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Predicamos y enseñamos en toda la Tierra

OBRA MUNDIAL

Predicamos y enseñamos en toda la Tierra
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Decidió no abortar

Saba, propietaria de una tienda, vivía en Adís Abeba, capital de Etiopía. En cierta ocasión, dos hermanas le ofrecieron un ejemplar de la revista ¡Despertad! que analizaba el tema del aborto. Saba las invitó a pasar y, entre lágrimas, les contó que ella estaba pensando en abortar. Mientras hablaban, las tres se emocionaron tanto que acabaron llorando juntas. Ese mismo día, Saba decidió que tendría el bebé y le explicó a su esposo con firmeza las razones. Posteriormente, dio a luz una hermosa niña. Además, comenzó a estudiar la Biblia y se bautizó. En la actualidad, es una feliz precursora. Su esposo también estudió y ahora es nuestro hermano, y en abril de 2012 se bautizaron los otros dos hijos del matrimonio.

¿Sería posible hablar con él?

Kaokoland (Namibia): Las atractivas ayudas para la enseñanza captan la atención de personas de todas las edades. El folleto Escuche a Dios y vivirá para siempre ya está disponible en 452 idiomas.

Un superintendente de circuito de Etiopía salió a predicar de casa en casa con otro hermano. En una puerta, los atendió una criada a la que preguntaron si podían hablar con el señor de la casa. Ella les contestó que no era posible, así que preguntaron si podían dejarle alguna publicación para él. La criada fue a pedir permiso, volvió y dijo que el hombre primero quería ver de qué se trataba.

Los hermanos le entregaron una revista para que se la llevara. Pocos minutos después, la criada regresó y dijo que el hombre quería leerla. Entonces, uno de ellos le preguntó si sería posible que entraran a hablar con él. Ella fue de nuevo a consultar. Esta vez pasó mucho más tiempo, y los hermanos empezaron a pensar que no regresaría. Pero al fin volvió y los invitó a entrar en la casa. Allí conocieron a Yirgu, un hombre de edad avanzada que llevaba diez años postrado en cama, sin poder levantarse o siquiera sentarse. La criada había estado ayudándolo a vestirse y ordenando la habitación, y por eso había tardado tanto en hacerlos pasar.

Los hermanos le hablaron de las buenas nuevas. A Yirgu le gustó lo que escuchó y aceptó estudiar la Biblia. A medida que avanzaba el estudio, su salud mejoró. Después de un tiempo, pudo salir de la cama y desplazarse en una silla de ruedas. Enseguida empezó a ir a las reuniones y, recientemente, se bautizó en una asamblea de distrito.

La iglesia de los libros de su padre

Calvin, que vive en Zimbabue, tenía cuatro años cuando murió su padre. Lo único que le dejó fue una bolsa que contenía la Traducción del Nuevo Mundo y el libro Las profecías de Isaías, una luz para toda la humanidad, (volumen 1). Además, le dijo: “Quédate en la iglesia que hace estos libros porque enseña la verdad”.

Después murió su madre, y su abuela materna se lo llevó a vivir con ella. Durante nueve años, Calvin se negó a ir a la iglesia de su abuela, insistiendo en que algún día encontraría “la iglesia” que publicaba los libros que su padre le había dejado.

Cierto día, la abuela del muchacho habló con una de nuestras hermanas y, sin saber que era Testigo, le contó que tenía un nieto muy terco que no quería ir a su iglesia y que se pasaba los domingos leyendo un libro que le había dejado su padre. La hermana preguntó por el título del libro, y la abuela dijo que le parecía que era “uno de esos libros locos de los de La Atalaya”.

La hermana dijo que le gustaría conocer al muchacho. Cuando se encontraron, Calvin se puso contentísimo, y ella comenzó a darle clases bíblicas de inmediato utilizando el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? El muchacho no tardó en asistir a las reuniones, a pesar de la intensa oposición de su abuela. En efecto, está decidido a continuar en la verdad, y espera con muchas ganas que llegue el tiempo de la resurrección y poder reunirse de nuevo con sus padres. Calvin se bautizó en agosto de 2012.

“El Dios al que sirves es fuerte”

Caro vive en Uganda. Solo llevaba un mes estudiando la Biblia cuando su esposo, Martin, quien practicaba la hechicería, comenzó a oponerse de forma rotunda a que lo hiciera. Le dijo: “Por culpa de tus libros, nuestros antepasados ya no pueden entrar en la casa”. Empezó a maltratarla y la amenazó de muerte si no dejaba de estudiar la Biblia. Además, dejó de proveer para la familia. Caro permaneció tranquila, alimentó a los suyos con lo que cultivaba en su huerto y siguió aprendiendo más de la verdad. Algún tiempo después quedó claro que su vida corría peligro, así que huyó de casa. Aunque tuvo que luchar para ganarse el sustento, cuando supo que sus hijos estaban enfermos usó el poco dinero que había conseguido para comprarles medicinas.

Algún tiempo después, su esposo la llamó por teléfono para decirle lo siguiente: “Deseo que vuelvas a casa. He visto que el Dios al que sirves es fuerte y que ha estado contigo. Pídeles a quienes te están dando las clases que vengan a enseñarme a mí también. Quiero cambiar mi vida de verdad”. Martin hablaba en serio. Ahora la familia vive unida y feliz, y Martin y Caro se bautizaron en una asamblea en agosto de 2012.

Un publicador solitario en una aldea remota

Mientras vivía en una ciudad lejos de su hogar en Kenia, David comenzó a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. No obstante, al poco tiempo tuvo que volver a su aldea, Lokichar, ubicada en una zona remota del noroeste de Kenia. La congregación más cercana estaba a unos 165 kilómetros (100 millas), en la ciudad de Lodwar. Durante los siguientes cuatro años, David casi no tuvo contacto con los Testigos, pero les predicó a sus vecinos y parientes, explicándoles lo que había aprendido en el breve tiempo que estudió la Biblia. Algunos aceptaron el mensaje, así que en poco tiempo dirigía varios estudios bíblicos. En 2007 se puso en contacto con los hermanos de Lodwar y retomó su propio estudio, para lo cual viajaba hasta la ciudad dos veces al mes en mototaxi y microbús.

Al tener más conocimiento, también aumentó su entusiasmo por el ministerio. Aunque todavía no se había bautizado, construyó cerca de su hogar un “Salón del Reino” temporal, de paredes de adobe y techo de paja, donde celebraba reuniones a las que asistían las personas interesadas. Sin embargo, no todos estaban contentos con su predicación, y durante dos años sufrió maltrato físico y verbal. En cierta ocasión, unos aldeanos lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, acusándolo de introducir la “adoración del demonio” en la comunidad. Ahora bien, cuando David pidió ayuda a un funcionario del gobierno, la violencia cesó y pudo seguir predicando. Según explicó: “La verdad es mi vida. Ningún tipo de oposición va a detenerme”.

En 2009, David se bautizó y ahora es siervo ministerial y precursor regular. Él y su hijo de 15 años son los únicos publicadores de la zona, pero en abril de 2012, unos sesenta aldeanos asistieron a la Conmemoración de la muerte de Cristo, que se celebró en el salón temporal que está cerca de la casa de David.

“Demuestre con las Escrituras que ella está equivocada”

Janet, una precursora regular de Ghana, iba leyendo el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? durante un viaje largo en autobús. En una parada subió un pastor que dio un sermón, e invitó a los pasajeros a darle donativos para su ministerio. Janet le dijo: “Usted ha dicho que Jesús y Dios son lo mismo. Entonces, ¿quién le habló a Jesús cuando se bautizó?”.

El pastor contestó: “Eso es un misterio”.

Janet abrió el libro Enseña por el capítulo 4, seleccionó algunos de los textos bíblicos que allí se citan, y pidió a varios pasajeros que los leyeran. Entonces explicó la diferencia entre Jesús y el Dios Todopoderoso, Jehová.

El pastor replicó: “Usted es una hechicera”.

Ante aquello, los pasajeros salieron en defensa de la hermana, diciendo: “En vez de llamarla hechicera, demuestre con las Escrituras que ella está equivocada”. El pastor se encolerizó y se bajó del autobús en la siguiente parada. Una joven que estaba sentada al lado de Janet le comentó: “Yo pensaba que Jehová era el nombre del edificio de la iglesia de los Testigos. No sabía que era el nombre de Dios hasta que oí su conversación con ese pastor”.

Siguieron hablando, y Janet anotó el número de teléfono de la muchacha y prometió llamarla. Cuando la joven llegó a su casa, le contó a su abuela lo que había pasado. A la abuela también le sorprendió saber que el nombre de Dios es Jehová. Janet se encargó de que otros Testigos siguieran visitándolas para estudiar la Biblia. En la actualidad, ambas asisten a las reuniones.

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Encontró la verdad donde menos se lo esperaba

En una prisión de Bolivia, los guardias llevaron a la fuerza hasta el patio a Andrea, de 20 años, mientras gritaba palabrotas y amenazas. Como era fuerte y violenta, su aspecto intimidaba. Pero Leidy, una testigo de Jehová que estaba presa por una acusación falsa, no le tuvo miedo, sino que se compadeció de ella. Por las mañanas, esta cristiana tenía la costumbre de leer en voz alta un cántico de nuestro cancionero. Andrea la escuchó y le preguntó: “¿Eres testigo de Jehová?”.

Perú: Predicando a los campesinos en las montañas que rodean el Valle del Utcubamba

Cuando respondió que sí, Andrea le confesó: “Mi madre también, y yo solía acompañarla a las reuniones. Ella me enseñaba de la Biblia”. Entonces, no pudo aguantarse más y empezó a llorar. Durante varios días, Leidy tuvo conversaciones sobre temas espirituales profundos con ella y, cuando llegó el día de su vista judicial, oraron juntas para pedir la ayuda y guía de Jehová. Andrea fue puesta en libertad y siguió aprendiendo de Dios. No tardó en reunir los requisitos para ser publicadora, y en la actualidad está preparándose para el bautismo.

Leidy aprovechó su injusto encarcelamiento para comenzar 21 estudios bíblicos antes de salir de la cárcel. Ahora vuelve allí tres días a la semana para seguir cultivando el interés.

Todo gracias al sitio de Internet www.pr418.com

Un domingo de primavera de 2011, cuando un matrimonio bien vestido y sus dos hijos pequeños entraron en un Salón del Reino de Canadá, los hermanos pensaron que eran testigos de Jehová de otra ciudad que estaban de visita. Dominic, un siervo ministerial de la congregación, y Marc-André, el padre de la familia, se reconocieron inmediatamente. Resulta que Dominic le había dado clases bíblicas diecisiete años atrás. Durante los últimos dos años, Marc-André y Josée, su esposa, habían estado leyendo las revistas La Atalaya y ¡Despertad! que descargaban del sitio de Internet www.pr418.com y habían comprendido que toda la familia debía ir al Salón del Reino. Se comenzó de inmediato un estudio bíblico, y la familia empezó a asistir a todas las reuniones. Tan solo dos meses después, ya celebraban su propia Noche de Adoración en Familia cada semana. Su progreso espiritual ha sido excelente, y Josée presentó su primera asignación en la Escuela del Ministerio Teocrático en el mes de mayo de 2012.

“Me dio su comida y su sombrero”

Mientras asistía a una asamblea de distrito en Chile, Marcelo, de 10 años de edad, observó que un señor mayor que estaba sentado a su lado no tenía ninguna publicación.

—El señor de al lado no tiene Biblia— le susurró a su madre.

—Muéstrale los textos con la tuya— contestó ella. Así que Marcelo se acercó al hombre, que se llamaba Víctor, y buscó todos los textos bíblicos con él. Cuando comenzó el intermedio, el niño se volvió hacia su madre y le dijo: “No tiene almuerzo”. La madre le sugirió que compartiera el suyo con él, así que Marcelo le dio uno de sus sándwiches y una taza de té caliente. Mientras Víctor comía, Marcelo le mostró todos los textos bíblicos que recordaba.

Durante el programa de la tarde, el sol empezó a calentar mucho. Marcelo se volvió hacia su madre de nuevo y le dijo: “No tiene sombrero”.

Su madre contestó: “Pues dale el tuyo”. Y eso fue lo que hizo. Cuando terminó el programa, Marcelo y Víctor se despidieron.

Al año siguiente, en la asamblea de distrito, Marcelo quiso ver si Víctor había ido. Para su alegría lo encontró, esta vez con corbata. Cuando Víctor vio a Marcelo, explicó a quienes estaban cerca: “Hoy estoy aquí gracias a este muchacho. El año pasado recibí una invitación para la asamblea y vine. Este jovencito compartió su Biblia conmigo y me dio su comida y su sombrero. Ahora estoy estudiando la Biblia”. Víctor ya es publicador no bautizado.

Alabanza de una periodista

Una conocida periodista de Venezuela relató en su columna la experiencia que tuvo con el servicio de atención al cliente de una compañía nacional de teléfonos adonde llamó para pedir asistencia técnica. El operador que atendió la llamada no resolvió sus dudas y, lo que es peor, fue brusco y maleducado. Tras un segundo intento, la atendió un joven llamado Misael, quien la trató amablemente y resolvió su problema. La periodista escribió: “La gentileza, el respeto, las ganas de ayudar y el espíritu de colaboración que este joven mostró durante toda la gestión fue excepcional. Con su ayuda pude resolver el motivo de mi llamada y aprendí lo que debo hacer en futuras ocasiones”.

Cuando la señora lo elogió por su trabajo, el joven explicó que era testigo de Jehová y por ello intentaba tratar al prójimo tal como enseñó Jesús. La periodista pidió hablar con el supervisor de Misael y alabó el esmerado servicio del empleado. En su artículo mencionó que Misael era testigo de Jehová y un venezolano ejemplar. Acabó su columna diciendo: “Nos hacen falta muchos como él en todos los lugares que brindan servicio de atención al público”.

“¡No sean tercos!”

Ciudad de México (México): En el país hay más de un millón de estudios bíblicos, muchos de los cuales se han comenzado mientras se predicaba en las calles

Gabriela, que tiene 15 años y es sorda, se bautizó en la asamblea de distrito en lengua de señas celebrada en Ecuador en octubre de 2011. Estaba tan contenta cuando volvió a su escuela el lunes que le preguntó a su profesora si podía hacer un anuncio breve a sus compañeros. Ella se lo permitió, y Gabriela se puso de pie delante de toda la clase y con entusiasmo les explicó: “Quiero contarles que el viernes, el sábado y el domingo estuve en una asamblea donde me bauticé como testigo de Jehová. También quiero que sepan que estamos viviendo cerca del final de este sistema de cosas. Queda muy poco tiempo. Es urgente que hagan los cambios necesarios. Así que no sean tercos. ¡Teman a Dios!”. Sus compañeros de clase quedaron impresionados.

Ese mismo día, durante el almuerzo, Katty, una Testigo inactiva que también es sorda, se acercó a Gabriela para preguntarle por la asamblea. Ella le contestó con franqueza: “Fue muy bonita. Pero como ahora soy Testigo bautizada, quiero permanecer fiel a Jehová. Así que ya no puedo seguir siendo tu amiga porque llevas una vida inmoral. Tu amistad puede perjudicar mi amistad con Dios. Tienes que cambiar. Es importante que ores a Jehová y también que hables con los ancianos. Yo sé que puedes cambiar para mejor”. Gracias a los consejos directos, pero amorosos, de Gabriela, Katty habló con los ancianos, recibió ayuda espiritual y volvió a estar activa en el ministerio.

Utilizó la computadora portátil de su profesora

Un día, los compañeros de clase de una Testigo de 16 años que vive en Estados Unidos empezaron a hacerle muchas preguntas sobre su religión, pero en ese momento no llevaba consigo ninguna publicación, ni siquiera su Biblia. Como quería utilizar las Escrituras para responder las preguntas, le pidió prestada a la profesora su computadora portátil y entró en el sitio de Internet www.pr418.com. No solo aclaró las dudas de sus compañeros, también les enseñó cómo utilizar el sitio. Les explicó que siempre que quisieran saber algo de la Biblia y no hubiera ningún Testigo cerca, podían entrar allí por sí mismos. A medida que pasaba la semana, notó que ya no le hacían tantas preguntas. Cuando quiso saber por qué, algunos le dijeron que habían estado entrando al sitio de Internet desde sus teléfonos. Hasta la profesora lo había hecho.

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Evitaron un conflicto entre aldeas

En Indonesia, un grupo de Testigos atravesaron una pequeña aldea para asistir a un discurso de funeral. Un precursor observó que al lado del camino había varios jóvenes. Habló con ellos y les dejó el folleto Escuche a Dios y vivirá para siempre. Poco después, una hermana pasó por el mismo camino de regreso a su casa. Un hombre que llevaba en la mano el folleto Escuche y vivirá se acercó a ella y le agradeció que se lo hubiera dado a sus hijos, pues, según dijo él, “les había salvado la vida”. La hermana, que no estaba al tanto de la conversación del precursor con los jóvenes, preguntó qué había ocurrido. El padre le contó que los jóvenes tenían planeado atacar cierta aldea. De acuerdo con la costumbre local, se proponían vengar el ataque que había sufrido uno de sus amigos. Sin embargo, cuando los muchachos leyeron el folleto, supieron que quienes pelean con los demás no heredarán el Paraíso futuro. Así que se calmaron, abandonaron su plan y se fueron a casa. El mensaje bíblico que contenía el folleto ayudó a evitar un conflicto que podría haber tenido graves consecuencias.

Un travesti cambia de vida

Shau Kei Wan (Hong Kong): Predicando las buenas nuevas a una joven en un mercado

Rek creció en una familia tradicional en Camboya, pero tanto él como su hermano gemelo se consideraron niñas desde muy pequeños. Jugaban con muñecas y les gustaba vestirse con ropas de niña. Su madre se sentía confundida y avergonzada, y no sabía cómo impedírselo. Salían para la escuela vestidos como varones, pero en cuanto llegaban, se cambiaban y se ponían ropas de chica. Cuando tenían 16 años, los gemelos participaron en un concurso de belleza para travestis, y la industria del espectáculo se fijó en ellos. Aparecieron en comedias y programas de televisión. Rek no tardó en adoptar una vida homosexual y pasar el tiempo con otros travestis.

La madre de Rek empezó a ir a una iglesia e hizo que la acompañara. Aunque él accedió a llevar ropa de hombre, se negó a cortarse su larga melena. El pastor solía hacerle comentarios humillantes y burlarse de la vida que llevaba. Aun así, Rek se propuso estudiar la Biblia en la iglesia. La primera semana, se levantó temprano y recorrió varios kilómetros en bicicleta para llegar hasta allí, pero el pastor no tenía ganas de darle clase y se excusó. La segunda semana, el pastor ni siquiera se presentó, lo que disgustó mucho a Rek.

Sin embargo, cuando Rek llegó a casa, su hermano gemelo le dijo que una mujer había llamado a su puerta y ofrecido un curso bíblico gratuito. Había dejado el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? Los gemelos empezaron a estudiar con la hermana y su esposo. Pasaron seis meses, y el hermano de Rek consideró que no estaba listo para cambiar de vida, así que dejó de estudiar. Pero a Rek le impresionaron mucho las palabras de 1 Corintios 6:9, 10 y vio claramente lo que tenía que hacer. Gracias al estudio y la lectura diligentes de la Biblia, la oración y la asistencia a las reuniones, pudo limpiar su vida. Su madre también está estudiando y progresando espiritualmente. Cuando Rek se bautizó, ella dijo con lágrimas en los ojos: “Estoy muy feliz de que mi hijo se haya bautizado y de verlo como hombre”. En la actualidad es precursor regular.

Los cambios que hizo una espiritista

Or-Ya practicaba el espiritismo y era curandera, consejera y adivina. Un matrimonio de precursores especiales que sirven en Haifa (Israel), la encontraron mientras predicaban de casa en casa. Ella los saludó con las palabras: “¡Si hablan de Dios, entren!”. Su casa estaba llena de objetos relacionados con el espiritismo y el misticismo. Aseguraba que recibía mensajes de Dios, algunos mediante el “espíritu” de un rabino ya fallecido.

La oferta de estudiar la Biblia con ayuda del libro Enseña le resultó atrayente. Solo dos días antes de que el matrimonio llamara a su puerta, ella le había pedido a Dios que enviara alguien que pudiera enseñarle la Biblia sin interpretaciones rabínicas. Al mes de comenzar a estudiar, preguntó: “¿Hay más personas que crean lo mismo que ustedes?”. Luego asistió a una reunión de congregación y quedó impresionada por el afecto y la calidez con que la trataron. Desde entonces, ha asistido con regularidad.

“Tienen dos meses para prepararme para el bautismo”

Cuando llevaba dos meses estudiando, Or-Ya preguntó sobre una asamblea que se iba a celebrar: “¿No es en las asambleas donde uno se puede bautizar? En ese caso, tienen dos meses para prepararme para el bautismo”. El primer paso que dio fue tirar todos sus costosos objetos espiritistas. Luego dejó de trabajar en ese campo y empezó a testificar a otros, ofreciendo el libro Enseña y las revistas a quienes habían sido sus pacientes y clientes. Cuando cayó enferma, se negó a recurrir a sus métodos de curación anteriores. Al abandonar su profesión, se quedó sin ingresos durante cuatro meses. No obstante, decidió que solo aceptaría trabajo bajo ciertas condiciones —cuatro días a la semana, seis horas al día— a fin de tener tiempo para sus actividades teocráticas, y finalmente encontró el empleo adecuado. Entonces vendió su enorme casa y se fue a vivir a un pequeño apartamento alquilado.

A su debido tiempo, Or-Ya llenó los requisitos para el bautismo, pero una semana antes de la asamblea, se rompió una pierna. Sin perder el ánimo, y aunque tenía la pierna enyesada, se bautizó. En la actualidad, Or-Ya es una publicadora activa que predica a sus anteriores clientes y conduce varios estudios bíblicos.

Miembro de una secta encuentra la verdad

Dos hermanos gemelos sordos que vivían en una remota zona montañosa de Filipinas empezaron a estudiar la Biblia. Ambos pertenecían a una secta que creía que las armas no podían herir a sus miembros siempre que estos llevaran ciertos amuletos y pañuelos como protección. Los habían entrenado en el uso de cuchillos, bolos (machetes) y pistolas, y también habían participado en muchas batallas contra grupos rebeldes de las montañas. La secta les permitió estudiar la Biblia con la condición de que los testigos de Jehová no los obligaran a dejarla.

Los Testigos, por supuesto, recomendaron a los gemelos que tomaran su propia decisión basándose en lo que aprendían de la Biblia. Uno de los gemelos pensó que no podría hacer los cambios necesarios en su vida para servir a Dios de manera aceptable. El otro, sin embargo, siguió estudiando. Para animarlo, el publicador que dirigía el estudio le explicó en lenguaje de señas: “Samuel, en la Biblia aparece tu nombre. El Samuel de la Biblia sirvió al Dios verdadero, Jehová, incluso cuando era muy viejo. Tú también puedes obedecer fielmente a Jehová”. Esas palabras calaron hondo en el corazón de Samuel, que llegó a esta conclusión: “Si mi nombre está en la Biblia, entonces tengo que ponerme de parte de Jehová”. Informó a la secta de que iba a irse de las montañas, quemó todos sus amuletos y objetos de espiritismo y progresó rápidamente. Ahora es un siervo bautizado de Jehová, que ayuda con entusiasmo a otros sordos a aprender la verdad bíblica.

Un niño hace frente a la persecución

Erdenet (Mongolia): Una mujer que vive en las estepas remotas recibe clases bíblicas

Rajiv vive en una aldea remota del norte de la India. Cuando tenía nueve años y estaba en cuarto grado, su maestro, que era testigo de Jehová, enseñó normas morales a los niños con ayuda del libro Aprendamos del Gran Maestro. Rajiv absorbió la información y empezó a ponerla en práctica. Le dijo a su maestro que había dejado de mentir y de pelearse con sus compañeros, y que a la hora del almuerzo compartía la comida con quienes no tenían.

“Usted me ha obligado a inclinar la cabeza ante la estatua, pero nunca inclinará mi corazón”

A medida que aprendía más sobre la promesa de un Paraíso en la Tierra, comenzó a hablar de las buenas nuevas a personas de su aldea y a quienes conocía cuando viajaba en tren. Eso irritaba a sus padres y les hacía pasar vergüenza, así que le ordenaron que dejara de hablar de Jehová y de Jesús. Como siguió haciéndolo, empezaron a golpearlo, y su madre le escondía la ropa cuando volvía de la escuela para que no saliera a hablar de su nueva esperanza. Tampoco le permitían dormir en su cama, y le racionaron la comida. Al ver que estas medidas no daban resultado, llamaron a un sacerdote hinduista para que hiciera cambiar de ideas al niño.

El sacerdote se quedó varios días en la casa e intentó obligar a Rajiv a inclinarse ante un ídolo. Cuando el niño le dijo que el ídolo simplemente era algo hecho de piedra, no un dios vivo, el sacerdote le contestó que debía mirar con el corazón, pues solo así podría ver a dios en la estatua. Entonces, Rajiv tomó un trozo de papel, escribió en él las palabras “100 rupias”, se lo dio al sacerdote y le pidió que le comprara unos dulces y le trajera el cambio. El sacerdote le dijo que él no era ningún tonto, y que aquello solo era un trozo de papel sin valor. A lo que Rajiv replicó: “Si usted lo mira con el corazón, verá que en este papel hay dinero de verdad”. El hombre, enojado, inclinó a la fuerza la cabeza del jovencito ante el ídolo, pero Rajiv le dijo: “Usted me ha obligado a inclinar la cabeza ante la estatua, pero nunca inclinará mi corazón”. Finalmente, el sacerdote se marchó, diciendo que era imposible reformar al muchacho y que él mismo acabaría por perder la fe si se quedaba más tiempo allí. Los padres de Rajiv lo cambiaron de escuela, pero él no ha dejado de hablar de Jehová y de la promesa del Paraíso con quien esté dispuesto a escucharle. Ahora tiene 10 años y sigue pidiéndole ayuda a Jehová para mantener su fe fuerte.

Encontró la Biblia que buscaba

Mientras Larisa estaba dándole testimonio a la dependienta de una librería en Armenia, una mujer entró en el establecimiento preguntando por la Biblia del “Nuevo Mundo”. La dependienta dijo que no tenía esa Biblia, pero que podía ofrecerle una traducción armenia local. La clienta preguntó: “¿Es fácil de entender?”. La dependienta leyó algunos versículos y dijo: “Parece comprensible”. Pero la mujer no quedó convencida, e insistió en que necesitaba encontrar la Biblia del “Nuevo Mundo”. Larisa recordó que ella llevaba en el bolso su propia Biblia en armenio. Se la enseñó a la señora y le pidió que leyera el título, Traducción del Nuevo Mundo. ¡Esa era la Biblia que estaba buscando!

La clienta explicó que su hija y su yerno vivían en Grecia y acababan de empezar a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová. Como todavía no habían aprendido griego, le pidieron a su madre que les llevara una Traducción del Nuevo Mundo en armenio la próxima vez que los visitara. La hermana entregó la Biblia a la mujer y le dijo: “Por favor, llévesela y dígales que es un regalo de Jehová”. La mujer se puso muy contenta cuando Larisa también le ofreció ayudarla a estudiar la Biblia. Por último, intercambiaron sus respectivos números de teléfono para poder empezar a estudiar en cuanto la mujer volviera de Grecia.

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Devolvió la billetera

Nina, una precursora regular de Bosnia, da clases bíblicas a una familia romaní. Cierto día, la hija de diez años de la familia iba caminando por la calle y se encontró una billetera con dinero, tarjetas de crédito y documentos. Antes de aprender la verdad, la niña hubiera considerado el hallazgo como un regalo valioso, pero tras consultarlo con su madre, decidió llevar la billetera a la comisaría. Cabe señalar que la familia es muy pobre y que en aquel momento no tenía dinero ni para comprar pan. Cerca de dos horas después de haberle entregado la billetera a un policía, que no salía de su asombro, la familia recibió una llamada para que regresara a la comisaría. El dueño de la billetera estaba esperándolos para darles las gracias y una recompensa: 30 dólares, el equivalente al salario de dos días.

El título llamó su atención

Gjógv (Islas Feroe): Estas islas tuvieron un máximo de 118 publicadores en 2012

Al terminar de predicar, Nihad, quien también vive en Bosnia, vio que un hombre lo estaba esperando al lado de su automóvil. Cuando Nihad lo saludó, el señor le dijo: “Discúlpeme, vi que dentro de su auto hay una revista abierta donde dice ‘Cómo ser un buen padre’. De veras me gustaría tener un ejemplar. Llevo aquí casi una hora esperando. ¿Podría dármela, por favor?”. Nihad se la dio con mucho gusto y aprovechó la oportunidad para hablarle de la Biblia.

Los tripulantes de un barco reciben consuelo

Un matrimonio que predicaba en el puerto de Rotterdam (Países Bajos) visitó un buque cisterna cuya tripulación estaba muy desanimada. Con lágrimas en los ojos, el ingeniero jefe les contó que habían tenido varios accidentes, que en más de una ocasión estuvieron a punto de chocar y que la nave estaba muy dañada. Entonces les preguntó: “¿Podrían orar por nosotros?”. Los hermanos se ofrecieron para presentar un discurso bíblico animador. A las siete de la noche del día siguiente, los publicadores, junto con otras dos parejas, subieron al puente de mando del barco, donde estaban reunidos 15 de los 16 tripulantes. Después de la oración inicial, un hermano presentó un discurso sobre el tema de si Dios es el causante de los desastres. Todos pudieron leer los textos directamente de las Escrituras, pues los hermanos se encargaron de llevar biblias adicionales y de ayudarlos a buscar los versículos. Tras la oración final, los agradecidos marineros se quedaron sentados hablando con los hermanos. Habían recibido el consuelo que necesitaban. De hecho, uno de ellos dijo: “Esta es la respuesta a nuestras oraciones”. Los hermanos dejaron 20 libros, así como biblias y otras publicaciones, y recibieron del capitán un sobre con una donación de 200 dólares para la obra.

Pidió en oración poder ayudar a alguien

Irene, que vive en Suecia, escribió: “Tengo 80 años y tantos dolores que ya no puedo salir a predicar. Le pedí a Jehová que me permitiera ayudar a alguien a quien hubiera visitado tiempo atrás y que ahora estuviera dispuesto a hablar de la Biblia.

”Un día sonó nuestro teléfono, y cuando mi esposo respondió, una mujer le dijo: ‘Siento mucho interrumpirlos, pero ustedes son los únicos Testigos de quienes me acuerdo y por eso los llamo. ¿Podría su esposa visitarme para hablar de la Palabra de Dios? Hace quince o veinte años, estudié la Biblia, pero mi esposo, quien ya ha muerto, se oponía. De modo que dejé de estudiar’.

”Recordé que yo acompañaba a la hermana que le dirigía el estudio a la señora. Para mi sorpresa, ella se acordaba muy bien de mí. Con mucho gusto, quedé en encontrarme con ella. Desde entonces, nos juntamos para estudiar la Biblia todas las semanas. Además, fue a la Conmemoración y al discurso especial y está asistiendo a las reuniones. Todos los días le doy gracias a Jehová por haber respondido mi oración”.

No se pueden poner chocolates en la caja de contribuciones

Sergio, un niño de ocho años que vive en Italia, quería convencer a los ancianos de que estaba listo para ser un publicador no bautizado. En cierta ocasión, su padre fue a casa de un matrimonio que rondaba los setenta años de edad para reparar una cerradura. Sergio lo acompañó y se llevó consigo un par de revistas. “Mientras papá estaba trabajando —explica—, le ofrecí las revistas al señor. Él se quedó tan sorprendido que llamó a su esposa para enseñárselas. Anoté sus nombres, la dirección y el número de teléfono para visitarlos otro día. La señora me dio toda la información y una gran barra de chocolate.” Unos días más tarde, Sergio fue a revisitar a la pareja con uno de los ancianos de la congregación. Tocó el timbre, y cuando la señora abrió, le dijo que quería darle el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia? La señora lo aceptó con gusto y le dio otra barra de chocolate. “Como no pude poner el chocolate en la caja de contribuciones, me lo comí —dijo Sergio—. Pero los ancianos por fin se dieron cuenta de lo mucho que deseaba ser publicador.”

El pastor quería saber más

Simeon era el pastor de una iglesia en Gurkovo (Bulgaria), un pueblo donde no hay Testigos. Al analizar las Escrituras se dio cuenta de las diferencias que hay entre las enseñanzas bíblicas y las de la Iglesia. Cierto día, mientras viajaba en tren, aceptó algunas de nuestras revistas y le emocionó saber que Jehová es el Dios verdadero y que no existe la Trinidad. Deseoso de aprender más, escribió a la sucursal y a todas las iglesias que conocía. Solo una de estas iglesias le respondió, recomendándole que no se preocupara por “tonterías como esas”. En marcado contraste, la sucursal envió a dos Testigos de Kazanlak, a 35 kilómetros (20 millas) de distancia, para comenzar un estudio bíblico con Simeon y su familia. A él le gustó tanto lo que estaba aprendiendo que invitó a sus vecinos y amigos a las clases. Poco tiempo después, 25 personas asistían semanalmente al estudio bíblico. Cuando una vecina de 75 años de edad asistió por primera vez, dijo entre lágrimas: “He aprendido más en una hora que en los treinta años que estuve yendo a la iglesia”. Más de sesenta personas asisten a las reuniones que los hermanos de Kazanlak celebran todos los meses en Gurkovo, y hubo 79 presentes en la Conmemoración.

“He aprendido más en una hora que en los treinta años que estuve yendo a la iglesia”

“Por favor, nunca cambies”

Valya, una hermanita de 15 años de Ucrania, se fijó en que su profesora había ido a la escuela vestida de negro y que había estado llorando. Tras enterarse de que la madre de la maestra había muerto, la joven decidió leerle algunos textos bíblicos sobre la resurrección a fin de consolarla. De modo que tomó una Biblia y los folletos ¿Qué nos sucede cuando morimos? y Cuando muere un ser querido, y se propuso hablar con ella una vez terminaran las clases del día. Valya cuenta: “Mientras esperaba en la puerta de su oficina estaba muy nerviosa, así que le oré a Jehová para que me ayudara”.

Cuando Valya entró, la profesora le preguntó: “¿Deseas algo?”.

Ella le contestó: “Deseo consolarla porque puedo entender cómo se siente. Hace unos años mi abuelo murió”.

Georgia: Dando testimonio en un viñedo

A la mujer le conmovió el interés de Valya. Llorosa le dijo que ni sus familiares ni sus compañeros de trabajo habían sido tan compasivos con ella. Valya entonces le leyó y explicó Revelación 21:3, 4. La profesora aceptó los folletos y dijo: “¡Qué diferente eres de los demás estudiantes!”.

Valya respondió: “Me esfuerzo por leer la Biblia y vivir de acuerdo con sus enseñanzas. Además, les hago caso a mis padres”.

A petición de la profesora, Valya más tarde le llevó una Biblia y el libro Enseña. Agradecida, esta le aseguró: “Tienes la religión verdadera y unos padres muy buenos que te han enseñado lo que es correcto. Por favor, nunca cambies”.

Marcó un número equivocado

El primer día de la asamblea de distrito de 2011 que se celebró en Malakasa (Grecia), Natalie usó su teléfono celular para hablar con su padre del viaje en autobús hacia el lugar de asamblea. No obstante, marcó mal el número, y nadie le respondió. Un poco más tarde, la persona a la que Natalie había llamado accidentalmente vio el número y la llamó para averiguar de qué se trataba. Ahora bien, como el programa había empezado, Natalie trató de apagar su teléfono, pero sin darse cuenta lo conectó. De modo que el hombre al otro lado de la línea pudo escuchar parte del discurso del presidente, y eso despertó su interés.

Posteriormente, el hombre le envió un mensaje de texto en el que preguntaba: “¿Quién es usted? ¿Es un pastor?”. Cuando terminó la sesión de la mañana, Natalie vio el mensaje y respondió: “No soy un pastor. Soy testigo de Jehová y estoy en una asamblea”.

Pittenweem (Escocia): Predicación en un puerto

El hombre volvió a llamar el sábado para saber si la asamblea todavía se estaba celebrando. Esta vez fue el padre de Natalie quien habló con él y le dio testimonio. El hombre entonces le dijo: “En cuestión de minutos, el discurso que escuché por teléfono respondió muchas de las preguntas que me inquietan”. Resulta que la familia del hombre experimentaba ataques de demonios, y él no tenía idea de quiénes eran los espíritus malvados ni por qué los estaban atacando. Entonces añadió: “Nunca había querido escuchar a un testigo de Jehová hasta ahora. ¿Podría hablar con el señor que estaba presentando el discurso?”.

¡Y así lo hizo! El hombre fue a la asamblea el domingo y se quedó pasmado con lo que vio: familias bien vestidas y rostros alegres. Todo estaba limpio, nadie decía palabrotas ni fumaba. “No sabía que en este planeta existían personas como ustedes —dijo—. Creo que estoy en otro mundo.” El padre de Natalie llevó al hombre hasta la oficina del presidente de la asamblea, quien habló con él. Tanto la asamblea como las respuestas que obtuvo calaron hondo en el corazón del hombre, quien aceptó un libro Enseña, una Biblia y algunas revistas. De inmediato se hicieron planes para visitarlo.

  • PAÍSES Y TERRITORIOS: 29

  • HABITANTES: 38.495.300

  • PUBLICADORES: 94.924

  • ESTUDIOS BÍBLICOS: 59.431

“La canción más bonita que he escuchado”

Un típico día de escuela en Savaii (Samoa) comienza con todos los estudiantes reunidos para cantar un himno. Pero Celina, de cinco años, y Levaai, de seis, le explicaron respetuosamente al director que no podían cantar el himno porque eran testigos de Jehová. Tomar dicha postura podía haber significado un castigo severo. Sin embargo, el director pensó que si las avergonzaba, quizás lo cantarían, así que les dijo: “Bueno, si no pueden cantar nuestra canción, canten una de las suyas”. Celina y Levaai entonaron el cántico número 111, titulado “Llamaré”, que acababan de aprender en la Noche de Adoración en Familia. Cuando terminaron, el director aseguró con los ojos llorosos: “Esa es la canción más bonita que he escuchado. Por favor, cántenla otra vez”. Y así lo hicieron. Entonces les dijo: “De ahora en adelante, no les pediré que canten nuestras canciones, sino las suyas”.

“De ahora en adelante, no les pediré que canten nuestras canciones, sino las suyas”

Toda la vida le había orado a Jesús

Timor Oriental: Este país, que fue desgarrado por la guerra, ha experimentado un aumento de 9% en la cantidad de publicadores

En Fiyi, un hombre que era ministro religioso decidió estar presente en el estudio bíblico de otra persona. Allí escuchó que Jesús no es Dios, algo que lo perturbó tanto que no pudo dormir. Al ver su inquietud, su esposa le dijo: “¡No vuelvas a hablar con esa gente!”. Pero incapaz de dejar de pensar en el tema, volvió a asistir al estudio la semana siguiente. Unos cuantos días después, y aunque todavía no estaba estudiando, fue a su iglesia y dejó su puesto de ministro. Sus familiares y feligreses se sorprendieron y enojaron mucho, no solo porque había renunciado a su religión sino también a un trabajo bien pagado. Ahora bien, a pesar de que en la Biblia pudo aprender claramente la verdad acerca de Jesús, se le hacía difícil orarle a Jehová, pues toda la vida le había orado a Jesús. Después de muchos meses, por fin lo logró. En la actualidad, predica las buenas nuevas a otras personas y las ayuda a conocer y amar a Jehová.

Una pequeña comunidad acepta la verdad

Makatea, una isla del Pacífico sur, solo tiene 62 habitantes. Una congregación de los testigos de Jehová de Tahití se encarga de satisfacer las necesidades espirituales de estas personas y, por eso, se imparten regularmente cursos bíblicos por teléfono a nueve de ellas. En la casa de uno de los estudiantes se reúnen hasta 15 personas para escuchar las reuniones, que se transmiten desde Tahití. Entre quienes estudian la Biblia se encuentra una joven que estaba muy activa en su iglesia; de hecho, se esperaba que fuera nombrada diaconisa. No hace mucho, fue a su anterior iglesia para decir por qué motivo había dejado de asistir. Mostró con la Biblia las razones por las cuales una mujer no debe enseñar en la congregación. También habló del papel de Jesucristo y del significado de la cena del Señor, la cual debe celebrarse anualmente y no todos los domingos. Además, pudo explicar que solo 144.000 personas estarán en el cielo con Jesús y que son las únicas que deben participar de los emblemas. Animada por su ejemplo, otra mujer dejó la iglesia y ahora estudia regularmente la Biblia con los Testigos.

La familia aceptó la invitación

Como querían invitar a los publicadores inactivos a la Conmemoración de la muerte de Cristo, dos ancianos de las islas Salomón visitaron a Joshua, quien había dejado de ir a las reuniones en 1998. Junto con 20 miembros de su familia, Joshua caminó dos horas para asistir a la Conmemoración. La calurosa bienvenida de los hermanos lo conmovió. Muchos de sus familiares también asistieron al discurso especial, tras lo cual les dijeron a los ancianos que querían estudiar la Biblia. Se establecieron estudios con 15 de ellos.

Él sabía la respuesta

De las mil islas y atolones que hay en el territorio supervisado por la sucursal de Guam, más de cien están habitadas. Sin embargo, solo 13 de ellas tienen congregaciones cerca. Como muchas de las islas nunca han recibido la visita de los testigos de Jehová, los hermanos buscan maneras de llegar hasta las personas que viven allí. En abril de 2012, un grupo de publicadores llegó en velero hasta la distante isla de Polowat, que apenas ha recibido influencia del resto del mundo. Allí los hombres usan taparrabos, construyen piraguas y viven de lo que produce la tierra.

Uno de los publicadores le preguntó a un joven: “¿Qué sucede cuando morimos?”.

Y él le contestó: “¡Yo sé la respuesta a esa pregunta!”. Entonces se paró de un salto y buscó en un estante el libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra en el idioma chuukés. Después de abrirlo por el índice, señaló el capítulo 8, titulado “¿Qué sucede cuando uno muere?”, y entusiasmado explicó lo que había aprendido.

Kingston (Isla Norfolk): Predicación en la calle principal, Quality Row

¿Pero de dónde había sacado el libro? En 2009, publicadores de la isla principal de Chuuk estaban predicando en el muelle para hablar con quienes viajaban a las islas más lejanas y dejarles algunos ejemplares del libro Vivir para siempre. Alguien que iba para Polowat aceptó con gusto llevar una caja de libros para distribuirlos entre sus vecinos, uno de los cuales era el joven.

Antes de partir de Polowat, los hermanos visitaron varias veces al joven para animarlo y mostrarle cómo establecer un buen programa de estudio. También le enseñaron a buscar los textos bíblicos y anotar puntos importantes en los márgenes del libro.

¡Qué animador es saber que hasta en las islas remotas, donde no hay televisión ni radio ni periódicos ni Internet, nuestras publicaciones contribuyen a que las personas aprendan la verdad bíblica en su propio idioma!

Tres balas, tres razones

Anna era una publicadora no bautizada de veintipocos años cuando se intensificó la guerra civil en Bougainville (Papúa Nueva Guinea). En 1991, estuvo en un grupo de seis Testigos adultos y siete niños de la congregación Arawa que tuvieron que huir al monte con solo algunas pertenencias. Por dos años, se vieron obligados a vivir en casas abandonadas e ingeniárselas para buscar comida. Celebraban las reuniones usando los únicos dos libros que tenían: la Biblia de Anna y un ejemplar de Unidos en la adoración del único Dios verdadero. Oraban juntos, entonaban cánticos del Reino y predicaban a las personas que iban encontrando.

Miembros del ejército revolucionario los descubrieron y trataron de que los dos varones del grupo se les unieran. No obstante, cuando se enteraron de la postura neutral de los Testigos, los dejaron tranquilos. En cierta ocasión, un soldado le mostró a Anna tres balas y le dijo: “Cásate conmigo, o te mato”. Ella le dio tres razones —una por cada bala— por las cuales no podía casarse con él. La más importante fue que la Biblia dice que uno debe casarse “solo en el Señor” (1 Cor. 7:39). El hombre dio media vuelta y se fue.

“Nada puede detener la obra de Jehová, ni siquiera una guerra civil”

En 2012, tras enterarse de que en Arawa había mucha necesidad de publicadores, Anna, quien ahora es precursora regular, regresó allí con otra precursora para ayudar a establecer un grupo aislado. Cuando se le preguntó si le molestaba volver al lugar donde había visto tantas matanzas y había sufrido tanto durante la guerra, ella respondió: “Estoy feliz de regresar. Nada puede detener la obra de Jehová, ni siquiera una guerra civil”.