaban en la noche. No, no se trataba de su bienvenida, sino de una tradición anual, la manera que tenían los isleños de alejar a los malos espíritus y los maleficios del año anterior y recibir el año nuevo. El hermano Van Dalfsen, un hombre joven y lleno de energía, emprendió la obra del circuito y, con el tiempo, la del distrito. Como la mayoría de los misioneros, llegó a amar su nuevo hogar. “La gente es afectuosa, hospitalaria y honrada —dice—. Es un placer y un privilegio estar asignado aquí.”

En 1974 se casó con Julie, una hermana de Trinidad, que a partir de entonces lo acompañó en sus visitas. Ella recuerda: “Me impresionó la simpatía y tolerancia de la gente. Aunque yo no hablaba papiamento, disfrutaba en la predicación debido a su amabilidad. Era fácil preguntar ‘Con ta bai?’ (¿Cómo está?) e interesarse por todos los miembros de la familia, una costumbre de estas islas. También era sencillo distribuir publicaciones. Lo difícil era cargar con un pesado bolso de publicaciones en cuatro idiomas y luchar contra el polvo y el viento. Pero yo disfruté muchísimo”. En 1980, estos hermanos se fueron a los Países Bajos para cuidar del padre de Age, que padecía Alzheimer, pero regresaron a Curazao en 1992.

Robertus Berkers y su esposa, Gail, de la clase 67 de Galaad, sirvieron en el circuito tras la partida de los Van Dalfsen y fomentaron muchísimo el entusiasmo por el ministerio de tiempo completo. En 1986 llegaron a Curazao, procedentes de Galaad, Otto Kloosterman y su esposa, Yvonne, y a él se le nombró coordinador de la sucursal en 1994, pero regresaron a los Países Bajos en 2000. En marzo de ese mismo año se nombró miembro del Comité de Sucursal al hermano Van Dalfsen, y se les invitó a él y su esposa a Betel, donde sirven en la actualidad. En 1997 se destinó a Curazao en calidad de betelitas en servicio extranjero a Gregory Duhon, del Departamento de Artes Gráficas de Brooklyn, y a su esposa, Sharon. Ella, enfermera titulada, y otros hermanos fueron de gran utilidad en el cuidado del hermano Russell Yeatts, enfermo de cáncer terminal. En marzo de 2000 se nombró coordinador de la sucursal al hermano Duhon, cuya bondad y accesibilidad es muy apreciada por todos. En la actualidad conforman el Comité de Sucursal Gregory Duhon, Clinton Williams y Age Van Dalfsen.

Los abundantes galardones del precursorado

Cuando Margaret Pieters comenzó a estudiar la Biblia, se sentía satisfecha con sus creencias. “Al principio no tenía ninguna intención de cambiar de religión —recuerda—. Era católica practicante, pertenecía a la Legión de María y cantaba en el coro de la iglesia; pero al estudiar la Biblia, me di cuenta de que lo que me habían enseñado era falso. No esperé a que me invitaran a salir al ministerio del campo, sino que lo pedí yo. Quería que otras personas dejaran la religión falsa y se pusieran de parte de la verdad.” Se bautizó en 1974, y ha sido precursora regular durante los pasados veinticinco años.

Jehová ha bendecido a Margaret, como lo demuestra una de sus muchas experiencias. Se puso en contacto con ella a una jovencita llamada Melva Coombs, a la que Margaret aconsejó que pidiera permiso a su padre para recibir clases bíblicas. Al señor Coombs le impresionó el respeto que le mostró la hermana, así que dijo que no solo estudiaría la Biblia su hija, sino los siete miembros de la familia. Margaret tuvo la alegría de verlos bautizarse a todos y de que uno de los hijos llegara a servir de anciano.

Otra precursora que ha experimentado la bondad de Jehová es Blanche Van Heydoorn. Se bautizó en 1961, y su esposo, Hans, en 1965. Blanche ha servido de precursora por los pasados treinta y cinco años, durante los cuales crió a seis hijos, dos de ellos precursores regulares en la actualidad. Todo esto lo ha logrado gracias al apoyo físico y emocional de Hans. Juntos han ayudado a 65 personas a dedicarse a Jehová.

Una de las muchas experiencias de Blanche tuvo como protagonista a una vecina suya, Serafina. Blanche había comenzado un curso bíblico con ella, pero su esposo, Theo, se oponía enérgicamente. Quemó los libros de Serafina y prohibió a nuestra hermana la entrada en su casa, e incluso dijo a todo el mundo que estaba afilando el machete para usarlo contra ella. Hans se enteró de por qué estaba tan opuesto este señor. Al parecer tenía un amigo cuya esposa se había fugado con el ministro de cierta religión de la isla que le daba clases, por lo que a Theo le inquietaba que su esposa pudiera comportarse igual. Hans utilizó Hebreos 13:4 para explicarle nuestra opinión sobre el matrimonio. Theo se sintió muy aliviado y permitió que Serafina continuara estudiando la Biblia. Ella se bautizó, y pasado algún tiempo hizo lo mismo su esposo. Ambos sirven fieles a Jehová actualmente.

Blanche nos cuenta que el día que nació su hijo Lucien, dirigió un estudio bíblico a las once de la mañana, regresó a casa a comer y dio a luz dos horas después. Ella sigue apreciando muchísimo el privilegio de servir de precursora. Dice: “El precursorado te obliga a prepararte y a estudiar constantemente, además de darte una satisfacción que no encuentras en ninguna otra actividad”.

El poder que es más allá de lo normal

A Marion Kleefstra también le produce mucha satisfacción servir a Jehová de tiempo completo. Se interesó en la verdad siendo adolescente al leerle las revistas a su abuela, que estaba ciega. Dedicó su vida a Jehová en 1955 y en 1970 se hizo precursora regular. Siguió sus pasos su hijo Albert, que lleva sirviendo de precursor dieciocho años.

Marion dio clases bíblicas a Johanna Martina, madre de nueve hijos. El esposo de esta, Antonio, estaba muy opuesto, por lo que Marion no podía dirigir el estudio cuando él se hallaba presente; por esa razón, Johanna ataba un pedazo de tela en la puerta si él estaba en casa para que Marion lo viera y regresara más tarde. Gracias a la paciencia de Marion y la perseverancia de Johanna, tanto ella como Antonio aceptaron la verdad y se bautizaron a la vez. Además, ayudaron a ocho de sus nueve hijos a dedicarse a Jehová.

Lamentablemente, algún tiempo después, Antonio murió en un accidente de tránsito, y unos años más tarde, dos de sus hijos perdieron la vida del mismo modo y una hija murió también en trágicas circunstancias. Pese a todo, Johanna se ha mantenido firme, con la confianza de que Jehová le dará “el poder que es más allá de lo normal” (2 Cor. 4:7). La fe fuerte la ha sustentado, de modo que no solo ha aguantado momentos de dolor casi insoportable, sino que también ha continuado el precursorado durante los pasados veinticinco años. Johanna, que tiene hoy 81 años, dice: “Jehová es grande, y es quien me sostiene. Le suplico su ayuda constantemente, y nunca me falla”.

Estos son solo algunos ejemplos de los leales y trabajadores precursores que conforman la columna vertebral de la mayoría de las congregaciones y las enriquecen. Gracias a la modificación de la cuota de horas para los precursores que se hizo en 1998, muchos hermanos tienen la posibilidad de iniciar esta faceta del ministerio. Los precursores han expresado su profunda gratitud por la Escuela del Servicio de Precursor, que ha supuesto una extraordinaria ayuda en su preparación para ser mejores ministros. También dan un grito de alabanza a Jehová los publicadores celosos, algunos de los cuales obtienen muy buenos resultados en la predicación informal, como lo demuestra la siguiente experiencia.

A principios de la década de 1950, Albert Heath, joven doctor de Guyana, daba clases en una universidad de Yakarta (Indonesia), donde aprendió sobre una curación distinta. Como estaba especializado en oftalmología, podía entender la referencia de Jesús a una “pomada para los ojos” en su mensaje a la congregación de Laodicea, recogido en Revelación 3:18, y decidió que esa era la “pomada” que deseaba recetar. En 1964 se trasladó junto con su familia a Curazao, y continuó beneficiándose del programa de curación espiritual que Jesús encomendó a su clase del esclavo en la Tierra (Mat. 24:45). Albert y su hijo se bautizaron en 1969 en la misma asamblea. En su clínica daba testimonio con frecuencia a pacientes y empleados. Guió a las aguas de la verdad a muchas personas, algunas de las cuales sirven hoy de ancianos.

Desórdenes inesperados

La vida en Curazao siempre había transcurrido plácidamente. Durante muchos años, nada había roto aquella paz casi idílica. No obstante, la situación estaba adoptando un cariz diferente e iba a cambiar de forma drástica. A principios de mayo de 1969, el superintendente de zona, Robert Tracy, previno a los hermanos de los peligros de caer en la autocomplacencia y de tener un falso sentimiento de seguridad a causa de la aparente calma de la isla. Aquella tranquilidad estaba a punto de interrumpirse. A las pocas semanas, el día 30 de mayo, un conflicto laboral degeneró en violencia. Hubo saqueos e incendios que transformaron lo que había sido una comunidad apacible en el centro de disturbios políticos. Clinton Williams recuerda un incidente: “Un hombre sin camisa se encaminó hacia mi automóvil con los ojos llenos de ira. De repente, alguien a quien yo había dado clases bíblicas acudió en mi ayuda gritando: ‘¡A él no! Es una buena persona’. El hombre avanzó, tiró en el asiento de mi automóvil algunos artículos enlatados que acababa de robar en un supermercado y se alejó. Suspiré aliviado y di las gracias a Jehová por su protección”.

En medio de la confusión y la incertidumbre de aquellos días turbulentos, el pueblo de Jehová permaneció en calma, sabiendo perfectamente que en el futuro cercano todo el mundo disfrutará de un gobierno perfecto gracias al Reino de Dios. Luego, Jehová satisfará el deseo de “toda cosa viviente” (Sal. 145:16). Hoy, la gente considera el 30 de mayo de 1969 una fecha decisiva en la historia de la isla.

Nuevas sucursales

Nathan H. Knorr, que perteneció al Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová hasta su muerte, en 1977, siempre se interesó mucho por los misioneros y viajó con frecuencia a otros países para fortalecer a los hermanos. En 1956, también comenzaron a hacer visitas por todo el globo los superintendentes de zona, y estas “dádivas en hombres” han sido “un socorro fortalecedor” y han impulsado la obra en Aruba, Bonaire y Curazao (Efe. 4:8; Col. 4:11). El hermano Knorr visitó por primera vez estas islas en 1950, y mientras estaba en Curazao, dispuso que se abriera una nueva sucursal, con Russell Yeatts como siervo. Este escribió lo siguiente sobre el discurso de Knorr, titulado “Libertad para los cautivos”: “Fue como si nos mandara subir a la plataforma a cada uno de los presentes y nos diera consejo personal”. Knorr volvió a visitar las islas en 1955 y pronunció una conferencia en el Salón del Reino inconcluso de Oranjestad (Aruba). Luego fue a una asamblea a Curazao acompañado de un grupo de hermanos. En su última visita oficial, en 1962, dedicó el Salón del Reino de Buena Vista (Curazao) y animó en gran manera a los hermanos mediante sus oportunos discursos. Además, dio su aprobación a la construcción, en un mismo emplazamiento, de una nueva sucursal, un hogar misional y un Salón del Reino en Oosterbeekstraat, a las afueras de Willemstad.

El padre del arquitecto contratado para diseñar el edificio, un judío que había estado en un campo de concentración nazi con los testigos de Jehová, dijo a Hazel Yeatts: “Solo hay una religión verdadera: la de los testigos de Jehová”. Esta sucursal se dedicó en 1964 y se amplió en 1978 por recomendación del superintendente de zona Albert D. Schroeder. Para 1990 era evidente que se precisaban mayores instalaciones, de modo que se hizo lo posible por encontrar un nuevo lugar donde construir, pero sin resultados.

En noviembre de 1998 se tomó la decisión de comprar un edificio y transformarlo en sucursal. Los hermanos se decidieron por un complejo de apartamentos muy bien ubicado en la calle de Seroe Loraweg, a las afueras de Willemstad, que compraron el 4 de diciembre. La rapidez y facilidad con que todo tuvo lugar convenció a los hermanos de que, en conformidad con lo que dice Salmo 127:1, Jehová estaba bendiciendo la operación. Los edificios renovados son atractivos y cómodos, y traen honra y gloria al nombre de Jehová.

El 20 de noviembre de 1999 tuvo lugar la dedicación de las nuevas instalaciones en los jardines de la sucursal, con 273 hermanos presentes. Gerrit Lösch, del Cuerpo Gobernante, citó del profeta Isaías para indicar que los nuevos edificios se utilizarían para contribuir a la realización del magnífico propósito de Jehová. Al día siguiente asistieron 2.588 personas a un programa especial en un estadio deportivo, que para muchos fue el momento más destacado del año de servicio 2000.

La radio presta atención a la cuestión de la sangre

Los testigos de Jehová valoran la vida, a la que consideran una dádiva de Dios. En armonía con Hechos 15:29, se abstienen de sangre. Algunos médicos y autoridades bienintencionados han interpretado mal su negativa, basada en la Biblia, a recibir transfusiones sanguíneas. En 1983, un juez de Curazao no quiso reconocer la patria potestad concedida por Dios de Esmond y Vivian Gibbs, por lo que ordenó que se administrara una transfusión a su pequeño. Los medios de comunicación dieron atención extensa al caso, lo que resultó en mucha publicidad negativa. Con el fin de aclarar la situación, una emisora de radio emitió un programa en el que, durante tres horas, habló del tema un panel de siete personas, entre las que se encontraban Hubert Margarita y su esposa, Lena, junto con Robertus Berkers, el superintendente de circuito. Los hermanos explicaron muy bien la ley bíblica sobre la sangre, y el programa sirvió para aliviar la tensión existente y ayudar a las personas a comprender los requisitos de Jehová.

También hay médicos que respetan el derecho de los pacientes a optar por no recibir una transfusión sanguínea. Por ejemplo, una maestra llamada Gerda Verbist sufrió un grave accidente de automóvil y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente de inmediato. Sangró tanto que su recuento sanguíneo descendió a 2. El cirujano decidió realizar la operación en dos etapas para que Gerda no perdiera más sangre. La operación salió muy bien. Los testigos de Jehová están agradecidos a médicos capaces y dedicados como este, que en ocasiones tienen que luchar con su propia conciencia, pero poseen el valor y la integridad necesarios para respetar el derecho de sus pacientes a rechazar la sangre.

Guillermo Rama, presidente del Comité de Enlace con los Hospitales de Curazao, dice: “Constantemente se nos pide ayuda en situaciones de crisis. Sin el comité habría muchos más problemas”. Concuerda con estas palabras Alfredo Muller, presidente del comité de Aruba, quien observa que si bien en un principio hubo cierta resistencia en dicha isla, hoy la mayoría de los médicos colaboran con los testigos de Jehová.

El servicio amoroso de los superintendentes de circuito

Aunque en un primer momento el crecimiento en estas tres islas fue muy lento, siempre hubo un aumento constante y se distribuyeron las publicaciones con facilidad. En 1964 había cuatro congregaciones con 379 publicadores y en 1980 habían aumentado a dieciséis, con 1.077 publicadores. Entre 1981 y 2000, la cantidad de publicadores se incrementó hasta alcanzar los 2.154, y al añadirse dos congregaciones holandesas y dos hispanas, el número de estas ascendió a veintinueve. A la Conmemoración asistieron 6.176 personas.

A fin de visitar a las congregaciones de diferentes grupos lingüísticos, hacía falta encontrar superintendentes de circuito que hablaran al menos tres idiomas, lo cual no siempre resultaba sencillo. Pese a todo, estas islas han tenido la ventaja de contar con superintendentes viajantes que, como Pablo, estaban encantados de impartirles sus propias almas (1 Tes. 2:8). Participaron en esta obra Humphrey y Ludmila Hermanus, hoy misioneros en Surinam, así como Edsel y Claudette Margarita, precursores locales. También sirvieron en el circuito los precursores arubanos Frankie y Maria Herms, hasta que se les invitó a Betel, donde en la actualidad forman parte del equipo de traducción.

En 1997, Marc y Edith Millen, antes en la obra de circuito en Bélgica, llegaron de muy lejos para fortalecer a los hermanos. Como todos los misioneros nuevos, los Millen tuvieron que aprender el idioma, una tarea difícil con resultados a veces muy divertidos. El hermano Millen recuerda que estaba tratando de explicar que el cristiano no debe ser como el soldado que se esconde en una trinchera (buracu) y dijo, en vez de eso, que no debe ser como el soldado que se esconde en un burro (buricu). Pese a las dificultades, Marc y Edith perseveraron, dominaron el idioma y en la actualidad visitan con gozo las congregaciones en holandés y papiamento. Desde el año 2000, las visitas a las congregaciones inglesas e hispanas de las islas están a cargo de los superintendentes de circuito de Puerto Rico; los primeros en recibir esta comisión fueron Paul y Marsha Johnson.

Salones del Reino de construcción rápida

En 1985 llegaron a Curazao para construir un Salón del Reino en Pannekoek 294 hermanos estadounidenses, algunos de estados tan lejanos como Alaska. Este nuevo lugar de adoración, finalizado en nueve días, generó mucha publicidad, fue un magnífico testimonio y una prueba del amor y la unidad en acción. La gente estaba sorprendida de ver a hombres, mujeres y niños ayudar con ilusión a los voluntarios de Estados Unidos. Ramiro Muller dice: “Como es normal, hubo dificultades técnicas, pero se solventaron, y se vio la extraordinaria influencia del espíritu de Jehová en la construcción del Salón. El domingo por la tarde, los hermanos pudieron adorar a Dios en un salón totalmente nuevo, para gran sorpresa de los escépticos, que aseguraban que sería imposible”.

Parece que también se quedaron asombrados los sacerdotes locales, pues una mañana, después de un reportaje de televisión, se detuvo un automóvil enfrente del Salón. ¿Quién se bajó del vehículo? Nada más y nada menos que el obispo de Curazao, acompañado de tres sacerdotes. Mientras sus largas y sueltas ropas blancas se agitaban al viento, ellos movían la cabeza con sorpresa e incredulidad.

Nos faltaría tiempo para seguir narrando todas las obras altruistas de los hermanos: las de los primeros misioneros, como los Van Eyk, los Hoornveld, los Phelps y Cor Teunissen, que dejaron sus hogares para servir a los hermanos en estas islas; las de Pedro Girigorie, que sin saber leer ni escribir condujo a muchas personas a la verdad; las de Theodore Tall Boy Richardson, que cruzaba a grandes pasos las calles de Cher Asile para hacer innumerables revisitas; las de las celosas precursoras Maria Selassa, Edna Arvasio, Isenia Chena Manuel y Veronica Wall; las de la alegre Seferita Dolorita, una hermana ciega y aquejada de esclerosis múltiple, pero que persevera en la predicación y siempre estimula a los que van a animarla a ella. La imagen de estos y otros muchos hermanos fieles, que se entregaron sin escatimar esfuerzos, está profundamente grabada en la mente y el corazón de los hermanos de Aruba, Bonaire y Curazao.

Florece el desierto

En los años ochenta del siglo pasado, Aruba experimentó un extraordinario crecimiento económico. A lo largo de las playas de blanca arena se alinean en la actualidad hoteles ultramodernos, y los casinos llenos de luces atraen a la alta sociedad del mundo. Como no podía ser de otro modo, todo esto ha influido en la mentalidad de la población, pues el materialismo ha enseñado su dorada faz y ha deslumbrado a muchas personas, incluso a algunos miembros de las congregaciones. Pese a todo, hay gran prosperidad espiritual, sobre todo en el campo hispano, por lo que existe una imperiosa necesidad de hermanos capacitados que lleven la delantera.

Por otro lado, Curazao está sufriendo una grave crisis económica, y muchas personas se están mudando a los Países Bajos. El éxodo de hermanos ha afectado a las congregaciones, por lo que Curazao y Bonaire han tenido poco aumento en los últimos años.

No obstante, al adentrarnos en el siglo XXI, tenemos razones para levantar la cabeza y alegrarnos. El magnífico Reino de Dios está cerca, y el pueblo de Jehová sigue enseñando la verdad a todos los que están “correctamente dispuestos” (Hech. 13:48). Lo que era un reseco desierto espiritual se ha empapado de las aguas de la verdad.

[Ilustraciones y recuadro de la página 72]

Flamencos y burros

En Bonaire, una isla tranquila que conserva su estado natural, la desalinización del agua del mar constituye una importante industria que genera ingresos para la población. Como los flamencos ingieren alimento con un alto contenido de sal, el cual encuentran fácilmente en las salinas, Bonaire es uno de los pocos lugares del mundo ideales para la reproducción de estas vistosas aves. Los burros asilvestrados, importados al principio para trabajar en las salinas, fueron abandonados a su suerte cuando se les sustituyó por máquinas. En la actualidad vagan por los campos. Con el fin de protegerlos, se creó una reserva y se organizó el programa “Adopte un burro”.

[Ilustración y recuadro de la página 87]

Los tejados a dos aguas y el puente flotante de Curazao

Willemstad, la capital de Curazao, es una ciudad pintoresca. Los edificios con tejados a dos aguas recuerdan Amsterdam, pero están pintados de vivos colores. La bahía de Santa Ana atraviesa el centro de la ciudad, cuyas dos partes están unidas por el puente flotante Reina Emma. Este puede abrirse en cuestión de minutos para que los barcos grandes entren en el puerto, de gran calado. Antiguamente, quienes cruzaban el puente tenían que pagar un peaje, a menos que fueran descalzos, una señal de pobreza. Como consecuencia, los menesterosos pedían prestados zapatos para que no se les considerara indigentes, en tanto que los ricos escondían los suyos a fin de no pagar el peaje.

[Recuadro de la página 93]

¿Habría que saludar primero al sacerdote?

“La dignidad de los sacerdotes es tan elevada, tan sublime, que en caso de cruzarnos por el camino con un sacerdote y con un ángel, saludaríamos primero al sacerdote.” (Del semanario católico La Unión, 10 de agosto de 1951, editado en Curazao.)

[Ilustración y recuadro de la página 95]

El valor de tener una buena reputación

En septiembre de 1986, Russell Yeatts recogió un paquete enviado desde Jamaica a la Sociedad Watch Tower Bible and Tract. Cuando lo abrió delante de los inspectores postales, se llevó la sorpresa de que debajo de unas revistas había cuatro kilos de marihuana. La policía lo detuvo al instante. Sin embargo, el director general de Correos de Curazao habló a favor del hermano Yeatts y dijo que era imposible que tuviera algo que ver con drogas. Si este funcionario no hubiera respondido por él de manera tan categórica, el hermano habría ido a la cárcel, pero gracias a su intervención, enseguida fue puesto en libertad. Los periódicos de la isla prestaron mucha atención al caso, y en uno de ellos se dijo que el hermano Yeatts era “una persona muy decente y honrada” y que estaba “muy interesado en predicar a todo el mundo las buenas nuevas”. Esta experiencia resalta el valor de tener una buena reputación.

[Ilustraciones y recuadro de la página 96]

Un aspecto poco corriente de la obra del Reino

Todos los años se distribuye una gran cantidad de ejemplares del folleto Examinando las Escrituras diariamente. Algunos años, los precursores han distribuido cientos de ellos. Giselle Heide estaba hospitalizada, así que aprovechó la oportunidad para dar testimonio informal a los demás pacientes, entre quienes se contaba Ninoska. Ella respondió favorablemente y le preguntó a Giselle si tenía “el librito”. Al principio, la hermana no sabía a qué se refería, pero por fin se dio cuenta de que le hablaba del folleto Examinando las Escrituras diariamente. A partir de entonces analizaban juntas el texto todas las mañanas. Cuando ambas fueron dadas de alta, Ninoska concordó en estudiar la Biblia. Menos de un año después se bautizó. En la actualidad, los Testigos imparten cursos bíblicos a su esposo e hijos.

[Ilustraciones]

Examinando las Escrituras diariamente en holandés, inglés y papiamento

[Recuadro de la página 104]

“Celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto”

Cierta mañana, Hubert Margarita y Morena Van Heydoorn se encontraron en la predicación a una colegiala llamada Morella. Su modo de expresarse dio prueba de que tenía “celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto” (Rom. 10:2). Les dijo a los hermanos que todos los días recibía clases de religión católica y que estaba convencida de que esa era la manera de adorar a Dios. Hubert y Morena quedaron en estudiar la Biblia con ella del siguiente modo: Morella acudiría a su profesor, el sacerdote, para comprobar lo que estaba aprendiendo. Si él no estaba de acuerdo con algo, ella le pediría razones bíblicas para sus objeciones. En caso de que ella pensara alguna vez que lo que los Testigos le enseñaban era contrario a la Biblia, dejaría el estudio. Morella se percató enseguida de que las enseñanzas de la Iglesia Católica no son bíblicas. Cuando se dio cuenta de que al sacerdote cada vez le incomodaban más sus preguntas, dejó de ir a las clases. Siguió estudiando la verdad, se bautizó y ahora sirve fielmente a Jehová.

[Ilustración y recuadro de la página 107]

Arena y rocas de Aruba

Las gigantescas formaciones rocosas de Casibari y Ajo son una característica fascinante del paisaje de Aruba. También son extraordinarias las grutas cubiertas de pinturas rupestres, que, según se cree, son obra de los indios dabajuro. Miles de turistas visitan esta isla año tras año atraídos por su perenne clima soleado y por sus largas playas de arena blanca.

[Recuadro de la página 110]

“De la boca de los pequeñuelos”

“De la boca de los pequeñuelos y de los lactantes has proporcionado alabanza”, dijo Jesús (Mat. 21:16). Este es también el caso de los niños de estas islas. Maurice es un joven arubano de 15 años. En una asamblea de distrito, cuando contaba siete años, desapareció de la vista de su madre. Ella lo buscó preocupada, pero no lo encontraba por ningún lado. Por fin lo vio en la parte de atrás de la sala donde se celebraba la reunión para los interesados en el servicio de Betel. Resultó que Maurice quería llenar la solicitud, y para no desanimarlo, el presidente de la reunión le había permitido quedarse. Pues bien, su deseo ferviente de servir a Jehová en Betel no ha disminuido. Se bautizó con 13 años, y se esfuerza mucho en la congregación, pues prepara bien todas sus asignaciones. Está tan resuelto como siempre a servir en Betel.

En Bonaire invitaron al Salón del Reino a Renzo, de seis años, quien disfrutó mucho de la visita. Inició un curso bíblico, y a partir de entonces no quiso ir a la iglesia católica. Preguntó a sus padres por qué no se les había enseñado en la iglesia nada sobre el Paraíso, lo cual les despertó la curiosidad, y comenzaron a estudiar con los testigos de Jehová. Posteriormente se bautizaron su padre y su madre junto con uno de los estudiantes de Renzo. Este, que ahora tiene ocho años, se bautizó en una asamblea de circuito en Bonaire.

[Ilustración y recuadro de la página 115]

¿Alguien desea estofado de iguana?

Las iguanas, como la que aparece abajo en la fotografía, son comunes en Aruba, Bonaire y Curazao. Estos reptiles son muy valorados, no como mascotas, sino como el ingrediente principal de sopas y estofados. “Saben como el pollo —dice un chef local—. Su carne es muy tierna.”

[Ilustración y mapas de la página 71]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

HAITÍ

MAR CARIBE

VENEZUELA

ARUBA

ORANJESTAD

Sint Nicolaas

CURAZAO

WILLEMSTAD

Santa Cruz

Buena Vista

BONAIRE

Kralendijk

[Ilustraciones a toda plana de la página 66]

[Ilustración de la página 68]

Personas de muchas nacionalidades colaboran pacíficamente en la Congregación Hooiberg (Aruba)

[Ilustración de la página 70]

Pearl Marlin vendía publicaciones religiosas junto con su padre. Más adelante se hizo Testigo

[Ilustración de la página 73]

La primera congregación anglohablante de Sint Nicolaas (Aruba)

[Ilustraciones de la página 74]

Algunos de los que emigraron a Curazao: 1. Martha Faustin en la actualidad. 2. Su esposo, Hamilton, ya fallecido. 3. Robert y Faustina Titre

[Ilustración de la página 75]

Woodworth y Oris Mills el día de su boda

[Ilustración de la página 76]

Edwina Stroop, precursora de Aruba

[Ilustración de la página 77]

Jacobo Reina obtuvo el libro La Creación en 1928 y reconoció que era la verdad

[Ilustración de la página 78]

De izquierda a derecha: Russell y Hazel Yeatts, graduados de la clase 6 de Galaad, y Mary y William Yeatts, de la 14

[Ilustración de la página 79]

Henricus Hassell (extremo izquierdo) fue un fervoroso proclamador de las buenas nuevas

[Ilustración de la página 79]

Camilio Girigoria fue el primer natural de las islas que se bautizó, en 1950

[Ilustración de la página 80]

A Alice y Henry Tweed se les recuerda con cariño por su espíritu abnegado y su celo

[Ilustración de la página 81]

A Gabriel Henriquez le regalaron una suscripción a ¡Despertad! Fue el primer arubano que se bautizó

[Ilustraciones de la página 82]

Ninita Webb se opuso al principio a la verdad. Ella y su esposo, Daniel, se convirtieron en fervientes proclamadores del Reino

[Ilustración de la página 82]

Maria Rasmijn fue una católica devota hasta que su sacerdote le dijo que las imágenes religiosas carecían de valor

[Ilustración de la página 83]

Albert Suhr dejó magníficas “cartas de recomendación”

[Ilustración de la página 84]

Olive Rogers ayudó a muchas personas a dedicar su vida a Jehová

[Ilustración de la página 85]

Parte superior: Eugene Richardson, bautizado con 17 años, fue un celoso precursor

[Ilustración de la página 85]

Parte inferior: el joven Clinton Williams acompañó a Eugene en la tarea de abrir el kunuku

[Ilustración de la página 86]

El hogar misional de Aruba hacia 1956

[Ilustración de la página 89]

Arriba: en 1962, Nathan H. Knorr, del Betel de Brooklyn, dedicó este Salón del Reino, el primero que tuvieron en propiedad los hermanos de Curazao

[Ilustración de la página 89]

Derecha: Victor Manuel, publicador de las buenas nuevas por casi cincuenta años, sirvió en la segunda congregación en papiamento

[Ilustración de la página 90]

Arriba: Asamblea Internacional “Paz en la Tierra” (1969), en Atlanta (Georgia, EE.UU.)

[Ilustración de la página 90]

Derecha: la sede de la asamblea en Curazao, donde se dio el mismo programa

[Ilustración de la página 94]

Petra Selassa (derecha) y su hija, Ingrid, precursoras especiales a las que se envió a ayudar en Bonaire en 1969

[Ilustración de la página 97]

La Atalaya en papiamento

[Ilustración de la página 98]

Parte superior: Pauline y John Fry

[Ilustración de la página 98]

Parte inferior: Age Van Dalfsen llegó en 1964 tras graduarse de la clase 39 de Galaad

[Ilustraciones de la página 99]

Arriba: Janine Conception y Raymond Pietersz forman parte del equipo de traducción compuesto por nueve personas

[Ilustración de la página 99]

Derecha: Estrelita Liket trabaja con una computadora y el programa MEPS, herramientas valiosas para los traductores

[Ilustración de la página 100]

Robertus y Gail Berkers (izquierda), que sirvieron en la obra del circuito, fomentaron mucho el entusiasmo por el ministerio de tiempo completo

[Ilustración de la página 100]

Julie y Age Van Dalfsen (abajo) regresaron a Curazao en 1992 y fueron invitados a Betel en 2000

[Ilustración de la página 100]

Age Van Dalfsen, Clinton Williams y Gregory Duhon forman el Comité de Sucursal

[Ilustración de la página 102]

Blanche y Hans Van Heydoorn han ayudado a 65 personas a dedicar su vida a Jehová

[Ilustración de la página 108]

1. La sucursal dedicada en 1964

[Ilustraciones de la página 108]

2, 3. La sucursal actual, dedicada el 20 de noviembre de 1999

[Ilustraciones de la página 112]

Aruba, Bonaire y Curazao han tenido la ventaja de contar en la obra de los superintendentes viajantes con matrimonios como Ludmila y Humphrey Hermanus (arriba); Paul y Marsha Johnson, y Edith y Marc Millen (de izquierda a derecha)

[Ilustraciones de la página 114]

Los Van Eyk (1), los Hoornveld (2) y Cor Teunissen (3) fueron algunos de los primeros misioneros que dejaron sus hogares para servir en estas islas