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Informe mundial

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EUROPA

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Publicadores: 1.476.554

Estudios bíblicos: 697.044

Algunas personas tienen que recorrer un largo camino para entrar en la verdad. En 1951, Steponas, un preso político que cumplía condena en un campo de trabajo de Kazajstán, conoció a Edvardas, un joven y celoso Testigo de Lituania encarcelado por imprimir La Atalaya. Cuando Edvardas le habló de su esperanza bíblica, Steponas se convenció de haber hallado la verdad. En 1955 lo pusieron en libertad, y las palabras de despedida del Testigo fueron: “Tal vez nos veamos algún día”. Aunque Steponas no estaba bautizado, el Comité de Seguridad del Estado, de la URSS, creía que era testigo de Jehová. Por eso, la policía registró su apartamento y confiscó varios documentos que contenían las direcciones de los hermanos, de modo que él perdió todo contacto con el pueblo de Dios.

Durante los siguientes cuarenta y siete años, Steponas vivió en una aldea del norte de Lituania donde no había Testigos. Entonces, en la primavera de 2002, logró obtener algunas publicaciones y envió a la sucursal de los testigos de Jehová de Lituania un cupón solicitando el libro El secreto de la felicidad familiar. “Lo hice con la esperanza de restablecer el contacto con los hermanos”, explica. Un matrimonio de precursores especiales lo visitó y comenzó a dirigir un curso bíblico con él. En menos de doce meses se bautizó, a los 80 años de edad.

¿Volvió a reunirse con Edvardas, quien casi medio siglo atrás le había dicho: “Tal vez nos veamos algún día”? ¡Pues sí! Al día siguiente de su bautismo, los dos hombres, ahora hermanos espirituales, tuvieron la alegría de reencontrarse y fundirse en un abrazo.

Cierto día, Tim y Sam, dos publicadores no bautizados de 11 años que viven en Gran Bretaña, se disponían a ir al servicio del campo con la madre de Tim. Los dos necesitaban maletines nuevos para llevar la Biblia y las publicaciones, pero no tenían dinero para comprarlos. Así que antes de salir a predicar, las madres de ambos incluyeron este asunto en sus oraciones. En la última casa que iban a visitar esa mañana, Tim le leyó un texto bíblico a la señora que salió a la puerta, pero esta lo interrumpió y le preguntó a qué religión pertenecía. Cuando el jovencito contestó que era testigo de Jehová, ella lo reprendió y le dijo a su madre que no entendía por qué los Testigos dejan morir a sus hijos en lugar de permitirles aceptar transfusiones de sangre.

La madre de Tim le sugirió a la señora que preguntara a los muchachos qué opinaban del asunto, y esta así lo hizo. Tim le explicó que buscaría siempre alternativas que no estuvieran en contra de su conciencia educada por la Biblia, y Sam añadió que su hermana había recibido un tratamiento alternativo y se había recuperado mejor que otras pacientes a las que se había transfundido sangre.

Entonces, la mujer volvió a dirigirse a la madre de Tim y le recriminó que llevara a los chicos a predicar de casa en casa. Los muchachos le aseguraron que a ellos les gustaba y que preferían hacer aquello en vez de deambular por las calles como el resto de los jóvenes de su edad. Impresionada por la respuesta, la señora les pidió que aguardaran un momento y entró en la casa. Imagínese la sorpresa de los muchachos al verla salir con dos preciosos maletines nuevos de cuero, ideales para la predicación. Resulta que ella se dedicaba a vender tales artículos. Ante el cambio de actitud, los jóvenes propusieron volver para continuar la conversación. Cuando se marchaban, salió la madre del ama de casa, una señora de 94 años que había estado escuchando, y le pidió a la madre de Tim que también la visitara a ella en su hogar.

Mientras predicaban, dos hermanas de Portugal se fijaron en el siguiente mensaje colocado en una parada de autobús: “Soy estudiante de psicología y estoy preparando una tesis sobre las supersticiones. Si usted cree que puede ayudarme, envíeme por favor un mensaje electrónico a la siguiente dirección”. Como aquella tarde las hermanas presentaban un artículo de La Atalaya titulado “¿Dominan su vida las supersticiones?”, decidieron enviar un mensaje ofreciéndole la revista.

Una semana después, la mujer que había solicitado ayuda les mandó la siguiente respuesta: “Gracias por su interés, y disculpen el retraso en contestarles. Me gustaría recibir la revista que mencionaron. Últimamente, cada vez que un testigo de Jehová se ha dirigido a mí, yo iba corriendo al trabajo o se me iba el autobús, de modo que no he podido detenerme a conversar. Me gustaría recibir un curso bíblico de los que me han dicho que ofrecen ustedes”.

“En la primera visita planteó muchas preguntas —contaron las hermanas—. Le entregamos el libro Conocimiento e iniciamos un estudio bíblico. Se prepara muy bien y ya asiste a todas las reuniones de congregación.”

Mientras Lina, publicadora de una ciudad del sur de Alemania, predicaba por la calle, se le acercó una mujer llamada Tatjana y le preguntó: “¿Te acuerdas de mí?”. Lina contestó que no, y Tatjana añadió: “No me extraña, solo nos hemos visto una vez; fue hace cinco años, en la primavera de 1998. Me ofreciste en la calle el folleto ¿Qué exige Dios de nosotros?, y aunque fui bastante descortés, tu amabilidad me motivó a llevármelo a casa y leerlo. El mensaje me llegó al corazón”. Posteriormente, una pareja de Testigos que no conocía a Lina visitó el hogar de Tatjana, quien, debido a lo que había leído en el folleto, aceptó un estudio bíblico. Cuando se encontró con Lina por segunda vez, en 2003, ya se había bautizado. De hecho, ambas estaban haciendo el precursorado auxiliar ese mes.

Una hermana de Pskov (Rusia) recibió de la sucursal la dirección de un señor que vivía en una zona aislada. Tardó bastante en llegar al lugar. Una vez allí, se dio cuenta de que el hombre no sabía que había solicitado un estudio bíblico. Él había comprado una revista en un quiosco, y en su interior encontró un cupón que había sido recortado de uno de nuestros tratados y colocado allí para marcar la página. El señor pensó que se trataba de una especie de concurso y envió el cupón para ver si le tocaba un premio. “¡Pues ha ganado usted un estudio bíblico gratuito!”, exclamó la publicadora. Toda la familia mostró interés y comenzaron a estudiar la Biblia. Las clases se llevan a cabo dos veces al mes, pues la hermana vive bastante lejos.

OCEANÍA

Países: 30

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Publicadores: 93.718

Estudios bíblicos: 47.270

Alyce, una adolescente de 14 años que vive en Australia, utilizaba información de nuestras revistas para preparar sus tareas escolares. Cierta semana escribió un ensayo titulado “¿Adónde se encamina el mundo?”, en el cual exponía el significado de nuestros tiempos a la luz de las profecías bíblicas. Cuando su profesora le preguntó a qué religión pertenecía, Alyce respondió que estudiaba la Biblia con los testigos de Jehová y le entregó algunas revistas.

Aunque la información despertó el interés de la maestra, un colega suyo la disuadió de seguir investigando. Sin embargo, después de observar durante meses la conducta intachable de su alumna, se decidió a investigar más. Preocupada por que Alyce pudiera ser víctima de una secta peligrosa, tomó prestado de la biblioteca municipal el libro Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios y lo leyó en un fin de semana. Segura de haber hallado la verdad, telefoneó a la madre de Alyce para pedir más publicaciones y comenzó a estudiar la Biblia con los Testigos. En menos de un mes ya asistía a todas las reuniones y convenció a su esposo y a su madre para que la acompañaran los domingos. Ellos también empezaron a estudiar y están progresando muy bien. A los tres meses, la maestra fue nombrada publicadora no bautizada y presentó su primera asignación estudiantil en la Escuela del Ministerio Teocrático. Unos meses más tarde, Alyce y su profesora, Linda, se bautizaron, y lo hicieron el mismo día.

¿Se imagina vivir en una isla donde usted fuera el único adorador de Jehová? Pues tal es la difícil situación de una hermana de las islas Marshall cuyo esposo aceptó un empleo en el atolón de Mejatto. Los vecinos la invitaron a asistir a la iglesia protestante, pero ella no aceptó; más bien, se concentró en enseñar a sus hijos utilizando la publicación Mi libro de historias bíblicas. Asimismo, iba de casa en casa con su hijita menor explicando sus creencias a los vecinos. Algunos mostraron interés y empezaron a estudiar el folleto Exige con esta hermana, quien envía todos los meses el informe de servicio a su antigua congregación. Para asistir a la Conmemoración y a las asambleas, que se celebran en la isla de Ebeye, tiene que hacer un largo viaje en barco con sus hijos. Los hermanos de Ebeye le envían cartas de estímulo con experiencias del ministerio y puntos que han aprendido en las reuniones. A su vez, a ellos también les anima el ejemplo de esta hermana, que, aunque está aislada, permanece fiel.

Numerosas aldeas remotas de Papua Nueva Guinea carecen de electricidad, así que sus habitantes utilizan generadores o baterías para que los electrodomésticos funcionen. Una hermana recién bautizada quería ayudar a la gente de su pueblo a entender mejor la Biblia, así que pensó en mostrar algunas videocintas de los testigos de Jehová. Con el dinero que consiguió vendiendo fruta que había cultivado ella misma, acudió a la dueña de un negocio local que poseía un televisor, un aparato de vídeo y un generador, y le preguntó si se los alquilaría. La hermana explicó que deseaba invitar a todos los vecinos a ver algunas videocintas bíblicas que los ayudarían en sentido espiritual. La señora redujo el precio de inmediato a una tarifa simbólica, y dijo que a ella también le gustaría estar presente. Vino casi todo el pueblo a la proyección. Al terminar, muchas personas admitieron que no tenían idea del alcance de la obra de los testigos de Jehová. También les impresionó la hermandad mundial, algo que no observaban en su iglesia. Muchos de los presentes que anteriormente no habían querido hablar con los Testigos invitaron a la hermana a su casa para conocer mejor nuestras creencias.

En Savaii, la mayor de las islas de Samoa, varios jefes han proscrito la predicación de los testigos de Jehová en sus comunidades. Una hermana que vive en uno de estos pueblos se mantuvo firme a favor de la verdad al preparar el funeral de su hijo. Como el funeral iba a celebrarse en su hogar, los hermanos de las dos congregaciones de la isla consiguieron un generador y amorosamente la ayudaron en la limpieza de la casa y los alrededores, algo que no pasó desapercibido. La forma en que se organizó y llevó a cabo el funeral fue muy distinta a la costumbre samoana.

Dos días después, el consejo del pueblo convocó una reunión para analizar la ceremonia. A todos les había impresionado la ayuda que los Testigos brindaron a la familia, tanto antes como después del funeral. A los jefes les conmovió tanto el acto, que decidieron por unanimidad realizar a partir de entonces los funerales Faa-Molimau a Ieova (a la manera de los testigos de Jehová). Dos días después se celebró la Conmemoración de la muerte de Cristo en un pequeño Salón del Reino que se encuentra a varios kilómetros de distancia. Se utilizaron tres camionetas para transportar a las familias del pueblo. Ahora, nuestros hermanos pueden predicar libremente en esta localidad, una de las mayores de la isla, donde dos precursores especiales ya dirigen seis estudios bíblicos. Además, allí se celebra un estudio de libro al que asisten no solo algunos vecinos interesados, sino también un jefe local.

Un joven de Fiji que estaba sentado bajo un árbol reflexionando sobre su vida y su futuro invitó a un hombre que pasaba por allí a sentarse con él. El hombre resultó ser un hermano, quien aprovechó la ocasión para darle testimonio. Aunque el joven ya conocía la promesa bíblica de un paraíso terrestre, la conversación reavivó su interés. Decidió regresar a la isla donde vivía su madre y empezar a estudiar la Biblia. Sin embargo, al llegar allí, varios familiares que se oponían a su nueva fe destrozaron los cultivos que acababa de sembrar. Los jefes locales lo expulsaron, diciendo que no estaban dispuestos a permitir ninguna otra religión aparte de la suya. Así que se marchó al pueblo de su padre, situado en otra islita. Allí construyó una canoa con unas viejas planchas de cinc y cada semana atravesaba remando varios kilómetros de aguas agitadas para reunirse con los hermanos. No obstante, como la familia siguió oponiéndose, acabó viviendo como un ermitaño en una zona solitaria de la isla. Finalmente pudo mudarse a la isla principal, cerca de una congregación grande. En la actualidad es publicador no bautizado y está progresando bien.

AMÉRICA

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Estudios bíblicos: 2.898.369

En septiembre del año 2002, una hermana de Estados Unidos decidió volver a visitar al dueño de una tienda un domingo por la mañana, pero como lo vio ocupado con varios clientes, se puso a pasear por el local. Entonces observó que una mujer entraba apresuradamente a comprar un mala, un rosario que emplean los hindúes para rezar a sus numerosos dioses y que se parece al que utilizan los católicos. Cuando la hermana vio que la señora, llamada Shwe, había encontrado un mala a su gusto, se le acercó y le dijo:

—Disculpe, ¿está hecho de sándalo este mala?

—Sí, le pedí a dios que me diera uno bueno, y acabo de encontrarlo. ¡Fíjese qué aroma!

—Pues es verdad, huele muy bien. ¿A qué dios va a rezarle?

—Depende, a veces hago mis plegarias a Ganesa, otras a Siva o a Durga, así que lo usaré para rezarles a todos.

—¿Qué dios diría usted que es el más importante?

—Es algo que me resulta confuso, no sabría qué decirle.

—Cuando yo adoraba a todos estos dioses hindúes, tampoco lo sabía. Pero ahora ya sé quién es el Dios todopoderoso; fíjese en lo que dice Salmo 83:18. —La hermana leyó el texto—. Jehová Dios es el Altísimo sobre toda la Tierra y es mayor que Siva, Ganesa y Durga. Si quiere, puedo enseñarle acerca del Dios todopoderoso sin costo alguno.

—¿Me hablaría del Dios verdadero? ¡Hoy se han contestado todas mis oraciones!

—¿Por qué dice eso?

—Todos los días rezo para encontrar un buen mala que me permita conocer al Dios verdadero y conseguir una amiga verdadera que me ayude, pues no tengo ninguna. ¿Cómo se llama usted?

—Me llamo Mala y, si usted quiere, yo seré la amiga que la ayudará a entender la Biblia.

—No me lo puedo creer. ¡Pedí a Dios un mala, y él me ha dado a Mala!

Ambas hicieron planes para estudiar el folleto Exige. En la actualidad, Shwe asiste con regularidad a las reuniones y ya ha expresado su deseo de bautizarse.

En Honduras, una misionera a la que aún le costaba hablar español entró en un edificio de oficinas y le dejó varias revistas a la recepcionista. Entonces sonó el teléfono y esta le pidió que se fuera, pero la hermana, pensando que le ofrecía un asiento, se sentó a esperar. Entretanto, una oficinista que se hallaba cerca estaba pidiéndole a Dios ayuda para romper una relación inmoral con un hombre casado y saber cuál era la religión verdadera. Así que cuando oyó el diálogo, pensó que la misionera era la respuesta a su oración. No obstante, cuando escuchó que la recepcionista la despedía, creyó que no llegaría a tiempo para hablar con ella. La misionera dijo más tarde: “Como no entendí bien a la recepcionista, todavía estaba allí cuando llegó la mujer corriendo para hablar conmigo. Ambas estamos seguras de la intervención de Jehová”. La mujer había leído años atrás algunas publicaciones de los testigos de Jehová, pero ahora quería concentrarse en los asuntos espirituales. Ya ha puesto fin a la relación inmoral que mantenía, y estudia la Biblia y asiste a las reuniones con regularidad.

Una precursora especial de El Salvador fue asignada a una congregación en cuyo territorio casi nadie respondía favorablemente a la verdad, así que le pidió a Jehová que la ayudara a encontrar personas interesadas. Cierto domingo entabló una conversación bíblica con un joven que se quedó con el libro Conocimiento y aceptó que lo visitaran en otra ocasión. La hermana volvió a esa casa varias veces, pero solo encontraba a la esposa, quien no mostraba mucho interés en la Biblia. Sin embargo, en la quinta visita la mujer la invitó a pasar a condición de que fueran “solo diez minutos”. La precursora le preguntó si tenía a mano el libro Conocimiento y, cuando la señora lo encontró, analizó con ella brevemente algunas ideas y le enseñó cómo se lleva a cabo un curso bíblico. A los tres meses, la estudiante comenzó a asistir a las reuniones y a manifestar un buen progreso. ¿Y el esposo? Con el tiempo se unió al estudio y empezó a ir a las reuniones con su familia. En la actualidad, la pareja está dando pasos para legalizar su matrimonio. La persistencia y la oración dieron buenos resultados.

Margarita, que vive en México, nos cuenta lo bien que le fue al dar testimonio informal: “En una clase de costura hablé con una compañera sobre la Biblia, y ella me dijo que tenía la impresión de que las familias de testigos de Jehová eran felices, pues siempre estaban sonrientes y alegres. Le dije que estaba en lo cierto y que la verdadera felicidad proviene de confiar en Jehová y obedecer los principios de la Biblia”. Margarita inició un estudio bíblico con su compañera, quien ya asiste a todas las reuniones y sigue aumentando su conocimiento de la verdad.

En la República Dominicana, Ana le entregó el folleto Exige a un hombre que parecía preocupado. Su esposa, enferma de cáncer, estaba hospitalizada para someterse a una operación. El hombre dijo que a su esposa le gustaba leer, de modo que le llevaría el folleto al hospital. Cuando poco después Ana conoció a la mujer, esta le dijo: “Estoy lista para empezar a estudiar”. Después le explicó que mientras estaba hospitalizada, le había suplicado a Dios que la guiara a la religión verdadera, y en ese preciso instante había aparecido su marido con el folleto Exige. Al leerlo, se dio cuenta de que Dios había contestado su plegaria, así que enseguida se propuso hacerse testigo de Jehová. Aunque tenía que caminar durante una hora para llegar al Salón del Reino, progresó con rapidez y no tardaron en nombrarla publicadora. “Ahora puedo cumplir el voto que le hice a Dios”, dijo. En menos de seis meses se bautizó en una asamblea de distrito. En la actualidad sigue sirviendo a Jehová con gozo.

A Martín, un publicador de 13 años de Paraguay, le gusta la predicación informal. Cierto día, mientras daba testimonio a un transeúnte al volver de la escuela, se fijó en un paquete pequeño que estaba tirado en la calle. Al recogerlo descubrió que contenía dinero y, como no vio a nadie buscándolo, se lo guardó en el bolsillo y siguió caminando. Mientras andaba se puso a pensar: “Con este dinero puedo pagar tres cuotas mensuales de la escuela y ayudar a mis padres con algunos gastos”. Entonces, sin darse cuenta, entró por una calle por la que no solía pasar y vio a un hombre que buscaba algo. Le oyó decir que había perdido todo el dinero que tenía para pasar el resto del mes: 115.000 guaraníes (18,25 dólares). El joven recordó al instante las palabras de un anciano que había repasado con él las preguntas para el bautismo: “Vas a enfrentarte a muchas pruebas, y más ahora, que quieres bautizarte”.

A Martín le hacía mucha falta el dinero. Aquel día ni siquiera había podido pagarse la comida en la escuela y, por supuesto, no tenía con qué pagar el costo de las clases. No obstante, convencido de que actuaba bien, le preguntó al hombre cuánto dinero había perdido. Como la cantidad era exactamente la que había encontrado, Martín le dio el dinero junto con un tratado y le dijo que era testigo de Jehová. Eufórico, el hombre lo abrazó y le dio las gracias una y otra vez, además de entregarle su dirección para que Martín lo visitara. El joven se bautizó con sus padres en una asamblea de circuito reciente.

ASIA Y ORIENTE MEDIO

Países: 47

Habitantes: 3.931.574.927

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Estudios bíblicos: 417.308

Debido a un problema de salud, Kumiko, una precursora que vive cerca de Tokio (Japón), se vio obligada a dedicar menos tiempo al ministerio de casa en casa y a predicar más por carta. Los hermanos de su congregación le entregaban las direcciones de los vecinos a los que no podían encontrar porque casi nunca estaban en casa, y ella escribía cartas que les hacía llegar a través de los publicadores. Aunque durante más de un año no recibió contestación alguna, no dejó de escribir. Finalmente, después de haber enviado 1.500 cartas, le llegó una postal con este mensaje: “Gracias por su carta, resultó muy interesante. Tengo unos días libres y me gustaría que se comunicara conmigo”. Con lágrimas de alegría, visitó a esta persona e iniciaron un estudio bíblico de inmediato. “Al principio no me sentía muy cómoda escribiendo —confiesa la hermana—, pero ahora estoy segura de que si buscamos con paciencia a las personas semejantes a ovejas, Jehová bendecirá nuestro empeño.”

Cierta mañana, mientras predicaba de casa en casa, una hermana de la India visitó a una mujer que le abrió la puerta con semblante triste. Vio también a sus dos hijas pequeñas sentadas en el suelo con dos platos vacíos. Mientras la publicadora hablaba del consolador mensaje del Reino de Dios y de sus bendiciones, la mujer escuchaba atentamente. Entretanto, las niñas, que tenían hambre, no dejaban de pedir a su madre que les diera de comer, pero ella se negaba a hacerlo. La hermana dijo que no le importaba esperar hasta que las niñas hubieran comido. Entonces la mujer se puso a llorar y le confesó que había envenenado la comida y que estaba a punto de servirla cuando oyó que llamaban a la puerta. Debido a problemas familiares, entre ellos un marido alcohólico, había decidido acabar con su vida y la de sus hijas. La hermana tiró la comida al instante y fue corriendo a una tienda en busca de provisiones, tras lo cual prepararon el almuerzo y se lo dieron a las niñas. El mensaje del Reino consoló enormemente a esta mujer, quien aceptó un estudio bíblico y ya está bautizada. Sus dos hijas asisten a las reuniones con ella, y hace poco, su esposo también comenzó a ir a las reuniones y está progresando muy bien.

¡Neumonía atípica! Estas palabras asustaron a muchos habitantes de Taiwan. La gente veía espantada en las noticias cómo la enfermedad había afectado a Hong Kong. Entonces le llegó el turno a Taiwan. Varios hospitales tuvieron que ser puestos en cuarentena debido a la infección, y muchos ciudadanos pensaron que se convertirían en las siguientes víctimas. Incluso antes de que lo exigieran las autoridades, la sucursal ayudó a las congregaciones a conseguir termómetros para tomar la temperatura de cuantos asistieran a las reuniones.

El gobierno pidió a todas las religiones inscritas que se abstuvieran de predicar en determinados barrios. Se programó una Reunión de Servicio especial a fin de ayudar a los hermanos a que adaptaran su actividad para evitar problemas. Una precursora especial siguió la sugerencia de volver a visitar a cualquiera que mostrara el más mínimo interés y así logró iniciar varios estudios bíblicos, algunos de los cuales evidencian un buen progreso. “Lo que empezó siendo una situación negativa —afirma— se tradujo en un ministerio más productivo.”

Una hermana de Chipre que estaba predicando de casa en casa encontró a una señora que le dijo que estaba ocupada. La hermana le habló brevemente por la ventana de la cocina, leyó Salmo 72:12-14 y quedó en volver en otra ocasión más conveniente. Cuando regresó, se sorprendió al enterarse de que la señora la había estado esperando con impaciencia. ¿A qué se debió tal interés? El texto que le leyó en la primera visita le había resultado sumamente consolador y la había dejado pensando todo el día. La mujer aceptó encantada cuando la hermana le ofreció un estudio de la Biblia y actualmente se siente muy agradecida por lo que está aprendiendo de la Palabra de Dios.

Polo, un hombre de Camboya, comenzó a estudiar con un misionero. Progresaba muy bien; de hecho, asistía a las cinco reuniones de congregación en Phnom Penh. Cierto día, su jefe le pidió que se mudara a Battambang, una ciudad próxima a la frontera con Tailandia. Como allí no hay ninguna congregación, Polo le dio el número de su celular al misionero para seguir estudiando por teléfono: treinta minutos los miércoles y viernes. También quería comentar en el Estudio de La Atalaya, pero la congregación quedaba muy lejos, así que escribía tres o cuatro respuestas para el estudio de la semana siguiente y se las daba a su superintendente del estudio de libro para que las leyera en la reunión. Su entusiasmo ha animado a los publicadores. Además, Polo procura predicar a todo el mundo. Aprovecha el viaje en autobús de ida y vuelta a Phnom Penh para hablar con muchos pasajeros, a quienes invita a las reuniones. Ahora tiene la meta de ser publicador no bautizado.

Dos hermanas de Mongolia visitaron a un hombre de unos 30 años. Este les pidió que esperaran un momento, entró en su casa y sacó dos libros: El hombre en busca de Dios y El hombre más grande de todos los tiempos. Resulta que doce años atrás había estudiado la Biblia con los testigos de Jehová en Polonia. En 1993 regresó a Mongolia y enseguida envió una carta solicitando la visita de los Testigos, pero como en aquel tiempo no había hermanos en el país, nadie lo visitó. Poco después se mudó a la India para cursar estudios universitarios. Durante el tiempo que permaneció en ese país, de 1994 a 1998, tampoco encontró a ningún testigo de Jehová. Entonces regresó a Mongolia, donde por fin pudo ponerse en contacto con los hermanos, tras lo cual reanudó su estudio bíblico. En abril de 2003 asistió a su primera reunión y en la actualidad disfruta de estudiar el folleto Exige.

Una mujer budista de Sri Lanka sorprendió a dos hermanas al invitarlas efusivamente a entrar en su casa diciéndoles que eran la respuesta a su oración. La señora les contó que su hija se había suicidado recientemente porque ella la había castigado. El sacerdote budista al que acudió por consuelo le aseguró que la muchacha volvería a la vida para vengarse, y eso la aterrorizaba. Como una amiga le dijo que los cristianos no creen en esas cosas, pidió en oración conocer a un cristiano verdadero, pensando que se trataría de un católico. En vez de eso, dos testigos de Jehová la visitaron y la consolaron con la verdad de las Escrituras. Ahora estudia la Biblia pese a la oposición del sacerdote budista.

Una joven de Kirguizistán que asistía a la iglesia evangélica desde hacía muchos años notó al leer la Biblia que existían diferencias entre lo que esta decía y lo que se enseñaba en la iglesia. Por ejemplo, no lograba comprender la enseñanza de que Jesucristo fuera tanto el Padre como el Hijo. Convencida de que todo hijo ha debido tener un padre, pronunció una oración sincera al Padre de Jesucristo, pidiéndole respuestas a sus preguntas bíblicas. Al día siguiente se presentaron en su puerta dos testigos de Jehová, que le dijeron: “¿Qué cree usted? ¿A quién dijo Jesucristo que debían orar sus discípulos, y qué nombre les exhortó a que santificaran?”. Ella se quedó estupefacta, pues esas eran las mismas preguntas que el día anterior le había pedido al Padre de Jesucristo que le contestara. Tras la conversación no le quedaron dudas de que Dios había respondido su oración. Aceptó un estudio bíblico regular y comenzó a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová. Desde que aprendió que el Padre de Jesús se llama Jehová, utiliza su nombre personal en las oraciones. La joven está progresando bien espiritualmente y comparte con su familia lo que aprende.

ÁFRICA

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Habitantes: 755.145.559

Publicadores: 950.321

Estudios bíblicos: 1.666.518

En muchos de los trayectos interurbanos que recorren los autobuses en Zambia, suelen proyectarse películas violentas e inmorales para entretener a los pasajeros. Un matrimonio de misioneros que se dirigía a la capital pidió permiso al conductor para poner la videocinta La Biblia: el poder que ejerce en su vida. “Los pasajeros no se perdieron detalle —recuerda Ruth—. Luego hablamos con ellos y les ofrecimos tratados y revistas. Estaban entusiasmados.” La pareja le preguntó al conductor si podría ponerla nuevamente, pensando que lo haría más tarde, pero este rebobinó la cinta enseguida y la volvió a poner. “A los viajeros les encantó verla otra vez —dijo Richard—, y a nosotros nos alegró haber tenido esta iniciativa.”

Miranda, una adolescente de Malaui, le mostró el libro El secreto de la felicidad familiar a una compañera de clase durante el recreo. Un profesor que oyó por casualidad la conversación la llamó a su despacho y le preguntó por qué había animado a su amiga a casarse. Miranda respondió que no había hecho eso, que tan solo le explicaba a su amiga cómo el libro podía ayudar a las familias a encontrar la felicidad verdadera. Enfurecido, el maestro le gritó: “¡Eres muy joven para dar consejos matrimoniales!”.

Miranda salió de la oficina afligida y temblando. Dos días después, el profesor la volvió a llamar a su despacho. Miranda relata lo que sucedió: “Se disculpó por haberse enojado y me dijo que él y su esposa se habían separado porque siempre estaban peleándose. Me pidió el libro que le había mostrado a mi compañera y le llevé un ejemplar con mucho gusto. Dos semanas después me comentó que el libro era muy práctico y que se lo había enseñado a su esposa. Con el tiempo se reconciliaron”.

Un hombre mayor de Sudáfrica llamado Eric llevaba muchos años estudiando la Biblia con los testigos de Jehová, pero el vicio del tabaco obstaculizaba su progreso espiritual. Sin embargo, cuando su esposa se bautizó, decidió ponerse esa misma meta. Colocó en lugares estratégicos de su casa varios carteles donde aparecía en letra grande el texto de 2 Corintios 7:1: “Dado que tenemos estas promesas, amados, limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios”. Cada vez que sentía el deseo de encender un cigarrillo, Eric leía el texto y le pedía a Jehová ayuda para dejar el hábito. Gracias a esto, lleva más de diez meses sin fumar, ya es publicador no bautizado y planea bautizarse en la siguiente asamblea de distrito.

Mientras esperaba un transbordador que viaja entre las islas Seychelles, una misionera se fijó en una mujer que estaba sola. Aunque la hermana estaba agotada tras un día completo de predicación, le ofreció un tratado. Ella lo aceptó y le dijo que era hindú. Unos días más tarde se volvieron a ver en la calle, y la hermana prometió visitarla para estudiar la Biblia. La señora estaba casada con un médico, quien profesaba el catolicismo pero, tras leer los libros Conocimiento y El hombre en busca de Dios, él también decidió unirse al estudio. Cierta noche, la pareja invitó a la hermana y su esposo a una barbacoa especial. Quemaron todas sus imágenes religiosas y prepararon la cena sobre ese fuego. No tardaron en comenzar a asistir a las reuniones y participar en el servicio del campo. Tras bautizarse, ambos emprendieron el precursorado auxiliar. Como viven en una isla pequeña, el hermano es bien conocido en la comunidad. Algunos dicen en broma que el médico se ha hecho sacerdote. En la actualidad, él es siervo ministerial, y su esposa, precursora regular.

Ishmael aprendió lenguaje de señas para enseñar la verdad a los sordos de Zimbabue. Cierto día, mientras viajaba en autobús, dio testimonio a una sorda que mendigaba entre los pasajeros y quedó en visitarla. Cuando así lo hizo, le preguntó qué enseñaba su iglesia sobre el motivo de su sordera, y ella respondió: “Dicen que es la voluntad de Dios”. El hermano le explicó que Dios no desea que la gente sea sorda, sino que este tipo de males se deben al pecado y la imperfección heredados. También le aseguró que Dios eliminará pronto todas las enfermedades. “Me gustaría saber por qué mi iglesia me enseña mentiras”, respondió ella. Cuando Ishmael la visitó por tercera vez, la mujer le dijo: “A partir de ahora soy una de ustedes. Ya no quiero escuchar más mentiras”. Se estableció un estudio bíblico, y ya asiste a las reuniones de forma regular. Además, espera llenar pronto los requisitos para ser publicadora no bautizada.

En Ghana cuesta mucho esfuerzo obtener lo necesario para vivir y a la gente apenas le queda tiempo para los asuntos espirituales. Una precursora regular encontró a un joven en la predicación de casa en casa y le pidió que le concediera cinco minutos de su tiempo para hablar de un tema bíblico.

—De día siempre estoy ocupado —respondió él—. Llego después de las ocho de la noche y enseguida me voy a dormir.

—¿Podría acostarse un poco más tarde y así estudiar la Biblia? —repuso la hermana, a lo que él dijo:

—Bueno, pero solo después de las ocho. —Al día siguiente, la hermana y su esposo llegaron a las ocho en punto a la casa del joven, quien acababa de regresar del trabajo. Se inició un estudio bíblico, y al poco tiempo el joven comenzó a acudir a las reuniones. Luego satisfizo los requisitos para ser publicador no bautizado y finalmente se bautizó. Los cambios que hizo en su vida impresionaron tanto a su esposa que también aceptó un estudio de la Biblia y enseguida llegó a ser publicadora no bautizada. Los vecinos y casi todos los que conocían el pasado del joven se quedaron atónitos al verlo predicar de casa en casa. Muchos de ellos quisieron saber qué había logrado transformar así a alguien conocido por sus borracheras, robos y consumo de drogas. El resultado fue que veintidós personas solicitaron un estudio bíblico, doce de las cuales asisten con regularidad a las reuniones y posiblemente pronto puedan ser publicadores no bautizados.

[Ilustración de la página 43]

Steponas y Edvardas (Lituania)

[Ilustración de la página 47]

Alyce y su profesora, Linda (Australia)

[Ilustración de la página 51]

Mala (Estados Unidos)

[Ilustración de la página 56]

Kumiko (Japón)

[Ilustración de la página 61]

Ruth y Richard (Zambia)